Hay un orden que no quiero, en mi displicencia,
en la costumbre de no ser yo cuando me dibujo
en los espejos de la edad. Aquel niño murmuraba
algo: la impaciencia del futuro, su cuerpo como
la alegría de los pájaros imberbes, los estallidos sobre
los alambres de la vida tan febriles en su risa. A otro
verás al huir la luz en la caída de los trenes sin ayer
cuando los vagones son el misterio de un soliloquio
o la verdadera quietud de los que no saben morir.
Si en los ojos de lo que fui un párpado venciera
al fatuo gesto de la nada mil caracoles me arrullarían
unánimes. No existe otra huella que el amor del prójimo,
cálida, entretejida en mi yo como una identidad perpetua
donde viven las luces irreales del silencio.
martes, 29 de noviembre de 2016
domingo, 27 de noviembre de 2016
Detrás de lo efímero
Hilos de una sola luz. Los márgenes que dudan,
la sensatez del miedo, el orgullo debajo de las sábanas,
la cicatriz incolora de las heridas. Aquí esta mi cuerpo
que es un mapa o un río que se muestra. La primera llaga
y el primer grito en la noche, los juegos eternos-en el presente
o en el ayer-como sangre que fluye en un reloj olvidado.
Mi oración que subyuga los horarios, las serpentinas
en el aire sin raíz ni alas.¿Qué es uno cuando escribe
sobre su piel los latidos ante un rostro inmóvil, qué es uno
cuando abraza la lluvia o escucha un sol que se divierte
haciendo cosquillas a la senectud? Como la invisible huella
de un recién nacido en los espejos busco lo que no permanece,
el himno de la sinrazón en la frágil arquitectura de las nubes,
los pasos que ya no existen en el borroso horizonte del mar.
la sensatez del miedo, el orgullo debajo de las sábanas,
la cicatriz incolora de las heridas. Aquí esta mi cuerpo
que es un mapa o un río que se muestra. La primera llaga
y el primer grito en la noche, los juegos eternos-en el presente
o en el ayer-como sangre que fluye en un reloj olvidado.
Mi oración que subyuga los horarios, las serpentinas
en el aire sin raíz ni alas.¿Qué es uno cuando escribe
sobre su piel los latidos ante un rostro inmóvil, qué es uno
cuando abraza la lluvia o escucha un sol que se divierte
haciendo cosquillas a la senectud? Como la invisible huella
de un recién nacido en los espejos busco lo que no permanece,
el himno de la sinrazón en la frágil arquitectura de las nubes,
los pasos que ya no existen en el borroso horizonte del mar.
viernes, 25 de noviembre de 2016
Idealizándote
Más allá del cuerpo,
en la gloria de los columpios,
en el cenit de lo inabarcable,
junto a la perfección de un día
que se abraza a ti como una fogosa luna.
Al transcurrir el paso de las estaciones
antes de que tú fueras todavía tú,
estrella galáctica entre colinas,
suburbios y mar.
Como el artificio que vuela solo
sin entender el dominio del aire,
la física simple de unos ojos que acompañan la luz
en los septiembres hostiles.
Pájaro que no conoce razón,
un labio que busca el territorio de la quietud
en el reflejo de lo cristales
o en la caricia de unos ojos
prematuramente adultos.
¿Quién augura el tiempo breve de las flores ciertas?.
¿Adónde la estética de los corazones
ultrajados por el rubor de la lluvia
y sus silencios?
Una rotundidad de juegos te espía,
es la doble inmanencia de ser carne o alma,
ceniza o brillo en la pátina de una memoria
que no se desnuda en mi voz.
jueves, 24 de noviembre de 2016
Abrazado a ti en el plenilunio
Del deseo de aparecer quedan sílabas desnudas.
El arte de los cuerpos es el arte de la memoria.
Como superpuesta la luz perfila tu seno. Estás
aquí como una llave infinita que no cesa de abrir
el surco de la noche. Ante la luna los monstruos
crecen, son labio húmedo, la cruz de una palabra
sin regreso, una cohorte de hormigas que han perdido
la fe. Me entrego al mar de tus alas y finjo que no
soy la estatua pálida de una isla que sufre el huracán
altivo de tu nombre, el desorden náufrago de un amor
celeste entre tus piernas de esmeralda.
El arte de los cuerpos es el arte de la memoria.
Como superpuesta la luz perfila tu seno. Estás
aquí como una llave infinita que no cesa de abrir
el surco de la noche. Ante la luna los monstruos
crecen, son labio húmedo, la cruz de una palabra
sin regreso, una cohorte de hormigas que han perdido
la fe. Me entrego al mar de tus alas y finjo que no
soy la estatua pálida de una isla que sufre el huracán
altivo de tu nombre, el desorden náufrago de un amor
celeste entre tus piernas de esmeralda.
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Los otros
Soñamos con lo que no tuvimos.
Tu imagen de mí, mi imagen de ti.
Como cadáveres de la posibilidad
todavía existimos. Yo dentro de ti,
tú dentro de mí. ¿Qué historia
de la historia no sucumbió?¿la real?
¿la incógnita del presente? ¿el
fugitivo trasluz de los cometas?
Yo te nombro si me nombro.
El recuerdo vive azul en las horas
del futuro y ya no hay hambre,
ya no hay sed en los espejos
rotos.
Tu imagen de mí, mi imagen de ti.
Como cadáveres de la posibilidad
todavía existimos. Yo dentro de ti,
tú dentro de mí. ¿Qué historia
de la historia no sucumbió?¿la real?
¿la incógnita del presente? ¿el
fugitivo trasluz de los cometas?
Yo te nombro si me nombro.
El recuerdo vive azul en las horas
del futuro y ya no hay hambre,
ya no hay sed en los espejos
rotos.
domingo, 20 de noviembre de 2016
Cicatrices
Han nacido como oscuros gusanos de tiempo.
Llevan escrito el responso de una oración.
Te acompañan como versos amigos,
resisten a los atardeceres de tu piel,
son los hongos dulces de la perseverancia.
Tú las muestras
porque hay historias que solo se imaginan calcinadas.
Yo huyo de sus párpados ardientes
cuando la memoria que encubren se dibuja en ríos de nostalgia.
Y sin embargo aún dudo de su exactitud,
pese al oro de sus cenizas
y el signo que cuelga de su testarudez de sombra.
Qué terror de mapas sin definir cubre el lenguaje que ocultan,
qué abismos de amor, odio o desidia
vigilan los surcos sin fechas
que te llaman hacia el azul que ya no eres
al mirar en los espejos el silencio hostil
de las cicatrices blancas.
Llevan escrito el responso de una oración.
Te acompañan como versos amigos,
resisten a los atardeceres de tu piel,
son los hongos dulces de la perseverancia.
Tú las muestras
porque hay historias que solo se imaginan calcinadas.
Yo huyo de sus párpados ardientes
cuando la memoria que encubren se dibuja en ríos de nostalgia.
Y sin embargo aún dudo de su exactitud,
pese al oro de sus cenizas
y el signo que cuelga de su testarudez de sombra.
Qué terror de mapas sin definir cubre el lenguaje que ocultan,
qué abismos de amor, odio o desidia
vigilan los surcos sin fechas
que te llaman hacia el azul que ya no eres
al mirar en los espejos el silencio hostil
de las cicatrices blancas.
viernes, 18 de noviembre de 2016
La inocencia resiste
Se alimenta de qué.
Del suave tacto de los dedos sin voz
o es un sueño de elefantes y golondrinas
entreverado por mapas,
paredes de estrellas y colores
de un imposible azul
o un ceniciento rosa.
A dos segundos del nido los enjambres mueren,
solo las alas de los ángeles
escriben sobre la piel
mensajes que flotan en el aire sin tiempo.
Así te entregas a la noche
como si la fraternidad abrazara los gestos
y nada en los hemisferios encendiera antorchas de dolor
o golpes que aún no han nacido en su sed.
¿Cómo surge la ventana que ya no miras,
en qué trasluz el mundo dejó de ser árboles
que engalanan las ropas que te visten
bajo las pérgolas o el viento,
en el sudor de la alegría
o en los cromos que aprietas entre tus manos
para no olvidar la lujuria de la vida,
su canción que arrulla?
Detrás de la calidez hay un cristal que llora;
si pudieras volver a ti
no sabrías cómo encontrar la luz,
pues la gloria del laberinto es la de la máscara,
en ella se dibuja un rostro que huye
con la bondad del algodón entre sus ingles,
una caricia que resbala sobre las horas que no son pasado,
barniz de un termómetro de piedra.
Del suave tacto de los dedos sin voz
o es un sueño de elefantes y golondrinas
entreverado por mapas,
paredes de estrellas y colores
de un imposible azul
o un ceniciento rosa.
A dos segundos del nido los enjambres mueren,
solo las alas de los ángeles
escriben sobre la piel
mensajes que flotan en el aire sin tiempo.
Así te entregas a la noche
como si la fraternidad abrazara los gestos
y nada en los hemisferios encendiera antorchas de dolor
o golpes que aún no han nacido en su sed.
¿Cómo surge la ventana que ya no miras,
en qué trasluz el mundo dejó de ser árboles
que engalanan las ropas que te visten
bajo las pérgolas o el viento,
en el sudor de la alegría
o en los cromos que aprietas entre tus manos
para no olvidar la lujuria de la vida,
su canción que arrulla?
Detrás de la calidez hay un cristal que llora;
si pudieras volver a ti
no sabrías cómo encontrar la luz,
pues la gloria del laberinto es la de la máscara,
en ella se dibuja un rostro que huye
con la bondad del algodón entre sus ingles,
una caricia que resbala sobre las horas que no son pasado,
barniz de un termómetro de piedra.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
El interior deshabitado
Desde dentro,
desde aquí dentro yo me miro.
Es el esófago del tiempo lo que veo:
partituras breves, soplos de aire,
enigmas sin rostro,
una secuencia de huellas azules
que vagan entre el acento infantil de mis pupilas.
Alguien hereda los paisajes
y no sabe qué cuerpo finge como un fantasma
la caricia del silencio.
Así mi corazón
-perdido en la losa que no grabé
por no ser tú jazmín de piedra-
vuelve a las calles donde la simetría existió
como una canción desconocida
o un suburbio alimentado de luces
que nadie ve.
¿Serán éstas las llaves de un paraíso disconforme,
la imagen que busca el latido de un perfil próximo
y se acuesta en la luz de dos sinónimos
sin ocaso?
No volverá la lluvia que agitaba tu nombre,
tampoco las ciudades que a menudo habitamos
en el parpadeo de un presente.
Si regreso a los días del tren
es para escuchar la voz que nunca hablaste,
una mirada que prosigue
más allá de la opacidad de mi sombra.
¿Hacia qué frenesí
o en qué símbolo de paz
se arrodilla la palabra que rozó un significado
que, insomne, oí?
Lentamente tus labios se abren
hacia el marfil de mis sueños
Ya no dicen nada,
ya son nadie.
martes, 15 de noviembre de 2016
Hijo del pasado
Cuando me doblo al fin soy yo.
Bajo la lluvia o bajo la nada
me dejo caer. Hasta la tierra,
hasta el centro de mi nombre,
en el lugar en que ya no existo
convoco a lo que fui. Y en ese
espejo sin voz transcurro o muero,
ya ni lo sé.
Bajo la lluvia o bajo la nada
me dejo caer. Hasta la tierra,
hasta el centro de mi nombre,
en el lugar en que ya no existo
convoco a lo que fui. Y en ese
espejo sin voz transcurro o muero,
ya ni lo sé.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Estar aquí
Soñar es transigir con lo que uno pierde.
Pongo ante mí las horas alegres y se reflejan
en las esquinas los nombres, las fechas, los diarios
y las partidas. Cuando vivo en ti rememoro las aguas
dulces, el mínimo cariz de un rostro, la voz del mar,
el paso breve de tu cintura bajo la luz. Yo no sé si
los recuerdos se encienden en la noche como una
linterna que llama a los párpados, ni sé si el instante
transita a imagen del viento y solo roza mi piel tan
a menudo escarlata. Estar aquí y no ser yo- o ser la lectura
de una historia o el trampolín a lo desconocido-qué más
da si las cigüeñas ya volaron y la realidad se escapa
igual que una niña temerosa de no poder abrazar
tu cuerpo en un segundo.
Pongo ante mí las horas alegres y se reflejan
en las esquinas los nombres, las fechas, los diarios
y las partidas. Cuando vivo en ti rememoro las aguas
dulces, el mínimo cariz de un rostro, la voz del mar,
el paso breve de tu cintura bajo la luz. Yo no sé si
los recuerdos se encienden en la noche como una
linterna que llama a los párpados, ni sé si el instante
transita a imagen del viento y solo roza mi piel tan
a menudo escarlata. Estar aquí y no ser yo- o ser la lectura
de una historia o el trampolín a lo desconocido-qué más
da si las cigüeñas ya volaron y la realidad se escapa
igual que una niña temerosa de no poder abrazar
tu cuerpo en un segundo.
sábado, 12 de noviembre de 2016
Transeúnte
Salir al instante del otro,
verse en la encíclica del tiempo
con el cristal empañado
por las huellas de la vida.
Sentir los sucesos en el aire,
su peso es el peso del presente,
su singladura la mano que te atrapa
en el vaivén agitado de la celeridad.
Todo ha sido un eco sin orillas,
este caudal nunca pareció quererte
-se ausentó de ti anhelando un horizonte difuso-.
Las compañías latieron en el breve anuncio de su existir,
las manos viajeras azuzaron sus alas
sobre otros cuerpos
que ya no eran el mío.
Levedad del sol y del agua,
cercanía del frío y de la destemplanza,
surtidores en los labios cuando el beso fue ola quieta
en el secreto de nosotros.
Vuelve el idioma: látigo que corroe la espera
de querer un significado entre las fugas del deseo.
Queridos fantasmas no me enseñéis el rito del olvido,
acudid con vuestros vientres azules
hasta mi camastro roto.
Susurradme las canciones de la alegría
mientras el vendaval acuna mi desapego
(que sea la noche el espectáculo que no viviré,
la luz iluminada por la herida)
bajo esta cicatriz
que es un racimo de cálices derrotados.
verse en la encíclica del tiempo
con el cristal empañado
por las huellas de la vida.
Sentir los sucesos en el aire,
su peso es el peso del presente,
su singladura la mano que te atrapa
en el vaivén agitado de la celeridad.
Todo ha sido un eco sin orillas,
este caudal nunca pareció quererte
-se ausentó de ti anhelando un horizonte difuso-.
Las compañías latieron en el breve anuncio de su existir,
las manos viajeras azuzaron sus alas
sobre otros cuerpos
que ya no eran el mío.
Levedad del sol y del agua,
cercanía del frío y de la destemplanza,
surtidores en los labios cuando el beso fue ola quieta
en el secreto de nosotros.
Vuelve el idioma: látigo que corroe la espera
de querer un significado entre las fugas del deseo.
Queridos fantasmas no me enseñéis el rito del olvido,
acudid con vuestros vientres azules
hasta mi camastro roto.
Susurradme las canciones de la alegría
mientras el vendaval acuna mi desapego
(que sea la noche el espectáculo que no viviré,
la luz iluminada por la herida)
bajo esta cicatriz
que es un racimo de cálices derrotados.
Inicio de "Malone muere" de Samuel Beckett
"Pronto, a pesar de todo, estaré por fin completamente muerto. El próximo mes, quizá. Será, pues, abril o mayo. Porque el año acaba de empezar, mil pequeños indicios me lo dicen. Tal vez me equivoque y deje atrás San Juan e incluso el 14 de julio, fiesta de la Libertad. Qué digo, tal como me conozco, soy capaz de vivir hasta la Transfiguración o hasta la Asunción. Pero no creo, no creo equivocarme al decir que dichas fiestas, este año, se celebrarán sin mí".
jueves, 10 de noviembre de 2016
La memoria opaca
Es la vida una suerte de ramas que sucumben.
Tú, hijo has llorado antes de tiempo, sabes
de la penumbra y de los días claros, del azul
de agosto y de la fría sed de enero. Todo se
columpia igual que las agujas del azar. Siempre
aquí y siempre allí buscando un horizonte
sin lejanía en los ojos blancos que sufren
el estigma secreto de la edad.¿Y si ya no
existen estrellas y la simulación es el regreso
a la memoria, a la quietud que no conmueve?
Existe una ilusión llamada sombra, su raíz
se dibuja en la piel como un círculo insaciable.
Muchas huellas serán una sola huella cuando
pregunte al pasado y no sea yo mismo la respuesta.
Tú, hijo has llorado antes de tiempo, sabes
de la penumbra y de los días claros, del azul
de agosto y de la fría sed de enero. Todo se
columpia igual que las agujas del azar. Siempre
aquí y siempre allí buscando un horizonte
sin lejanía en los ojos blancos que sufren
el estigma secreto de la edad.¿Y si ya no
existen estrellas y la simulación es el regreso
a la memoria, a la quietud que no conmueve?
Existe una ilusión llamada sombra, su raíz
se dibuja en la piel como un círculo insaciable.
Muchas huellas serán una sola huella cuando
pregunte al pasado y no sea yo mismo la respuesta.
martes, 8 de noviembre de 2016
Rumores
Están aquí antes de que asome mi voz como un alud.
Hablan pero no hablan, escriben en las paredes
el idioma del tiempo, imaginan luces que duermen.
Yo escucho la canción de las palabras amables,
otras veces el grito y otras el silencio. El silencio
es la música del perdón, la misericordia de los ángeles.
Veo bocas, labios que pintan el aire, indeciso no me acerco
porque hay niños que susurran como gardenias blancas
aunque sean la misma locura que miente.¿Quisieras tú
que yo fuera el alguacil de esos verbos que no construyen
frases nobles, un emisario hacia la inquina, un roedor
de sentimientos, el decreto que proscribe la libertad
de decir? Me llegan murmullos aquí y allí, juntos
pudieran ser un mapa de olvidos y renuncias, de misterio,
apoteosis, candor, odio, mansedumbre, hastío o felicidad.
¡Qué importa si solo es música su calibre en el caos, esta oda
que me traspasa por no entender su latitud, el significado
oculto de unos adjetivos que transcurren voraces igual
que la fugaz caricia de la noche!
Hablan pero no hablan, escriben en las paredes
el idioma del tiempo, imaginan luces que duermen.
Yo escucho la canción de las palabras amables,
otras veces el grito y otras el silencio. El silencio
es la música del perdón, la misericordia de los ángeles.
Veo bocas, labios que pintan el aire, indeciso no me acerco
porque hay niños que susurran como gardenias blancas
aunque sean la misma locura que miente.¿Quisieras tú
que yo fuera el alguacil de esos verbos que no construyen
frases nobles, un emisario hacia la inquina, un roedor
de sentimientos, el decreto que proscribe la libertad
de decir? Me llegan murmullos aquí y allí, juntos
pudieran ser un mapa de olvidos y renuncias, de misterio,
apoteosis, candor, odio, mansedumbre, hastío o felicidad.
¡Qué importa si solo es música su calibre en el caos, esta oda
que me traspasa por no entender su latitud, el significado
oculto de unos adjetivos que transcurren voraces igual
que la fugaz caricia de la noche!
domingo, 6 de noviembre de 2016
Nido de luz
En qué esquina la noche. El mundo inverso
cruje y yo no entiendo su ser. Telarañas
inmóviles me persiguen. Busco el margen
donde el crepúsculo se encienda como un sol.
Y habitar ese nido, en silencio, igual
que un topo alegre o un gusano de luz.
cruje y yo no entiendo su ser. Telarañas
inmóviles me persiguen. Busco el margen
donde el crepúsculo se encienda como un sol.
Y habitar ese nido, en silencio, igual
que un topo alegre o un gusano de luz.
sábado, 5 de noviembre de 2016
Queridos fantasmas
La tranquilidad de la luz en mi cama desnuda.
Los objetos que lloraron cuando no hubo ayer
ni mentira. Sin quererlo miro el reloj y no sé
a qué día viene. Las alfombras cubren la sed
de los pasillos como una piel bendecida o un ósculo
dorado. Estáis vosotros-vuestra ternura, el diagrama
de un silencio que aún recuerdo-. En el zócalo no
existe mi voz, puede que todavía no haya nacido
o que en la luz viva el único sueño que conozco.
Dejadme ser la casa que os cobije, venid junto
a mí, con la dulce levedad de lo que no ha sido,
ni será ni es.
Los objetos que lloraron cuando no hubo ayer
ni mentira. Sin quererlo miro el reloj y no sé
a qué día viene. Las alfombras cubren la sed
de los pasillos como una piel bendecida o un ósculo
dorado. Estáis vosotros-vuestra ternura, el diagrama
de un silencio que aún recuerdo-. En el zócalo no
existe mi voz, puede que todavía no haya nacido
o que en la luz viva el único sueño que conozco.
Dejadme ser la casa que os cobije, venid junto
a mí, con la dulce levedad de lo que no ha sido,
ni será ni es.
jueves, 3 de noviembre de 2016
Nostalgia de tu silueta
Apretujé entre tus senos
una gota de lluvia,
la cárcel de nosotros, la memoria del agua
para siempre.
Pero en ti la calidez era un signo,
amapolas bendecidas
por el sol de abril.
No me busques en los laberintos que desconoces,
enciende la calle que es nuestra
o dirige tus pasos hacia lo inconcebible
para que sea un músculo el deseo.
Viajas en la singladura de los libros,
te acercas a las fachadas rotas,
al cáliz de un dibujo que te llama.
Yo regreso al perfil de tu ausencia
como un ciervo sin fe
o un dromedario triste.
Me asedian los ejércitos de la juventud,
ah! de la noctámbula efigie del ayer,
los ojos bendecidos
por la lujuria alegre.
En la oscuridad brincan palomas
y suda el confín que alerta
a los viejos fetiches de la noche.
Tú vendrás aunque sea frágil el perdón,
¿dejarás el maquillaje en tu oratorio
o cada poco enseñaras tu carne al azul,
a mí, a mi voz de ventrílocuo?
A veces el mar te nombra,
su murmullo sacia los ecos
y escribe un himno sin gloria.
Te veré o me verás
con esa sed que ensimisma el destino
y seremos las hojas de un páramo
que reverdecen como un maquillaje
en los días o en las horas del recuerdo.
una gota de lluvia,
la cárcel de nosotros, la memoria del agua
para siempre.
Pero en ti la calidez era un signo,
amapolas bendecidas
por el sol de abril.
No me busques en los laberintos que desconoces,
enciende la calle que es nuestra
o dirige tus pasos hacia lo inconcebible
para que sea un músculo el deseo.
Viajas en la singladura de los libros,
te acercas a las fachadas rotas,
al cáliz de un dibujo que te llama.
Yo regreso al perfil de tu ausencia
como un ciervo sin fe
o un dromedario triste.
Me asedian los ejércitos de la juventud,
ah! de la noctámbula efigie del ayer,
los ojos bendecidos
por la lujuria alegre.
En la oscuridad brincan palomas
y suda el confín que alerta
a los viejos fetiches de la noche.
Tú vendrás aunque sea frágil el perdón,
¿dejarás el maquillaje en tu oratorio
o cada poco enseñaras tu carne al azul,
a mí, a mi voz de ventrílocuo?
A veces el mar te nombra,
su murmullo sacia los ecos
y escribe un himno sin gloria.
Te veré o me verás
con esa sed que ensimisma el destino
y seremos las hojas de un páramo
que reverdecen como un maquillaje
en los días o en las horas del recuerdo.
martes, 1 de noviembre de 2016
La música del agua
¿Escuchas la lluvia?, no pertenece al mar
ni al sur ni a tu nombre. Su disciplina
consiente en el color, elige la arquitectura
del silencio, se enciende con la melancolía
de las nubes, cae en gotas viejas como el sudario
de un planeta vencido. Aquí estamos, cubiertos
de penumbra, mientras el cristal envejece y espesas
lágrimas de vida dibujan gusanos, diamantes de agua
en la solidez de un vidrio seco. Ven, que no sea
tu memoria lo único que imaginas, deja que el ritmo
de la música cálida envuelva al ser que ya no
eres, un futuro de ríos, de aguaceros blancos,
de siembra en la piel que engalana tu desnudez.
Desde la cama en éxtasis olas de agua abanican
las calles, un lloro múltiple invade el corazón
de los mendigos, ajenos a la noche y al día como
un cielo oscuro en el que tú y yo destilamos
misterio, hojas mojadas por los eclipses de la luz.
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