domingo, 31 de mayo de 2020

El inquilino

Tuvieron edad e historias, confesiones, éxtasis de amor,
gritos, música, serenidad, sueños, paladar, convivencia
en los omoplatos. Vivir, aquí, donde se tejió el mundo
subterráneo de las voces no escuchadas, sentir
el silencio de la ausencia, los insectos vivaces
en su hogar recóndito, esconder en el tragaluz
la sonrisa del deseo, sombras cuya desnudez
elige a los cocodrilos del acuario. Aún resisten
los murmullos que violan la sed de las telarañas,
todavía el cigarro del ángel enrojece su ascua
bajo la piedad de la luna. Este sitio no es
tu madriguera, círculos de sudor y entretiempo
maquillados por una pátina azul -las polillas
inventan un edén, los tesoros que el niño escondió
no admiten mortaja-. Alcobas que ansían un desliz,
alféizares, paredes roídas por la luz, hemisferios de cristal,
hoy lacrados con un sello de aluminio y de fútil blancor.

sábado, 30 de mayo de 2020

La serie U2



U22 y U23 aún conservan
el rostro humano.

"La ventaja es la atemporalidad,
una pieza se cambia por otra,
los circuitos cada vez son mejores,
el chip que ordena vuestros actos
gobernará en un futuro,
también el alma."

-dijo en el video
la voz en off.

U22 se preguntó
en alto
el por qué
de un rostro humano.

Es por los recuerdos”, le susurró
su esposa, U23.

Y ambos, callaron.

Por si acaso.

*en la serie U3 ya no habrá materia orgánica.


viernes, 29 de mayo de 2020

Salida de un mural

Algo hay en ti de mural asirio o griego,
Semíramis quizá o Electra o Pandora
en su presagio. El pijama rayado convertía
tu cuerpo en extraña columna, columna
que agita caderas rojas. Comprobé mi
inocencia de surco escondido, vi tu atmósfera
de viernes en los azulejos, cines sin escuela
en las noches blancas. Palidez del entretiempo,
hojas caídas sin otoño, fuentes deshilachadas,
tráfico de ojos impares en la vena sucia. A ti
llegan ondas de mar, y como fanal de sirena
te adaptas al aire húmedo, a la voz de un faro
en noviembre. Sube al columpio donde la astucia
y el carmín son llaves de azur, busca el amparo
del doblón y a la vez una sombra esbelta- o encorvada-
que te de refugio. Vuelve al mural que elegiste
cuando creías que el destino era tuyo. Corta
una cabeza, piensa en tu padre, destapa
el inmenso arcón de las calamidades, y disfruta.


martes, 26 de mayo de 2020

El tren nocturno deja atrás los cielos de mayo



El libro es un ardid, un cenotafio, un lobo perdido.

Se alzan las alas para recogerte,
el aire amarillo repica en los cristales,
el tren, fiel oruga de mayo,
transita los dormitorios de tu paz
y los míos
de sangre.

El vagón ha dicho adiós,
tantos adioses sin luz,
la orfandad de la noche es un lamento de espigas,
campos lascivos, carreteras
como un circuito
inhumano.

Quisiera hablar, decir “las horas son tristes en abril”,
quisiera un hermoso reloj nacido en el Cáucaso
del que no supiera su orgullo,
quisiera una trenza en el bosque,
verde
o roja,
suspendida,
volátil.

Qué madrugada en los silbidos,
las estaciones son cristales blancos
de un neón sin letras,
cápsulas de adobe y farol,
ladrillos bajo la lluvia,
el espantapájaros pita
y es un señuelo su reclamo.

Pensad en mí
hojas del almendro,
el río también corre,
el agua más lenta dice un réquiem en la penumbra,
pájaros nocturnos dejan humo de liendres
en un cielo de azabache.

Y me dejo ir, música invisible de la consumación,
un olor a pantano, a ropa vieja y húmeda
lanza al amanecer sus lianas de alabastro.

Estoy solo en el recinto de hierros y costumbre,
la luz parpadea,
el ritmo de los engranajes es azul,
vamos rápido
hacia el fulgor de la mañana.

Las ratas

El mejor momento es la caída de la tarde.

Como vigías nos parapetamos detrás de una piedra,
“las ratas tienen costumbres, como los humanos,
lo leí en algún sitio”.

Eran las seis cuando vimos asomar entre las rocas
el primer cuerpo peludo, olfateando el aire,
la naricilla y los bigotes tensos.
¡Mírala! Al fin, se mostró, la primera,
y detrás la segunda.

¡Dos señoras ratas! - dijiste alborozado-.

En los días sucesivos volvieron a salir
-raudas, ágiles, atentas-
aproximadamente a la misma hora y en el mismo lugar.
Tú sonreías y les apuntabas con una carabina imaginaria.
“¿No crees que podríamos ponerles una trampa?”
-me atreví a sugerir-. "¡Oh, sí!,¿qué tal si untamos
con un poco de manteca las rocas más próximas?”
“¡Genial!”

En el atardecer del treinta de octubre de 1981
llegamos con nuestras escopetas
y unos restos de unto que extendimos, cuidadosamente,
alrededor del agujero por donde emergían las ratas.
“Bueno, vamos a escondernos”.

Ocultos permanecimos durante más de dos horas,
pero las ratas no acudieron.

“La vida es un puto misterio”- afirmaste-.
“No hay ningún misterio,
es tan solo el instinto de supervivencia”
-comenté yo-.

La caja de balines seguía intacta.

sábado, 23 de mayo de 2020

Familia

Aquí hay calidez y un círculo impar,
son familia estas pieles de unigénito símbolo,
la luz se superpone
como un coro amortiguado,
los pensamientos juegan
con episodios compartidos,
la telaraña de la vida
dibuja los mismos rostros
en un telar de aire.

Nos escuchamos al dormir
porque cualquier frase caída
engendra un eco de sombras.

La mirada recala en los espejos contraídos
-nunca muestran otra razón que la máscara,
nadie olvida la empatía de los apellidos lunares-
mil secretos rebullen en los soliloquios,
el carmín de las niñas se humedece
al contar con acento de urdimbre
los misterios sin voz
de la hermana.

En un día de fiesta
las inútiles verdades
murmuran en los bolsillos su oración de sábado,
sabemos que el salón familiar nos posee
con abalorios de plata,
mesas de caoba,
la retahíla innúmera
de las cosas múltiples.

Hay un juego de palabras sin vocales,
hay ojos que observan el cristal esmerilado,
se sienten los perros de la costumbre,
ladridos mudos, pájaros proscritos.

Somos entes que besan los minutos
y no besan los cuerpos,
somos
la estatura de un árbol al que le pesan los ríos de la lluvia,
una raíz agrietada bajo el foso de un hogar
donde nadan esqueletos.

Juntos cantamos en la medianoche
la canción de las mujeres sin patria;
hay dolor y agujas en las lágrimas,
al abrirse los relojes el grito de la carne nos une,
ese grito que solo conocen
los buitres
del ensueño.

jueves, 21 de mayo de 2020

La quietud

Eres más que los olmos perdidos,
te cuida un halo de supervivencia,
hojas que abrigan tu desliz de vida
entre la simple permanencia de los horarios.

Lo comprendí en un gesto y en una palabra de pudor,
la razón sabe que hay laberintos por descubrir,
huellas enfebrecidas que permanecen
en la oscuridad del alma.

Salir a la pura inmediatez del día
-las copas de los árboles
son como pecas en el azul cósmico,
su verde de hojas pálidas al contraluz,
nubes sin palpar,
tapiz tan claro,
tan sol,
tan ojo zarco de la mañana-.

Me vi en el recuerdo:
voces de alcohol al morir la noche,
el susurro de tu boca como un suspiro de marionetas,
frases que el olvido entremezcla
con las misivas del suburbio
entre un mar negro y las risas del entreacto,
filigranas de humo en las gárgolas,
las calles sin ojos que abrir,
los sótanos exánimes tras la faz del deseo.

Y llega hasta mí la quietud con su incoherente súplica:
¿podrán
el resplandor,
la fragua, un océano virgen,
los ríos no descubiertos,
el frenesí de las abejas,
los hongos, el color de tus pupilas
dibujar
para mí
un refugio;
un ayer que sea para siempre
hoy,
un futuro donde no existan
las cartas
en blanco
del silencio?







martes, 19 de mayo de 2020

El bautismo del ángel caído

Estos andrajos ya no me soportan
con qué fuerza llueve ratas amigas
acurrucaos aquí entre las hojas
no me cubre la amistad el pudor
yace en el último reloj que vendí
desparramado este fósforo muerto
regado ocre su cera comprimida
el cigarrillo lágrima de muescas
astillas que el sudor del canalón vuelve
naves mutiladas si miro a la cuenca
del farol briznas acuosas se catapultan
forman un reguero de saliva el mástil
en que se apoya mi nuca recibe ese
hilo virginal de agua proscrita el sonido
de las alcantarillas tragándose el rostro
de la lluvia el soportal donde mi cuerpo
apenas cabe este olor pegajoso de levadura
esta piel que es un lloro ajeno los párpados
cuajados del mármol líquido pringoso
la mortaja del abrigo los zapatos el pantalón
confundido con los cartones del súper
con el vino aguado podredumbre que se vierte
en mis dedos orines que ya son rojos
el calcetín una esponja barata cruzan los coches
océanos brillantes el neón forma espejos
en el corazón de los charcos la música del agua
me llega me adormece tiemblan mis manos
se moja mi sed hasta las ratas huyen creo en ti
mi dios porque me bendices en esta noche moribunda
me mandas a los ángeles de la luz con una espada
líquida que se posa en mis hombros para siempre bendecidos

El mensaje



Soy el último pasajero del Nostromo.
Quedan ciento cincuenta y un días para volver a casa.
Antes de cerrar la grabación acaricio a Yonesy.
El alien duerme.

lunes, 18 de mayo de 2020

El miedo

Vosotros también lo conocéis,
cuando asoma aturde los sentidos,
sientes un ahogo impertinente,
la respiración se acelera, el estómago
rumia un dolor amortiguado y desdeñoso.
No se puede razonar con su tesón, se impone
por la terquedad salvaje del convencimiento,
su raíz es tan profunda que tira del tronco
que tú eres para hundirte asido a un estertor
de náufrago. Con los años aprendiste
a no hacerle caso, soportas su maldad,
te perturba, te amarga los días, y tú le riñes
como a un niño travieso que se obstina
en molestarte. A menudo lamentas
que no crezca, y al fin se vaya de casa.

sábado, 16 de mayo de 2020

Entre el día y la noche

Aún con la voz muda te pregunté por la luz.
Regresaba del país de las hojas de plátano,
de la sílice y la cal, de las playas
al pie de acantilados negros.

Así es el faro cuando vive en la claridad,
subyuga a la sombra,
penetra con densidad de ópalo
en la penumbra de los trajes,
devuelve a los ojos un resplandor de almanaque febril,
espejo de sí mismos.

Y qué si el rayo luminoso se divierte y corona los cuerpos,
tu cuerpo, liviandad, arrabal de nube en la mañana.

Tú me dijiste que nunca fuiste pájaro,
abril llegaba como un subterfugio,
lianas en los balcones,
pámpanos abiertos al color,
horas griegas en la luz.

Y te fuiste, el halo era verde,
el tráfico perfectamente amarillo
y un reloj, aguja de hierro,
vomitaba minutos con un cansancio de caracol,
con la fe retráctil de las hormigas.

Y llegó la noche, llegó el neón y su barbarie,
llegó el desfile brutal de los iconos;
y vino el jazz y ese vaso de papel que olía a colonia,
el trasiego hiriente del humo, el frío en la palabra
con sus mensajes de náufrago.

Autobuses sin regreso de un rojo desvaído,
lágrimas de desamor en quien ansía un ramo virgen
en sus dedos de plata, mendigos del aire
con pajaritas de amianto,
el infantil viaje de ti a ti
que embadurna los anuncios de las marquesinas.

Ven y súbete a mi estatua
sin temor,
te poseerá la rosa azul de la ceniza.

De la ceniza surge el fénix de la aurora
y un leve gesto
que anticipa tu crisol,
el oasis en que jamás creí,
la cascada y el manantial,
esta sangre que circula como un geiser dormido.

jueves, 14 de mayo de 2020

Su cuello

Alfanje herido su latir, un tallo
que viola el espacio y lo vuelve flor,
suspendida la almendra, el fuste liso
como mármol de piel, blandura grácil
que cae en los omoplatos y es lluvia
de vida. Mi labio hiende su perfil con el agua
del propósito, salina la yesca en el belfo,
rumor de hojas el junco que orea un alisio gris.
Toda la gracia de su altivez en el mercurio,
sostiene como pilastra el verbo que madura,
los ojos se angostan si el deseo acude a besar
su longitud de glicina, su savia azul en mi odre.

martes, 12 de mayo de 2020

La Beltane

Acudid al mestizaje de los fachucos. La noche
se quita el velo de la escarcha, danzan los trasgos
y los hongos febriles, los campos se visten de luna,
el mes de los lirios iza sus crestas ígneas
como lenguas de pasión hacia el cielo por nacer.
Se abre el vientre de las semillas, la vulva recoge
la fe del sol, animales sin pezuñas levitan sobre
un mar de espigas, la yerba es un alto epitafio
luminoso, robusto, fértil. ¡Venid, mujeres, y saltad
en las orillas de los leños ardientes, ante el fulgor
de la pureza que se eleva en ascuas, revoltosas
como pupilas de luz que se derraman y renacen!
Mañana el oro será trigo, la piel bendecida por
el agua virginal nos poblará, entonces un cúmulo
de llamas exhaustas sonreirá para nosotros;
otra vez el ciclo de la vida brotará y seremos
pájaros en retorno hacia su árbol florecido.

*Fachucos, en gallego antorchas
*trasgos, duendes juguetones de los bosques
*La Beltane es una fiesta pagana de origen celta. Se celebra en la madrugada del 1 de mayo y es un canto al verano y a la fertilidad de la tierra. La celebración es un rito de purificación a través del fuego, con él se da la bienvenida a un nuevo ciclo de vida. En nuestro país aún se celebra en Galicia y el norte de España.

lunes, 11 de mayo de 2020

Nunca podré abandonar la ciudad oceánica

Briosas nubes y céfiros de sal.

El aire maldice su virginidad,
ruge el mar una pregunta de ojos verdes,
un candil proscrito ilumina caracolas en la yerba de la plaza.

Mi ciudad viste meandros de madre opulenta,
venas de un azul de burbujas,
esquinas sin horóscopos
que son azar de navíos
al partir insomnes
sin rumbo
ni patria.

Solo conocí su estatura de hada,
la línea del coral sobre las rocas de un ocre fúlgido,
caminar por la estrechez del espigón,
lejos de la luz, en la sombra invertida de la noche.

Me acostumbré a su lengua, tan larga como un hilo sin memoria,
guedejas de algas contra el dique,
la escollera sabe que la letanía de un acuario
solo conduce a la locura.

Escúchame, allá donde estés,
pertenecemos a la estirpe del delfín y los albatros,
al fulgor de la infancia y sus playas indómitas,
al arenal donde los sueños palpitan en su plenitud.

Es un río de nieve el que acompaña tu razón,
permite que fluya el crepitar de las olas,
el resol del ocaso en las crestas marinas
haz que todos los relámpagos atruenen,
para que no escuche al olvido.

domingo, 10 de mayo de 2020

Los sueños que perdiste

Un día, mientras duermes, regresarán a ti
los sueños que perdiste. En una habitación
a oscuras oirás de nuevo su canción que se alza
al infinito. Sentirás cómo se quema en la luz
el quejido de los héroes. Al abrir los ojos
tus sueños volverán a su escondite.

viernes, 8 de mayo de 2020

De cuando nos conocimos

Guardas en tu luna un collar de pantera.
Junco en un portal, ambigú sin horarios,
insomnio pintado en los ojos de la aurora.
¿Hay murciélagos allí donde un corazón
se vuelve niño? En lasitud la dormida fiebre
del joven (flota como un pájaro su ironía).
Ha extendido sus alas la vieja ardilla de la noche,
te busca con su rubor y su desliz. Ya solo ves
un labio carmesí en el silencio y un perfil que ondea,
baluarte del cristal, entre el licor de los sonámbulos.
Mi piel recibe el azúcar de tu boca, la palabra
entonces se desnuda con una voz anónima y suburbial.
Todos los lugares expresan la victoria del alud,
el claror del alba nos persigue como un sultán ciego.
Al dejarme finges que no volverás a verme.

jueves, 7 de mayo de 2020

El pájaro nocturno no encuentra pareja

Se mezcla el color en tus pantys, la insolencia de un verbo
azota el látigo que nos une, qué maquillaje de pájaros
en tu cerviz, qué lunar móvil en qué oasis de ti.
Un Camel se agita y busca el lagrimal con su humo
de napalm. Es mi blasón, mi yelmo, mi adarga
este cilindro que consume la noche. Está caliente
el óvalo redondo, crisol de absenta, brillo de náyades
en la copa esmerilada. Juega el jazz con la musculatura
del saxo, el piano carcajea, la melodía es un abril de luz.
¿Cómo te llamas? Ya no eres tú quien responde.

miércoles, 6 de mayo de 2020

La desgracia

No se anuncia, se embosca y espera. Solo
habla cuando el cepo ha caído sobre la risa.
Te desnuda y vierte su tez en ondas fértiles,
suicidas, enjambre sin salida del atardecer.
Es un accidente, una palabra que sella una historia,
la muerte que hereda un corazón que palpita.
No la ves venir, o sí, a veces todo se vuelve
crepúsculo en un desierto que arde, manantial
capado, el sin vivir que fertilizó la miseria.
Su nombre se dice en las esquinas, en los corros,
golpea el pensamiento, atrae a la locura, se sufre
como un rayo inaudito. Vendrá la desgracia,
tú lo sabes, igual que los lobos merodean
un cuerpo exhausto antes de desgarrar la piel
vencida. Construye un fuerte con el amor y la testuz.
Que no te sorprenda el yugo del azar, levántate
como un dios pequeño que protege su casa
contra el desafío. Y nunca, nunca, llores.


En el Pub

Traigo un haz de lluvia en las manos,
la pared es un vientre que reverbera,
el pino, sin labrar, luce muescas en su rostro.
El orgullo de la música se repite, incansable.
¿Podrás volar desde el dintel hasta la policromía
de las arañas de cristal cuyo vigor
es un faro en la noche? Nunca poblé
tu mesa, eras cisne de frente alta,
entre los dedos un ducados sin filtro,
intrépida amazona. ¡Qué liturgia
de susurros, qué aljibe de licor,
en qué vaso el espejo que no miras!
Una lengua de sed ciñe mis labios,
el ron es un amigo que no habla,
caballos al galope, en la clepsidra
gotea la luz de tu nombre. Yo pondré
la canción que tú esperas.

domingo, 3 de mayo de 2020

No hay pasado ni presente ni futuro, solo hay lo que tú imagines

Puede ser salir o entrar,
una pantalla de abalorios donde vive el tiempo
que no es tacto ni olor.

La linterna evoca pulsos abatidos,
huesos primigenios y trampolines hacia la luz.

Si sello los párpados
trastabillan las imágenes,
de pronto el mecano se rompió entre mis dedos añosos,
el bastón es un bate de béisbol
que golpea una pelota traslúcida,
el vigor de la piel solo posee un alma
que es la voz del recuerdo.

En mi soledad no permito el rumor de la duda,
escucho palabras que leí en un poema
mientras el barniz de la claustrofobia cubre las paredes
con ojos de candil o de limbo
en el insomnio perpetuo del vacío.

¿Y si niego el poder de los años,
su invencible poso de desventura?

Altas las estrellas de mi hospicio,
una imagen dúctil, virtual, manipulada
conforma la serenidad con pétalos de tarde.

¿Qué decir del presente si no existe?

Horizontes como laberintos
en una isla mínima, el pudor de un reloj
que no me cuenta el futuro
desde su pretil gastado.

Estoy en compañía,
el carnaval circula por los alrededores de mi sombra,
tejedor de este ovillo
que se hace
y se deshace
a capricho.

Solo cuando la realidad
me encuentre
llegará el final de mis sueños.

viernes, 1 de mayo de 2020

Entre climas

Resucitar, cuándo, si la llave de la isla no es un unicornio,
el temblor de las Hespérides divide su perfil,
la noche lago sin aguas de faz y lloro,
esta locura del decaimiento,
un lunar en la hora de los mandriles cae de los labios,
leve hilo de saliva que no se ve,
tan permanente como la rosa de Rilke,
pedregal y aliento del humus volcánico,
negro carbunclo, brillo en las hogueras del valle,
diamante fósil en la retina de la iguana,
un verdor en las colinas igual que seno de pájaros
y luz de bosques, tan solo las arenas y su microscópica cintura
bajo mis pies de tallo fibroso y el ángel del volcán
entre el arrullo de las olas
y el drago curtido por el aire desértico.

Pero ya no está en mí el bulbo tropical que selló mi tiempo,
ahora los aviones matan la luz
y a mis ojos vuelve la humedad de la lluvia,
los ríos henchidos, los árboles arracimados en laderas infinitas.
Es mi tierra de peces y altares, leiras minúsculas y toxos amarillentos,
es la península como un yunque que golpea un mar despiadado,
mar de la muerte entre brincos y borrascas eternamente febriles.

El que retorna sueña en su piel los recuerdos de infancia,
allí su perro dálmata, su balón, los sioux,
el tren circular, un cinexin..., y no es él,
porque él ha vivido como si fuera de otro
el romance de los inviernos,
ha llorado por las mujeres que perdió,
ha visto como se alzan las golondrinas
para no volver nunca al patio donde anidaron.

Yo sé que hay ciudades paralelas,
sentimientos únicos que perviven como un faro
en la oscuridad del alma,
sé que las horas guardan en sus intersticios ungüentos de vida;
es suficiente con frotarse como un gato contra las agujas de un reloj
que jamás se para. En el cristal de su redondez
verás tu camino bajo la luz de la historia.

*Drago: árbol milenario
*Leira pequeño terreno de labradío
*Toxo: brezo