Eras tú, madre, mi piedad.
Vi tu lejanía, tu voz de diosa,
tu luz ausente.
A un niño hay que colmarlo de días
como si fuera
un ángel de albura.
Regálale un suéter hecho por ti,
una palabra o una mentira que lo calmen,
dale la orgullosa complacencia
de ser rama de tu vientre,
un sol que nacerá fértil.
Mira a tu alrededor,
el vacío se torna negro,
las preguntas lloraron
porque un alud de incomprensibles signos
violó la verdad de una pisada.
Yo te nombro en la melancolia de mis años
cuando un jardín quiere ser tu arbitrio,
tu sed y mi desdicha.
Hay marcas que duelen,
otras se han vuelto cicatriz,
suave tul o ceniza
de un pasado que ignora.
Si pudieras ser
lenta caricia de un oasis yacente,
si en el halo de un recuerdo
se volviera gris la llama de la voluntad
y una mirada,
caleidoscópica, lúcida,
me mostrara tu deseo de salvarme
como si al fin
-por fin-
tú fueras yo.
Entonces, perdonaria tu silencio.
viernes, 31 de octubre de 2014
martes, 28 de octubre de 2014
La plaza
Las hormigas llegan con el peso de la noche.
Está la luz tenue, está el silencio como losa
fértil. Callan las piedras su verdad y el soliloquio
de las máscaras enciende las celosías, desnudas,
idolatradas. La luna es un músculo que ambiciona
mis ojos, tu labio crece hacia los tejados sin perfil,
laberintos que aúllan en la hora de los linces,
pisadas de candidez, túnicas de ensueño.
En la mirada del reloj hay un sudor ambiguo,
de fantasmas que se alejan, que no han sido.
sábado, 25 de octubre de 2014
Nocturnidad
Era frágil esa luz que yo no supe adivinar.
Me bastó un visaje de alas,
un corazón despierto,
la cruz que asoma.
Son los latidos del aire
un hemisferio de voces imperfectas,
el sonido de los pasos, la piedra que nunca amanece
núbil.
Las horas dicen un número, los párpados
se enseñorean con la exactitud de las estatuas
y el alba rige como péndulo de adiós.
Es así la realidad,
no usa maquillaje,
su razón de herencias,
su fuego y su cálida desnudez
va sembrando ojos de uniforme,
labios apenas abiertos,
un pensamiento florido de ángel
o suburbio.
Tú sabes que la lluvia no escribe nombres,
su caída de otoño es lenta
y se abre en flor como un pábilo.
Si hoy hablaras de la juventud,
si en el enjambre de las palabras que suenan a armonía,
si al amparo de la música la frase amiga
rompiera en nudos invencibles
que ataran los músculos y una sola huella
de horizontes perdidos se arrodillara
en la madrugada de los cohetes
para ser diluvio de mis dieciocho años,
cuerpos que por una vez aman la herida
de estar perdiendo gramo a gramo su inocencia;
yo vendría a ti, falaz, astuto como un féretro.
Deja que el neón vista tus pómulos de un barniz omnipresente,
deja que la luz se agote, que el delirio se agite,
que la catedral que hoy nos cubre
yazca como una pregunta sin futuro.
jueves, 23 de octubre de 2014
Como si tuviera cien años
Hace tiempo que las horas pasan sin nombrarme.
El sol sale como un anuncio de pleitesia. No para
mi que vivo en la noche del adiós como un faquir
que olvidara sus notas. Me voy-lo siento-porque
el ayer pesa y no hay flor en los ojos ni orgullo
que encumbre mi piel marchita. Dicen que soy
necesario como una raiz que vence a la lluvia,
como un cadáver que aún rie su desnudez rota.
No es asi, mi vida se ha escondido en los mapas
del hastío, y no conozco otro faro que esta duda
que carcome mi silencio. Ya sólo espero el gong
que reverbere en otra luz, otra caverna, otro
clamor mudo, la cúspide de un final.
El sol sale como un anuncio de pleitesia. No para
mi que vivo en la noche del adiós como un faquir
que olvidara sus notas. Me voy-lo siento-porque
el ayer pesa y no hay flor en los ojos ni orgullo
que encumbre mi piel marchita. Dicen que soy
necesario como una raiz que vence a la lluvia,
como un cadáver que aún rie su desnudez rota.
No es asi, mi vida se ha escondido en los mapas
del hastío, y no conozco otro faro que esta duda
que carcome mi silencio. Ya sólo espero el gong
que reverbere en otra luz, otra caverna, otro
clamor mudo, la cúspide de un final.
lunes, 20 de octubre de 2014
Estás tú
Hay amaneceres sin lluvia que no comprendo.
La razón esquiva la sequedad de un tiempo neutro
y se desnuda la noche como un trampolin
entre suburbios y silencio, labios que sufren
el indomable ejército de la lentitud.
Aún sabré cómo encontrar la historia de los dias,
ese mensaje cuyo almuerzo atenúa el dolor de la ósmosis,
la escrupulosa mirada de las hormigas cuando regresan
a la hospitalidad del sueño.
Pero, estás tú, como un mapa deshojado,
igual que un templo que asoma sus dientes
y finge un dorado en el maquillaje del mercurio,
una flor de orgulloso látex
que brilla en el corazón de la memoria.
La razón esquiva la sequedad de un tiempo neutro
y se desnuda la noche como un trampolin
entre suburbios y silencio, labios que sufren
el indomable ejército de la lentitud.
Aún sabré cómo encontrar la historia de los dias,
ese mensaje cuyo almuerzo atenúa el dolor de la ósmosis,
la escrupulosa mirada de las hormigas cuando regresan
a la hospitalidad del sueño.
Pero, estás tú, como un mapa deshojado,
igual que un templo que asoma sus dientes
y finge un dorado en el maquillaje del mercurio,
una flor de orgulloso látex
que brilla en el corazón de la memoria.
sábado, 18 de octubre de 2014
Aquel lugar
Ya no sé si el ayer es una sombra
o un diminuto espejo que muere.
Como el filo de ese candor que imagina la luz,
el pálpito en la pared, los zócalos que alientan
la bondad de una palabra,
el cristal que interrumpe
el sucesivo deshojar de un instante.
Mi perfección es la ausencia,
la que ha dejado un suvenir en la huella proscrita,
esa memoria que se yergue con los años
como una red o un sudario roto.
He sentido aqui la luminosidad de un dia amargo,
también el rumor antiguo de las olas,
el suburbial eclipse de la inanidad.
No me vence la sensatez de la perdida,
solo el misterio de esos pájaros amarillos
que en tu falda aletean sin saber que el perdón
no llama nunca a la noche
ni a la renuncia ni al estravío.
o un diminuto espejo que muere.
Como el filo de ese candor que imagina la luz,
el pálpito en la pared, los zócalos que alientan
la bondad de una palabra,
el cristal que interrumpe
el sucesivo deshojar de un instante.
Mi perfección es la ausencia,
la que ha dejado un suvenir en la huella proscrita,
esa memoria que se yergue con los años
como una red o un sudario roto.
He sentido aqui la luminosidad de un dia amargo,
también el rumor antiguo de las olas,
el suburbial eclipse de la inanidad.
No me vence la sensatez de la perdida,
solo el misterio de esos pájaros amarillos
que en tu falda aletean sin saber que el perdón
no llama nunca a la noche
ni a la renuncia ni al estravío.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Siempre niña
Así debe ser la huella infantil del alma.
Una canción que se sabe himno,
un rocío tras las luciérnagas
sobre campos volátiles,
en el horizonte de una edad por descubrir.
en el misterio del cuerpo, apenas escondido
en la plenitud del ser, y después en el ejercicio del tiempo
que desnuda paisajes, multitud,
historia y remembranzas.
Junto a ti la luz sucumbe
y son mar las horas muertas.
Miles de años no pueden esconder la armonia
de un silencio fértil, alli en la cuna de una raiz de plata
surge la victoria con hilos enhiestos,
hacia la felicidad
o hacia el jardin que soñó siemprevivas.
Un faro es tu sombra, un oasis multicolor
que puebla mis cálculos de niño.
Cuando mires desde tu atalaya el oscuro río de los sueños
piensa que has navegado como una deriva en tu flor de medianoche
y que gracias a ti yo soy esperanza, fragilidad,
un espejo que sufre.
Una canción que se sabe himno,
un rocío tras las luciérnagas
sobre campos volátiles,
en el horizonte de una edad por descubrir.
en el misterio del cuerpo, apenas escondido
en la plenitud del ser, y después en el ejercicio del tiempo
que desnuda paisajes, multitud,
historia y remembranzas.
Junto a ti la luz sucumbe
y son mar las horas muertas.
Miles de años no pueden esconder la armonia
de un silencio fértil, alli en la cuna de una raiz de plata
surge la victoria con hilos enhiestos,
hacia la felicidad
o hacia el jardin que soñó siemprevivas.
Un faro es tu sombra, un oasis multicolor
que puebla mis cálculos de niño.
Cuando mires desde tu atalaya el oscuro río de los sueños
piensa que has navegado como una deriva en tu flor de medianoche
y que gracias a ti yo soy esperanza, fragilidad,
un espejo que sufre.
lunes, 13 de octubre de 2014
Las ciudades
A veces las ciudades no quieren ser nuestras.
Su imagen no admite la huella múltiple
solo el ronquido exacto de las estatuas.
Y si retornas a esa canción hospitalaria que aún te dibuja,
si mancillas el sonoro ritmo de tus alas en la piel de su nombre,
comprenderás, quizá, su alergia a ser un claroscuro sin latitud,
una flor sempiterna,
un mar alegre,
el cenit que huye como un espejo invisible.
No vuelvas a la quimica de la memoria,
cada ciudad elige las preguntas que no dirá,
lo sabrás cuando recorras su laberinto de arañas
inmortales, te atrapará su nocturnidad, las mentiras
que un dia dijiste en el mismo lugar
que hoy las niegas, su paso suburbial de murciélago
sin regreso.
No adivines, en fin, el músculo que la nostalgia esparce,
sé un ahora, un minuto que se piensa sol,
nubes intactas de este soliloquio fugaz
que se parece tanto a la vida.
Su imagen no admite la huella múltiple
solo el ronquido exacto de las estatuas.
Y si retornas a esa canción hospitalaria que aún te dibuja,
si mancillas el sonoro ritmo de tus alas en la piel de su nombre,
comprenderás, quizá, su alergia a ser un claroscuro sin latitud,
una flor sempiterna,
un mar alegre,
el cenit que huye como un espejo invisible.
No vuelvas a la quimica de la memoria,
cada ciudad elige las preguntas que no dirá,
lo sabrás cuando recorras su laberinto de arañas
inmortales, te atrapará su nocturnidad, las mentiras
que un dia dijiste en el mismo lugar
que hoy las niegas, su paso suburbial de murciélago
sin regreso.
No adivines, en fin, el músculo que la nostalgia esparce,
sé un ahora, un minuto que se piensa sol,
nubes intactas de este soliloquio fugaz
que se parece tanto a la vida.
Conociéndote
Si me abrazaras,
si me abrazaras
como un invierno azulado.
Si un solo gesto de ti,
si un refugio de palomas inhabitables,
si el incendio de los dias no supiera
de un paraiso en la noche.
Si los labios no fueran labios
sino humedad abierta en la lentitud
de un vaso de alcohol,
si tus pupilas, nieve a veces,
no sorprendieran el meteoro del mar
cuando irrumpe como una argucia
en el siniestro devenir de la fantasia.
Si una sola huella,
con sus marcados ejes de adiós
no prorrumpiera en ecos o lágrimas
de la memoria desnuda,
si al fin un aullido,
sangre y silencio,
hojas muertas,
brotara en el misericordioso jardin de una altivez,
en el diapasón de estas locuras caducas,
yo sabría de tu ser blanco y débil.
En el historial de la vida los reflejos mueren,
hay rodillas sin carne que recuerdan
la orgullosa máscara del niño.
Ese sabor o sinsabor que nos llama a la luz
como un áspid.
si me abrazaras
como un invierno azulado.
Si un solo gesto de ti,
si un refugio de palomas inhabitables,
si el incendio de los dias no supiera
de un paraiso en la noche.
Si los labios no fueran labios
sino humedad abierta en la lentitud
de un vaso de alcohol,
si tus pupilas, nieve a veces,
no sorprendieran el meteoro del mar
cuando irrumpe como una argucia
en el siniestro devenir de la fantasia.
Si una sola huella,
con sus marcados ejes de adiós
no prorrumpiera en ecos o lágrimas
de la memoria desnuda,
si al fin un aullido,
sangre y silencio,
hojas muertas,
brotara en el misericordioso jardin de una altivez,
en el diapasón de estas locuras caducas,
yo sabría de tu ser blanco y débil.
En el historial de la vida los reflejos mueren,
hay rodillas sin carne que recuerdan
la orgullosa máscara del niño.
Ese sabor o sinsabor que nos llama a la luz
como un áspid.
sábado, 11 de octubre de 2014
Siempre estarás aquí
El roce de esa mano fue preludio.
Entre la quietud surge un nombre
sin alas. La voz tiembla en los huesos
del paraiso como un color ignorado.
Algunas veces tu mirada se perdió
en la incertidumbre, otras veces el
tacto de tu silencio dibujó un sol
de esperanza en los días sin mar.
Ya nunca serás lejania, solo piel
dentro de mi piel, una luz que hoy
como siempre, calla.
Entre la quietud surge un nombre
sin alas. La voz tiembla en los huesos
del paraiso como un color ignorado.
Algunas veces tu mirada se perdió
en la incertidumbre, otras veces el
tacto de tu silencio dibujó un sol
de esperanza en los días sin mar.
Ya nunca serás lejania, solo piel
dentro de mi piel, una luz que hoy
como siempre, calla.
miércoles, 8 de octubre de 2014
La decadencia
Existe una imposibilidad palpable.
Un resumen de piel, de huesos,
de atmósfera densa. Mi voz
en los ángulos de un ayer
y sus destellos. Mi perfil
que ya no es isla sino alud,
mis ojos náuticos, insomnes
como un estio que inundara
los sueños. Y en la orilla
tu palabra al fin vieja.
Un resumen de piel, de huesos,
de atmósfera densa. Mi voz
en los ángulos de un ayer
y sus destellos. Mi perfil
que ya no es isla sino alud,
mis ojos náuticos, insomnes
como un estio que inundara
los sueños. Y en la orilla
tu palabra al fin vieja.
martes, 7 de octubre de 2014
Paralelismo
Hay en la bondad del pájaro
una desmemoria. Su desvarío
simple, su tranquilidad, sus pequeñas
patas de alambre rezan un opúsculo
olvidado. Algo así debe ser la vida,
un ritual de sombras sin preaviso,
un infinitivo en la noche amarga,
un sol abstracto que nos multa,
un recuerdo sin patria, un reloj fiel
que abomina de su exactitud.
jueves, 2 de octubre de 2014
Tus palabras
Hasta aquí la metamorfosis de la luz.
Tras la historia los lirios blancos se desnudan,
su voz, su verbo florece en un raíl de infinitud,
en una corriente despiadada.
Volver al episodio de las frases que lloran,
engendrar una metáfora en los hilos imberbes,
aventurar un sol en un noviembre
sin ganas.
Más allá del parpadeo, los enigmas sonríen,
sus cantos son bengalas de un sueño
o impulsos renegridos
como antorchas caducas.
Junto al misterio de una explicación las raíces tiemblan,
se abren persianas de silencio,
planetas inconmovibles
que no auguran un eco.
Transcurre el tiempo igual que un tímido ángel
enredado en la sencillez de tus palabras.
El adiós, el para siempre se citan
en la noche como lobos heridos.
Quiere la luna ensombrecer el trasluz,
la fugacidad de este instante
sin regreso,
sin memoria
ni clamor.
Tras la historia los lirios blancos se desnudan,
su voz, su verbo florece en un raíl de infinitud,
en una corriente despiadada.
Volver al episodio de las frases que lloran,
engendrar una metáfora en los hilos imberbes,
aventurar un sol en un noviembre
sin ganas.
Más allá del parpadeo, los enigmas sonríen,
sus cantos son bengalas de un sueño
o impulsos renegridos
como antorchas caducas.
Junto al misterio de una explicación las raíces tiemblan,
se abren persianas de silencio,
planetas inconmovibles
que no auguran un eco.
Transcurre el tiempo igual que un tímido ángel
enredado en la sencillez de tus palabras.
El adiós, el para siempre se citan
en la noche como lobos heridos.
Quiere la luna ensombrecer el trasluz,
la fugacidad de este instante
sin regreso,
sin memoria
ni clamor.
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