jueves, 14 de agosto de 2014

Tan simple como sobrevivir

No sé,
es posible que un error
no sea más que una opción inacabada.

Días sin maquillaje, limpios como la desmesura,
días que se muestran al día igual que féretros blancos,
días inquietos que van de la luz a la luz
con su volar ambiguo.

Ya no es hoy el territorio de la añoranza,
pesa la magia de un fluir insondable
mientras las horas y su astucia
recorren la procesión de una fingida virtud.

¿Qué es lo que ha sido espejismo
en la luminosidad de las vivencias álgidas,
qué la primavera de una flor sin nombre
en el jardín de los espacios espurios?

No siento la derrota en mis manos,
el río fluye como cristal de agua
en cauces sombríos
y se roza el final
que ya es linea de mansedumbre;
planos en que el mar amanece en quietud,
valles y honduras,
claridad roja
en los pasos sin atlas,
soliloquio que hereda las frases del perdón
en la orilla gris del futuro.

¿Dónde está mi sombra,
mi oración,
mis sueños de candil,
el éxtasis de un reloj alegre,
los iris de tu verdad insólita?

Me miro para ver lo que no soy,
me miro en el silencio
como un ave de ardor
mancillada.

Sobrevivir no es otra cosa
que aprender a quererse.




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