viernes, 30 de junio de 2017

El sueño de Sherezade

No acaba de crecer el día, este gris dibuja una pátina
de sombra en la timidez de los huecos, en el televisor
y su negritud, en la alcoba mortecina-el dosel recogido,
las molduras gastadas como ribetes sin luz-tu cuerpo inane,
abrazado a sí, hembra que sueña con el paraíso invencible de las olas,
los juncos altivos, la flor naranja en los párpados, la respiración clara
de una paz sobria que te posee como una nube. Y los retratos
donde yo existo en un ayer de risas para que al verme aún
puedas bailar las danzas de la alegría múltiple, en banquetes
de amistad bajo los robles y las acacias, con la música de los insectos
estridente y coloquial, néctar en unos labios fijos en ti, en tu otro surco
que engarza mi humedad con la tuya, festivo el licor que se escancia
en los vasos para que viva en ellos nuestra ternura de infantes
que amaran sin fin las mejillas mojadas de una madre ciega.
Sé que duermes porque me nombras desde los círculos de la juventud
y hay en ti vestidos rojos, piernas moldeadas, pechos que se alzan
como pérgolas infinitas, una página de papel en la que vivir tú y yo
para siempre los episodios de las mil y una noches que nunca cesan de pasar.

jueves, 29 de junio de 2017

Hijos de una ciudad indiferente

Animal vivo la ciudad, su eternidad me niega
porque soy tiempo fugaz que pisa su piel,
ama sus rostros, siente el abrazo de sus plazas
igual que un niño frágil. Sonríes tras el aire
que el poniente va filtrando por las calles vacías,
contemplas a quienes te contemplan desde la seguridad
de los vidrios con la incomprensión de la lejanía
en los ojos y un sudor frío en las manos. Nosotros
no hemos nacido para las sombras, nos puede la luz,
el color y las palabras que la ciudad susurra, cuando
pisamos esas losas vestidas de siglos un quejido de entrañas
sube por nuestros cuerpos como metal amante, savia virgen
que fluye de una extremidad a otra, hasta un pensamiento
común y una mañana donde habitar esta lujuria de océano,
ese faro inviolable cuyo haz no muere, las calles estrechas
y lánguidas, húmedas como un beso, despiadadas como gatos
furtivos que se alejan con el sigilo de las brujas en el silencio
perenne de la noche. Así es la ciudad que ya no existe, tatuaje
inmemorial de un sueño que una vez vivimos, árboles nosotros
sin avenidas ni parques en que morar, raíces que hoy no encuentran
tierra donde saciar una sed fósil que aniquila con su olvido impasible
el corazón de los recuerdos.

miércoles, 28 de junio de 2017

Padre, deja que siga mi camino

La descendencia vive sin raíz. En un mapa escrito
en la pared se descubre la singladura virgen que vendrá.
El dios en la ventana, la música que repiquetea en los dientes
igual que un gong sin nombre. Ríos infinitos, levaduras
que son caída por la ladera sur de un estigma, los ciclos
nunca revelados en los espejos, la cicatriz que cada quién
oculta entre sus palmas. Y el ventrículo izquierdo donde
nace la razón, y la válvula que abre en canal las esclusas
de la vida para ser manantial, torrente o simple fluir
de lo imprevisto. Yo nadaré si tú quieres hasta la isla
que construiste para mí, pero después mis alas crecerán
hacia la luz, hasta que ya no sea memoria, solo tiempo
que se entrega a un destino al que no podrás acceder
desde tu torpe atalaya.




lunes, 26 de junio de 2017

Despertar contigo

Es solo una imagen lo que espero, una imagen tuya
que se superponga a esa otra imagen de ti que llevo dentro.
Me desnudo en lo cotidiano: la llegada de Milagros,
ese cuadro de luz que besa la geometría de los azulejos,
el silencio como un tapiz blanco, el olor del café que invade
mis sábanas. Pero siempre tú con la imagen de ayer
o la que el sueño me trajo desde los lugares que fuimos
(playas, cascos históricos, la lluvia lenta sobre tu piel
cuando las calles ensombrecen)como nubes en los techos
que son paisajes vivos. Este es mi día a día, sin calendario,
sin frío ni calor, eterno en su luz, pálido si tú no estás,
dulce cuando llegas a mí como una imagen alada.

viernes, 23 de junio de 2017

Misiva al padre

¿Qué pensarías ahora de mí? No lo sé, quizá si tratara de ponerme en tu lugar, como padre que soy, comprendiera los motivos, las ilusiones, las esperanzas que un día pudiste concebir. La vida no se deja modelar, los hijos son como plantas que crecen hacia la luz cada uno a su manera, les trazamos un camino que a menudo recorren al revés, queremos que sean lo que no hemos sido o tal vez mejores de lo que somos ignorando que no hay valor ni referencia ni meta prevista para un alma libre. Seguramente te hubiera decepcionado saber en qué me he convertido, soy profesor en un Instituto de secundaria, no quise ser jurista como tú, recuerdo mis dieciséis años cuando me regalaste las obras completas de Albert Camús, entre las que descubrí la novela “El extranjero” cuya lectura me decidió a no seguir tu camino de juez(qué ironía, no, que fueras precisamente tú quien me abriera esa puerta de salida), y el hastío, la desorientación, la extrañeza que entonces sentí ante la existencia, tan joven, tan frágil, tan perdido ya. Y sin embargo la luz aparece en las cuevas más profundas, la amistad, el espacio inmenso de un más allá por descubrir, un germen de responsabilidad, la cercanía del sexo abierto a un futuro sin compromiso, orientaron mi norte hacia los espejos convergentes de la magia. Porque magia es amanecer después de la caída, y seguir en la circunstancia de un mundo desconocido hasta los paraísos temporales del ardor y la razón, mezclados como niños débiles que se abrazan sin tregua ni premura. Gracias, padre, por entregarme a las sombras, mi brújula creció más allá de la vida estéril que me diste. No soy nada, no soy nadie, sobrevivo entre recuerdos, en la mudez hospitalaria de lo que fui pero a veces miro a ese otro yo que enciende la descendencia como un faro antiguo. Y me ilusiono igual que ayer aunque ya no sea mi cuerpo el que transita la noche sino el de tu ignorado nieto, mi hijo.

miércoles, 21 de junio de 2017

Claudio recuerda su vida



“Aequam memento rebus in arduis servare mente”
Horacio

¿Quién es el que me aún ve así? sordo, tartajo, débil como un gorrión
enfebrecido. ¡No, la sibila que anuncia la increíble magnitud
de mi destino!. Ser pato triste entre garzas, calandria muda,
oropel que anuncia una deidad mutilada. Todo eso ya no existe,
mi niñez de bromas y desprecio, mi juventud entre pergaminos
cuando hallaba en la República una justificación a la insensatez,
la lengua y su veneno que acecharon otros soles pues mi virtud
fue la llama breve de un error. La locura en la isla de aquel emperador lascivo,
la otra locura del impredecible dios que no era dios sino cáscara de mortalidad.
Y la noria o el azar que subyugaba la voluntad de compartir con los hombres
lúcidos la imagen aristocrática de un Roma restaurada. “Soy César,
soy la noche en mis adentros”, le hablo a la sombra de ese Agripa
que al fin traicionará mi amistad , “sé fuerte, sé digno, salva al Imperio”
me susurra al oído el omnipotente Augusto desde las orillas del Hades.  
Años y años tratando de salvaguardar la memoria de la civilización,
quise la justicia, me volqué hacia los instintos más puros del pueblo,
amé a una mujer disoluta, lasciva, entregada al placer más estéril
del goce desmedido. Y fui conquistador, como mi padre, como
ese ágil hermano que en las pantanosas tierras de Germania escribió
su leyenda en la profundidad de los bosques, en la barbarie conquistada
por la luz. Mi razón fue Bretaña, la isla de la que Julio César renegó,
los agrestes acantilados que asustaron a Calígula, aquellos hombres
azules que amamantaban duros inviernos. Llega al final esta vida, tú
que nunca fuiste mujer amable manejas desde hace tiempo mi voluntad.
Sospecho que una extraña tormenta de fuego y música asolará al fin
este imperio despiadado. He cumplido, sin quererlo me han adorado
como a un dios, un Vulcano débil, cojo y mortal . Hoy sé que entre
los dioses no sobrevivirá el orgullo, pues somos mármol que la historia
ajará con sus dedos firmes de cariátide cruel.






domingo, 18 de junio de 2017

Padre pájaro

Padre pájaro que vuelas lejos y no te paras en mí.
Si algún día cuando ese otro pájaro de la muerte
vaya a visitarte un recuerdo de mí te llegue, no
me busques pues ya no estaré en tu morada, yo
también me habré hecho pájaro, pájaro de olvido.

Volar

Me gustaría que aprendiéramos juntos a volar.
Pero no ese vuelo que todos admiran del pájaro
ni el artificio metálico de un avión que cruza
el horizonte con sus alas de titanio. No, yo hablo
de esas líneas de aire que se crean con las palabras
que no dijimos, el lugar en el que el pensamiento
es una selva de árboles entrelazados y la vida
se escribe con emociones leídas bajo los focos
de las madrugadas sin sueño, ventanales donde
la luz nos habita como un duende mágico. Y es
que aunque tú no lo sepas los grandes tornados
giran en silencio después de asolar las vides, lo mismo
este corazón que tantas veces volvió al mar de la infancia,
a esas trenzas que columpiaban tu alegría de ser,
al aire que absorbí como una serpiente roja que juega
con su destino fatal, a las risas que una vez compartí
con los otros, sintiéndome yo también otro para
que tú me pudieras mirar. ¡Qué fría se vuelve la noche
cuando los recuerdos no cesan de venir! Escribo
renglones en un vidrio que siempre leerás al revés,
quizá así entiendas la inteligencia de no buscarte, mi
muda sinopsis de huida que ya no te alcanza ni quiere.

sábado, 17 de junio de 2017

Conversaciones

Así aprendí
con los pasos entre calles angostas,
bajo la humedad perpetua de un invierno sólido
como una bendición heredada.

Íbamos en grupo
unidos por el ansia de hablar de cosas irreales
-letras escritas en páginas
o comentarios oídos en ambiguas clases repetidas-
hacia el refugio de los soportales
como rebaños indóciles o náufragos
de los días con sus horas sin voz.

Y de repente comenzaba la canción de los vasos,
en bares de melancolía,
en cuevas donde la absenta brillaba
igual que una diosa en la piel del licor amargo,
lo mismo que un arma
donde la lengua escribiese leyendas irrepetibles
de un solo segundo pasajero.

Y después la arbitraria sed de penumbras envueltas
en alcohol y humo,
sin conocer la astucia de quien habla hacia la noche
para invocar su ayer.

En la lineal arquitectura de los mármoles
las palabras se vuelven mito, misterio,
hojarasca que aún no ha caído.

Me atrevo a dibujarte
cuando en el furor de la música sobrevive tu frenesí.

Todo lo dicho planea como un absurdo abecedario
que olvidaré enseguida.

Porque soy otro y ya no existo en el poso
de este vaso insomne.



miércoles, 14 de junio de 2017

Nuestros recuerdos

Lo que hemos compartido es manantial de vida
y sin embargo hay un agua
que no cesa de morir.

Somos cómplices,
nos duele la ausencia de la felicidad,
no nos acostumbramos al miedo de extinguirnos cada día
en los espejos que son una verdad sin luz,
en las fotografías para las que un rostro significa
el desdén de un presente que ya es ayer.

Hablaremos de los jardines prohibidos,
de ciudades donde creció la flor del éxtasis,
quizá de la ternura de un hijo
o del fulgor que concibió para nosotros
mil y una noches sin alba.

Todo son recuerdos que no nos necesitan,
su razón vive en la nostalgia
de dos círculos perennes.
Dos círculos que se entrecruzan
aún después de habitar el olvido.
Dos cuerpos que ya no se reconocen
más que en la memoria
frágil de la senectud.

domingo, 11 de junio de 2017

Carta de Lord Henry a Dorian Gray



Nunca pensé en la perfección o la inmortalidad.

Un cuadro es solo un dibujo
que la inconsciencia del pintor dimensiona.

Si fuiste tú este dios de perfiles de asombro,
si la vanagloria del pincel encuentra un mito en la noche
y rescata de los misterios
la insoluble candidez de lo eterno
no me culpes.

Tú que entre las frases has adquirido
la forma del mármol,
tú que ambicionas una máscara
que no elija entre el hoy y el mañana
podrás inventar una luz que nunca llore,
que sea la linterna que resucita el mundo,
con su fulgor sin sombra
y sus cánticos alados.

Todo jardín necesita la plegaría de la vida
y qué es la vida sin un don,
el placer que se arrodilla ante un labio,
la proximidad de los cuerpos
que buscan su centro incólume,
quizá la insolencia de la humana desdicha
o la debilidad que asoma
en los corazones entregados.

Ninguna de esas mujeres
comprendió la felicidad de una llama eterna,
solo fueron candor o deseo,
el insomnio tras la aventura de poseer
una piel que va a morir
después de haber probado tu ceniza.

En la memoria de este cuchillo
quedará la locura de una belleza sin molde,
la sospecha de que existe una doblez
que te mira desde el suelo,
roto el lienzo donde la muerte confunde
el frenesí de un pacto que al fin arrastra
en su alud tu miseria.

jueves, 8 de junio de 2017

Cierto mar

Está tan próximo y a la vez tan lejano,
es el mar de mi infancia, la arena cálida,
la olas cansadas, días de aventura y soledad,
faros que convergen en un horizonte difuso.
Me desperté con su armonía, atardecí con su espuma
silenciosa, anochecí con el crepúsculo que dibujaba
en las colinas su color de púrpura y azul. Yo soy
todo bahía cuando paseo entre sus rocas y no pienso
en la voz de las sirenas que agachan su canto
bajo las rompientes, tímidas como un silbido
que nadie oye en la barbacana. Sí, hay un aroma
de fosforescencias, un rumor antiguo de barcos
que se alejan con el filo amargo de sus espadas
resplandecientes al sol. Aquí aún se escucha el eco
del berberisco que venció a sus demonios. Nada
importa si no te veo junto a mi corazón en calma.
El mar es un espejo de algas transparentes donde
viven los sueños clandestinos, con mi rostro
y mi ceniza de arcángel, con mi voz que brota
de la bruma prisionera de este oleaje amigo.

domingo, 4 de junio de 2017

El Minotauro asume su destino



Ni yo sé donde vivo. Hace tiempo perdí la oportunidad
de ser hombre, de vivir entre normas justas, arropado
por una familia, unos dioses, un sentir que me alumbrara.
Nunca vi a mi madre, de mi padre recuerdo la alta testuz
cuando le incitaban a la muerte, su heroica rebeldía
que yo heredé. Me he perdido en esta cueva sin alma,
he suplicado por un cielo que encendiera las estrellas
de mi ojos, quise que el hambre no me entregara una
y otra vez la piel y los huesos de víctimas jóvenes
sobre las que escribir un destino impostor. Vendrá
pronto la justicia que ató mi virginidad con hilos
de desventura, no lucharé ante la razón de la hostil
venganza, que lleve la gloria del héroe mi firma roja,
ese grito unánime que se multiplica hasta la efervescencia
de saber que el monstruo ha caído, que al fin el mundo
puede arrancar de mi pecho la savia negra de la ira.

viernes, 2 de junio de 2017

Lujuria y noche

Aún después de abrazarme a esta copa,
con el silencio de la última palabra
cuando los labios prorrumpen en sinfonías de incoherencia
llega la exactitud de la hora blanca,
el músculo del deseo
que germina en los ojos metálicos del neón.

Así, orillando nostalgias,
bajo el desliz de la lluvia,
derrotando hospitalarios hogares de noches insólitas,
al cónclave del alcohol y las náuseas
-también de la caricia, del metal
junto a la voz que subyuga, el cenit de una mirada
que encuentra un visaje de amor-
con mi historia y mi ansia llenos de ausencias
se precipita el ritmo de unos botines rojos
en la música sin pausa
de la nocturnidad fiera.

¿Es así la magia de dos sexos que naufragan
en un río común de narcisos y nieve,
incertidumbre que resolverá la luna
al posarse sobre su piel entregada?

Solo sé de esa luz
que jamás termina de nacer y morir
o morir y nacer
en su cuerpo febril,
en su flor de lujuria.