viernes, 31 de mayo de 2024

Las horas malditas del anochecer

 

Yacían las cataratas del ensueño bajo la lápida de los días taciturnos

y no eras tú la voz de marfil en la caracola que un océano libre

convirtió en un laberinto de ciudades perdidas entre las rutas blancas

del resplandor cuando, sin preaviso, volvías del azul con las enaguas al aire,

ya toda tú caracol de lentas heridas tras el maquillaje de las plazas,

sorprendida por los lirios y el verdor de unos ojos que callaban al sentir

las islas del horizonte parpadear como faros de noviembre en la inmensidad

acuosa de los espejos, y fue el silencio del cristal, sin escritura, sin la húmeda

yema solazándose bajo el corazón de un nombre quien devolvió al mar

y a la liturgia de los trenes un ritmo de flechas ágiles como espigas de lluvia

cayendo igual que las horas malditas del anochecer si es que no está tu cicatriz

en la desvelada canción de los dulces pájaros que esconden bajo su plumaje

oráculos incumplidos donde ya no existe el rumor de las mil consignas que te nombran.

jueves, 30 de mayo de 2024

El viajero

 

Soy viento en el derredor de los hogares

donde cazan los lobos lunas de nieve,

me guío por los cometas y el cielo azul que dibuja

continentes blancos con la forma dúctil de una nube solitaria.


Vi islas en el medio de un río sin agua y las llamé país,

entre las ramas de un árbol crecían los lagos del color

con su número impar que nunca logré convertir

en el espejo donde las aves sueñan con paraísos de oro y jazmín.


Tuve alas de cristal que imaginaban ser un faro

cuyo brillo entre las láminas del arco iris guiara a los pájaros de la fortuna

hacia mis cuarteles de sol y extendidas banderas de luz.


Y más allá, en el alto anhelo de las playas que extrañan el collar

que las olas ponen alrededor de su párpado ardiente, existo yo,

humedecido por el aire que me empuja lejos de mí, allí donde

las cicatrices del tiempo ya no puedan encontrarme

y nada silencie los ecos de mi raíz soñadora.



miércoles, 29 de mayo de 2024

Cuando escampa

 

La lluvia, a veces, se muere de sed porque no basta con el río

que la acoge ni con las nubes que colman su aljibe de lentitud.


La lluvia a menudo es coral de un lago dulce, cabellos de gotas

desnudas que rocían la memoria de los árboles como si en el ayer

la raíz vertebrara deltas que abren surcos de manantial bajo el limo

pétreo de las cenizas que un alud de tiempo arrojó

al origen sin confín de los bosques primigenios.


La lluvia moja las palabras con su lápiz de agua

dibujando mares de luz en la piel oscura del silencio.


Refleja la lluvia mi nombre como un espejo en tus ojos

con sílabas de cristal y tildes de desamor.


Y son abalorios heridos por el cúmulo que vierte su agua encendida

sobre el atril de tu espalda los látigos imberbes del azar

cuando ya no existe saliva en las bocas y un duro invierno

crece en las postales que guardas bajo las pestañas del olvido.


La lluvia entonces deja de ser agua en la canción de la quietud

y es el sol quien te busca entre los jazmines de la niebla

como un hábil pájaro de luz.



martes, 28 de mayo de 2024

Tu mar de coral

 

Abriste un mapamundi de coral sobre la luz áurea

del tiempo vivo, sin naufragios de naves perdidas

en los confines de un azul tempestuoso, sin pantanos

que pisar tras las huellas del vagabundo, sin la ruta

donde abril perece entre rocas de cristal y laberintos

de sílice, en ti solamente la pálida cabellera de un faro

extendida por los senderos que en lontananza divisamos

como líneas de un ardid quebrándose al sol de un mundo

por venir, la locura de las acequias en la matriz de mis venas...

así fluye el acaso, dormido lebrel que ladra en sueños

a tu sombra, quizá donde los mirtos y la nieve conviven

bajo un fuego imaginario exista un edén de palabras

sin razón, náufragas en la tormenta de la edad que va

cayendo con hilos de clepsidra, con rumor de fuentes

en el agua de los días, allí donde tú trazaste un mar de coral

sin nadie que vislumbre el eco que avizoras más allá de las islas

ocultas por la niebla de un presente que ya ha dejado de ser niño.

lunes, 27 de mayo de 2024

La catedral encendida

El gran pájaro, firme pájaro de piedra y cantil,

la sombra lunar en su faz de vidrio -azules y rojos

los colores donde la luz derrama el frío misterio de los ángeles-

moléculas de agua entre el canto de la gloria y el filtro carmesí de los muros,

el sillar antiguo, mordiéndose, con labios y dientes de himnos y deidades;

la llama de la claridad es un relámpago lento que forma un haz de oro

entre las columnas, y la música coral de frágiles voces en un susurro

de amor divino que llega, que busca el arrobo de las miradas,

la continua sed de las almas en el aire perfumado por las lágrimas

que han visto el éxtasis, la anunciación, el martirio y el don invisible

de la palabra alzarse hacia el arco en crucería, hacia la bóveda lisa

como una piel de cal y sueños, hacia el resplandor que finge latidos

de sol desplazándose con la armonía de unas alas traslúcidas,

alas de polen blanco, alas de espuma y nieve, alas angelicales

extendidas sobre la plata y el hilo, sobre los cálices y las casullas,

sobre la custodia de fino artesonado, sobre la vigilia del penitente,

absorto en su rumor de letanía como un largo aullido, aullido mudo

que viaja por las arterias y la noche eterna de la duda, la duda

del hastío y el perdón, la duda de ojos grandes que se posa

en un nombre y lo alimenta con el veneno azul y el vino negro

de la virtud, virtud de atrio y bautismo, de ángel sin nubes,

de corona sin flama en los cabellos canos del creyente,

de cáliz donde habita el más omnívoro de los silencios.

domingo, 26 de mayo de 2024

Cumpleaños

 He ocultado las velas en mis ojos de niño, su luz muere


en las orillas del tiempo con el hambre de los relojes

palpitando en mi corazón como un pájaro voraz, capítulos

de los días por venir en la carcoma que traza sobre mi piel

una cicatriz de falsos ríos, penumbras y resplandecientes músicas

de alfabetos inacabados, palabras que envejecen como luces

de candil y lágrima en las cuevas del dolor, testimonios que llovieron

cuando el soplo de una boca dejó en el aire la ilusión compartida

por el festín jamás vivido de la gloria y el sueño de los príncipes;

y son mariposas entre flores de nieve los recuerdos de la juventud,

las pirámides de una infancia poblada de luz, los regalos de la amistad

que, por si sola, es tronco en el naufragio en que se apoya la dura

canción de la vida, aves de alas transparentes los días que viajan 

por el azul de los años con el silbido de los relojes en su tez, como 

un maná de cenizas que se esparce por los jardines de un sol perecedero.

sábado, 25 de mayo de 2024

La transmutación del color

 

De perla veteado el plumaje de un colibrí entre las hojas

de los pinos, hay un desliz del azul en el oro del pálido sol,

de púrpura la inmanencia de un río, tal vez corazón, flujo

en la herida que baja por las cordilleras verdes de la luz;

y la cicatriz oscura, casi historia del arco iris porque nació

de un rayo voraz que llevaba en su piel un racimo de flores

estelares, cohetes en el cielo que se desvanecen en rosas,

amarillos, rojos, azules meteoros de cabellera como cintas

de relámpago, como hilatura de manantial, como el efluvio

multicolor que las lágrimas de un dios arrojan a la nada;

y el sueño blanco de los cisnes, y la jungla de un fiel ocre

entre los rubís de la madrugada, y la patria infantil

del iceberg traslúcido, y el aire que no tiene amapolas

en el oxígeno invisible de los átomos, y la refracción

y la metamorfosis de tus vestidos de plata y luna

en un crisol devorado por la luz, en una rosa artificial

donde jugáis el tiempo y tú a derramar el color como

un perfume se derrama en la inmóvil textura del silencio.

viernes, 24 de mayo de 2024

Pájaro de sangre

 

Como un rostro que se desprende del misterio de las sombras

hasta que los espejos dibujan la coreografía de un nombre.


Así tú, ágil pájaro sin alas vestido de lluvia, gorrión que pía luz,

blanco candil entre los neones que agitan tus vocales

con láminas de púrpura y fiebre de guiños en el arrabal triste de tus caderas.


Estás en los círculos que yo recorro para verte armada de laberintos

o dédalos que con tus finas trenzas de rubio amanecer

vas extendiendo en el portal de mi edad, niño yo al sur de tus pasos

embebido de aromas y del resol que en el jardín de tus cabellos iluminan-

haz invisible que guía a los mares más oscuros, a las sirenas valientes del ocaso,

a los marinos ciegos del azar-la apariencia borrosa de la palabra ya muda,

ya rompiéndose en silabas de silencio como un eco vacío,

como el bárbaro sillar, la piedra que forma una catedral en tus ojos.


Ojos de lluvia, gris el azul que deposita las cintas de tu lazo

entre mis dioses dormidos, junto a los soportales, las columnas

que envolvían tu sombra con el dintel de mis sueños mientras

en los trenes te alejabas con la sonrisa atroz de un pájaro

que no volverá a volar por las arterias de aquel futuro

que solo yo inventé para nosotros.


miércoles, 22 de mayo de 2024

Las hojas

 


Hablan entre sí, aunque sea mudo el collar de sus nombres,

en el ramaje se exhiben con forma de corazón o de hexágono,

de aguja o de palma extendida, las venas largas que en la nervadura

mueren como raíces que el polvo de los senderos viste de máscaras

y el rocío deshila con su lengua amante en la piel de los racimos verdes

que al llegar la nieve comban sus látigos como esperando fustigar al día

que regala el alba con efluvios rojos de carmín y púrpura, mientras la rosa

de la aurora penetra el arracimado cabello con el cuchillo de la claridad

en los dientes de salvaje armonía para que la luz encienda la pálida tez

de las hojas antes de que el fin llegue con los matices ocres del otoño

mudando en amarillo o en granate, y sea el tiempo quien restaure la vida

en las yemas proclives que otra vez brotan entre el musgo y la bruma

que noviembre pone en el tapiz multicolor cuando a lo lejos los ojos

confunden el río y su caudal traslúcido con un arco iris de plata.

martes, 21 de mayo de 2024

Entre todas las palabras, una sola palabra

 

Enlaces como dijes o átomos prohibidos que encuentran,

sin querer, la sonrisa ambigua del pasado;

la palabra tiene el don de un artilugio con membranas de vida,

se esparce sobre un rastro de nubes, codifica el tiempo,

da sangre a la sangre del futuro, a veces recorre el laberinto de la música

y los fieles cantamos odas de cisnes, sin la alegría el pájaro;

también el color y su estigma de arco iris, la fugaz historia de los signos que,

como anclas, viven en la profundidad de un anhelo, nos dan un sur adónde ir.


Mi océano sin islas, mi rastro en la estela-qué resplandor en la espuma-,

y en el vientre de las horas la letanía de un arpegio azul,

su máscara retorcida por la filigrana de inventar la duda

en el jardín del recuerdo, la sinrazón del olvido con mensajes negros,

la huella en la nieve, jamás vista porque en la sed del sol,

en su morir de artificio entre raíces de pétreo abril

no existe el viento húmedo que torna en metamorfosis

la agonía de un cáliz sin ríos, ni savia, ni aroma en la flor del silencio.


Y tú que ya no eres carne bajo la sombra del almendro,

que no heredarás del ardid el espejo incólume de la juventud,

que te acuestas-oh sí, látigo firme de la ausencia-

con el temor a vivir bajo las cascadas de la desmesura;

igual que el solitario grito que no deja reír a la noche, te inmolas,

tu frente de farol y labios abiertos en las plazas de un deseo pálido

cuando se abren los pétalos del frio eclipse y en los Médanos llora

la arena por una luz de flores blancas, sin perfume, sin el ramo del clavel

o la dalia entre las miríadas de lentejuelas que se filtran por mis dedos

como glóbulos rojos perdidos en el canal de un latido insomne.


Así de quebrada mi luna como la clepsidra del hielo,

sólida quietud que en mi mente espejea,

repitiéndose como una secuencia de caballos fugitivos

a la orilla de un mar que carece de diques en donde surja la paz,

donde yo pueda escribir la sola palabra que resume el color de mi pensamiento: tú.

lunes, 20 de mayo de 2024

Galicia es el nombre de mi hogar

 

Se abre mi país, se expande por el territorio feliz

de mi casa, aquí el platino de las olas y el acontecer

de un río que transcurre entre meandros fértiles

donde la vid es un laurel que corona la testuz de una tierra de verdor y sueños.


En la pared, los bosques arracimados, eucaliptos y robledales,

pinos altivos, un tapiz sin las heridas del surco, crestas como penachos

donde la bruma traza amaneceres de lluvia gris, y un canto de alalá

que retumba por las cuevas y las recónditas madrigueras del lobo y la alimaña

se esconde de la luz bajo la sombra matinal de los arces.


Y si busco en el espejo que tanta veces me mira,

detrás, como un lienzo de mareas que vagan por los dedos abiertos de las rías,

un resplandor de ágiles navíos-barcos sin edad que rompen las espumas del vendaval-

transita por las estelas del azul hacia los paraísos de peces

arrebatados por el flujo incesante del océano

que los lleva hasta los límites del ártico o el perfil de las islas,

más allá de esta lágrima inmensa que es el mar de la vida.


Y en los suelos, el mapamundi de los relieves, en su tez

el íntimo sudor del labriego, su mies, su ganado triste,

su huerto, siempre en fruto como un árbol celestial

entre rocas que reclaman una red de lagos y lluvia perenne

para que el pájaro beba de la escarcha que forma el invierno

en la pétrea piel del granito.


Y en mi habitación, la soledad del emigrante,

el silencio del temor cuando el viaje es una sombra

que impide ver la luz del futuro en los ojos de un hombre que ha perdido su patria.


Y el ímpetu de la leyenda, un río de cadáveres que resucitan en hileras de candiles,

bajo sábanas de estupor y grupas de caballos erizadas como espigas sin paz

en las madrugadas de los caminos solitarios-ulula el viento y la lechuza

en su rama observa a ese sol lunar que imagina pálido

como una perla en lo negro de la noche-.


Y también yo, espectro de mí, con mis cenizas y mi piel

y mi raíz muda, con mi nostalgia y mi voz que pronuncia el idioma ancestral

del arrullo-suave la letanía-, su música que canta al agua y al verde,

a la lluvia y al mar de este país que navega por mis arterias

como un navío sin otro puerto que el azul de un horizonte infinito.











domingo, 19 de mayo de 2024

Hormigas

 

Creamos líneas precisas sobre la geometría de los suelos,

subimos por los troncos de los árboles como una arteria

que no cesa de manar savia, en la pequeñez y la negrura

está el alma de un colectivo cuya fuerza es el tesón que nos une,

no nos importan la lluvia ni el cierzo ni el sol ni la canícula,

a veces morimos, si el agua, como un torrente fatal,

anega el sendero de un jardín abandonado, es la llama

el enemigo si el bosque arde con latidos de ceniza

en su corazón de agosto, también-como la propia tierra- 

el cantil, el atrio, los muros o la madera de las habitaciones 

nos sirven de hogar, y así seguiremos igual que un río que circula

incansable por los caminos, aún sin descubrir, de la vida.


sábado, 18 de mayo de 2024

El castillo interior

 

Recogido en mí, tu sombra en las almenas y los estandartes

de mi vida en la frente, de sillar y portalón, de foso y barbacana

mi arquitectura inexpugnable donde los fantasmas habitan

la pared como dormidos títeres bajo el dosel de la melancolía.


Hachas de luz amarilla, pasadizos interiores, las mazmorras

vacías de ternura y amor, el salón de mi memoria con ventanales

abiertos a revivir la juventud, ahora sin pasión, dulce como un trago

dulce que llega a mis labios como llega a la sed el tímido beso del agua.


Sin ti, cautiva del olvido, sin mí, que ya no ansío subir

a tu torre de cristal donde los pájaros del ayer son, tan solo,

un rastro de alas pasajeras en el invisible muro del recuerdo.

viernes, 17 de mayo de 2024

Cuando sufras

 

"Piensa en mí cuando sufras, cuando llores también piensa en mi" (Luz Casal)


Piensa en el tizón sobre el ojo abierto con su roja pulpa encendida

o en el llanto del amante al ver morir el sol que iluminaba el rostro

de su amada, piensa en el aullido que crece en la herida como un volcán

inmenso de sanguínea luz, piensa que no eres tú el que piensa en el dolor

para que se vaya yendo lentamente como el agua se va en el río abajo de la vida,

piensa que la esperanza madruga y que si no estás allí el azul que soñaste

se volverá oscuro como la noche, piensa en el mar de tu adolescencia

y en los jardines que florecían una y otra vez después del hostil pedrisco,

piensa en mí porque si piensas en mí nada malo habrá de pasarte, créeme

si así te lo juro, aunque dentro de ti tu alma aún presuma que el dolor será eterno.


jueves, 16 de mayo de 2024

El suspiro

 

Acontece el suspiro que invoca a la secuencia del amor

cuando en la memoria se fija el momento de la doblez cálida 

en que la palabra deja de ser hegemonía y son las vértebras,

los huesos y la piel el idioma feliz que buscan las manos en una única

síntesis, en un único mimbre donde las caricias sustituyen al verbo

y los ojos miran al silencio de las bocas, al carmesí o a la carne

de los labios, a la tez tan próxima, al abrazo que extiende

su perfil de enredadera por las axilas, la espalda, el arrullo

de los vientres besándose como niños que juegan a compartir

una estrategia de vaivén y olas, de latido y eco, de finitud

e infinitud en un solo cauce, en idéntico árbol, sus pétalos

y sus ramas perfectamente superpuestos como un nimbo,

como un halo, como un reborde que se perfila y deja

una sombra entre los dedos, una cicatriz con rúbrica

en la que existe un misterio que los une, ella la hoja,

él un fruto alimentado por la savia del amor que provoca

en los amantes un suspiro en el recuerdo cuando ya para

siempre es definitivamente tarde, y no hay vuelta atrás.


miércoles, 15 de mayo de 2024

Recorro con mi nave la sangre donde la ciudad duerme

 Sombría la lisa membrana de donde brota el aliento vital


del plasma, con la quilla surco los estrechos limites de la roja

tiniebla mientras a mis lados imágenes fósiles de secretos ocultos

por la infancia representan escenas de islas en la pared viscosa

de este canal donde palacios de mármol y agujas de plata brillan

entre la hojarasca del tiempo como un jardín en el que la memoria

reproduce el ensueño de la colina y el faro con su anillo resplandeciente,

su haz que asola los párpados, la sortija del cristal cuya luz emerge

entre las dunas de la misma playa en la que la osadía del galeón

penetró igual que el agresivo espolón de una nave sin ruta

bajando a la orilla del magma, anclándose al rumor

del río púrpura, derivando su mástil hacia las cavidades

y el capilar múltiple en suicidio de piel, y dentro la casa

y la ternura de ese rostro que vivía entre los muros de otra ciudad.



ay! el rubio espejo que el sol enciende al volver su cabello

la hembra infatigable a la que no le han crecido las alas del amor,

y la semilla de la lluvia-bendita lluvia de azares y viento en la latitud

de todos los momentos en que mi voz se perdía hacia las plazas

y el musgo de las columnas- tras el retablo que en mi bolsillo

refulgía sin ser de oro, por el humo del desamparo

-un crepitar de tabaco en la urna caliente de mi pipa,

mullidas las hebras de tizón y fuego- asi los oráculos

como palabras de anteayer brotaron de las bocas levemente

poseídas de dulce, mientras los párpados caían

como hojas de árbol en la humilde caoba de la espectral mesa.



Estaba la ciudad alerta y la sombra de todos los miedos en las calles solitarias,

también los naranjos de las avenidas en plenitud de primavera

y los autobuses que llegaban sin pasajeros

hasta las marquesinas donde mis huellas eran de frágil paloma

y los grillos mudos, sin el eco de las piedras callaban por el tósigo

de los portales cerrados y el coro de las bocinas,

las frases hechas en los picos de los pájaros

y los eclipses de la noche pálidos de luna y neón.



Las glorietas vacías y los cines abiertos aunque el amanecer llegara,

aunque el grito del cóndor se oyera por los laberintos mentales

de los ahogados que regresan al nido oscuro donde las horas son cadáveres

y el turno de dormir se viste con el insomnio del caminante que se aleja, se aleja

entre orines de ángeles y semáforos negros

como el abismo sin paz de las cloacas.

martes, 14 de mayo de 2024

La isla

Has visto el mar a todas horas, en la noche y en el alba,

en la tarde vespertina y en las mañanas sin luz,

en el ocaso y en la claridad que reverbera

con brillos de espuma en la playa de tus ojos,

en el sueño y a través de los océanos de tu sangre verde agua,

¿por qué ahora ya no eres la isla que una vez fue mi morada?

lunes, 13 de mayo de 2024

La estrategia de la araña

 

Fui paciente como el aire que desgasta la altiva roca

desprendiendo la lámina de su ser hasta pulir el silencio

en que vive su corazón de siglos.



Con el dibujo de mi tela creé un dédalo sin salida,

una pegajosa celosía para que la ingenuidad del insecto

pose allí sus alas traslúcidas que ya no volarán

entre el cristal y la pared de mi único hogar.



En el rincón más escondido, en el ángulo en que el fortín

de una moldura se despliega en flores perfiladas

está el taller de mis horas eternas, cómplice de la luz fósil y el hastío,

del polvo de las vigas con su raíz melancólica de árbol mutilado,

del desván húmedo y los baúles sin edad, de la ruina

y el descuido en que viven las habitaciones cerradas,

de las lámparas ya nunca más encendidas; solo acecho.



Soy la laboriosa quietud donde en el tapiz de la muerte

juegan la agonía y el instinto su invisible partida de azar.

domingo, 12 de mayo de 2024

Metáfora del buen existir o el barco en la tormenta

 


Arriba crecen las lágrimas de la tormenta

y en el fragor retumban los tambores del ocaso.

Es volátil el surco que deja mi nave entre las olas de espuma

colmadas de furia con nubes de aire borrascoso

que arrojan su llanto de fiera herida sobre las cuadernas y los mástiles,

sobre el velamen henchido que recibe la inclemencia

de un viento huracanado con la fe de resistir al flujo

de unos azares invisibles que, como una efímera desgracia, 
pasarán 

al devenir la claridad del cielo entre el sol y el azul de un pacífico amanecer.



sábado, 11 de mayo de 2024

La naranja

 


Pesa en mi mano la redondez de su infancia recién nacida,

lentamente en la corteza la navaja penetra como una lengua

de acero y níquel que desprende del blancor su pulpa agridulce

de néctar milagroso, del hemisferio brota el jugo en gajos de piel

desprendida por los dedos finos de mi madre que acercan la media

luna hasta mis dientes donde se derrama como un manantial su tapiz

mordido por el ansia de mi sed que ya no espera a sentir el aroma

del fruto en sazón antes de que el río de su vientre se rinda a mi codicia.

.



Buscando un abril

 

Aquí donde los espejos gritan la edad que transcurre

como un río de sombras entre horarios cíclicos, aquí

sin lámparas que iluminen la canción de la juventud,

aquí en el dibujo que tracé antaño sobre una pared

vacía y que ya no es más que la bruma de un recuerdo,

aquí con mi rostro en el cristal de un mañana impredecible,

mientras los pájaros visitan el alféizar de los sueños

con el trino celeste de los ángeles como un clamor

de esperanza que asoma a los labios mudos, aquí

donde el trasluz juega con el sol a ser un mismo

aliento de humanidad, estoy yo buscando un abril

entre tus párpados que me de el agua de la vida

muy poco a poco, muy lentamente, como una gota

de azar que humedezca la raíz hasta lo más profundo

de mi árida noche, y así calle el perro de la melancolía.


viernes, 10 de mayo de 2024

El buzo


En el seno del agua las anémonas agitan su finos brazos

de esponjosa quietud y el cardumen como un tapiz de plata

se aleja con el impulso indomable de la tenaz corriente.

Filtra la luz su rayo solar con los cabellos derramándose

sobre la espuma que el mar bravío ensortija con el frenesí

del aire en las olas de una tempestad arrebatada, pero aquí

bajo la noche líquida peces sin condición rodean la piel

de mi traje con un círculo multicolor de tránsito fugaz,

sin demora en su orden de ramas fósiles que el inmenso

árbol oceánico columpia como si fuera una cuna que el río

subterráneo balancea entre algas, corales y rocas mecidas

por la mano ancestral del salitre azul. Y pasan el tiburón

y el delfín, la sirena y el haz que pone una flor de rocío amarillo

en la corona del viejo Poseidón, el pez que aova en un cúmulo

rugoso, y el crustáceo con su coraza imperial entre nubes de arena,

y en medio de la llanura traslúcida de un piélago inconmensurable

la sal de tu nombre da forma a la plenitud del silencio. Eres tú

mi superficie cuando miro cómo juega la luz con el recuerdo que surca

la corriente de mis ojos y enmarca el marítimo conjuro de no olvidarte más.

jueves, 9 de mayo de 2024

Sin ti

Repica la música en el húmedo cristal cuando canta

la espera en los posos furtivos de la noche. Tu ausencia

tiene el color de los espejos al nacer la luz en su cáliz virgen, 

sin la memoria de la piel recogida en una bruma de plata 

y azogue. Y fluye la conversación como un aire que arrastra 

los silencios con las cadenas sólidas de una amistad en flor, 

mientras la faz de tu espacio te invoca con el rojo carmín 

de unos labios ausentes. Hay huecos que nacen de ti y van 

hacia el olvido de una voz y un perfil dibujados en las mesas

vacías de la madrugada. Ah! qué ausencia de sombra me visita

aunque el resplandor llore en las esquinas donde la curva

de tu seno se desdoblaba en ríos de luz transparente. Y si no

estás yo no estoy, y si estás yo te sigo como un albatros sigue 

al sol que se acuesta en el mar de unas horas aún no vividas.