martes, 31 de diciembre de 2019

El hotel que no sabía que era una isla

Su mar es el asfalto, la muchedumbre, el humo.

Como una gran orca de múltiples ojos
varada entre cláxones y semáforos ciegos
el estertor de la noche acuesta su luna
en el rubí de un cartel parpadeante.

Cada día hay una oración de desayunos que humean prontitud,
el cristal de las habitaciones eleva su párpado
para que el aire pueble las miasmas del deseo.

Cruzan los pasillos los mil idiomas del mundo
en rostros de piel húmeda, aún sin despertar.

Desde mi escondrijo veo un film que no desvirtúa la nocturnidad de los vidrios:
piernas en un gimnasio que trotan sobre una cinta azul,
el vaso de güisqui entre los dedos del comercial,
de madrugada el camión de la basura cruje
como un reloj mecánico.

El hotel quisiera partir hacia las islas del sur,
pero los nautas no ignoran que ya están en la isla que soñaron,
junto a la ciudad amante que hoy les abraza como un amigo feliz.

lunes, 30 de diciembre de 2019

El tiempo sin tu agua

El tiempo sin tu agua es un árido transcurrir.

Yo te enseñé el mar,
el mar de mi infancia,
el mar que habita en mis ojos,
el mar salvaje que me ahoga.

Tú trajiste un río en calma, lento como un saurio en la duna,
imagen de ti y de tu sangre transparente.

Río y mar, agua dulce y salina sobre los cuerpos,
huellas en la arena, piel que desnuda otra piel,
un ángel compartido bajo la luz de agosto.

Juntos los sueños son un único sueño,
las ciudades se paran como relojes vencidos,
atardeceres de jardines sin sol,
barcas columpiándose con un rumor de sirenas en los remos.

Y siempre el agua que fluye por tus muslos,
ágil orilla de la edad,
cauce en que sumerges el miedo de ser.

Un día el manantial se agotará
como se agota la luz en la penumbra.

Ese día tú verás un lago quieto,
un lago de cristal
en el que nadará la memoria de la vida que fuimos.







domingo, 29 de diciembre de 2019

La paseante

No vive la luz en la penumbra de agosto.

Adultos que juegan en un parque inventado,
comercios renegridos, rótulos sin neón.

Un candil y la música,
la geometría de las baldosas dibuja un panal,
sin veletas la fachada gris,
sin gloria el horizonte de la multitud.

Tu sed camina con el labio izado
como una trompeta azul que interpretara en silencio
la canción de los sueños.

Nace la metamorfosis de la mariposa
en la crisálida del estío,
un marfil oscuro se exhibe en el rigor de las manos vencidas,
el misterio de los árboles calla
si el otoño madura.

Hay pararrayos que se vuelven hacia ti,
patios en sombra que te miran,
ventanas sin voz que ocultan el devenir de tus piernas
entre los visillos ajados.

Pero yo sé que tan solo eres aire,
urdimbre tejida por la claridad del deseo
en esta noche
sin luna.

sábado, 28 de diciembre de 2019

viernes, 27 de diciembre de 2019

El soñador



Sales a la noche con el colt enfundado,
te sientes más solo que Gary Cooper,
más rápido que Billy el niño.
Los automóviles y los letreros luminosos
niegan el relámpago del fogonazo,
la caída de un cuerpo herido de muerte.
Así es tu vida, una ficción múltiple
-mañana serás blade runner bajo la lluvia-
sin trenes que paren para llevarte a casa.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Ahora que vuelves

Tú llegaste en un tobogán blanco. Aquí
son las olas segundos de un horario que transcurre.
Habitabas el frío con la escarcha de tus ojos,
me decías que los juegos eran graffitis en las tapias,
columpios sin pintar, un suburbio de plantas azules.
Buscábamos el calor común y la historia por descubrir,
a cada lado de las calles sonreían los sueños
como vírgenes astutas tras sus celdas. Tal vez
el otoño vista de nuevo con sus ocres la deidad de tu nombre,
el reloj está callado y las palabras laten en tu corazón
ocultas entre los confines de la multitud. Yo pensé
en las torres que no vi, deduje que un abrazo
es un asombro sin luna, que cada estación
no es solo un tiempo vacío, sino diálogos en cafés,
playas encendidas, nieve en tus ojos, flores altivas
en los bulevares. Te cubres con las enaguas y el canesú
porque los años se disfrazan con la piel que tú le ofreces
a la noche. Casi todos los lugares invocan el estertor de los besos,
en el maquillaje de los trenes hay un hilo que une las perlas del amor.
No podrá este poema rescatar la luz de los espejos; ahora que vuelves,
cuando la carne se aja en un rictus de olvido, quiero tu voz, tu silencio,
tu calma que nunca finge.

martes, 24 de diciembre de 2019

La ciudad interior

Esta ciudad son mis vértebras y mi sangre.

Tú quisieras una danza de días perennes
bajo el redil de mi sombra,
quisieras la raíz del futuro vestida de estandartes,
quisieras que el amor poblara tu corazón
con la fe de la eternidad.

Ahora intuyes que no hay golondrinas en los besos
ni barcos en los iris que viajen
hacia las islas de los duendes.

¡Es tan frágil la campana del tiempo!,
hoy tu carne vibra bajo la luz de un farol desahuciado,
gimen las palabras como si el azul cayera en nieve
sobre las copas vacías.

He visto un equinoccio encender la luz del recuerdo,
caminabas sobre el pretil del acantilado
y se abría el mar como un vientre de melancolía.

Tú y yo creamos un laberinto de plazas amarillas y cristal ambiguo,
supimos que la noche llama al fuego
como la virtud llama al pecado
de las costumbres mudas,
escribimos en el ojo de la lluvia
códigos sin patria que nadie entendió.

Pero la ciudad que conocí, es también tu sangre y tus vértebras
y si camino por los espacios de su piel hollo tu luz,
esa luz que me recibe insomne
a cada segundo que te pienso.

lunes, 23 de diciembre de 2019

El otro Spiderman



Acuclillado sobre la gárgola como la araña de un dios.

El azul y el rojo colorean mi piel, una red de hilos cruza las cornisas,
envuelve el espectro de las chimeneas, viste el palomar
con sus ventanas tapiadas.

Los gatos huyen al ver mi sombra en los alares.

Para ti soy el joven tímido que apenas te mira. Yo me ocupo
de salvarte de tus miedos cuando recibes el día
con la inseguridad del mañana entre los ojos.

En el silencio de la noche me duele que no conozcas
esa parte de mí que cuida tus sueños.

Es otra manera de ser un héroe vivir en la ternura.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Leve como una pompa de jabón en la que estalla el infinito



Quién trazó la línea donde vive el tiempo.

En el espejo que soy amanece un rostro de piel llorosa,
quizá fue abril un año impar,
quizá en la casa aún no hubiera amanecido.

Como un relámpago la voz que seduce,
el temblor del aire en las hojas del abedul,
un murmullo de secretos sin ayer
escrito en las paredes de una habitación desnuda.

Quiere la memoria un jardín bajo el mar de los tritones
que gritan a las fieles aves del silencio;
allí están los dígitos del nacimiento y está la duda aclarada,
en el espacio que abandonan las hormigas de la juventud
crecen un padre y una madre, un trabajo,
la rutina como savia de un árbol caduco.

Alguna vez los horizontes que seguimos se bifurcaron en la niebla,
como rosas de azar los caminos,
como vientos sin color las azules aguas que soñamos.

Existió una ciudad de bruma, jaspeada de ocres,
tejida en un mosaico de teselas dormidas,
izada desde el carmín de unos labios sin paz.

Vi países que poblaron los bolsillos de los nigromantes;
me lo dijiste, sí me dijiste que había águilas junto a los campanarios
y ballenas de oro bajo los puentes
y brujas sin escobas que reían como crueles cornejas
en los engranajes de olvidados relojes.

No tenemos más patria que la luz,
escucha el corazón de plata de la estatua que soy,
te hablará de las hojas caídas, de los oscuros ejes
donde giran los recuerdos,
te dirá que el amor fue un simún cálido
que levantó las enaguas de un abril inmortal.

Yo sé que cuando duermes los planetas del paraíso se paran
porque habita en ti un universo de mitos
que te convierten en la ceniza de todos los fuegos
que quemamos juntos.

Ahora mírame y deja que el sol ilumine la faz de tu estatura,
tan frágil como una pompa de jabón que levita
y resplandece antes de estallar en su arco iris de fulgor.

jueves, 19 de diciembre de 2019

La cucaracha

Algo les dije a los guardias, algo dije.

La fábrica de sueños enmudece
y en el grisú de las minas no canta el petirrojo.

Juan murió de hambre porque vivía en un plato de sopa vacío.

Cuando llueve se excitan las calandrias,
por una vez vuelan libres hasta que caen mojadas por la luz.

En el híper hay una oferta de abrazos mecánicos
escrita en el idioma de ningún país.

Esta cucaracha no me olvida.

Viene a mí, tranquila como un monje,
exacta como un lápiz que inventa un círculo.

Y es que nunca me siento solo cuando, atentamente, la miro.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Las razones de la marginalidad

Porque una ciudad cabe en la sombra del viento,
porque hay orillas de agua y meteoros entre los límites de la luz,
porque un sol revienta la sinrazón del abecedario de la urbe,
porque las calles se doblan en ardides y sudan estertores de linfa,
porque el humo y la sangre son lo mismo,
porque los labios sufren bajo el estruendo como pájaros rotos,
porque las miserias son azules y los sueños callan tras el rictus del infeliz,
porque un mar de alcohol desayuna en los vientres
porque los niños se desquician y lloran risas,
porque muero junto al árbol caído y las hortensias secas,
porque te llamo y te nombro, aunque ya no estés aquí.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Cuando los barcos regresan



Son seis las curvas que rodean el faro.
Hay rizos en el horizonte como si el gran monstruo
sintiera el beso del aire en su inmensidad.
Es diciembre y ya no nace la flor del tojo,
la lluvia rompe el azul del mar con nubes
que se arraciman bajo un sol incauto.
Todo es un collar de plata, un mercurio de grises
donde las gaviotas sueñan un temblor de redes.
El haz del faro, de pronto, resucita a los mitos:
el Nautilus, la sirena madre, el pulpo de quince brazos
que abarca con su sombra el renacer de las mareas.
En la hora tardía del crepúsculo regresan las naves del olvido,
guardan en las sentinas cisnes de Arabia, maravillas en sus vientres,
ecos que no invocan certezas, solo historias de piratas
que nadie creyó y que esta noche, al pie de los acantilados escucho,
como una letanía que el viento regala a mi inocencia de niño.

viernes, 13 de diciembre de 2019

La canción de Malala



Tengo una sed blanca en el corazón.
Mi lápiz es sangre, sangre de mi vida
que subraya la luz de la palabra.
Existe en el dorso de la fe una locura mentirosa
donde la esclavitud grita cadenas, mudez, servidumbre.
Yo sé que la libertad vive en una página de tiempo,
en la memoria que es un poso de ocultos signos
en los que ríe la aventura del saber.
No me importa desafiar a la muerte,
no me importan los lobos que atan mi carne
y sojuzgan al débil con su metralla de cobardía.
Escribiré en los surcos de la ceniza
una canción de ardientes flores;
mi voz nunca dejará de ser trino,
una voz que quiere paraísos que la afirmen
en su lucha que es la lucha de todas las niñas
que caminan sin miedo.

jueves, 12 de diciembre de 2019

La luz perdida

Hay una flor de vida de la que surge un oasis.
Otro teatro se alza, bambalinas y títeres en la noche,
frenesí y miedo en la carne, tu nueva carne que brota.
El lloro es una llamada ancestral,
voz de urgencia que viste la raíz con la unigénita canción de la especie.
Se desgajó el árbol que tú eras, tan altivo y seguro,
dedos de alambre ejecutan una danza prensil
contra tu rostro que, sin ayer, sonríe.
Nuevas doctrinas, el crisol de los horarios,
la ingravidez del sueño en otros paraísos
que invoquen la paz y la quietud de antaño.
Nacerán rutas imaginarias en los ojos del mañana,
un fulgor de días felices que se esperan como lluvia cálida
sobre los soliloquios vacíos. Hay una nostalgia extraña en el dolor
de haber perdido la propia luz, pero tú das gracias hoy por la luz
de este hijo que con su existir te alumbra.

lunes, 9 de diciembre de 2019

La pantera de un sueño

Es impronunciable la boca en que ahora vives.
Un vestido de satén, el cíngulo y la figa,
el azabache como lágrima negra,
vaporoso el pliegue que embalsama la caléndula.
El kohl dibuja un rayo de ónices perfectos,
atmósfera de tinte en la mixtura dulce.
La leontina y el dorado, la diadema y las uñas rojas
-servidumbre de centinelas, imán nacarado que absorbe el aire-
desordenando la voz, el eco y la ceniza.
El perfil son tantos perfiles en tantos espejos de la desmemoria.
He visto tus alas marchitarse y el rondó del mar cubrirse de púrpura.
Sabes que en el teatro de mundo nunca cantan los ruiseñores,
sabes que el correr del galgo desafía a la noche.
Hay un círculo en ti que oscurece la llama,
será que una vez fuiste la pantera de un sueño,
la sombra que acompaña a la luz,
el pretérito que tizna el fulgor del cuásar.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Ventana cerrada

Cabalga sobre el haz del faro un labio abierto.
Cae la espuma como un desnudo cae en la sed del amante.

Ya es de noche junto a tu párpado, blondas tiznadas,
canesús imberbes, cintas de colores,
zapatos de cristal en el arcón azul.

Trazan los pájaros sobre el mar un dibujo de hilos flamígeros,
son los fuegos de la bahía que estallan y mueren,
que estallan y mueren.

Es curioso este silencio de esperma derramado,
esta caricia del aire que busca entre tus pómulos refugio.

Dicen que el amor posa su voz en los espejos dormidos,
dicen que hay un mañana que solo conoce el ayer.

Es tan difícil vivir en la cordura.

sábado, 7 de diciembre de 2019

La seducción es la sombra del amor

Deja ya a tu fantasma quieto.
El diálogo son nubes escritas por una voz y otra voz;
forman nudos del sentir, equívocos que fulguran
antes que el rayo de la mirada conviva con el pensamiento.
Qué índice, o anular o codo envuelve la elegía última;
querrás el vicio y la pausa, el licor en la lengua
igual que un alegre diablo o un mudo acróbata.
Al fin los silencios seducen a la verdad
y se presiente la cercanía del tacto tras la risa entregada.
Cuando la vejez llegue recuerda que también fuiste amor,
amor en sueños, después de la huida.
Amor que se calcina entre las llamas del olvido,
amor invisible bajo la raíz del páramo.

viernes, 6 de diciembre de 2019

El desafío

Recorrí los caminos del pánico antes de que se hiciera la luz.

Llevaba la piel por fuera y los vestidos por dentro,
la lengua en el filo de un tajo.

Mi casa era un revés oscuro,
seductora y sombría como un lupanar,
con murales de sangre y vértebras
en los andamios donde fulgía mi ser.

Cuando te hablé no dije palabras,
no supe escribir en el aire el dulzor de un verso
ni entendí nunca que la estrategia de la araña
es un don de la noche.

Y es que somos retratos de un cuerpo en el bisel del cristal,
mirada que se multiplica en la fiebre de la luna,
lágrima que brota de un desliz.

Me llevo del espejo mi voz, la que me habla en silencio,
la que me dice que solo yo desafío a la muerte;
a la muerte de todos, no.

A mi muerte.


jueves, 5 de diciembre de 2019

Edades

Plantígrada isla de universos invictos, cromosoma azul.
Gen de hojas escarlata, Nautilus de vida que recoge
las llagas de mi paso. Cráteres en el ovillo de la ingle,
labios que retuercen el signo del mañana y el amor
de la matrona y la vigilancia de la ausencia en los dos dedos
próximos del azar que dicen sí a la noche del infante
con sus rodillas turgentes de comunión y blancura.

La trayectoria del águila, miel de cielo, cielo de miel,
dulces garras de infinitud, y yo, ah! yo, el plumaje
en su corona, almacén invicto que cruza las aceras del mar
y me sumerge en el vino de tu nombre, de los nombres ,
del hilo títere que roba estíos-esos carámbanos de calor
en las vísceras, la multiplicidad de sexos, desnudez del perfil
contra el tragaluz invisible-. Un resplandor en tu hombro de plata,
a mi lado, junto al candil oscuro de la ubre, en la orilla
que es un molde de tu silencio, a través del crisol,
de la incógnita que guarda osarios de catedral
cuando te viertes en música como un remanso
que el agua arroja al fulgor de la luna en su cresta.

Y sí, cuál el oro, falso oro, céfiro del grito y la lujuria,
en el parásito hogar que sufre las telarañas sin madre,
la voz insólita de la camada en mi frente rota
de anciano sin párpados ni ojos, ni vidrios abiertos
a la claridad. El tiempo es la razón del tiempo,
aquí viven las cenizas sobre un pedestal
alto como los geiseres que desafían el brillo de la luz,
su caída de lava frágil, su ascua evanescente
que inclina el deseo y lo atrofia con sus amantes alas de senectud.



lunes, 2 de diciembre de 2019

La cara oculta de tu luna

Imaginarte en el revés de la luz
como la penumbra que llora.

Tu mudez es un grifo roto, un labio de piedra,
un desliz que suspira antes de arder.

Concebirte detrás del lienzo que transparenta los eclipses.
Rugir o morir en las vértebras del sueño
al alcance exacto del culmen.

Ya tu sombra es tu sombra y muere.
Del ojo triste de la luna no nacen llamas.

Hay en tu espalda una verdad
como hay en las máscaras un rastro de dolor.

Algún día los espejos no te verán
porque ya te habrás ido del lugar al que nunca llegaste.

Solo eres tú en mí la delgadez de un signo,
la semilla donde crecen las flores tempranas,
demasiado tempranas para concebir
el sudor del tiempo.