martes, 30 de diciembre de 2014

Al cine



Como Marilyn sin un cuerpo, como la sonrisa
de Hepburn en un rio despiadado, como Liv Ullmann
cuando sueña o Truffaut en un mundo amable. Igual
que un verso lánguido de Resnais o un adoquín
que lanzara Godard desde el perfil lentamente
desvirgado de Hitchcock. En la huida de un alemán
o un austriaco sin patria, con la desmesura de los
genios, con su arte de mariposas, con el afilado
diente de la inercia; yo, presunto cinéfilo, seguidor
de episodios, de ratas fílmicas, de enjambres
de lucidez que me hicieron llorar o desleer
o cubrieron de asombro mis pobres deseos
de abril. Al cine que es una lámpara cuya magia
nos transforma en un yo roto, en la multiplicidad,
en el souvenir de una vida otras veces vivida.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Comida de Navidad

Es el dibujo de los cuadros
quien me perturba.

Ojos grandes como planetas perdidos,
el desconchón de una pared hospitalaria,
las huellas de un caracol
que aún persisten.

Y la voz
que esconde las raices de un silogismo
como si la ceniza de los años
no anunciara la fluidez de un delta ambiguo.

Es la hora de los columpios,
las ligaduras que ensombrecen
la llave mágica del olvido.

Es navidad en el vientre de las serpentinas.

El confetti, el cristal, la armonia de los platos,
el color de las mesas encendidas
no pueden esconder unos hilos
que han rozado los celos y la penuria,
los oidos que jamás escuchan la verdad
y se atemorizan como la nieve en la luz.


sábado, 27 de diciembre de 2014

Hoy que veo tu fotografía se abren las esclusas del tiempo

Así la imagen como un tesoro limpio,
infantil, donde la risa cabe en el puño
de unos labios de fantasia y el rubor
resplandece en las pestañas azules
mientras el dia es el dia y un instante
conmemora la palidez donde transitan
los recuerdos.

El ayer recibe rosas en su camafeo abstracto
y tiemblan las pupilas como una veta agrietada
por el vigor telúrico de la memoria, en otro dia,
en otro espectro, quizá en otro lugar con el regreso
de las palabras que han oido los apuntes del tiempo
y no perdonan la transgresión de una vida cuyo
cadáver se contempla en el espejo frontal, sesgado,
cornucopia que en sus enrevesados circuitos
de flores y penumbra, de dorados y sierpes,
de estrambóticos arabescos o rizos invisibles
parece que retratara ese devenir que ha sido
lo no especial entre los rios de la fortuna.

No se trata de mirar la huella y recorrer el humo
de los cielos tan frios, tan grises, tampoco
de suponer que ante los ojos solamente existe
un proyecto de trazos tan ilusorios como
improbables.

Se trata de dormir la pesada luz, los cuerpos que no
quieren reflejar el seudónimo de un anticipo,
porque su razón es leve, delicuescencia que excita la nube
diáfana en pequeñas habitaciones inundadas por un sol
inmortal, en cualquier dia de cualquier estación,
en el año de los tigres o de las amapolas o de los peces
danzantes.

Me recuerda tu fotografia el penúltimo gesto de la luz
cuando la malicia es un carmín en las alas de un ángel
que muere aún en tu mirada cómplice, en tu vejez
que vuelve a ser abrazo de blancura en mi noche.

martes, 23 de diciembre de 2014

Fragmento de Molloy de Samuel Beckett



"No le guardo demasiado rencor a mi madre. Sé que hizo todo lo posible para que yo no naciera, salvo lo principal, y si no consiguió deshacerse de mí fue porque el destino me reservaba otra letrina peor. Pero con que haya tenido tan buenas intenciones me doy por satisfecho. No, no me doy por satisfecho, pero siempre le tendré en cuenta a mi madre los esfuerzos que hizo por mí. Y le perdono haberme zarandeado un poco los primeros meses y haberme amargado el único período ligeramente potable de mi enorme historia. Y también le tendré siempre en cuenta que no haya reincidido, instruida por mi ejemplo, o se haya detenido a tiempo. Y si algún día debo buscar algún sentido a mi vida, empezaré a hurgar por ahí, por el lado de esta pobre ramera unípara y de mí, último de esta calaña, no sé cuál. Añadiré, antes de pasar a los hechos, pues parece que realmente debiera hablarse de hechos, acaecidos aquella lejana tarde estival, que con aquella vieja sorda, ciega, incapacitada y demente, que me llamaba Dan y a la que yo llamaba Mag, con ella, y solo con ella, yo..., no, no puedo decirlo. Es decir, podría decirlo, pero no lo diré, sí, me sería fácil decirlo, porque sería mentira. ¿Qué veía yo de ella? Invariablemente, una cabeza, las manos a veces, alguna vez los brazos. La cabeza, siempre. Cubierta de vellos, de arrugas, de porquería, de babas. Una cabeza que ennegrecía el aire. No es que lo que pudiera verse tuviera mucha importancia, pero siempre es un comienzo. Era yo quien sacaba la llave de debajo de la almohada, quien cogía el dinero del cajón, quien volvía a dejar la llave bajo la almohada. Aunque no iba a verla por dinero. Creo que venía una mujer cada semana."

Aquel mundo

Ya es tarde para entender la vida.

La piel temprana, la imaginación
y el miedo de ser otro.

Una ciudad húmeda, de siglos y campanarios
adorna mi tránsito irreal.

Un mundo donde la piedra no llore,
de colores sin color y palabras susurradas
como un amanecer de pájaros.

Un mundo cuya mecánica busque
la similitud de la carne,
el misterio en los ojos encendidos,
la correspondencia soñada
en las caricias del sexo.

Yo sé que allí no hay derrota
porque la luz absorbe el frío
y una ráfaga de sinrazón
anima a los cuerpos
a sentir la alegría del desorden,
el círculo fugaz de la perdida.

Es en el territorio de las miradas,
cuando la desnudez se yergue como una cercanía,
en la sincronía múltiple de los ídolos,
en el paisaje que muere cada día como una raíz agotada,
en la estela de los barcos sin aullido,
en la perfección de unos labios rojos
donde yo vivo mi dejadez,
mi costumbre desairada de esconder el aire
en bocas que callan su artificio
mientras la tiranía del rubor me devuelve
al pensamiento sin luz de los olvidados.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La ilusión

Aquellos regalos que anticipaban
la madurez en navidades perdidas,
la sorpresa fingida igual que una luz
blanca en los ojos del niño. Y los
cadáveres bajo abetos muticolores,
en la medianoche de tu ósmosis. Qué
voz la que inunda el grito de felicidad
y misterio. Gloria a los dias que fueron
cometas en las habitaciones escondidas,
gloria a este rubor que crece cuando
pienso en lo que fui, en la sed que
aún llora mi exilio.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Recordándote

Eso pasó como un aire simple en la boca o una
fricción en el ojo risueño. No se puede mirar
el sonido de una exactitud en el mediodia de
agosto. Palmas insurrectas, tibios delfines que
golpean el cristal con su lenguaje secreto. El mar
ya no está aqui, ni sus piernas de escándalo ni
el perfil de margarita recorta ya su labio agreste.
A veces las palabras llegan tarde o se desdoblan
como niños malcriados que no atienden al deseo.
Su nombre crea dibujos en la luz y satura de alas
la palidez del dia.¿Recrearán sus pasos la familiaridad
de una juventud que fluye hacia los rios del sueño?
Aquí,en medio de este témpano cohibido, en la voz
que desata sus hilos de añoranza, en mis manos que
deletrean la silueta de la vacuidad, en esta piel sin
estaciones que ha elegido el perdón del silencio
sin entender que la mirada fría es tan solo un lazo
de azul que no podemos llenar con frases que digan
si o para siempre o ven ahora que ya no somos
más que el futuro de la ausencia.


MADREDEUS Haja O Que Ouver

martes, 16 de diciembre de 2014

Las nocturnidades que lloran

Casi el rebumbio de las noches,
la simpatia de un neón, el ojo que mira
lo que no ve
y asiente.

Cada cuerpo elige su sombra
y no es un combate la lluvia hospitalaria
sino un regreso a la memoria del reloj,
a su exactitud de nido.

Descubro el perdón en la armonia de los bares,
cabalgo sobre tejados diminutos
como un pájaro que besara
la última ceniza de un adiós.

Soy joven,
soy la duda de esta singularidad
poblada de música,
de alcohol
y de frio.

Soy el que preguntó por las horas grises
antes de que un ejército de nubes
ensombreciera la virtud.

Soy el arco de un sinsabor en la victoria de un jueves,
la luz en el periscopio de un autobús que flota.

¿Está aqui o no el perfil del arbitrio?

Entre las verdades una sola resplandece
como un tambor insomne
en los ojos de la penumbra,
"tú ya no existes".

Que vuelva el son o el desdoro,
el canto de la mentira que pone huevos de alambre
en el ácido de un espejo
que ya no te llama
ni te roba
la cruz de plata del olvido.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Lo que ya no existe


Lo que yo recuerdo no importa,
la rugosidad del tacto,
la lisura de un espejo inombrable,
las fotos y esa desnudez que amanece
en la estática presencia de un libro.

O la levedad de un dia,
cuando nadie quiere la sonrisa
y pasa la luz
como un periscopio entre lugares comunes.

¿Para qué la pisada, el aliento
que infantil regresa a su nido?

Me sorprende el pulso de esta lejanía
que el tiempo marca,
ya no existe la memoria de un reloj
que palpita en las mismas baldosas,
en el rebumbio repetido de la vacuidad
que al fin enseñorea su virtud.

Nada más que descubrir la noche
y volver a la pátina de este loco ejército
de alevines y sal
cuando llama la madre
y ha empezado la música
de una hembra distinta
que juega a ser reina junto al espacio de las moscas
en este verano inútil.

Hay razones que mueren como raices de escarcha
o soliloquios heridos en la penumbra
de la conciencia.

Sólo busco, sólo quiero
la fragilidad de un resplandor,
la química de la agujas
que sueñan con un príncipe exhausto,
una verdad que no me mate hoy
que un sol proscrito se posa en mis dedos de alambre,
mis pobres dedos que quisieran ser mar o luz
o ambiguedad o quizá un abril siempre
vivo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El vuelo


Quedó el mar como una sombra ausente.

Más allá del círculo y del color,
de los nenúfares de la edad,
del acento suave que tropieza en la memoria.

Cuando el vuelo no identifica el resplandor de una herida
y los maquillajes miran al verde, a la humedad,
a la casa nunca perdida de un regreso fútil.

Porque estoy en lo que quise y en su ataúd,
en lo que dibujé desde los frios amaneceres
de un enero extraño
y me fijé en lo inombrable,
lo ignoto, lo porvenir.

Sueño de una profecia que nunca conocí,
amado por las alas
que conforman el perfil de las islas innúmeras,
como un mistral en el intestino de este avión
que halla la luz entre nubes viajeras
y un sol que no quiere comprometerse
con el ardid de tu nombre.

La vida no busca el territorio de un recuerdo,
sus enjambres de artificio hieren
los globos inútiles de las palabras
manchadas.

Piensa, quizá, en un renacer próximo,
en las horas que el suburbio mancilla,
su corazón llueve en el dia
y te cubre con miasmas de ensueño.

Tú y el candor que vaga en el fondo del existir.

Si quieres un consejo
que no sea el vago silencio de los ojos traicionados:
en el horizonte un pedazo de aurora
dice que el tiempo es un narciso
sin espejos ni trasluz,
un eje que se mueve
y se mueve
sin fin.

No lo sigas.

lunes, 8 de diciembre de 2014

La sombra

Como una mecha
que se acumula en la luz
sin nombrarla,
así el deseo.

Como el peso del raíl incendiado por la quietud
cuando la noche desvirga los ojos
y la palabra surge como un manantial,
fértil y audaz.

Te doy una razón o tal vez otra,
te doy la historia que creo nuestra,
esos hilos de araña que soñé
en mis columpios de bondad.

Es curioso que sea la memoria
quien cautive el resplandor,
la espadaña aún imagina el número de los latidos
de esa herrumbre que anuncia su deriva.

¿No recuerdo el carmín?
Sé que las calles nos pisaron,
que el neón fingía como un nido de amapolas,
que las risas de los menudos labios
acompasaban ese titilar que las dudas pervierten.

En el café sentí el brillo de las golodrinas,
la exactitud de un sorbo en el mantel de la ubicuidad.

Y te dije lo inombrable,
mientras un eco nacia en tus rosas cansadas,
ajenas a este lunes que decae.

Escribi las letras del orgullo en los tejados albinos,
la luna crecia como una esperanza
pero el monosilabo del mañana
fue un anuncio de esa sombra
que aún nos persigue.

Esa sombra que escribe este poema
y habla de ti, de tus manos que se levantan
como pájaros de adiós
en un noviembre perdido.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Del imposible retorno

Quizá se abran ventanas
aunque no sea a la luz.

Si un misterio absorbe la herencia
de los cromosomas silenciosos,
si una caricia es como una pérgola de hojarasca
y el temido resplandor acude al sarmiento,
a la premura y a la edad,
como un lobo que añorase
los ríos y la noche,
los espejos y el hálito,
su ser o su perdida bondad,
yo volvería a mi.

No hay otra esperanza que el marfil del sueño,
alli donde los ideales son razón de banderas blancas
y sufre la palabra cuando ha de amanecer
en un país roto.

Sin querer, lo mismo que el oleaje
que abandona su sonrisa
en los labios de una arena frágil,
y se desnuda con el oro de este cansancio
que fue el ayer no entendido.

A través de los años crece la raiz
de unas flores desmedidas que fueron piel y vacios,
nocturnidades en las que el alcohol sabía a paraiso,
mentiras que ennoblecían los ejes muertos
de un reloj sin nombre,
curiosos ejercicios que van
de la nada
a la nada.

Sigo y persigo
el paso múltiple de una canción que me derrote
o tal vez el aire que duerma en la sed
y me pregunte porque mi sol no nació antes
o porque un rayo de inmensa senectud
no se dibujó insolente en el asfalto negro
que la penumbra devuelve a la serenidad de la luz,
el ósculo triste de una paloma que jamás voló.

Mercedes Sosa "Zamba para no morir"

François Truffaut de "El cine según Hitchcock



“Lo que me emocionó aquella tarde, al volver a ver todos esos trozos de películas que recordaba de memoria, pero por una noche aislados de su contexto, fue a la vez la sinceridad y la brutalidad de la obra hitchcockiana.

Era imposible no ver que todas las escenas de amor estaban filmadas como escenas de asesinato y todas las escenas de asesinato, como escenas de amor.

Yo conocía esa obra, creía conocerla muy bien y me quedé anonadado ante lo que veía. En la pantalla todo eran manchas, juegos de artificio, eyaculaciones, suspiros, estertores, gritos, pérdidas de sangre, lágrimas, puñetazos torcidos, y me pareció que en el cine de Hitchcock, decididamente más sexual que sensual, hacer el amor y morir eran la misma cosa.”

jueves, 4 de diciembre de 2014

La huida

Le debo al frio un mapa sin regreso. Aquel
tren era una pregunta o un armisticio o un
souvenir que abrumaba mis bolsillos. Cien
o mil luces- porque la huida va dejando
llamas como antorchas caidas, señuelos
del destino que se quiere ciego- hacia mi
como un ejército de serpentinas de luz
y atmósfera, de puntos cardinales que no
reconcozco. En la ciudad todavia existen gallos,
gritos nocturnos que fingen la hermandad
de soliloquios heridos. Pero aqui estamos, tú
con las espuelas del cowboy, yo con la rigidez
del alambre que recupera la electricidad de la
duda. Y es que en mi los ejes han descubierto
las llaves de la libertad, casi como un murmullo
o una fe encendida en cualquier navidad rota.
Este dia calla porque es aventura y sol, lumbres
imperfectas en los teatros, en las cúpulas,
en el suelo que holla la paloma vencida.
Allá donde las islas ya no son islas, un
canto de esperanza alegra la noche y se
vuelven las máscaras risa y lloran los
anuncios cuando mi cuerpo alcanza
su transitoria verdad y me encumbro
sin querer, latido de vida, oasis que
recordara nombres y esferas, piel
y sudor, la inmarcesible sed del deseo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Fragmento de "La lentitud" de Milan Kundera

Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. Evoquemos una situación de lo más trivial: un hombre camina por la calle. De pronto quiere recordar algo, pero el recuerdo se le escapa. En ese momento, mecánicamente, afloja el paso. Por el contrario, alguien que intenta olvidar un incidente penoso que acaba de ocurrirle acelera el paso sin darse cuenta, como si quisiera alejarse rápido de lo que, en el tiempo, se encuentra aún demasiado cercano a él. En la matemática existencial, esta experiencia adquiere la forma de dos ecuaciones elementales: "el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria, el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido"

sábado, 29 de noviembre de 2014

La calle



Esta calle es un mar perdido. Mi isla
se refugia en cristales blancos, en horas
sin oleaje. Como un pirata desorientado,
viajo de mi a mi en busca de un tesoro
inolvidable.¿Seré yo el cofre del misterio,
la luz, la sintonia de un lugar mágico? Piso
la geometria de mil baldosas indecentes,
un rumor y otro, la soledad tras los visillos,
el ocaso de las voces como murmullos del
ayer. Mi cuerpo ama este ardid de la memoria,
el garaje, el bar donde comprendi los ecos de
la vida. El final será un sordo eclipse cuando
los años me inviten al regreso y dibuje la hojas
frías de un suburbio, una imagen que nunca fue
abril en este azul que aún resiste. La calle muere
en mis ojos caidos, porque yo ya no soy yo,
sino un rictus que insólito regresa a su paraiso,
a su rota efigie de carne, piel y sueños.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Otra ciudad

Existe un aire donde llueven palabras. En
la memoria del tren un verso es una flecha
o un yugo o una interrogación sin nombre.
La ciudad vive en la sombra de los humos,
su aliento retráctil, sus oraciones invisibles,
su neón sin mácula, han florecido ayer o nunca.
Cualquier esquina es un paso sin ramas, las
plazas cabecean como pájaros ausentes,
murmullos de lejania se repiten igual que
una frase o un amén que se guardara en los
bolsillos rotos. Algunos dicen que hay patria,
una identidad que ha nacido de los sumideros
de la costumbre. Yo observo los equipajes del
hermano, las gabardinas que corroen la humedad
blanca, el devenir que ha muerto en el silencio.
Lo que espera ruge como un círculo infantil,
ahí encontraré esa razón que abra caminos
a la luz o a la mentira, al no ser o a la rugosa
efigie que ha sido y ya no es tiempo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Adolfo Bioy Casares

"Yo tengo la obsesión del viaje.
Siempre creo que voy a solucionar todo yéndome".

El encuentro



Nadie me habló del rocío
que cae en las aceras
y escribe un abril.

Multicolor el esqueje, los estambres,
la rubicunda seriedad del jardín
cuando los botines rojos de tu nombre
se alejan y un parpadeo de pájaros recuerda
el ritmo de esos discos de penumbra
en que las noches eran invencibles
y el terror de los cielos caidos
creaba burbujas en los meteoros del hambre
y sudábamos con la cruz que fue diosa del porvenir,
con los ojos ambarinos
que no miraban más allá del sudor,
con los muros de piedra ambigua
y los ecos de frases inconexas
que recibieron un si o un no de bondad.

Si supieras de la metamorfosis de la palabra
y un ángel pasajero se posara en tus hombros
de altivez o cansancio y me susurraras
las palabras insólitas de la concordia.

Y tú y yo como rios de un solo párpado
recogieramos la nocturnidad de este ajedrez
que nos llueve en la hora vacia,
en el perdón de no saberse múltiple,
hacia el dolor de la partida
en el alba rota,
aún seríamos nosotros.

A menudo recuerdo el mantel
(de cuadros rojos y blancos, sucio
como un desdén de mariposas)donde
dibujé la rotundidad de un encuentro
y retorno a la mirada, a la calle dormida
hasta que los sueños ignoren mi luz
y sea al fin olvido y nieve de un tiempo sin realidad
o perpetua memoria de infantiles epitafios,
que me lleven a dormir en el ocaso virgen del silencio.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lucidez

Me oigo aunque ya no esté, en el silencio,
en la luz, en mi nombre. No hay raiz
que me desnude ni máscaras que me
devuelvan el ayer. Estoy en mi pedestal
de piedra como un dios caido y no quiero
otra verdad que no sea el olvido o la muerte.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Crepúsculo

Tus manos alguna vez fueron palomas sin sur.
Su dibujo calló en los inviernos mientras la ternura
de los trenes buscó un vestido de azar en las noches
dulces. Hay esperanza en los misterios que yacen,
hay rebumbios de espejos sin querencia y carteles
de bienvenida en un color que para ti no existe, que
para nadie llora. Las calles, el cristal, la música, la luz
hospitalaria, tantos son los signos de este rompecabezas
vacío. Si un soldado fuera su margen de dias y cálculo,
si esperara un cometa en los cielos del porvenir, si su arca
no nombrara el rio o la plenitud que inesperada surge,
habría mil posibilidades de ensueño y volvería la piel
a ser un eje sin cansancio, sin premura, con la seguridad
de los ojos que fijan un candil en la soledad del futuro
y llaman a ese rostro de claridad que nos acompaña
como una oración o un cántico o un repique de lenguas
en la ceniza de un reloj. Sé que estarás observando
los bares inhóspitos, el pulcro fulgor de las baldosas
guardadas de lluvia, esos aullidos que la medianoche
oculta bajo techos amargos ante el pálido desdén
de una cicatriz insomne. Cuando un regreso es
un círculo sin luz, los horarios envejecen y solo
queda el iris inconstante de los dias perdidos,
su astuta herencia de frases lacradas, su impasible
renacer de sombra herida.











viernes, 14 de noviembre de 2014

La habitación luminosa

Yo que he sido luz sombría, una voz sin palabras,
el eco de un despertar entre faldas y murmullos,
el resplandor en los visillos de una habitación roja.
Mis fotografias como un canto en la atmósfera
de la piel, las armas del cristal y la caoba perfecta,
pulida como un dios. Y también la memoria de los
crucifijos y el hambre de la descendencia en camas
de alabastro, siempre alegres para que la vida nos diera
una razón o un silencio. Aquí mi faz de pirata o de músculo
en los dias ignorados, allí donde la estrategia fue una pausa,
la verdad un parasol que aún vive entre las curvas de un aire
varado, casi como la insondable calima, el infausto gong
que desviste las horas que hallaron sombra, la sinuosidad
de un reloj que encontró en la noche un puerto herido.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Aquel niño

Ella nunca habló del color, no dijo si era gris
el silencio o azul la melancolia de los espejos.
Su boca de nube, su edad de mariposa, su vuelo
de pasillos fértiles floreció como un jardin de mar.
Ya lo sé, no hay plantas ni nenúfares, ni corolas
ni serpientes, ni pétalos desvaídos ni tampoco
un abril desmayado en la fiebre de la nocturnidad.
Mi hogar permanece a la espera de un sello, una
huella o un perdón. La luz o las luces, dias y noches,
cristales viejos que reposan como solitarios jinetes
de la memoria inválida. Soy yo quien anuncia
la verdad, soy yo el paso, las paredes rugosas,
los cuadros y su eterna desnudez, el don de los
fantasmas que visitaron la historia, la casa, su
eco de brillantes láminas. Estoy aqui, bajo este
núcleo de sol que trae el dia, recordando antiguas
telarañas, libros caidos o palabras que han volado
hacia el ayer y respondo a mi cansancio con
las horas lúcidas que pase siendo el niño que
compró un balón o un misterio, febril alegría
del tiempo inusual que ha roto las vitrinas
de ese círculo al que llamamos vivir o madurez,
o quizás, simple predisposición a la muerte.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Je suis malade

No soy seguidor de Lara Fabian, pero esta canción y su forma de interpretarla me gustan. Ha conseguido que me a acordara de lo mejor de la canción francesa, lease Edith Piaf, Jacques Brel o Leo Ferré.



domingo, 9 de noviembre de 2014

Por ti

Hoy que abres al aliento tus dedos
de melancolía, en un mes perdido,
en una tarde sin sombras.

Cuando corro hacia la luz
igual que si hubiera hallado
la respuesta a mis ramas y a mis ejes,
a mi motor de niño-adulto,
sin el transgresor eclipse de la infancia,
muy cerca del arco iris de la juventud,
abierto el deseo hacia un labio
que ya no es sólo palabra
sino húmeda alfombra de los dias azules.

Inventé así el múltiple ejercicio de los trenes sin parada,
de las lunas sin prórroga en la urgencia del pálpìto,
del corazón que nace una y otra vez
como loco jinete,
descabalgado, herido, risueño;
como un ser de misterio,
un príncipe que aún tuviera entre sus manos
el mito del amor o la suerte,
del futuro o del tránsito
que se dibujara en eco de campanas
bajo la carne de esta identidad
que siembra un sol hospitalario.

Nunca sabré si tu voz fue cristal o delirio,
si el curioso mensaje de las horas caidas
inventó para ti la noche como un desliz ausente
o un témpano que al fin creciera sin la escarcha del dolor.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Secretos

Esa complicidad de juegos e historias,
de círculos que asombran
los caminos de la costumbre.

Seis o siete nadas,
pitillos encendidos,
claves y nostalgia
que sobreviven a la imperfecta secuencia del tiempo.

Y es que aún estás aquí,
con tu rostro en el desliz de un auricular,
o en una ventana que gime
o en el adiós de la primavera
que ha dejado un rosal en tu nieve.

Pequeñas cosas que aman los pasillos,
la clandestina sequedad de una tarde
que ha sido en sus orillas húmeda
como un deseo.

Juntemos pues la caligrafía,
el conjuro, el silogismo,
la prefectura de un oráculo,
el galimatías
o los espejos que oyen.

Que sude el invierno un eco misterioso,
que crezca el árbol que nunca murió,
vergel de horas
que han sabido ser llama
en la memoria de un niño que atisba.

viernes, 31 de octubre de 2014

El perdón

Eras tú, madre, mi piedad.

Vi tu lejanía, tu voz de diosa,
tu luz ausente.

A un niño hay que colmarlo de días
como si fuera
un ángel de albura.

Regálale un suéter hecho por ti,
una palabra o una mentira que lo calmen,
dale la orgullosa complacencia
de ser rama de tu vientre,
un sol que nacerá fértil.

Mira a tu alrededor,
el vacío se torna negro,
las preguntas lloraron
porque un alud de incomprensibles signos
violó la verdad de una pisada.

Yo te nombro en la melancolia de mis años
cuando un jardín quiere ser tu arbitrio,
tu sed y mi desdicha.

Hay marcas que duelen,
otras se han vuelto cicatriz,
suave tul o ceniza
de un pasado que ignora.

Si pudieras ser
lenta caricia de un oasis yacente,
si en el halo de un recuerdo
se volviera gris la llama de la voluntad
y una mirada,
caleidoscópica, lúcida,
me mostrara tu deseo de salvarme
como si al fin
-por fin-
tú fueras yo.

Entonces, perdonaria tu silencio.

martes, 28 de octubre de 2014

La plaza



Las hormigas llegan con el peso de la noche.
Está la luz tenue, está el silencio como losa
fértil. Callan las piedras su verdad y el soliloquio
de las máscaras enciende las celosías, desnudas,
idolatradas. La luna es un músculo que ambiciona
mis ojos, tu labio crece hacia los tejados sin perfil,
laberintos que aúllan en la hora de los linces,
pisadas de candidez, túnicas de ensueño.
En la mirada del reloj hay un sudor ambiguo,
de fantasmas que se alejan, que no han sido.

sábado, 25 de octubre de 2014

Nocturnidad



Era frágil esa luz que yo no supe adivinar.

Me bastó un visaje de alas,
un corazón despierto,
la cruz que asoma.

Son los latidos del aire
un hemisferio de voces imperfectas,
el sonido de los pasos, la piedra que nunca amanece
núbil.

Las horas dicen un número, los párpados
se enseñorean con la exactitud de las estatuas
y el alba rige como péndulo de adiós.

Es así la realidad,
no usa maquillaje,
su razón de herencias,
su fuego y su cálida desnudez
va sembrando ojos de uniforme,
labios apenas abiertos,
un pensamiento florido de ángel
o suburbio.

Tú sabes que la lluvia no escribe nombres,
su caída de otoño es lenta
y se abre en flor como un pábilo.

Si hoy hablaras de la juventud,
si en el enjambre de las palabras que suenan a armonía,
si al amparo de la música la frase amiga
rompiera en nudos invencibles
que ataran los músculos y una sola huella
de horizontes perdidos se arrodillara
en la madrugada de los cohetes
para ser diluvio de mis dieciocho años,
cuerpos que por una vez aman la herida
de estar perdiendo gramo a gramo su inocencia;
yo vendría a ti, falaz, astuto como un féretro.

Deja que el neón vista tus pómulos de un barniz omnipresente,
deja que la luz se agote, que el delirio se agite,
que la catedral que hoy nos cubre
yazca como una pregunta sin futuro.



jueves, 23 de octubre de 2014

Como si tuviera cien años

Hace tiempo que las horas pasan sin nombrarme.
El sol sale como un anuncio de pleitesia. No para
mi que vivo en la noche del adiós como un faquir
que olvidara sus notas. Me voy-lo siento-porque
el ayer pesa y no hay flor en los ojos ni orgullo
que encumbre mi piel marchita. Dicen que soy
necesario como una raiz que vence a la lluvia,
como un cadáver que aún rie su desnudez rota.
No es asi, mi vida se ha escondido en los mapas
del hastío, y no conozco otro faro que esta duda
que carcome mi silencio. Ya sólo espero el gong
que reverbere en otra luz, otra caverna, otro
clamor mudo, la cúspide de un final.

El león de la MGM

lunes, 20 de octubre de 2014

Estás tú

Hay amaneceres sin lluvia que no comprendo.

La razón esquiva la sequedad de un tiempo neutro
y se desnuda la noche como un trampolin
entre suburbios y silencio, labios que sufren
el indomable ejército de la lentitud.

Aún sabré cómo encontrar la historia de los dias,
ese mensaje cuyo almuerzo atenúa el dolor de la ósmosis,
la escrupulosa mirada de las hormigas cuando regresan
a la hospitalidad del sueño.

Pero, estás tú, como un mapa deshojado,
igual que un templo que asoma sus dientes
y finge un dorado en el maquillaje del mercurio,
una flor de orgulloso látex
que brilla en el corazón de la memoria.

sábado, 18 de octubre de 2014

Aquel lugar

Ya no sé si el ayer es una sombra
o un diminuto espejo que muere.

Como el filo de ese candor que imagina la luz,
el pálpito en la pared, los zócalos que alientan
la bondad de una palabra,
el cristal que interrumpe
el sucesivo deshojar de un instante.

Mi perfección es la ausencia,
la que ha dejado un suvenir en la huella proscrita,
esa memoria que se yergue con los años
como una red o un sudario roto.

He sentido aqui la luminosidad de un dia amargo,
también el rumor antiguo de las olas,
el suburbial eclipse de la inanidad.

No me vence la sensatez de la perdida,
solo el misterio de esos pájaros amarillos
que en tu falda aletean sin saber que el perdón
no llama nunca a la noche
ni a la renuncia ni al estravío.

Stan Getz & Charlie Byrd. Desafinado

miércoles, 15 de octubre de 2014

Siempre niña

Así debe ser la huella infantil del alma.

Una canción que se sabe himno,
un rocío tras las luciérnagas
sobre campos volátiles,
en el horizonte de una edad por descubrir.
en el misterio del cuerpo, apenas escondido
en la plenitud del ser, y después en el ejercicio del tiempo
que desnuda paisajes, multitud,
historia y remembranzas.

Junto a ti la luz sucumbe
y son mar las horas muertas.

Miles de años no pueden esconder la armonia
de un silencio fértil, alli en la cuna de una raiz de plata
surge la victoria con hilos enhiestos,
hacia la felicidad
o hacia el jardin que soñó siemprevivas.

Un faro es tu sombra, un oasis multicolor
que puebla mis cálculos de niño.

Cuando mires desde tu atalaya el oscuro río de los sueños
piensa que has navegado como una deriva en tu flor de medianoche
y que gracias a ti yo soy esperanza, fragilidad,
un espejo que sufre.



lunes, 13 de octubre de 2014

Las ciudades

A veces las ciudades no quieren ser nuestras.

Su imagen no admite la huella múltiple
solo el ronquido exacto de las estatuas.

Y si retornas a esa canción hospitalaria que aún te dibuja,
si mancillas el sonoro ritmo de tus alas en la piel de su nombre,
comprenderás, quizá, su alergia a ser un claroscuro sin latitud,
una flor sempiterna,
un mar alegre,
el cenit que huye como un espejo invisible.

No vuelvas a la quimica de la memoria,
cada ciudad elige las preguntas que no dirá,
lo sabrás cuando recorras su laberinto de arañas
inmortales, te atrapará su nocturnidad, las mentiras
que un dia dijiste en el mismo lugar
que hoy las niegas, su paso suburbial de murciélago
sin regreso.

No adivines, en fin, el músculo que la nostalgia esparce,
sé un ahora, un minuto que se piensa sol,
nubes intactas de este soliloquio fugaz
que se parece tanto a la vida.






















Conociéndote

Si me abrazaras,
si me abrazaras
como un invierno azulado.

Si un solo gesto de ti,
si un refugio de palomas inhabitables,
si el incendio de los dias no supiera
de un paraiso en la noche.

Si los labios no fueran labios
sino humedad abierta en la lentitud
de un vaso de alcohol,
si tus pupilas, nieve a veces,
no sorprendieran el meteoro del mar
cuando irrumpe como una argucia
en el siniestro devenir de la fantasia.

Si una sola huella,
con sus marcados ejes de adiós
no prorrumpiera en ecos o lágrimas
de la memoria desnuda,
si al fin un aullido,
sangre y silencio,
hojas muertas,
brotara en el misericordioso jardin de una altivez,
en el diapasón de estas locuras caducas,
yo sabría de tu ser blanco y débil.

En el historial de la vida los reflejos mueren,
hay rodillas sin carne que recuerdan
la orgullosa máscara del niño.

Ese sabor o sinsabor que nos llama a la luz
como un áspid.









sábado, 11 de octubre de 2014

Siempre estarás aquí

El roce de esa mano fue preludio.
Entre la quietud surge un nombre
sin alas. La voz tiembla en los huesos
del paraiso como un color ignorado.
Algunas veces tu mirada se perdió
en la incertidumbre, otras veces el
tacto de tu silencio dibujó un sol
de esperanza en los días sin mar.
Ya nunca serás lejania, solo piel
dentro de mi piel, una luz que hoy
como siempre, calla.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La decadencia

Existe una imposibilidad palpable.
Un resumen de piel, de huesos,
de atmósfera densa. Mi voz
en los ángulos de un ayer
y sus destellos. Mi perfil
que ya no es isla sino alud,
mis ojos náuticos, insomnes
como un estio que inundara
los sueños. Y en la orilla
tu palabra al fin vieja.

martes, 7 de octubre de 2014

Paralelismo



Hay en la bondad del pájaro
una desmemoria. Su desvarío
simple, su tranquilidad, sus pequeñas
patas de alambre rezan un opúsculo
olvidado. Algo así debe ser la vida,
un ritual de sombras sin preaviso,
un infinitivo en la noche amarga,
un sol abstracto que nos multa,
un recuerdo sin patria, un reloj fiel
que abomina de su exactitud.

jueves, 2 de octubre de 2014

Tus palabras

Hasta aquí la metamorfosis de la luz.

Tras la historia los lirios blancos se desnudan,
su voz, su verbo florece en un raíl de infinitud,
en una corriente despiadada.

Volver al episodio de las frases que lloran,
engendrar una metáfora en los hilos imberbes,
aventurar un sol en un noviembre
sin ganas.

Más allá del parpadeo, los enigmas sonríen,
sus cantos son bengalas de un sueño
o impulsos renegridos
como antorchas caducas.

Junto al misterio de una explicación las raíces tiemblan,
se abren persianas de silencio,
planetas inconmovibles
que no auguran un eco.

Transcurre el tiempo igual que un tímido ángel
enredado en la sencillez de tus palabras.

El adiós, el para siempre se citan
en la noche como lobos heridos.

Quiere la luna ensombrecer el trasluz,
la fugacidad de este instante
sin regreso,
sin memoria
ni clamor.

martes, 30 de septiembre de 2014

El nombre

En este verso habita un nombre,
que no encuentre candor su historia,
que mueran los rostros que tuvo,
que un incendio de lugares imagine
su cielo, que vacíe los relojes
como un tahúr airado. Que nunca
se reconozca en la luz,
sólo en la sombra frágil
que sin querer
pasa.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La salvación

Un día claro como la claridad de un sueño.

En el baile de las estaciones la juventud busca
el efímero paso del color, la lluvia innecesaria
o la conversación sin verbos de una ausencia.

El misterio es gris, las puertas de los bares persisten
completamente abiertas, tras los visillos las hembras
no ansían un latido.

Hay en mi, alfiles de ardor, pensamientos que viajan
en las letras sencillas de un relato, fines de semana
de piel injusta que se vacían en los torrentes del aire.

¿Y tú, que ya no exhibes los ojos de la mentira,
que te has vuelto corazón o atmósfera
o quietud?

Pero el silencio vaticina juegos innombrables
cuya memoria es ágil, indolora, perfecta.

En el futuro las playas no existirán y un infantil
camino de rododendros dará sombra al pudor
que abandona tus mejillas.

Hoy duermo la duda y amamanto la conciencia
del inconsciente con agujas que clavo en mis collares
negros.

Vendrá el soliloquio del dolor, su forma sin mensaje,
sus aludes en un film desconocido, su máscara que desnuda
a la palabra hostil.

Y después la sinfonía de los coros como un ayer de espinas.

Sin nombre el tiempo de la culpa, sin verdad la sinrazón
de una carne hollada.

Si miras de frente a los ojos del sátiro, si tocas su infinitud
-que es un metal oscuro, habitado por ese monstruo llamado
desprecio-con manos de ángel, si caminas calle abajo como
si el abismo fuera hielo o fuera la longitud del frio un sucio
alambre o la incomprensión una simple huella que robara
al temor su lapidaria sentencia.

Si en fin, ya no tuvieras detrás el ladrido
de esa innumerable prole a la que designamos miseria,
tal vez, solo tal vez, la salvación desclavaría su amargo
eje, sus pómulos de platino y una brisa de mar, un aroma
de flor nueva, un rayo de sol primero, un labio de mujer,
se posarían en tu piel como una bienvenida.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Ecos de juventud

Se abren hojas de plenilunio
sobre un mar de espejos.
Itaca en tu vientre, islas
y sirenas, los atlantes
y los cíclopes, la aventura
de ser dios o náufrago,
Ulises o nada.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Las huellas

Busco otro lugar que no sea hemisferio,
otra palidez, otra vigilia,
un rincón olvidado.

Y es para vivir o no vivir,
para reconocer las esquinas sin sol
o la sombra que una vez fue nuestra.

La memoria de mis pasos me agrega al paisaje.

Soy un ejército que camino lento,
gusano que ama el tapiz de este recorrido
unívoco.

Y es que en la simpatía de las estatuas
encuentro un nombre, un destino y una razón.

Y es que un espejismo de palomas rompe el nido del azul
y muere la tarde como un sonajero de aullidos
o un caduco árbol de entretiempo.

Mi nube regresa al maquillaje del clavel,
un sonido ambivalente, hecho de música y candil
acompaña el incómodo trasluz de un episodio crucificado.

No hay historias invencibles
ni mar que llore el silencio de los otros
cuando ya no estas aquí.

Si alguna vez tu perfil magnifica la luz,
recuerda el insomnio de tu ayer ,
en las mismas calles, en el mismo aliento
que hoy te niega.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

El vuelo de las mariposas



Antes de la renuncia yo no era un ser
ni un espacio. Basta la quimera de una
nieve solidaria, el sonreír de las bocas
que, intrépidas, albergan lujuria, el rombo
de las calles bajo el neón impertérrito de
un adiós. Sin vínculo la edad, el rostro
que despide la sincronía de un reloj y el
viaje que se ejercita como un albo monarca
en su caleidoscopio ambiguo. Y mi decisión
por sentir el mar en la pálida raíz sin fiebre,
y la noche bendecida por lunas y lunares
como un parpadeo en el horizonte que
jamás regresa. Mil vidas en la lucidez
de estos carámbanos rotos, mil costumbres
que cierran el portal como alados ángeles
sin sueño. Pasan los campos igual que
una faz dormida, los pájaros ayunan
porque no saben que hay océanos invisibles,
frutos del tiempo que es vida, mercurio infantil
de los días alegres. Pinos que suben a su ardor,
iniciados en el tumulto de los rincones y
la familiaridad de los rostros conspicuos.
En la saeta de esta latitud, los corazones
huelen a isla, su ramaje cuelga en la sensatez
de una historia efímera, incauta, sin flores.
Al final, la verdades son un recuerdo, el verde
que imagina lo que ha sido sin ti, la bondad
y un espacio de mariposas que vuelan, si,
vuelan.

martes, 23 de septiembre de 2014

Una pasión cumplida(relato)


A ella le encantaba tomar el sol. El de la mañana, el del mediodía y el de la tarde. Su piel había adquirido una tonalidad permanentemente marrón, un bronceado apagado, como de pátina vieja. Las arrugas se anticiparon al marchitar de la edad dejando en su cara un rastro de juventud herida. Cuando se pintaba los labios de rojo pasión y se rizaba el pelo se diría que había cambiado de raza. Era solidaria a su manera con los pueblos oprimidos. Con esas querencias a nadie extraño que se liara con el nigerino que vendía quincalla en la esquina de su calle. Era un negro alto y bien formado, que vestía camisa con los llamativos colores de su nación, y gorro del que colgaban espejuelos que brillaban como diamantes pulidos:
-“tú comprar, ser bonito, barato, pero no bueno”- la abordó el nigerino con sonrisa marfileña, enseñándole un ídolo de madera en postura de bailar alguna danza ritual. “Ser el dios de la lluvia, yo decir que aquí no ser bueno porque llover suficiente. Vosotros necesitar a dios sol”

Ella se le quedó mirando y le preguntó con retintín:
-¿y tú tienes ese dios?
-“no-dijo asombrado el nigerino- mi país ser seco como desierto, pero yo ser tu sol si tú dejar”
No le quiso responder y siguió su camino. A la mañana siguiente volvió a pasar por el mismo lugar y el nigerino la llamó:
-“eh!, tú, poder venir un momento”
Dudó, pero al final se acercó
-“mira, tu dios sol”-dijo mientras abría la mano y le mostraba una fotografía suya tamaño carné.
Ella se molestó,
-¿esa es tu forma de ligar?¿es que me ves cara de idiota o qué?
-“no, no, tú no enfadar, a partir de hoy yo proteger, para ti nunca más llover”
-“este tío está loco”- pensó mientras se volvía con desprecio-,pero ¿y si fuera cierto? ¿Y si fuera un chamán milagroso capaz de crearle un espacio de luz eterno?”La loca eres tú por pensar esas cosas”- acabó por decirse y continuó.

Pero, he aquí, que un día borrascoso de nubes plomizas y llovizna caprichosa, en el que caminaba pegada a los edificios, sorteando los goterones que inmisericordes trataban de sorprenderla, una mano de hierro la atrapó y la metió de un salto en el portal más oscuro que vio en su vida. El silencio angustioso del zaguán lo rompió una voz cavernosa que le decía: “tú mirar techo”. De repente un globo de cristal blanco que hacia de lámpara fue adquiriendo un tono amarillento cada vez más intenso. No se le podía mirar de frente sin cegarse y ella notaba en la epidermis un fermento de ardor creciente. “Yo ser hombre de palabra-dijo la misma voz rotunda-, éste ser tu sol”. En efecto, aquello era como un hermoso astro solar en miniatura, miró en derredor y se sorprendió al ver una fina capa de arena en el suelo, el continente era circular y estaba bordeado por pequeñas palmeras datileras. Acostado bajo un parasol, con la cabeza sostenida por su codo derecho, el nigerino, desnudo como dios lo trajo al mundo, bebía agua de coco plácidamente.“¿tú querer?”- le ofreció. Ella, sin decir nada, se acomodó a su lado, se desnudó y bebió con gusto porque el intenso calor le había dado mucha sed. Estuvieron así varias horas hasta que se agotaron los cocos. Al salir de nuevo a la calle se los pudo ver abrazados, él la protegía con una sombrilla multicolor de un sol inexistente, mientras ella buscaba en el bolso las gafas ahumadas.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Un poema de Blanca Andreu

DI QUE QUERÍAS SER CABALLO ESBELTO, NOMBRE..

Di que querías ser caballo esbelto, nombre
de algún caballo mítico,
o acaso nombre de tristán, y oscuro.
Dilo, caballo griego, que querías ser estatua desde hace diez mil años,
di sur, y di paloma adelfa blanca,
que habrías querido ser en tales cosas,
morirte en su substancia, ser columna.

Di que demasiadas veces
astrolabios, estrellas, el nervio de los ángeles,
vinieron a hacer música para Rilke el poeta,
no para tus rodillas o tu alma de muro.

Mientras la marihuana destila mares verdes,
habla en las recepciones con sus lágrimas verdes,
o le roba a la luz su luz más verde,
te desconoces, te desconoces.

"De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall"1980

viernes, 19 de septiembre de 2014

Recapitulación

Si yo vivo es por no abrir las llagas del azul
en mi nombre, epitafios ajenos a la luz lloran
sangre sobre las lápidas del escritorio. Vencido
el sol, la paz impenetrable, las aristas del refugio,
un ciempiés que diseña las arterias de la vida.
Y la sensatez que no ha dejado de ser un ojo
distraído, y los números sin regreso, los paisajes
cautivos, las palabras que circularon más allá
de las voces ciegas de un latido. Mi oscuridad
cruje como un tronco sin matriz, su altitud
cae y recae sobre una nieve sin horarios,
su lunar asombra mi piel, quizá desvencijada,
quizá proscrita. Desde el ayer, la sombras
me ayudan, su diapasón es alegre cuando
baila la sonora cicatriz de los días muertos,
el danzar de un réquiem en el gris del olvido.
Si vuelves será sin ti, Ulises de un tiempo
irreal, microcosmos de islas inventadas. Tu
propósito es un delfín que ignora los mares
y ríe, inútil, imperfecto, como esa Itaca que
ya no es tu virtud, que ha volado entre tus
pasos de nauta y el tesoro que arrojas a la luz
como un viejo alquimista.

domingo, 14 de septiembre de 2014

El enamorado y la muerte. Joaquín Díaz

Tren de enero



Ya no sé cómo detener el frío. Un pedazo
de hielo en los músculos y afuera el silencio
del blancor, las agujas de enero en la piel
límpida del cristal. Está bien que sea así,
está bien que las sombras me hablen como
si aún fuera niño, está bien ésta música
de raíles anónimos, el vagón como una nube
sin cielo, tu perfil en los bronces de una
fotografía desolada. Está bien que yo
ya no sea yo, sino estos ojos que miran.

sábado, 13 de septiembre de 2014

El vestido

Aún me sorprende la cálida luz de un sueño.
Cerca de ti, como un astuto lince que soñara
tus enaguas entre la dulzura de las amapolas
y los espejos sin edad de las cornucopias. Como
un eje en el espacio de la aurora, ya de ti, círculo
de otro rubor, hemisferio de las blondas, organdí
del silencio. En el microscopio de tus volantes
una brasa de carmesí, el lino y el tafetán,
los bibelots que suenan en la amarga duda
de un beso. Mira el ojo gris de la red,
la verdad oblonga de los ribetes, el azul
remarcado de las cintas de terciopelo, el oasis
de las grecas en la deidad blanca del armiño.
Y el sol de noviembre en los encajes rubios.
Y la curva y el surco, los rombos y la espiral
de letras doradas. Un vestido que luce la argucia
del tímpano, una kermés en el cuerpo ceñido,
las glándulas de la piel abiertas en un candor
de ninfa adolescente. Piensa que el color te viste,
que la piel es un templo de días diáfanos, donde
el poso de la virtud descubre su nido. Hay un don
que nos hace mariposas, abril holgado, misterio
que encandila la raíz del hoy, su premura.

Estampa



Es inútil no navegar mientras camino. Coloridas
losas, como delfines alegres, me llevan hacia
la incógnita de las plazas, el sueño intacto
del rubor desordena allí la incomodidad
de los relojes, el mármol ya no es altivez
sino palabra rumorosa, secreto compartido
entre pájaros sin nombre y rejas de rebuscada
anatomía. Esta ciudad ama los recuerdos
y se exhibe con sus herrumbres cansadas
bajo un sol tranquilo en un frío mediodía
exhausto donde silban las viejas canciones
su melancólica herida, donde los tejados
se abren a la luz como una flor desvirgada
por el lento vahído un mar rítmico, insolente,
neutro. Hay demasiados ojos sin paz tras
las cortinas rotas, los niños juegan a ser
héroes, con sus troncos desnudos y sus labios
azules ríen cuando pasan los tranvías con
su extraño quejido de hembras ausentes.
La tarde es un cálido eco, su quietud me invita
a la añoranza, a la fragilidad, a la locura.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Gracias

Yo te espero, si, como un perdón
o una vuelta atrás, efímera.

Porque nada hay que decir
cuando las cosas suceden sin voluntad,
sin ardid o sin conciencia.

Me diste un hogar,
un espacio alegre que vistió mis galas de paraíso
y puso un nombre a la aventura,
a la candidez
y al deseo.

Me regalaste una libertad sin heridas
y ese poso de melancolía que aprisiona los cristales
y sueña con planetas deshabitados
en la cintura fértil.

Gracias por ser el eje de este misterio
al que llamamos vida, gracias por tu cálida de voz
que arrulla el frenesí de mis convicciones.

Gracias, sobre todo, por el amor
que en cada párpado derrama tu fe,
tu fe redentora,
tu fe que ha sido flor de aliento
en mis días difíciles.

Fragmento de "La casa tomada" de Julio Cortázar

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

martes, 9 de septiembre de 2014

Hacia Lisboa



Es curioso viajar en un tren dibujado. Pareciera
que el paisaje ignorara su nombre, su exactitud
o su muerte. Pero hay un destino que ama la luz
y un silencio de estatuas encendidas y esa geometría
que anuda las calles con calor y misterio, con
seductores caminos de ambivalencia y tránsito.
Otra vez aquí, donde la llama es un ejército de tejados
desvaídos, donde el murmullo es un pájaro que sobrevuela
la calima de un mar rumoroso, donde los puentes
sacrifican la armonía de los hierros por un cálido
abril de inmaculado color. ¿En qué lugar las palabras
se asoman a mosaicos de azul, como una torpeza
de corolas o un mágico artificio de pinturas breves,
lujo del ayer en la iconografía sin fe?. Hay otras
ciudades en la ciudad blanca, el enjambre de unos
arboles cautivos(su voz, su abandono de serenidad,
de música o ausencia). Y más allá el mar como una
pregunta infantil y ese acomodo de los cuerpos
que se sienten vencidos y buscan la señal, la cicatriz
de los turistas fértiles. He visto tranvías desolados,
vacuos como un ataúd sombrío y he comprendido
que su nieve es un sol, la raíz de este silencio
que me habita entre los gladiolos y las rosas,
entre mi yo y mi designio. No existen dudas
para quien el espejo del alma es una prímula
que arroja su virtud y se entrega a la magia
de las plazas que una vez han nombrado su ser.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El impulso de las ilusiones

Hay un momento
en que se cree que todo es posible.

La razón se adorna con flores blancas
y se construye un mundo
bajo la fiebre de la irrealidad.

Entonces otra vida nace en ésta,
rutas innombrables,
espejos que borran el artificio
como cráteres de agua,
verbos que se anulan en la metamorfosis
no soñada de un delirio.

Y surge la duda,
y la memoria resucita con paraísos imberbes,
con viajes amarillos en la plenitud de la alegría,
y te aferras a las pequeñas cosas
que guardas intactas en cajones rotos.

Y cuando, por fin,
contemplas tu rostro fugitivo en la prisión del cristal
no ves la renuncia de un sueño,
solo fuertes pilares de penumbra
que sostienen la debilidad del hijo,
el amor pálido de una madre,
la fuerza silenciosa de un mar
que descubre su propia sed redentora.

Y te dices que ya nada distinto es posible,
porque lo real, simplemente,
era esto.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El descenso

Hay un descenso inevitable que se llama vida.

La tuya que fue junco
en la atmósfera del carmín
y la penumbra.

La que vino después como un alfil de ensueño.

La perversión es un núcleo aislado,
una locución sin eco en los laberintos del dolor.

Tú has sido tú hasta siempre, en los anillos del tiempo,
días demacrados junto a al memoria del mar,
oídos sordos que aman al príncipe
y no auscultan la sed
de una rama caída.

Desde la temprana efigie del mandamiento
los hogares han roto el candor de los espejismos.

Mi llavero anuncia casas desvaídas,
un ser náutico entre el abismo y la edad
que llora inválido
en sus metros cuadrados
de soliloquio encendido.

Los penúltimos perfiles reproducen el camino del ayer,
su sombra deja de ser hospitalaria,
sus cálices son la ruptura de la muerte
bajo el rostro infantil de la nada.
















jueves, 4 de septiembre de 2014

Desde mi ventana



Uno mira el ojo intacto de la música
y se asoma al cristal como un viento triste.

Y no hay perdón, ni mácula ni arbitrio,
solo la incertidumbre de los días,
la memoria de los pasos alegres
en la vivacidad de un mes,
de una historia,
de un ciclo.

Como mi luz,
hambrienta de hecatombes y su urgencia
que en el rigor latente invita al ocio,
a la prontitud
o al misterio del devenir.

Y detrás, el pasillo y su brevedad,
el nadir sin pantanos,
las hojas como un manto de ingravidez
en la rutina hospitalaria.

Y tú que eres cuerpo y sombra, silencio tardío,
la luna que ha llorado un sol,
la melancolía en los jeans rojos,
un teléfono sin ámbar
en la senectud del olvido.

domingo, 31 de agosto de 2014

Los recuerdos



Extraña palabra es atrás. Viento sin nombre,
lucidez infausta. Extraños son los ritos
de la memoria cuando aparecen como
piedra inmóvil y tenaz. Extraña la quietud
de la vida, la conciencia del instante perdido.
Extraños los caminos que se desandan
como círculo de heridas, geometría fiel
de los hechos frágiles en burbujas de edén.
Y esa ración de felicidad no reconocida
que vuelve del ayer como un pálpito
y nos moja la risa con besos de niebla.
Extraño es el recuerdo que no vive su
éxtasis de ausencia con guirnaldas de paz
o dolor incólume. Extraño soy yo que
me desdoblo como un sueño entre
el hoy y la nada, entre tú y el mito.

sábado, 30 de agosto de 2014

Los viajes

Te golpea el rostro impreciso del mundo.

Lejos de los días contados,
en un espacio que multiplica el color,
los cuerpos desnudan su razón,
la agitan como banderas silenciosas
contra el imperio de una luz ya envejecida
y nos dan la bendición del misterio,
la gloria inaccesible de las noches perpetuas
en un rincón de paz y éxtasis.

Cada viaje nos entrega su sed,
su cálido himno de historias recordadas,
el blasón de una herencia que se sabe inmortal,
el círculo que repite su canción
en los relojes altivos de la apariencia.

Y no hay miedo
porque los laberintos jamás escriben su verdad
y somos nosotros los que inventamos la luz y la armonía,
la pasión de la piedra y el ruido infantil de los cauces,
la ambigüedad de las miradas que no reconocen tus pasos,
mi extrañeza cuando presiento la magia inexistente
de lugares que son mito del ayer.

Y es que nada se parece al recuerdo vivido,
ni la sombra de los puentes
que quisiera dar eco a la palabra,
ser confín de aventuras,
regreso a la raíz presentida del tránsito.

De nuevo la ciudad extranjera crece como un espejismo intacto,
después será la memoria el hilo que entrelace
la plenitud del hoy, para siempre,
para nunca más ser otra cosa que el hoy.

jueves, 28 de agosto de 2014

La despedida

Algo te llevas que no es tangible,
la sensación de una pisada,
el tránsito insustancial de un día cualquiera,
los edificios y las estatuas
que siempre estarán allí.

Algo dejas en el alma de la ciudad,
quizá el color que vive en ti
o los hilos de la memoria tendidos en su luz.

Si se ha regresado, si se vive el retorno,
entonces la ciudad es la misma,
detenida en el tiempo como un árbol de piedra.

Si en un vaso de melancolía derramas
la pesadumbre de saberte ido,
no encontrarás ese incendio infantil
donde la belleza y la historia se cruzan
en la fugacidad de un instante.

Vivir es reconocerse en lo perpetuo
igual que si fueras
una sombra herida.













miércoles, 27 de agosto de 2014

El espíritu de la colmena

Palabras

Atrás quedó el tapiz de los sueños,
las risas inconcebibles de la libertad.
Mira a tu alrededor, inhala el blancor
de las páginas, la caverna hospitalaria
donde el frenesí fue misterio, hipótesis
de alud en paredes sin escribir, palabras
que han volado como farolillos de humo,
y ya son sangre, vestigio de lucidez
en la serenidad de los años.

domingo, 24 de agosto de 2014

La vista



En la plaza el agua es un símbolo roto.

Busco la lejanía, ese lugar donde el espacio
sea simple y la mirada construya
paisajes de niebla.

Desde lo alto, la cabellera de los tejados asombra
y es un artificio su color sin mácula.

Reconocer el éxtasis, la lámina del mar,
el puente que se adivina
como un hilo malva en el horizonte,
la quietud de las fachadas somnolientas
bajo la claridad de agosto.

Hay una paz sin dueño
que dibujan las gaviotas con su volar ausente,
hay ausencia en las límpidas terrazas,
hay aviones que sucumben a la espesura
del brillo y no regresan.

Me gustaría ser aire o ser luz,
tiempo que se arroja como un deseo sin patria.

Y después, no existir.

sábado, 23 de agosto de 2014

La decadencia



Buscar otra luz en la memoria.

Recobrar el hito de la palabra en los códigos comunes,
en la sangre compartida.

Hay un dibujo de geometrías impares
tras la resurrección de un sueño.

Nuestra virtud son los ojos heridos
por la fatalidad de saberse mapa de piel,
experiencias rotas.

En esta comunión de mar y piedra
las dudas cobijan rostros infantiles,
corazas y robustos vientres de majestuosidad
en el color encendido de los tejados,
palomas de escueta languidez
que huyen de su astucia como piratas ciegos.

No se puede adivinar la cicatriz de un imperio
bajo esta luz incómoda,
dentro de este murmullo sin labios.

Quisiera que un pedazo de recuerdo navegara
entre la incesante exactitud de los tranvías
como un alma incomprendida por el ayer,
como un pétalo roído por su noche ínfima.

Hoy siento, aquí, la soledad de los misterios
que naufragan tras los quejidos ausentes de la gloria.













jueves, 21 de agosto de 2014

El ayer

Lo que mira tu ojo no es lo que ve,
lo que mira tu ojo es una noche sin frío,
una añoranza, un cálido espejo
sin sombra, la irrealidad.

jueves, 14 de agosto de 2014

Tan simple como sobrevivir

No sé,
es posible que un error
no sea más que una opción inacabada.

Días sin maquillaje, limpios como la desmesura,
días que se muestran al día igual que féretros blancos,
días inquietos que van de la luz a la luz
con su volar ambiguo.

Ya no es hoy el territorio de la añoranza,
pesa la magia de un fluir insondable
mientras las horas y su astucia
recorren la procesión de una fingida virtud.

¿Qué es lo que ha sido espejismo
en la luminosidad de las vivencias álgidas,
qué la primavera de una flor sin nombre
en el jardín de los espacios espurios?

No siento la derrota en mis manos,
el río fluye como cristal de agua
en cauces sombríos
y se roza el final
que ya es linea de mansedumbre;
planos en que el mar amanece en quietud,
valles y honduras,
claridad roja
en los pasos sin atlas,
soliloquio que hereda las frases del perdón
en la orilla gris del futuro.

¿Dónde está mi sombra,
mi oración,
mis sueños de candil,
el éxtasis de un reloj alegre,
los iris de tu verdad insólita?

Me miro para ver lo que no soy,
me miro en el silencio
como un ave de ardor
mancillada.

Sobrevivir no es otra cosa
que aprender a quererse.




domingo, 10 de agosto de 2014

El futuro



El tren anuncia las cavidades del frío.

Sentir así la soledad
como un párpado transparente,
los pasos solo reflejan la historia cansada
de un equipaje sin nombre, la exactitud
que magnifica los relojes
en progresivos segundos de añoranza.

Como un anticipo de la luz
el desorden de los cristales crea nubes de blancor
que habitan la piel pasajera.

Yo sé que la palabra es un artificio
que pone alas de ilusión en los días breves,
en la cicatriz cuya ternura brilla
en los espejos de un diálogo proscrito,
en la sed de una amistad
que llora sus penúltimos naufragios.

¿Y dónde la perversidad del carmín,
los ojos oscuros de un cuerpo ingrávido
que ya no duele?

Otra vida llegará
con los perfiles de un mar amigo,
otras imágenes dibujarán playas negras,
acantilados que sueñen un rostro sin pájaros,
voces que cautiven los misterios de una isla cálida.

Tal vez sea posible un sueño blanco,
un labio que despierte mi fe,
un aire clandestino que me ampare.

Hoy es otra la luz, otro el desliz
que viste mi ausencia,
otra la claridad que huye.

Siento como crecen en mí
las ramas insomnes del futuro.

jueves, 7 de agosto de 2014

La opacidad

Atrás queda la despedida de los trenes,
el insomnio del mar en el azul. La ciudad
se adivina blanca como un niño perdido,
su rumor es el de los enjambres sin paz,
su lengua un reflejo de piel en un cristal
oscuro. Mi razón descubre el porvenir
de los otros, como si la imaginación fuera
un código heredado de insalvable delirio,
una tos que arma las palabras con el artificio
de las verdades múltiples.¿Qué espero de esta
claridad sucia si ya no hay soliloquios en mi
noche? Tal vez el grito o este clamor de locura
que me empapa como un barniz sin vida,
como un torrente seco que ignora su luz.

viernes, 1 de agosto de 2014

Te pienso

Quisiera habitar el silencio tuyo.

Es mi hogar un hondo espejo que sufre,
sus paredes llevan en sí la escritura de un paso azul,
las dulces incógnitas del ayer.

Si tú vieras este pedazo de luz,
el bisel que dibuja un rostro en la noche álgida,
lo que los objetos claman(la sensatez de un niño,
lo ajeno que ensombrece la raíz de la memoria,
la huella de un diminuto canto en la madrugada
rota, las rodillas sin piel que pesan como cicatrices
de horror) tras la voz difusa que se aleja en trenes perdidos
como un hedor o un frío desliz.

Si tú adivinaras la armonía de un corazón sin lucha,
si acaso en los sueños que no tienes
una geografía sin mapas nos escondiera el mar,
la virtud, el loco amanecer imprevisto;
quizá los párpados de la ciudad,
su territorio lánguido, serían eco de vidas
en nuestra vida blanca o latitud de éxtasis
en las flores de tu pelo,
ambigüedad sin relojes
ni futuro
ni ocasos.

Ya sé que lo posible es una faz sin perfil
y que no hay espejismos de carne,
mudez de lenguas que tejen
una red en los ojos intactos de la senectud.

Te pienso en mi hogar,
peregrina,
con el vestido albo
de los mil nombres que callan tu ausencia,
tan lejos, tan no ser,
tan tú,
tan otras en ti.

martes, 29 de julio de 2014

Se trata de caminar

La gracia de las voces tenues,
las piernas como ramas de armonía,
las miradas conspicuas de la pubertad.

No es fácil convivir con los sueños
si el latido vaga
en rompeolas de efervescencia.

Yo sé que unos versos mutilan el horizonte
cuando los digo y no existe tu fiebre.

Yo sé que la penumbra viaja hacia el iris
cuando la luz llora mi dulzor.

Apuro el germen de la traición
porque mi candidez baila
como una muñeca rota.

Solo se trata de caminar,
si,
caminar
desde ti
hasta ti.

Igual que un robot de carne
o un fantoche de latón
cuyas vísceras tiemblan.


viernes, 25 de julio de 2014

La estación

El territorio de la luz me es ajeno.

Hay en las páginas blancas del verano
una desnudez interminable, un latir
de pieles sin rostro, un bronce desvaído
en la premura arcaica de los sexos.

Desde la fría invalidez de las habitaciones oscuras
la luz semeja un monstruo lánguido, un amante dulce
que embriaga los poros infaustos del deseo.

¿Qué verano es este que se dibuja en mi memoria
como un sortilegio de paisajes,
de dunas amarillas,
de bosques húmedos
sin ti?

En la umbría todo parece nocturnidad,
un aire sin forma calienta los zócalos
de mi casa.

Hoy el silencio es azul como un mar celeste.

lunes, 21 de julio de 2014

Vive el momento

Ejercer la química del lenguaje
para evitar la sombra.

El territorio se mira con otros ojos
porque hay llaves silenciosas que descubren
mundos de agua, pasos de luz nocturna
que desconocen la herida, abrazos intangibles
en los suburbios de la libertad.

Y la construcción del habla con sus naves amarillas,
y los juegos del éxtasis bajo cúmulos de carne,
y el témpano de la música que vuela en otro yo
sin raíz.

Tras los ambientes donde el humo es una piel rota
no quedan rastros de añoranza, tú elevas el cristal
vacío de la mudez, yo me doblo en mi canción infinita,
infinitamente lejana, sin oír mi latido.

No sé si somos edad,
si en los párpados caídos los buitres del deseo
mezclan su sangre hospitalaria, si hay un mañana
para quien desnuda el claror del presente.

Cuando las luces húmedas escriban en el aire tu nombre,
yo sabré que mi destino está aquí, que el tuyo será episodio
de espectros, gotas de tránsito bajo un haz sin memoria.




La noche húmeda



En mi pupila hay una canción de niebla.
La noche y el agua, lo que callas y es misterio,
dolor no florecido, estrategia de un párpado
sin azul. Brillan las horas en los escaparates
vacíos, mi voz susurra una verdad y tus labios
no responden.¿Son los pasos latitud de un mar
inane, isla inventada, autopista de un silencio
procaz? Otra vez la vigilia del alcohol como
un tributo o un sueño, otra vez la escritura
de un saxo, la ambigüedad de un rostro
que desnuda su costra, los países de flores
irisadas en las lenguas de plata, el mercurio
de un corazón que ya no espía su quietud.
Escucho el timbal de tus axilas, muy cerca,
como un triángulo que arde, como el sortilegio
que las lunas esconden en su vientre de marfil.
Debajo de tu falda roja hay caimanes de amor.

sábado, 19 de julio de 2014

Fragmentos de "La Náusea" de Jean Paul Sartre




"Algo comienza para terminar: la aventura no admite añadidos; sólo cobra sentido con su muerte. Hacia esta muerte, que acaso sea también la mía, me veo arrastrado irremisiblemente. Cada instante aparece para traer los siguientes. Me aferro a cada instante con toda el alma; sé que es único, irremplazable y, sin embargo, no movería un dedo para impedir su aniquilación. El último minuto que paso en brazos de una mujer conocida la antevíspera —minuto que amo apasionadamente, mujer que estoy a punto de amar— terminará, lo sé. Me inclino sobre cada segundo, trato de agotarlo; no dejo nada sin captar, sin fijar para siempre en mí, nada, ni la ternura fugitiva de esos hermosos ojos, y sin embargo, el minuto transcurre y no lo retengo; me gusta que pase. Y entonces de pronto algo se rompe. La aventura ha terminado, el tiempo recobra su blandura cotidiana. Ahora el fin y el comienzo son una sola cosa. Aceptaría revivirlo todo, en las mismas circunstancias. Pero una aventura no se empieza de nuevo ni se prolonga.ª


ªSi por lo menos pudiera dejar de pensar. Los pensamientos son lo más insulso que hay, más aún que la carne. Son una cosa que se estira interminablemente, y dejan un gusto raro. Y además, dentro de ellos están las palabras inconclusas, las frases esbozadas que retornan sin interrupción. Sigue, sigue y no termina nunca. Yo alimento esta especie de rumia dolorosa: existo."


"Las cosas se han desembarazado de su nombre. Están ahí, grotescas, obstinadas, y parece imbécil llamarlas: estoy en medio de las Cosas. Sólo son palabras, sin defensa. No exigen nada, no se imponen, están ahí."


"Aquel momento fue extraordinario. Yo estaba allí, inmóvil y helado, sumido en un éxtasis horrible. Pero en el seno mismo de ese éxtasis, acababa de aparecer algo nuevo: yo comprendía la Náusea, la poseía. A decir verdad, no me formulaba mis descubrimientos. Pero creo que ahora me sería fácil expresarlos con palabras. Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente: los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que algunos han comprendido esto. Sólo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí mismo. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, y en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar [...]; eso es la Náusea."

martes, 15 de julio de 2014

Tan extraño

Nadie es tan extraño como tú.

Ves como crece la razón más infantil
en rutinas incomprensibles, ves el orden
mecánico de los espectros, las caderas
familiares sin voz ni cercanía, las palabras
cuyo código revienta la luz que pasa.

Y escribes un nombre que nadie nombra
porque hay silencios que son de oro frío,
que son como un látigo transparente
que golpeara en la sed de un fauno.

Aprendiste a no ser pájaro entre los pájaros,
sólo, igual que un árbol de piedra en la infinitud
del camino, una hoja entre la nieve de abril,
un fruto de algas sin mar, una cruz inválida
que ya no se sostiene en pie.

Nadie es tan extraño como tú.

jueves, 10 de julio de 2014

Mujeres

Sucede así, de pronto,
que el sexo abre sus ventanas
y pone rostro a la luz.

La memoria guarda blusas listadas,
carpetas donde aún late el primer poema,
diálogos fugitivos que no encuentran su final,
faldas que quieren volar como unicornios azules.

Después llega el vacío de los trenes, la omnisciencia
de los paisajes solitarios, la humedad que busca
refugio en los labios efímeros.

Hay veces que la distancia es un don, su arquitectura
necesita la proclividad de los esqueletos, la sombra
de una piel que lloverá sobre los ojos púberes
dejando marcas de rubor, grietas de pasmo
en los ventrículos del deseo.

En otra ciudad la conocí, su perfil todavía amanece
en el silencio de las horas, su virtud selénica
me acompaña como un cántico de paz
o una abstracción o un regreso
a los paraísos táctiles, fugitivos.

Ninguna de ellas tiene nombre
o quizá su nombre
sea el misterio que da luz a los meteoros,
tan lejanas como un sueño no soñado.























lunes, 7 de julio de 2014

Envejecer

No es fácil envejecer sin ternura.
El corazón recita las palabras del adiós,
las manos calcifican su orgullo de palomas
alegres. La soledad nos cubre como un vicio
y ya no hay otra esperanza que el recuerdo.

jueves, 3 de julio de 2014

Exiliado

Al principio la soledad es solo un duende.

Su imaginario ser no habita los caparazones
de la muchedumbre ni conoce el libre juego
de los estetas.

Como en un río imperecedero
mis brazos innobles
mueven lentamente sus aspas,
se avían igual que descuidadas libélulas
sobre el fluido constante de un rumor cristalino.

Ríen los miembros cuando una voz imperiosa
maldice la virtud de los horizontes prohibidos,
cuando la visión de la isla es otra isla encendida,
cuando los párpados no hablan otro idioma que el frío.

Y sin embargo, hay letras de arrugado frenesí
y locuras que mienten bajo un sol sin héroes.

Desde aquí
veo la fauna agreste, la tierra calcinada,
los acantilados como rostros seculares
de un armazón perdido.

Mientras, son las palabras el refugio de la noche
-pareciera que un búho gris ululara en mi oído
la vieja canción de los marinos: el ron, el ron, el ron...-.

Habitante de mis dudas, callo como un muerto
que ha conocido al fin su paraíso.

















domingo, 29 de junio de 2014

Aquellos días

Algunas veces, dentro de la melancolía,
se abren mundos de napalm.

Con la piel renovada, con los ojos heridos
por la culpa, con el hambre de los dieciséis años
aún latente, con el cielo gris y acuoso cayendo
como un pedestal sobre mis días; me reafirmo
desde el paso triste, la incomprensión y el silencio,
para ser pájaro nuevo sobre estatuas de granito,
acústica similitud de jóvenes sin patria, mirada
limpia que vaga como humo de inmortalidad
y sueña con hembras desleídas que apuntan
nombres de plata en cuadernos rojos,
que jamás maquillan la conciencia núbil
y arrojan los iris como perlas ambiguas
hacia el dominio mensurable de la finitud.

Así es la llegada que enciende el vigor de los cuervos,
en su cenáculo las palabras susurran un canto de mendacidad,
con silabas de adiós o luces mortecinas que amparan
el lúgubre eco de lo piadoso.

Y sin embargo, no hay más que un principio gris,
la puerta cuyos goznes vibran como exaltación de la luz,
estrategia pálida que crece hacia ciudades por conquistar
junto a las caricias del amor en países de exilio,
en playas inventadas por mares inexistentes
y pedazos de luna que sobreviven al cautiverio
de los siglos por venir.

En la claridad de entonces, veredas de futuro se enlazaron,
ya solo se trataba de una elección o una deriva, del azar
que surge como una guirnalda que el viento orea
para crucificar el destino, desnudarlo de ser y pasado,
de nombre y artificio, y construir al fin una historia,
la mía.

miércoles, 25 de junio de 2014

Generaciones

El que os habla no es el mismo
que conocisteis.

Quizá, en el presente,
cuando yo soy vosotros,
cuando la edad me aproxima
al calor de vuestros sentimientos
comprenda al fin la distancia que nos une.

No os culpo, porque en el territorio
en el que plantasteis mi vida
no haya crecido un árbol más fuerte,
no os culpo del error que pesa
en la conciencia y golpea como
un martillo alucinado.

En el fondo son cosas fútiles
las que sin sospecha horadan el porvenir,
juegos de azar, palabras como cuchillas
que aparentan ser la suavidad perenne
de la consolación.

Y no lo son, porque su naturaleza
es la del tigre ágil
que un día abrirá sus fauces de espanto,
en medio de las sombras que empiezan a poblarte,
igual que un arco iris
que de pronto quemara
las vías ilusas de la felicidad
y abriera surcos de quemazón en las horas blancas
de la inocencia.

Pero ¿quién adivina la estrategia del dolor
cuando se viste de canto leve y es solamente
el preludio de una oscura ficción,
un teatro sin luces
cuyos actores gritan
un nombre siempre repetido?

Hoy os comprendo. Mi piel ha viajado
por la melancolía de los meses, mis ojos
han roto el velo infantil de la falsedad,
lo real exhibe garras de premura;
ahora soy el que ignora la luz,
el que habita en sus vértices de desencanto
y escupe esta verdad sin patria,
esta verdad que habla del perdón de los ausentes
o de como se puede ser niño
y se puede ser hombre a la vez,
en medio de la claridad
o de la negra perfección de la herida.

lunes, 23 de junio de 2014

Diario de un provinciano

Hay que poblar el vacío.

Descubro la memoria de la urbe,
los vericuetos que llevan al refugio,
las rutas inefables del color.

Días de ojos sin tránsito,
los murmullos de la vecindad se extienden
como un río de palabras, el caudal de los meses
que espían mis cejas oscuras, la piedad de las cadenas
que habitan la música de los ángeles son un vaticinio
o una prueba de la sed que guardo.

No rugen televisores en la quietud de las horas,
canta el niño-niño su canción inacabada,
sueña mi rebeldía con caderas verdes
mientras el reflejo del níquel devuelve la curva
de mi rostro a su condición ingrávida.

Tras el teatro del cristal pasan autobuses rojos,
cruzan la histeria de las nubes
gorriones de plata,
azucenas de polvo se estiran hacia un cielo
de humo.

No sé qué espero, ni si ambiciono
otra cosa que el silencio.

A veces la lujuria vaga conmigo
en suburbanos de látex,
otras veces los párpados de una biblioteca
me dicen que aún hay esperanza
entre la sordidez
y la mentira.

Supongo que se trata de vivir, de echar los dados
sobre alfombras ciegas.

¿Vendrá la noche a desnudarme,
o habrá una flor,
un labio, un pan o un verso
que me caliente?

Cuando miro la terrible negritud del asfalto,
los árboles exhaustos,
el ruido inconsolable,
pienso en la caricia del mar,
en el círculo del azul,
pienso en mi locura.

domingo, 22 de junio de 2014

Paisaje

Tras el cristal sueña el color su alegría.

Hay en el tiempo perenne un silencio de ámbar,
un otoño de pájaros lúgubres, una risa contenida
que yace.

La mirada se posa en los caminos vacíos,
en las espigas ocres, en la pulcritud del agua
que da vida a la vida.

En la cicatriz de los cuestos se dibujan pedregales sin alma,
un aire insomne apenas circula, herido en su sed.

Me gusta el frío de esta soledad sin patria,
su desmemoria, su muerte desoída.

Uno sabe que la tierra es un corazón yerto
como sabe que en la victoria del azul
sobrevive un sol sin lágrimas.

Que no habrá otro instante como éste
en que la luz se entrega al día.

Que aún hay esperanza,
aunque ya no para mi.


viernes, 20 de junio de 2014

La verdad

La verdad presume de color.
Es ventajosa, se dulcifica
con afeites de silencio.
Ha llegado hasta aquí
como un misterio,
su inquietud asombra,
sus ojos sin niebla
han llorado la luz.
Y prosigue, hasta
el fin incierto de
la duda.


sábado, 14 de junio de 2014

Burdel

La exactitud eran cien pasos repetidos.

Mi oración escribía su infantil epitafio
con ecos de ciudad.

No hablar de la vida,
no entender el filo de las emociones,
no transcribir la piel ni el perfume
que horada la sinrazón.

Sólo la cáustica sombra
de las habitaciones añejas,
el boudoir que recibe
la volatilidad de un sábado.

Y en el espejo de la noche
los paraísos del candil,
la penumbra sin color de los tabucos,
el insomnio como un elixir
en la estación prohibida del suburbio.

viernes, 13 de junio de 2014

Las edades de la luz



Hay edades sin estación ni memoria.

Edades que fabrican alas de mercurio
o brillantes gemas de azogue.

Edades sin sombra
que visten de luz las costuras del azar.

Edades en las que el amor se parece a la risa
blanca de los pétalos.

Hay edades impronunciables como sonajeros cautivos,
edades que roban al día su claridad de arcángel.

Edades múltiples,
edades clandestinas,
edades que aún viajan
como meteoros azules.

Hasta aquí,
hasta el hoy.