martes, 28 de octubre de 2014
La plaza
Las hormigas llegan con el peso de la noche.
Está la luz tenue, está el silencio como losa
fértil. Callan las piedras su verdad y el soliloquio
de las máscaras enciende las celosías, desnudas,
idolatradas. La luna es un músculo que ambiciona
mis ojos, tu labio crece hacia los tejados sin perfil,
laberintos que aúllan en la hora de los linces,
pisadas de candidez, túnicas de ensueño.
En la mirada del reloj hay un sudor ambiguo,
de fantasmas que se alejan, que no han sido.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminartienes la mirada llena de poesía y por eso tal contemplación de esta plaza cuando en la noche se hace poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Sandra. Uno en este blog se siente como en una isla deshabitada o como si diera voces en el desierto. Por eso agradezco especialmente que me hagas saber tu paso. Un fuerte abrazo.
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