Busco otro lugar que no sea hemisferio,
otra palidez, otra vigilia,
un rincón olvidado.
Y es para vivir o no vivir,
para reconocer las esquinas sin sol
o la sombra que una vez fue nuestra.
La memoria de mis pasos me agrega al paisaje.
Soy un ejército que camino lento,
gusano que ama el tapiz de este recorrido
unívoco.
Y es que en la simpatía de las estatuas
encuentro un nombre, un destino y una razón.
Y es que un espejismo de palomas rompe el nido del azul
y muere la tarde como un sonajero de aullidos
o un caduco árbol de entretiempo.
Mi nube regresa al maquillaje del clavel,
un sonido ambivalente, hecho de música y candil
acompaña el incómodo trasluz de un episodio crucificado.
No hay historias invencibles
ni mar que llore el silencio de los otros
cuando ya no estas aquí.
Si alguna vez tu perfil magnifica la luz,
recuerda el insomnio de tu ayer ,
en las mismas calles, en el mismo aliento
que hoy te niega.
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