miércoles, 30 de noviembre de 2022
Casa en venta
martes, 29 de noviembre de 2022
Tu nombre
Tienen los meses la forma de tu nombre,
se juntan en las cinco letras que te designan,
parecen estatuas con distintos ropajes y un solo perfil.
La ausencia es un velo negro que tapa mis ojos,
una plegaria emite tu voz, la proyecta hacia mí,
son significados por descubrir, códigos secretos innúmeros,
detrás de cada oración hay avispas que matan.
Pero es otoño y la policromía de los árboles despierta la añoranza
-ocres, amarillos, púrpuras-, en aquel bosque
el tronco de un pino ocultó bajo la hiedra el dibujo de un unicornio
que tú trazaste con el amor y la ternura de una niña triste.
Yo te sueño en el crepúsculo, la lluvia moja tus pasos,
innecesariamente te expones a la humedad
como si ya nada te importara, como si ya todo fuera olvido,
tu hoy y tu ayer.
Cuando el día oscurece las sombras musitan retazos de tu vida
y yo no sé si es cierto lo que dicen, no sé si hablan por ti
o es un trampantojo sin sentido esta escenografía
de la cual eres la única protagonista.
Llegará el invierno, después la próxima estación
y todos los meses volverán a nombrarte, como ahora yo lo hago
desde esta ventana abierta al vacío.
lunes, 28 de noviembre de 2022
Aquí
Yo me alejo
y queda mi sombra, huérfana.
Voces en penumbra como mirlos cuyo color
enmudece.
El reloj nos cita con un eco atrapado
entre los
cristales, un rostro neutro y unos labios
que
rememoran las muecas con máscaras vencidas.
Aquí no
cesó de llover vida, aquí los juegos y el misterio,
la música y
el frío como un gato tendido en la cruz de los muebles,
aquí el
meteoro y el rayo, la intimidad de las palabras no dichas,
el recuerdo
de estar juntos y la historia en los cuadros,
en los
visillos que ocultan los cuerpos que ya no somos.
domingo, 27 de noviembre de 2022
Cartografía del tiempo ido
sábado, 26 de noviembre de 2022
Sistema circulatorio
Arterias que nievan sobre mis campos ocultos, capilares rojos
al sol, venas que retornan a mi corazón con la sed saciada,
la sístole que arroja esperanza, la diástole que es una nube
negra; y este ritmo cíclico que guía mis ojos, enciende mis
sentidos, ampara la poca lucidez de mis actos, esta sangre
que no imagina que circula por el sendero de la muerte,
donde también circula la vida, donde también circulan los sueños.
viernes, 25 de noviembre de 2022
Mi amante se llama libertad
jueves, 24 de noviembre de 2022
Dentro del espejo
martes, 22 de noviembre de 2022
Huellas
Era tan pequeña, tan minúscula, tan efímera, que la olvidé.
La huella de mis siete años.
De pronto se hizo grande la pisada- o quizá fue un espejismo-
entonces empecé a caminar sobre la tierra y el cielo,
una inmensidad por descubrir.
Lancé rosas al aire,
volé con la perfección del ave náutica
hacia mi sol que era el mañana.
Yo solo hundía mi voz en el tiempo,
con veinte años la luz no muere en las esquinas,
es un imperio de claridad que absorbe el silencio de las sombras.
Alguna vez me vi levitando sin dejar símbolos en ninguna parte
solo alas y pies y uñas que viajaban al azul en una noche de invierno.
Pero, qué es una huella sino un rastro perdido en la memoria.
Amanece junto al mar, las nubes malvas al sur,
siento crecer una azucena en mis axilas,
-tú ya sabes que soy volátil como la brizna del polen-
el humo se aleja con la suavidad de una luciérnaga oscura,
la pompa de jabón bajo el solsticio de invierno,
su arco iris sobre el océano refulge.
Con los años las huellas son más profundas,
son huellas de plomo, son huellas sin amor,
porque saben que la reiteración es la muerte,
así nos anuncian los relojes la verdad,
su círculo eterno es una daga contra el corazón.
Me importa poco si agito la ceniza yacente
o si huyo hacia lo que ya no es posible,
hay cicatrices en mi ayer que aún reconozco,
son mis huellas mortales, mis faros ocultos,
no quiero que me veáis en la derrota del que busca el pan caído,
lo que vendrá es tierra virgen, jamás hollada, jamás sentida,
no es una huella en el mar, sino el arenal de una isla
que todavía no he pisado.
domingo, 20 de noviembre de 2022
El alma de tu rostro
Siempre que
me miras ves al otro que hay detrás de mí,
aquel que
vivió contigo la plenitud del tiempo,
los días
felices cuando el mar no era una lágrima
ni el sol
un fósforo húmedo, ni el amor un párpado
violentamente
roto.
Siempre que
te miro el futuro se ancla como un rubí
se ancla al
destello para no dejarlo morir,
aún vistes
de niña porque tu infancia se arropa en tu iris
bajo el
color verde de los sueños.
Si nos
miramos, en la penumbra de una habitación vacía
¿Qué vemos?
Yo veo la canción
que nos unió,
el sexo en
los hoteles de extrarradio
cuando solo
importaba el crepúsculo en sombras,
cuando las
noches tibias eran un cálido espejo
y el
perfume de los rosales era en tu piel una señal de furia.
Lo que tú
ves es la duda que en mis cejas brilló
como un
resplandor extraño,
ves la
pasión y el hambre del incauto,
ves la
ceniza que dejó un cigarro entre las sábanas,
ves al
ciego que no reconoce tu ansia,
ni aparta
de sí a las libélulas del silencio.
En nuestros
ojos hay témpanos y calor,
hay ortigas
y seda, hay mansedumbre
y, también,
el oscuro eco de las bestias
que habita en
la forma de la luz.
Déjame que
busque el alma de tu rostro,
no te
alejes de mí.
viernes, 18 de noviembre de 2022
Yo
jueves, 17 de noviembre de 2022
Salida nocturna
Suena la llamada de un timbre.
Son las nueve de la noche.Aquí empieza otra vida,
la de los sueños,
la de una luz que inventamos.
No importa la luna llena ni los semáforos que agitan sus colores,
no importa lo cotidiano, el áspid que muerde la conciencia,
importa esta ansia de libertad que mi voz confunde con el aullido.
Dibujamos las líneas que no son las líneas de un mapa,
conocemos las paradas de esta diligencia nocturna
que recrea en nosotros la ilusión de ser ambos.
Tu imagen se posa en mi iris,
en la isla donde quiero que habites,
abstraída de ti, como una geisha
que viviera en el templo de mi memoria,
para que nunca quedara entre mis ojos tu ausencia.
En el ritual de la noche solo viven
la música, los vasos vacíos, los cigarrillos eternos,
las palabras prohibidas; no vive el ruiseñor
miércoles, 16 de noviembre de 2022
Sirena de piedra
martes, 15 de noviembre de 2022
Las ropas que me visten
Has de saber que me visto cada día con los recuerdos.
Hay palomas mensajeras en mis tejanos,
los bóxeres aprietan mi masculinidad con su lengua ardiente,
el suéter es un escudo donde no habita Superman
solo la carne de un joven que comienza a vivir.
No tiro las ropas de padre,
esta gabardina enfundó el paso lento de su cuerpo bajo la lluvia,
inclinado sobre el torso como un indio
que buscara entre el barro una huella de abril.
Llevo cazadoras con insignias innombrables,
de cuero, de tela vaquera o poliéster,
sé que no abrigan el alma.
Me diste una bufanda porque sentía frío, gris y verde, de lycra.
La camisa la abotono hasta el cuello, sin corbata,
me gusta sentir su roce de labio contra el plexo,
me gusta pensar que son tus manos
quienes descubren las elipses de mi vientre
-la camisa rasgada-
la jungla que rodea mis pezones.
Hoy saldré a la calle vestido de ayer,
solo la ropa antigua me entiende,
a veces siento que habla tu voz en cada prenda.
Eres mi abrigo contra la vida.
sábado, 12 de noviembre de 2022
Noche, lluvia y mar
El cristal
del mar, absolutamente negro.
Y la luz de
la torre, tan amarilla como un limón derramado.
El silencio
que es una esponja dormida
en lo más
profundo de mi vientre.
Taxis y
ambulancias, autos que huyen de los días laborables,
el alma del
pedigüeño bajo cartones de luna.
Y ese
epitafio neutro de los pájaros que duermen en las cornisas,
la paz de
la estatua, eterna como un busto triste
que añora
la sangre, la piel, los tejidos y el amor.
Los barcos
en el puerto se acunan sobre la mansa piel del mar,
y un faro
vertiginoso rompe lo oscuro, un reloj elíptico que resume en su haz la vida
y los
misterios, una señal que todos seguimos sin saber por qué
hasta que
llegue la claridad.
El amanecer
es un columpio que arroja su lengua de fuego y después se retrae,
una niña
que debe asumir la estrategia de la luz
para esconderse
bajo su máscara de tótem alegre.
Quedó atrás
el fruto del árbol, también tu cicatriz en el dorso de mi espalda,
ahora la lluvia
cae y recita la salmodia del tiempo ido,
exhibe la
bandera de las canciones sin voz.
Veo un
corazón de óxido, una cruz de algas plateadas,
un
horóscopo de marfil, una ruleta sin números.
Me moja tu
nombre como una ducha fría.
jueves, 10 de noviembre de 2022
Secuencias
La voz neutra de las amapolas, el fiel flujo del mar,
el descenso del pájaro y la lágrima que cae, la dura realidad
del recién nacido, la sirena de un barco que va a la deriva,
el tambor de la tribu que acompasa el latir del tiempo,
la rojez del cangrejo junto a la roca, el eco que llega
después del tronar como un estridente alud que nos
invita a la huida, la mano abierta del anciano que come
segundos, hambriento como un lobo perdido entre la nieve.
Mi piel, que ya no es mi piel, sino la huella de mi piel,
la sombra que te di y jamás recuperé, mis propósitos de sed
infantil que cayeron a un río sin orillas, los años de un amor
pulido por los silencios, la inquietud que me llevó a la noche
salvaje, a conocer sus hemisferios ocultos. Y esta mirada
mía que busca la razón del reloj, preguntándose para qué
giran sus saetas y dónde perdí lo que ahora es olvido.