lunes, 30 de septiembre de 2019

No volveré a hablar con tu sombra

Cuando me visita tu sombra, yo elijo hablarte.
Te digo lo que mi sombra piensa, que no es igual
que lo que dice mi cuerpo. Me sorprende
la inquietud de madre que muestra el gris amorfo
en que te desdoblas. Quizá debiera entender
que no hablo contigo, que a tu sombra le duele
este desconcierto. Le hablaré al espejo
y al ventanal donde a veces te acodas,
con la esperanza de que al fin me oigas
y así yo escuche tu silencio.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Te reconozco, aunque no te conozco

Abro mi boca contra el aire,
pequeña la máscara que iza tus senos
y decide la longitud donde el pájaro
escribirá su tardanza.

Hay un hilo de algodón sin ojales,
sonámbulo como la fiebre que seduce a la ternura;
me visito en el mañana cuando la luz me posea
y me posea tu cuerpo,
tu danza, tu meteoro
en la brillante atmósfera de los jardines iluminados.

Nos define el ladrar de cualquier perro,
tras el rostro de las mujeres que vi
un demonio travestido organiza los itinerarios
en que posaré el tiempo.

Allí, en el alambre que los músculos tensan,
en la voz que digo a solas, en la silueta que vaga,
delfín alegre, bajo la caracola de la ciudad,
en el centro exacto de un mapa que nadie dibujó
habita el origen del silencio.

Ya sé tu nombre y el hogar que llevas en tu ombligo
-tan desnudo, tan breve, como la vida de un insecto-,
sé del marfil y el oro que tus uñas exhiben
en los páramos azules de la bibliotecas.

Un swing de jazz acompaña el sándalo de tu mesa,
y la copa, la copa virgen que no has probado
es un túmulo de castidad,
un cardumen de sueños prohibidos.

En mi piel no encuentro los tatuajes que mi memoria transmuta,
no existe el rastro, ni la huella que persiga
a la dalia encarnada.

Un color imposible barniza tu cráneo,
esparces tu cabello y gotas de liquen
dejan una humedad de bosque en mis entrañas.

Se suicida el mar que compartimos
mientras en la sed de los cines
la ficción está más viva que el presente.

Un ojo singular ve a los estorninos como nubes de carne,
como una cicatriz en el ojo blanco de la luna.

Cada cosa será en el devenir un sudor frío,
un gorjeo de palomas muertas
en el escalón que nunca volverás a pisar
porque su materia se habrá convertido en recuerdo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Qué extraña la nieve



Qué extraña la nieve, mota que deja el pájaro frío,
brizna en el ojal del hombre sin ardor,
volátil su arquitectura,
barniz lechoso que en un suspiro viste el cemento.

Yo no sé qué es la nieve,
la confundo con una plegaria,
un rocío, un maná
escondido entre las nubes.

Solo quiero sentir la escarcha
bajo la suela de este zapato
donde se oculta el agua
como una bendición escondida.

Ya es de noche, entre la negritud
lágrimas blancas transitan el aire,
descienden ofrecidas por la mano invisible de un dios
que, lánguidamente, muestra a la luz su copa de hielo.

O, también, el soplido que junta los estratos,
los cúmulos, el viento que recoge un lloro,
el lloro de los ángeles con su voz aterida,
la sombra gris que va soltando cristales líquidos
como pestañas que se cierran bajo el peso del blancor.

Nieve que bendice las plazas
con remolinos de historias proclives al azar,
árbol de diciembre, faroles encendidos,
luminaria en las fachadas,
un candil entre los huesos de quien se azora
ante la yesca y su crepitar de chispas insomnes.

Sí, nieva en la ciudad en la que nunca nevó,
y yo escucho el silencio y miro en el umbral
el paso lento de los copos,
hacia el suicidio,
hacia el éxtasis con que mueren las gotas en la luz.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Todo lo guardo para ti

Entiéndeme, todo lo guardo para ti.
Esta lluvia en mi mano la aprieto y es un nido,
un estanque, una lágrima en donde crecerá una flor.
Cada segundo se vuelve pensamiento y yo lo recojo,
lo mimo, porque en ese pensamiento tu imagen
brilla y sonríe, y me dice algo que, al fin, me salva.
En el hogar, las cosas tuyas penetran el calor de mi carne,
se posan en el corazón, me habitan para que yo
no entienda qué es el olvido. Todo lo guardo para ti,
mi voz no es la misma cuando susurra en tu voz
lo que esperas oír. Y si estoy lejos vives en mí,
eres tú la que pasea los puentes, nada en los ríos,
pisa las calles húmedas, como si yo solo fuera lluvia.
Entiéndeme, hay luz en tu sombra, cada tarde
escucho un trinar de pájaros que repiten tu nombre.
Y sé que lo que guardo en realidad es el futuro, una semilla
de amor que va calando, invisible, en la raíz del tiempo.
El tiempo que compartimos juntos, aunque no estés presente.

martes, 24 de septiembre de 2019

Mi cita con la sirena

Nunca nadé ni conocí el mar,
jamás escuché el canto dulce,
sonoro, líquido que danza sobre las olas
como un resplandor.

No intenté mirar bajo tu vientre
que en la tarde brillaba,
nácar, coral, que se agita
impasible.

Me dijeron que las sirenas se arrebolan,
coquetean, maldicen el rostro ajado de los hombres
antes de que la cópula encienda el grito,
mitad éxtasis, mitad muerte, en su voz.

Pero yo solo veo la carne pura, la sonrisa,
los gestos que seducen, un cigarrillo
que sostiene tu mano, el iris azul
que cautiva mi sed.

Bajo la mesa zigzaguea una cola perlada,
buscas el oro del mar en el aire,
fantaseas con océanos que desvirguen, eternamente,
tu traición.

Me hablas y te hablo.
Tú para mí eres la ninfa que conoció a Odiseo,
yo para ti soy el marino
que solo sabía nadar en sueños.

Quizá la noche
nos encuentre desnudos en una isla inventada.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Para no ser recuerdo

Sabéis, algún día seremos estatuas o fotogramas
o un recuerdo que perdura en la voz de un familiar
o de un amigo. Pero qué perdón hay en la distante luz
de los ojos, del misterio, del chispazo que un día sin nombre
encendió en ti la imagen nunca olvidada, los hechos
anacrónicos sobre el columpio infantil en el que descubriste
cómo reía la vida. Yo soy estatua de carne, me recordarán
en algún lugar, porque siempre lucí como un corazón entregado,
aunque también fui el último al que todos miran en una fotografía
de celebración, quizá alguien sueñe conmigo y sea su fantasma
o la pesadilla que pronto quisiera olvidar. Nuestro paso
efímero ama la confusión, se cría en el silencio
y no reconoce jamás la flores ni las tumbas.
Como un idiota me busco en el gesto de mármol
de las estatuas, en la multitud de las fotografías grupales,
en la nada que provoco para no ser recuerdo.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Las olas



Es cierto, las olas siempre mueren en la playa.
Pero qué altivez exhiben, qué rizo blanco
encumbrándose como un potro líquido,
qué concilio de pájaros atrae su danza.
Tu vida es una ola, abrázala, ízala,
que el sol descubra el desafío que siembras,
crece y arrójate sin miedo hacia el dolor
de la caída, solo así habrás cumplido
el destino de las olas, brillar en la noche,
morir como un secreto inabarcable.

Bajo el faro

Soy el molusco de piel aceitunada, enredado en la luz
que, vertical, visita mi nuca, haz del faro, resplandor
mágico taladrado por la lluvia. Llegué como si otro
por mí dejara el cuerpo de ayer en el abandono,
aquí entre hibiscos, arena, tristes hormigas, nada
en la variopinta red de sus arcadias. Estoy,
desnudo y vestido, cíclope que mira la hostilidad
del mar, negrura de vómitos perlados, incontinente
sincronía de olas que la madrugada inventa bajo su luz,
rumores de voces en el áspero viernes de la caída,
gaviotas que traen en sus picos las espumas del océano,
muescas de barcos que se agitan en el vientre oscuro
del líquido infinito, lánguidos los muros que el agua forma
en lontananza, el brillo sobre el lomo de los arroaces
denuncia la masculinidad del imperio, qué mentira
sin son los pulpos los que elevan su calavera blanda
en las cuevas de los abismos sin paz, plantas que susurran
un idioma de peces, de crustáceos que giran sobre sí mismos
para espantar las nasas, el vampiro que teje epitafios
para la gula de las mesas cocinadas en rojo, conversaciones,
algarabía, obscenidad cuando los músculos de las bocas
tragan el alma viva de un animal que se impulsa entre las anémonas,
que arrastra el limo, las estrellas de mar, las rocosidades
en cuyas grietas asoma una luna, otra luna, luna de sirenas,
de Nautilus, de enormes cetáceos que han nacido muertos,
de cardúmenes en deriva hacia el suicidio, plásticos sin color,
húmedos, olor a sal marina, arrecia el hondo quejido de la noche,
el faro cumple su camino hollando el aire, la piel del mar,
el silencio de los pesqueros que ahora duermen mientras
yo vigilo que se cumpla la razón de la vida, el por qué
un hombre desde su soledad alza los párpados hacia el agua
infinita como si fuera un dios que quiere anunciar la ruta salvadora,
el regreso de la sima muerta.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

La carta

Se cae el vaso de mi mano.

Noche de luz dormida y grillos a coro.
En la terraza, el eco de agosto es tu cuerpo desnudo.

Ya sé que el presente vive en otra estación,
la primavera no se esconde, clama en el color
y perfuma los rincones, brilla en la negritud
con los estandartes de la alegría.

Ayer escuchábamos la música dulce
de una canción francesa, recordé tu carta
-le carte du tendre- digna, pulcra, directa
como un golpe en las entrañas.

La misma carta que guardo en mi bolsillo
esta noche de abril que juega a ser verano:
charlas nocturnas bajo el parral,
el vino rojo sobre tu tez, la risa y tu piel,
después, cuando el jadeo compite
con el sueño de las cigarras y la imagen discreta de la luz.

Se cae el vaso de mi mano, vacío como la palabra
que nadie escucha.


*"le carte du tendre"(la tarjeta de la oferta)canción de Georges Moustaki.

lunes, 16 de septiembre de 2019

La alumna pasajera

El bolígrafo como un trofeo entre los labios,
tu mirada encuentra un nido en la mirada amiga.

No escribes frases oscuras ni idolatras la mecánica
de los textos, la invencible levedad de los programas.

Te hacen gracia mis hombros encorvados, mi ademan
de tortuga vieja, estos brazos que columpian
las explicaciones como las aspas idiotas
de un ventilador inútil.

Leo con altivez los renglones de los libros, mi voz exhausta
analiza las metáforas, los engarzados hemistiquios,
la solemnes figuras retóricas de un poema anacrónico.

Pero seducen más tus ojos que son desliz, provocación
y estímulo de un suspiro fugaz. Abres las piernas
y las bragas exhiben tu plenitud en el sexo húmedo,
en el rictus que, invencible, estremece tu cuerpo.

Han sido cincuenta los minutos en que mi corazón
imaginó la islas de tus senos, nunca más
volvió tu desnudez de flor omnívora
a comer en los segundos de mi clase.



domingo, 15 de septiembre de 2019

Luna

Te conservo luna en los bolsillos.

Como un amuleto torpe
o una canica alegre que muta.

Tantas veces te encontré
sobre el perfil de una colina,
rielando en un mar oscuro,
en las plazas sin edad,
en los ojos blancos de la ternura.

Es impávida tu cicatriz, globo
que incita el aura salvaje del aullido.

Te marchas con un vientre cuneiforme,
renaces oronda como una moneda
en el jardín de las constelaciones
y te exhibes, me seduces con una luz tardía
que ya no quiero.

sábado, 14 de septiembre de 2019

El otoño soy yo

De niño no conocí las estaciones.

Solo había horarios, calor o frío,
libertad de tiempo, flores y hojas caídas.

De niño no sabes que la edad es el monstruo
que devora a esa luna que te abraza.

El verano siempre regresa con la alegría de la luz
y el desnudo de los cuerpos, la primavera
me viste con el aroma y el color
de tus noches, el invierno es el frío y la escarcha,
el aire denso y la lumbre que crepita en el hogar.

Pero el otoño soy yo, árbol de raíz vieja,
de ramas escuálidas, de nidos hambrientos
en el jardín de los pájaros que, lejos de mí, emigran.





Disfruta de la noche

Un laberinto de luz en la arena.

El humus de las playas
y la canción del barquero en la isla.

La luna en los pulgares
mientras llora el acontecer furtivo del naufragio.

Hay un ósculo húmedo en los arrecifes,
yo sé que es el cariño de las gaviotas
o la vigilia de los peces que se agitan sobre algas.

No vuelan pájaros al desnudar el confín,
cruces de amapolas, de líneas y ángeles
en el sudor frío de mi voz.

Vendrá la sed de los inviernos
y el corazón de las campanas.

Vendrán pajaritas en los cuellos que se alzan
como bigotes monstruosos,
y vendrá la desnudez con su rotundidad de sexo y nubes,
de alcohol invertebrado .

Virgen tu escultura, un intruso entre los líquenes del parterre
dice palabras redondas, burbujas de pez que seducen mis labios.

Regresa al rumor de la plaza oscura,
descubre en tus oídos la verdad del duende
cuando se ríe del destino en el muladar de tu boca.

Disfruta de la noche que es tu única patria.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Contra el tiempo

Es un féretro de aire el suspiro.

Quisieras la iconografía indeleble de un retrato,
o la palabra esculpida en el núcleo de una fecha
o el prensil maquillaje de los sentidos en un oasis de luna.

Te han dejado la noche y el desnudo,
el azar rompió su nieve sobre ti
y, sin querer, continúas por el camino
que alguien dibujó en las acequias del silencio.

A veces el reloj escupe en tus oídos su deidad
y es cuando piensas
que la dicha es la memoria del olvido.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Sonidos

Me han acompañado los sonidos
como un ángel tutelar.

El giro de la llave, lento, táctil
abriéndose a la luz de la casa,
el cuerpo detrás, su paso sobre el primer baldosín,
ya raído.

Las voces, la de mi interior y las de afuera,
la mía hacia el corazón y el llanto,
hacia la esperanza
tras vocablos familiares de cariño
o susurros en mi oído
tan, dulcemente, infantil.

Cuáles los dispersos, agitándose los unos con los otros,
de peces u hormigas, colmenas al aire,
cardúmenes en el mar de este día.

Y el que vive en la historia de los objetos:
la música puntual del reloj,
la llamada de un teléfono repetida a intervalos de azar,
las puertas cerrándose como párpados de intimidad,
una conversación, casi muda,
porque alguien habla consigo
y con el alma del poemario que lee.

Y, también, el que fluye por las venas,
sangre rumorosa entre túneles líquidos,
el constante latir de un corazón afiebrado,
arrullo íntimo, canción dormida.

O la duda, la pasión, el desafío, el miedo,
la alegría de la voz
que cada despertar, cada tarde, cada noche
te dice y te escucha,
hermano del hermano que es tu sombra.

Siempre los sonidos regalan una composición de vida,
un sueño de cercanía sin materia
entre dos silencios que huyen.

Ven, palabra, la que, al fin, me dices,
ven músculo de tu garganta que convierte el sentimiento en eufonía,
ven oración, voz de pájaro, piel de animal
que se roza y emite un hondo señuelo de amor.

Ven, sobre todo tú,
con el tul y la sonrisa,
entregada, como el haz que me puebla y me vence,
hacia el grito que el placer dibuja en mis labios sellados.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Sin palabras

Hay abriles de escarcha en la palabra.

Yo quería que el signo fuera carne
y, no, eufonía en mi voz.

Yo quería que en tus pupilas se iluminara un verso
sin hemistiquios ni luna.

Yo quería que un adjetivo te cubriera la piel
porque el frío de la vida aún te hiere.

Nada dije de mi corazón febril
ni de las orquídeas de una frase que oculté en el bolsillo.

Fue muda la consigna por no herir a la noche,
fue ceniza el oro del deseo en tus labios azules,
fue duda el temblor de mis manos ahítas de silencio.

Tú solo mirabas más allá del tiempo,
a la desnudez de un farol sombrío,
al cristal oscuro de una habitación desecha.

Yo quería atarte con palabras de zafiro,
quería ser el felino que habitara tus pasos.

Sé-sabes- que la última verdad es la primera,
que el adiós es un disfraz que el ventrílocuo recita
en la penumbra o en el sigilo.

Ahora llueve en tus ojos
y, en los míos, una mirada
aún quisiera decir
te amo.

sábado, 7 de septiembre de 2019

La vida que fui, la vida que soy

Sin raíces la vida que fui.

Otra luz en el cristal, el aire cargado de signos
o de ecos susurrantes, las fachadas en cuál color:
arcilla carmesí, vidrio traslúcido,
hormigón azul, madera oscura.

Sin densidad va mi cuerpo, sombra en el río,
ola efímera en un mar olvidado. Tráfico de autos
por los bulevares, cláxones de voz común
igual que un silbido de pájaros en el bosque.

Tantas guaridas para un único esqueleto,
los idiomas me visten con sus arpegios sin futuro,
al cruzar el semáforo la silueta de una huida
persigue mis pasos.

En un rostro de mujer hay mil sueños de aventura:
su pelo rubio o castaño, su piel alba, mate, piel de seda,
piel musculosa, ojos verdeados, de tizne ocre, de azul celeste,
se han convertido en ángeles de un adiós difuso.

Menús del día en los bolsillos, tickets de metro,
lugares que olvidé nombrar
en el diario que nunca escribí.

Y, al final, la paz del árbol, mi identidad
como un infinitivo en flor entre las paredes de la casa.

Años de rutina y tránsito inmóvil.

Con raíces la vida que soy.





viernes, 6 de septiembre de 2019

Estás solo, pero eres libre

Hay un alhelí blanco en tu cornisa.

No es el incendio de la luz, ni la voz del pájaro,
es el sigilo de la vida
lo que hoy, sin temor, contemplas.

Tanto asombro al salir del tragaluz,
qué razón te invitó a la noche,
en qué oídos dejarás la canción,
soliloquio azul de tu partida.

Te desnudaste para sentir las alas,
el vientre se alzó como bandera cóncava
hacia el lugar del sol y la lejanía.

Un rumor de río se acodó en la veleta,
el norte silba con címbalos rotos
desde la virginidad que llora en un portal oscuro.

Te has acostumbrado al renacer de los fantasmas,
esperas el clic de una llave,
el murmullo invisible de los gatos,
la pausa de la nube negra, el resplandor de los neones
como si ya no buscaras párpados de níquel
ni en tus ojos un surco de fantasía
encendiera el dominó de tu sexo.

¿Qué es lo que eres?
¿Eres la verdad de las plumas caídas,
un omoplato perdido en la desidia,
los labios de un pez que sorbe el viento de la luz?

¿Hasta cuándo el disfraz bendecido por los cristales,
hasta qué orilla conducirá tu rastro de gaviota,
en qué mar el naufragio de tu doblez
encontrará la brújula que le indique
la eternidad del último aliento?

Se ven relámpagos en tu interior,
las palabras insomnes han poblado los esquifes suicidas,
en la desembocadura de un río celeste
tu madre no habla, tu padre se aleja,
estás solo y ya no hay nadie
que te escuche.

Al fin, eres libre.


miércoles, 4 de septiembre de 2019

Recuerdas

Recuerdas que no había pájaros
ni mar
ni olas
ni lluvia.

El instante del estallido paraliza el tiempo.
Un fotograma que sufrirás en tu lágrima imberbe,
el sexo que tiembla al rozar la piel desconocida,
las canciones que son fósiles de luz.

Y el rubor de la luna en mis bolsillos
y el alacrán entre los metales del deseo.

Noche de páramos cuando la memoria elige
el desafío de buscar un final
en el surco azul del relámpago.

Hay sueños tan volátiles como un apellido sin raíz,
en los ojos de la espuma
brilla la imagen de la última sirena.

El estío yace bajo una carcajada de viento y nieve.
En tu sudor el alba anuncia la voz rota del frenesí.

Es el lirio que has dejado de regar un símbolo de tu ausencia.

Recuerdas que no había olas
ni lluvia
ni mar
ni pájaros.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Múltiples formas de perderse

Me perdí en el olivar frío que soñé de madrugada.

Me perdí cuando las cigüeñas volaron al norte de su locura.

Fue una pérdida descubrir el haz
que amaneció en la ola.

Perderse es un motivo para el odio de sí,
la pantomima y el sueño hallan el perdón
de un público en tinieblas.

Me perdí al cabalgar la luna,
me perdí en la risa y en los omoplatos perfectos de tu ausencia,
vi en la lejanía caminos bifurcados,
espejismos tan sólidos como un anuncio
en el vidrio de las marquesinas.

No saber cómo ni por qué el regreso,
el caminante concibe rasgos, huellas familiares,
reconoce la vendimia de los cuerpos,
saluda a su ayer, aquí mismo,
en el justo lugar en que pasa y repasa su vida.

Me perdí en la inercia de los pasos,
perdí la voz introspectiva,
aguja que orienta el insomnio de la cartografía.

Me pierdo en las hojas de una libreta virgen,
en el desayuno ya bendecido,
en los saludos mecánicos de mi mueca de alabastro.

Perderse después de que la luz proponga una excusa,
oculto el don de este oasis donde la memoria es una esfinge,
mano que agita el aire polvoriento de los microbios amigos,
los que me recuerdan a ti
antes de perderte.