viernes, 30 de abril de 2021

La estación

 


El reloj se paró, la lluvia parece eterna.
Este olor a calendario fósil se alza como
una nube rota. Espero bajo la marquesina
la llegada del tren, estoy aquí igual que un poste
de alambres invertidos que ya no da luz. No hay
paneles despiertos, el bar cerró a las doce,
el quiosco son maderas y persianas corridas,
los párpados se cierran sobre el cristal, la cabina
del vendedor ya está sola como una flor arrancada.
Paseo en la penumbra bajo la urdimbre del óxido,
mi gabardina es una bandera de plástico,
el silencio muere en los vagones varados
como una pregunta que ansía un destino.
El banco verde es mi cuerpo, el agua cae
por la piel de las locomotoras, me abrigo
mientras aguardo un tren de oro que aprenda
a volar sobre raíles de luz hasta el confín de la nada.
Creo que seré su único pasajero.

jueves, 29 de abril de 2021

Enamorarse

 Se acabó la música y el color finge.

 

Quedan babas en el suelo,

pantys perdidos,

moquetas que sudan vodka.

 

Recoge tu abrigo,

al espejo no le digas nada,

las banderas de la noche

ondean como murciélagos borrachos.

 

Tu seno izquierdo bulle debajo del tafetán rosa,

los tacones odian tu pie lunar,

las bragas de encaje son negras.

 

Ahora ya sabes que todo tiene un principio.

 

 

 

miércoles, 28 de abril de 2021

El deseo retorna con ojeras de anciano

 Es tiempo de encender el prisma y volver al humo
y al resplandor, al fuego cetrino y al día de la metamorfosis.
Las rodillas cabalgan en el cosmos, un hilo desplegado
forma tu cuerpo que es carne y virtud, una ofrenda de siglos.
Hemos vivido olas de oscuridad, todos los crepúsculos amanecieron
sin abriles ni lunas verdes, a mi lado tus labios fingían una bruma
y yo pensaba que tu alma era roja como el beso de la noche encendida.
Quise decir un himno, ser amapola en tu rojez altiva, te acompañaba
cuando la lluvia era una voz que fingía un arrullo de madre vieja,
y llegaron los minúsculos ejes del deseo con filamentos de plata,
cosieron un lienzo de dibujos impares, tú en el frente,
yo como nube detrás, o pilar donde apoyas tu aliento.
Había un destino de oasis en la vereda del páramo,
contigo los viajes perdidos fueron color en tu iris,
ciudades en la niebla, ríos como sortijas líquidas
que rociaban tus venas con el agosto de la vida.
Quise diez primaveras blancas y un sueño de albatros,
soñé parques de fulgor infinito, un tobogán de caramelo
que alegrara tu verdad. A veces los estíos cuelgan de los árboles
igual que soles que no maduran. En las amígdalas del ojo oscuro
se escribe una historia de lunas rosas, vuelve conmigo a la espiga,
al centeno febril, a las murallas donde tu imagen es un arpegio voraz,
entrégame de nuevo la limosna esbelta del junco, que nunca
sea tibio el silencio en que te meces, hada que descubre
su eternidad en la quietud de mi pupila adolescente.

lunes, 26 de abril de 2021

Escribiré un poema de luz

 Es de mercurio la pared

donde mi hermana dibuja un sol.

 

El pasillo crece con el alba,

se ilumina el corazón de la esfinge,

jugamos con los labios quietos

para no asustar a la noche.

 

En el espejo no hay rostros perdidos

ni la mirada seduce al azogue

con su sed de nostalgia.

 

Las lágrimas de la araña apenas dan luz

cuando los horarios se culpan

de no inventar el verano.

 

El que sabe de la muerte

no cree en la lluvia,

busca el sol en las praderas azules

como un náufrago su isla imaginada.

 

Tú sabes que el tiempo es una flor que asoma en la negrura

para ser después semilla nueva en otro cuerpo.

 

Escribiré un poema de luz,

tal vez descubras en él lo que una vez soñé

en las horas vírgenes de la claridad.

 

 

 

 

 

 

domingo, 25 de abril de 2021

Error de vuelo, ¿o no?

 Jack,
si,
¿ves lo que yo veo?

Vamos a comprobar las coordenadas,
no parecen las mismas.


Tienes razón, nos hemos desviado de nuestra ruta.

Elipses como hilos de plata dentro un óvulo de metal incandescente
giran en dirección contraria a la luz.


John, el planeta está en llamas.

No puede ser, Jack. Hay lenguas de uranio 
humeante sobre toldos de plástico ignífugo,
un azul monstruoso estalla en pájaros líquidos,
los vórtices engullen la negritud del espacio.
Es imposible que hayamos vuelto a casa.


John, apaga el sistema automático,
pásalo a manual,
nuestra computadora de vuelo debe apagarse.

Hacia dónde, Jack.

Lejos, muy lejos de aquí.

viernes, 23 de abril de 2021

Vuelve a la ciudad que ya no conoces

La ciudad deja un eco en mi garganta,
un halo sin vértebras donde no logro izar tu nombre.

Otras raíces de mármol,
las pieles de púrpura en las esquinas
con dibujos apócrifos,
un áspid que ruge bajo el rocío de las calles indómitas,
tan ajeno al silbido de la tribu,
tanta historia sin descubrir en el mismo faro viejo
que iluminó tus ojos de orquídea.

El jardín acaso existe entre los muslos del cristal,
altos edificios como lingotes neutros besan nubes de almidón,
enjambres que no llueven ni una lágrima por ti.

Esta ciudad de las mil máscaras
estrecha su cintura para que los vástagos elijan
entre el bronce de los campanarios
y la sed roja de los decilitros en éxtasis.

Nada nuevo
y, sin embargo, los ropajes expulsan palabras de amigo
y las niñas como tigres de alabastro
comen el aire con bocados de lapislázuli.

Es el silencio de los monstruos un alud vacío,
el paseo junto al mar donde ya murió el coral
despide un microscópico fulgor de imágenes perdidas,
las plazas rotan en esferas de tiempo,
son las mismas,
pero ejecutan acrobacias de ángeles
como si la eternidad no existiera.

Recoge los pámpanos de fibra ardiente,
el vino del dulzor, tu acacia inmortal,
las preguntas del viento que se repiten como un gong desquiciado;
y vuelve
porque volver es reescribir los ciclos,
tú eres un árbol,
para descubrirlo olvida tu ausencia
y reconoce en los círculos del tronco
las edades sin huella que ahora pretendes evocar en un poema.

jueves, 22 de abril de 2021

Ya es primavera, pero yo quisiera llevarte al invierno

 Allí crezco entre las raíces

y el espíritu de los trasgos

que se quitan los vestidos ante el calor que renace.

 

Es una casa de flores y hojas de arcoíris,

un manantial fresco que brinca

y recorre las venas con arpegios de espuma

y laberintos de alegría encrespada.

 

Ver la nube pequeña, en racimo,

encogida

como si el sol del porvenir acariciase su despedida del azul olímpico

que ahora se muestra con un ojo grande

sin parpadeos de agua.

 

Saltan los pájaros igual que salta tu risa

en el columpio de las horas,

ves el terciopelo y es la fruta en sazón,

ves lagartos que tiritan al mediodía,

quitándose la nieve

como alegres príncipes de la claridad.

 

Mayo y su esfera de pámpanos en flor,

la rosa y su nimbo de atlante,

esa luz que salpica la memoria de la luna

que solo recuerda a las estalactitas del hielo

en su frente de nácar.

 

En el seno más profundo de abril yo te veo,

dríade en mi bosque, jardín de tallos escarlata,

jinetes que desnudan los árboles de su costra amarilla

vampiros que salen de sus cuevas ocres para mojarse de albor;

y sin embargo yo quisiera vestirte

y llevarte al invierno

para que ante el leño moribundo me contaras tus noches

donde el abrazo es la primavera que se derrama en mí

como un éxtasis de alegría,

de ríos sin fin,

de párpados humedecidos

que llueven en un segundo

toda la eternidad de la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 20 de abril de 2021

Nuestra quietud

A veces vuelo entre cláxones,

ruido en el humo que las bocas expulsan

con verbos de amistad, gritos en los semáforos,

la vida rompe aguas con luciérnagas en el vientre.

 

Pero yo vuelo, sin latitud, cierro mis ojos de niño grande,

entro por los ventanales y encuentro oscuridad,

una telaraña que brilla como plata húmeda,

un sillón que duerme, el silencio de los espejos,

la luna de abril que pisa el rumor del silencio.

 

Soy vigía, nada me importa que no sea la caricia del aire,

la soledad de los frutales, la cocina deshabitada por la jauría,

mi corazón que es el único sonido que enciende la luz.

 

De mi pipa brota un acento de miel,

son los segundos que la memoria elige para ser hada,

sin hablar tu imagen habita en los azulejos

y como en un blanco cine vuelves

mientras la porcelana me susurra palabras inseguras,

como recién nacidas.

 

Podrían llover bombas en mi seno

o látigos que azotaran el semen del silencio,

pudiera la verbena, indómita y salvaje,

aullar en mi dique hospitalario,

y nada cambiaría, el latido se fundirá en el hielo,

tu vendrás con un café entre los labios

y yo descubriré que en esta calma infinita

vive la esperanza de un oasis que ya adivino,

casi quieto

como un cisne que en el albor descubre la primera luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 19 de abril de 2021

Mis palabras se hacen viejas en las tuyas

 Son tan tímidas que escriben mal su nombre en mi boca.


Juegan a engarzar líneas con hilos de inteligencia,

no siempre llegan a una orilla amante,

hay muros en los ojos que destruyen su armonía.

 

Como en un puzle eterno

las compongo con el ánimo abstracto de la luz,

quisiera una urdimbre donde los alfabetos sean labios,

un humo donde navegaran adjetivos

como altos galeones en un mar de entendimiento.

 

En el aire dan cabriolas

y llegan al otro como cisnes borrachos sin un canal

ni un desliz de primavera.

 

Nacen de mí con el honor del cautivo,

quiero su lengua en mi telar,

quiero el aceite que lubrifica las emociones,

quiero la verdad en el músculo de una frase,

el himno victorioso de un acento en la quietud.

 

Ya no sé si lanzo al olvido las palabras de la noche,

en el día el asombro reverbera en mi voz,

y es un coro el silencio

y eres tú un diálogo de sílabas amables

en mi atardecer que ya empieza a ser ocaso.

 

 

 

 

domingo, 18 de abril de 2021

Tal vez

 Escribes nombres en la luz y yo no estoy.
En el vaho del cristal dibujas un rostro
desconocido. Al volverte te decepciona
mi sombra, en el espejo se aleja mi espalda
y pones la tuya ante el azogue como un triunfo.
Mis letras son de nieve cuando lees mi estatura
de niño con palabras de ciego. En los segundos
del reloj soy el último nunca el primero. Tal vez
no me necesites en el presente, pero quizá
en tu recuerdo habite en la luz, en el vaho,
en el espejo y en este reloj que ahora miro
con desgana.

sábado, 17 de abril de 2021

El alma

 No se parece en nada a una sombra

ni a una membrana, no es sensible

como el tacto, nadie escucha su latido de aire,

está en el pensamiento igual que un efluvio.

 

En los sueños navega en los labios

y le habla a la luna

desde el altar donde duermes.

 

Es grande en un niño

y pequeña en un hombre,

la inocencia es su agua

y el odio su veneno.

 

Cuando mascullas una razón entre los dientes

tu voz se convierte en su halo,

pesa el silencio de Dios

al preguntar el porqué de la vida.

 

En algunos es negra como un tizón,

en otros,  

gris pizarra,

indefinida como un atardecer que se agota,

y si es blanca, recién nacida,

ponla entre tus manos

como un pájaro invisible

al que robas su perfil.

 

Dicen que es una máscara,

que suda años en cuerpos sin despedida.


Entre la bondad y la maldad ella es el fiel,

no te previene de la caída,

no te anima a crecer hacia el cielo,

su indiferencia sonríe y te desconoce.

 

Ya es hora de que lo sepas.