Se arrodilla la palabra cuando exhibe el
laurel de la verdad.
Piensa en cómo la lucidez de tu prosa relata
los silencios
que no han muerto en los ojos, algo ocurre
en el mundo
y tú lo abrazas con el designio del
profeta, lo vuelves
pensamiento y razón, transcribes el
latido de los relojes
en párrafos de juglar como emisor de la
historia, cronista
de los días convulsos allí donde la humanidad
descerraja
los instintos con las rosas de la muerte,
a ti no te asusta
la mentira pues es tu labor descubrir la
luna artificial
de los que niegan el sol. Prefieres el
desnudo al traje
que visten los corrompidos, no descansas
hasta
que el puzle de las confidencias adquiere
la forma
de lo cierto, es tu pluma un adalid que
combate
sin pausa por la luz del futuro. Si no existieras
todo sería sombra, si existes es para que
viva
la verdad en el corazón de los sueños.