lunes, 29 de diciembre de 2014

Comida de Navidad

Es el dibujo de los cuadros
quien me perturba.

Ojos grandes como planetas perdidos,
el desconchón de una pared hospitalaria,
las huellas de un caracol
que aún persisten.

Y la voz
que esconde las raices de un silogismo
como si la ceniza de los años
no anunciara la fluidez de un delta ambiguo.

Es la hora de los columpios,
las ligaduras que ensombrecen
la llave mágica del olvido.

Es navidad en el vientre de las serpentinas.

El confetti, el cristal, la armonia de los platos,
el color de las mesas encendidas
no pueden esconder unos hilos
que han rozado los celos y la penuria,
los oidos que jamás escuchan la verdad
y se atemorizan como la nieve en la luz.


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