Nadie es tan extraño como tú.
Ves como crece la razón más infantil
en rutinas incomprensibles, ves el orden
mecánico de los espectros, las caderas
familiares sin voz ni cercanía, las palabras
cuyo código revienta la luz que pasa.
Y escribes un nombre que nadie nombra
porque hay silencios que son de oro frío,
que son como un látigo transparente
que golpeara en la sed de un fauno.
Aprendiste a no ser pájaro entre los pájaros,
sólo, igual que un árbol de piedra en la infinitud
del camino, una hoja entre la nieve de abril,
un fruto de algas sin mar, una cruz inválida
que ya no se sostiene en pie.
Nadie es tan extraño como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario