Casi el rebumbio de las noches,
la simpatia de un neón, el ojo que mira
lo que no ve
y asiente.
Cada cuerpo elige su sombra
y no es un combate la lluvia hospitalaria
sino un regreso a la memoria del reloj,
a su exactitud de nido.
Descubro el perdón en la armonia de los bares,
cabalgo sobre tejados diminutos
como un pájaro que besara
la última ceniza de un adiós.
Soy joven,
soy la duda de esta singularidad
poblada de música,
de alcohol
y de frio.
Soy el que preguntó por las horas grises
antes de que un ejército de nubes
ensombreciera la virtud.
Soy el arco de un sinsabor en la victoria de un jueves,
la luz en el periscopio de un autobús que flota.
¿Está aqui o no el perfil del arbitrio?
Entre las verdades una sola resplandece
como un tambor insomne
en los ojos de la penumbra,
"tú ya no existes".
Que vuelva el son o el desdoro,
el canto de la mentira que pone huevos de alambre
en el ácido de un espejo
que ya no te llama
ni te roba
la cruz de plata del olvido.
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