sábado, 24 de diciembre de 2011
Oración
A la hora en que tú vuelves yo naufrago.
Hazme fuerte, como una curva en tu seno.
Deja el brillo de tu sonrisa en mis ojos
sin luz.
Dame vida y calor.
domingo, 18 de diciembre de 2011
No pude evitar la caída
No pude evitar la caída, la naranja
que se cruza en la horrible sed del látigo,
el corazón que ya conoce su destino rojo.
No pude evitar la caída
que fue ángel
y luz o dinosaurio de los días sin alba.
No entendí que el tiempo nos domaría
como a un león sin rostro ni que las horas
nos entregarían su noche de filtros y nieve.
No pude evitar la caída y desde mi horizonte
eterno palpo la tierra mientras la mirada busca
un sol que despierte al niño que naufraga
en su alud.
No pude evitar la caída.
domingo, 4 de diciembre de 2011
¿Quién es quién en las alfombras oscuras del tiempo?
Los primeros pasos me crucifican. El niño vence
su escenario o su consigna.¿Y si penetras el portal
de la cruz y del tiempo? Ella habla con un diapasón
en las córneas(y yo que visito mi fiebre con los dedos
amargos de un latido encuentro la ondulada senda
de los tejados, las faldas que rompían el silencio,
los cohetes que el mercurio desnudó en largas clases
de hastío). Ya no hay memoria sin un adiós, ya los
copos visitan la hoguera que un San Juan atrevido
convirtió en unicornio. Veo aquella fotografía de aromas
y sal. Su pulcritud me enternece como el fruto que no
rompe su raíz o el omoplato que amó la deriva de los
cisnes. No hay regreso al frío de las ausencias(tú eres la llave,
el rombo en las esquinas, el ruiseñor ambiguo de los hospitales,
tu fe, mi canción imperfecta). La casa es un soldado sin mar,
sus juegos aman la estrategia de los veleros y la nieve.
No huyáis del espejo, dentro las cavernas del olvido
aciertan como un epitafio o una locura sin forma. Este
carmín desviste la duda, este incendio arrima el sol
a su ayer como el prefacio que acertó su nube escarlata.
Nadie podrá dormir en el eco, su silencio amargo desordena
la sombra y la elige. Quedan las ventanas y el paso de la ceniza
y la indiferencia del neón o los calmados gestos de aquella ola
que miente.¿Cuál es tu jardín si el viento rememora su cabellera
de élitros y arcángel? Si no hay barniz los ojos del tiempo se cansan.
He desollado el camino del alba hasta el alba. Y me recreo en la carne
de un niño que amanece o me recito como un diamante que ignora
su herida. Mis luces cabalgan sin temer a la elipse porque tú ya
no eres tú porque yo ya no soy yo. Porque nadie es nadie en la ruta
oscura, en ese corazón perdido, llaga en la luz de esa claridad
que te nombra.
su escenario o su consigna.¿Y si penetras el portal
de la cruz y del tiempo? Ella habla con un diapasón
en las córneas(y yo que visito mi fiebre con los dedos
amargos de un latido encuentro la ondulada senda
de los tejados, las faldas que rompían el silencio,
los cohetes que el mercurio desnudó en largas clases
de hastío). Ya no hay memoria sin un adiós, ya los
copos visitan la hoguera que un San Juan atrevido
convirtió en unicornio. Veo aquella fotografía de aromas
y sal. Su pulcritud me enternece como el fruto que no
rompe su raíz o el omoplato que amó la deriva de los
cisnes. No hay regreso al frío de las ausencias(tú eres la llave,
el rombo en las esquinas, el ruiseñor ambiguo de los hospitales,
tu fe, mi canción imperfecta). La casa es un soldado sin mar,
sus juegos aman la estrategia de los veleros y la nieve.
No huyáis del espejo, dentro las cavernas del olvido
aciertan como un epitafio o una locura sin forma. Este
carmín desviste la duda, este incendio arrima el sol
a su ayer como el prefacio que acertó su nube escarlata.
Nadie podrá dormir en el eco, su silencio amargo desordena
la sombra y la elige. Quedan las ventanas y el paso de la ceniza
y la indiferencia del neón o los calmados gestos de aquella ola
que miente.¿Cuál es tu jardín si el viento rememora su cabellera
de élitros y arcángel? Si no hay barniz los ojos del tiempo se cansan.
He desollado el camino del alba hasta el alba. Y me recreo en la carne
de un niño que amanece o me recito como un diamante que ignora
su herida. Mis luces cabalgan sin temer a la elipse porque tú ya
no eres tú porque yo ya no soy yo. Porque nadie es nadie en la ruta
oscura, en ese corazón perdido, llaga en la luz de esa claridad
que te nombra.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Frente a frente
No soy fan de Bunbury precisamente, pero me gusta esta versión que ha hecho de una canción de Jeanette.
jueves, 17 de noviembre de 2011
El derby de fútbol
Yo presentí el griterío como una ciudad. Y el
almanaque de los autobuses como un muro azul.
Dos ejércitos se alzan sin pretender olvido, hay armonía
y palabras que lloran su iniquidad.¿sientes posible el juego
cuando el orgullo traiciona la garganta de un hombre?
Es multicolor el aliento, mientras los cíclopes sudan
su arbitrario crucigrama sobre un césped de aljibes y rumor.
Nacerá lo imposible de lo posible y un largo aullido
coronará los hilos de un espacio desnudo(afuera el mar
ruge como un corazón sin luz).La gloria de los cisnes
es amarga porque destruye su resplandor, el espejo
que los nombra.
sábado, 5 de noviembre de 2011
Vivir en otro lugar para sentir qué
Allí en el abril una sonda de pétalos. Mi avión
como venas amargas o cuerpos que enseñan su raíz
hermafrodita. Ningún columpio. Solo el río, sereno,
torpe como una planicie de hielo y verdad. Vuela
el auto entre jardines y el pensamiento anticipa
su sombra con los dedos alados de la pregunta.
Un hotel de labios perpetuos, sin maquillaje,
sin lobos ni muerte. Pero hay color y un aroma
a pan recién nacido, a soldados cuyo refugio
es la luz de las alfombras. Nadie duda tras
el silencio de las paredes, jamás un oído triste
reconocerá sus lápices, su oración de bienvenida.
Afuera hay un eco de flores albinas y mil soles
sin explorar. Crece mi juventud en el espejo dorado
de los sueños y no hay canción ni buhardilla
ni oscuros alambres que destrocen su artificio.
Todo viaje es una respuesta-te acuerdas del
reloj, esférico, insomne-. Si tú buscas la herida
hallarás la desnuda efigie de los pasos. Cada
ciudad tiene un rostro de inalcanzable sed
y dentro, en el abismo de los minutos viejos,
canta el cisne, rueda la noria.
como venas amargas o cuerpos que enseñan su raíz
hermafrodita. Ningún columpio. Solo el río, sereno,
torpe como una planicie de hielo y verdad. Vuela
el auto entre jardines y el pensamiento anticipa
su sombra con los dedos alados de la pregunta.
Un hotel de labios perpetuos, sin maquillaje,
sin lobos ni muerte. Pero hay color y un aroma
a pan recién nacido, a soldados cuyo refugio
es la luz de las alfombras. Nadie duda tras
el silencio de las paredes, jamás un oído triste
reconocerá sus lápices, su oración de bienvenida.
Afuera hay un eco de flores albinas y mil soles
sin explorar. Crece mi juventud en el espejo dorado
de los sueños y no hay canción ni buhardilla
ni oscuros alambres que destrocen su artificio.
Todo viaje es una respuesta-te acuerdas del
reloj, esférico, insomne-. Si tú buscas la herida
hallarás la desnuda efigie de los pasos. Cada
ciudad tiene un rostro de inalcanzable sed
y dentro, en el abismo de los minutos viejos,
canta el cisne, rueda la noria.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Quien iba a pensar que acabarías monja
Hay quien apetece sombras o golondrinas
de invierno. Yo no. Es pálida tu piel y tus
labios son lápices de mar. Pero hablas como
el pájaro sin horas en su cubil, en su noche.
¿Y las águilas de azul? ¿Y el coral? Y es que yo
sueño con la plata sin álbumes y me incorporo
entre dinosaurios de agua o diablos ciegos
sin dinamita ni ardor. Hoy creo en los oráculos
de la luna o en los sonidos inmóviles del azar.
Se desnudan las albas que aún miran la celosía
roja. Pero yo ya no navego en tu bondad de isla,
en tu corazón de tiniebla. Solo sé que mi rail
se desgasta como la piedad de los nombres
o la historia que el pasado cubre de guirnaldas
y tiempo. Nunca sentí más próxima la raíz del
silencio, cuerpos que se agitan y son verdad.
Autentica verdad.
de invierno. Yo no. Es pálida tu piel y tus
labios son lápices de mar. Pero hablas como
el pájaro sin horas en su cubil, en su noche.
¿Y las águilas de azul? ¿Y el coral? Y es que yo
sueño con la plata sin álbumes y me incorporo
entre dinosaurios de agua o diablos ciegos
sin dinamita ni ardor. Hoy creo en los oráculos
de la luna o en los sonidos inmóviles del azar.
Se desnudan las albas que aún miran la celosía
roja. Pero yo ya no navego en tu bondad de isla,
en tu corazón de tiniebla. Solo sé que mi rail
se desgasta como la piedad de los nombres
o la historia que el pasado cubre de guirnaldas
y tiempo. Nunca sentí más próxima la raíz del
silencio, cuerpos que se agitan y son verdad.
Autentica verdad.
sábado, 15 de octubre de 2011
Un recuerdo de ti
La cenefa y su árbol exacto.
Tú que ayer eras nieve, un sol
invencible.
El candor y la música, la que olvida
el olvido. La marea de todas las mareas,
la muerte que abrasa.
El fin.
Tú que ayer eras nieve, un sol
invencible.
El candor y la música, la que olvida
el olvido. La marea de todas las mareas,
la muerte que abrasa.
El fin.
sábado, 8 de octubre de 2011
Igual que Cenicienta
Aunque tú no lo sepas guardas un paraíso
entre las manos. Tu corazón es un cisne
que ama la quietud, el féretro encendido.
Llegará la luz, llegará la luz a tu sueño.
Y sentirás el paso breve del animal sigiloso,
la vida armoniosa de las luciérnagas. Hay
destinos como zapatos blancos(en la memoria
del cristal un ejército de espumas). Y tu belleza
que no es de carmín, ambigua como el azar,
inocente como el delirio.
entre las manos. Tu corazón es un cisne
que ama la quietud, el féretro encendido.
Llegará la luz, llegará la luz a tu sueño.
Y sentirás el paso breve del animal sigiloso,
la vida armoniosa de las luciérnagas. Hay
destinos como zapatos blancos(en la memoria
del cristal un ejército de espumas). Y tu belleza
que no es de carmín, ambigua como el azar,
inocente como el delirio.
sábado, 24 de septiembre de 2011
La memoria rota
Llovió el tren su cruz azul. Nuestro equipaje son lunas
o misterios varados en la incertidumbre del aliento. Otra
ciudad como un pálpito y la ilusión infantil de los semáforos
como la cenefa roja de los duendes. Una pregunta en el cálido
azulejo, otra que se disfraza de alelí con sus sílabas neutras.
¿Soy yo la efigie que se rompe o quizá la desventura es un cráter
ambiguo, lleno de películas y fiebre? Tengo cinco dedos de
premura, una voz incansable y el eco de una canción en mi piel
de cisne. Mi juventud voló con alas de fuego y no supo entender
la esquiva cicatriz de los hospitales vacíos. He visto autobuses sin
odio dormir en el escondite de una luz indefensa. He visto la gloria
anudarse en las butacas raídas de un cine de entretiempo. Jugué
a ser héroe como quien marca los números del estío. Pero no hay
suerte más allá de la semilla, del ojo inmaculado que vigila su
sombra.¿oiréis acaso la furia del cristal cuando el licor es
un alce, erguido y múltiple, tan oscuro como un latido?
Conocí la burbuja que destroza tu sed, entendí la gloria infinita
de los plátanos, el orgullo inmemorial de un bulevar que ha roto
sus cadenas de artificio. Salían profetas del gran vientre y era
la luz un pretérito sin ramas, un alcohol sin nubes. Aún guardo
tu cuerpo como el destello fúnebre de esas horas que no vuelven.
En mi memoria los ojos se desnudan como las pupilas negras
del azor.
domingo, 18 de septiembre de 2011
jueves, 15 de septiembre de 2011
Carta a Blancanieves
Nunca debiste sembrar tu piel con lágrimas
de hastío. Y ese rojo o la furia del azabache
o la inocencia como un abril misterioso.
Tú la más bella, tú la que roza el espejo con
músculos de arena. La envidia es un dios
taciturno-hay mujeres sin hambre, mientras
otras fabrican su miel de acíbar y plenilunio-.
La huida, la huida se refleja en ti como el símbolo
azul de un pájaro, conocerás el sombrío ejército de las
ramas, los gorriones que se asustan con tu elixir,
los habitantes del bosque, sencillos como la luz
que entreteje la perfidia. Pero en la memoria
del claroscuro un vértice se eleva(sin las plumas
y los mapas, la disciplina que anuncia en su
féretro la inquina de un puñal, el agudo estigma
que rompe la fiebre del hierro como si fuera su
augusta sombra o su adiós). No temas porque
tu luz es la doctrina y ellos, los príncipes
de la noche infantil, hace tiempo que desnudan
sus albas y viven en sus muecas de azúcar
y enebro. Oh princesa que buscas el hogar en
la desventura y conviertes tus ojos en laberintos
de orgullo. Ellos, los hombres que amanecieron
sin alma sirven al ritual, tu sombra les da vida,
tu quietud les eleva como arcángeles de jazmín.
Y de pronto el brillo y ese color que palpita
en la fibra de un corazón esquivo, y ese aliento
que sabe a dulzor o a embeleso, a hiel y a
oscura planicie de maldad. Entre los castaños,
al pie de un roble, cuando llora el manantial
y mil pupilas agitan su verde, en tu cárcel ya
toda luz, con la risa que amamanta inviernos
y un sol que desnuda el último verano, hallarás
la magia, las elipses de un cuento que son a la
verdad lo que la misma verdad ignora.
de hastío. Y ese rojo o la furia del azabache
o la inocencia como un abril misterioso.
Tú la más bella, tú la que roza el espejo con
músculos de arena. La envidia es un dios
taciturno-hay mujeres sin hambre, mientras
otras fabrican su miel de acíbar y plenilunio-.
La huida, la huida se refleja en ti como el símbolo
azul de un pájaro, conocerás el sombrío ejército de las
ramas, los gorriones que se asustan con tu elixir,
los habitantes del bosque, sencillos como la luz
que entreteje la perfidia. Pero en la memoria
del claroscuro un vértice se eleva(sin las plumas
y los mapas, la disciplina que anuncia en su
féretro la inquina de un puñal, el agudo estigma
que rompe la fiebre del hierro como si fuera su
augusta sombra o su adiós). No temas porque
tu luz es la doctrina y ellos, los príncipes
de la noche infantil, hace tiempo que desnudan
sus albas y viven en sus muecas de azúcar
y enebro. Oh princesa que buscas el hogar en
la desventura y conviertes tus ojos en laberintos
de orgullo. Ellos, los hombres que amanecieron
sin alma sirven al ritual, tu sombra les da vida,
tu quietud les eleva como arcángeles de jazmín.
Y de pronto el brillo y ese color que palpita
en la fibra de un corazón esquivo, y ese aliento
que sabe a dulzor o a embeleso, a hiel y a
oscura planicie de maldad. Entre los castaños,
al pie de un roble, cuando llora el manantial
y mil pupilas agitan su verde, en tu cárcel ya
toda luz, con la risa que amamanta inviernos
y un sol que desnuda el último verano, hallarás
la magia, las elipses de un cuento que son a la
verdad lo que la misma verdad ignora.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Ese lugar que es mi refugio
Ahí donde el púrpura es cristal y la imagen
se desnuda como un rompeolas ciego.
En el sudor, en la iconografía del delito.
En la atmósfera que cría golondrinas y no miente.
En tus piernas redondas, en tu luz sin mapas.
se desnuda como un rompeolas ciego.
En el sudor, en la iconografía del delito.
En la atmósfera que cría golondrinas y no miente.
En tus piernas redondas, en tu luz sin mapas.
martes, 30 de agosto de 2011
Junto al río
Ya no existe muro ni canción ni aventura.
El inmaculado puente anuncia el candil
de un templo. He visto el color como un
enjambre sin luz. Los pasos, los pasos que
nos llevan al cuello de la golondrina, a la
supremacía del cristal, a los ecos del sol
que navegan. Es bonito el símbolo de los carteles,
la mecánica de un brazo que roza la fibra
del emblema. Primero un galeón, casi analfabeto,
con su cobre dormido y su agua y sus laberintos
sin memoria. Después la orgullosa catedral
como una rama del inútil mercado, como un bonito
espejo en el azul. Me gusta la armonía de este ajedrez
donde crujen las especias y no existe el miedo
al sabor, a la luz, a los extraños olores de un país.
Y después la llama que el museo ha vestido de
nieve(adobe y jazmín, vidrios que inundan la paz,
escaleras mecánicas y cuadros escondidos
como nenúfares insomnes). Sí, la ciudad
me enseña su gran pecho blanco y yo cabalgo
sus vértebras y pienso en hombres de hojalata,
en escudos que han desnudado su invierno,
para ser ahora el río sin maquillaje o la
curiosa sombra de los horarios en sándwiches
de espuma. Volveré como vuelve el ruiseñor
a su canto, con mis heridas de niño y mis omoplatos
vacíos de añoranza.
El inmaculado puente anuncia el candil
de un templo. He visto el color como un
enjambre sin luz. Los pasos, los pasos que
nos llevan al cuello de la golondrina, a la
supremacía del cristal, a los ecos del sol
que navegan. Es bonito el símbolo de los carteles,
la mecánica de un brazo que roza la fibra
del emblema. Primero un galeón, casi analfabeto,
con su cobre dormido y su agua y sus laberintos
sin memoria. Después la orgullosa catedral
como una rama del inútil mercado, como un bonito
espejo en el azul. Me gusta la armonía de este ajedrez
donde crujen las especias y no existe el miedo
al sabor, a la luz, a los extraños olores de un país.
Y después la llama que el museo ha vestido de
nieve(adobe y jazmín, vidrios que inundan la paz,
escaleras mecánicas y cuadros escondidos
como nenúfares insomnes). Sí, la ciudad
me enseña su gran pecho blanco y yo cabalgo
sus vértebras y pienso en hombres de hojalata,
en escudos que han desnudado su invierno,
para ser ahora el río sin maquillaje o la
curiosa sombra de los horarios en sándwiches
de espuma. Volveré como vuelve el ruiseñor
a su canto, con mis heridas de niño y mis omoplatos
vacíos de añoranza.
lunes, 22 de agosto de 2011
Dormir contigo
¿Son estos los copos del frío? El tren se arrodilla,
es un cadáver en la atmósfera azul.
La noche duerme virgen sin un oasis en su luz roja.
Ha vuelto la mañana con agujas de plomo y hay voces
de dinosaurio que no exhiben un sol.
Soy carne que se desploma o la quilla de un buque
que amanece en un baúl de insomnios.
Es suficiente el filo de una palabra para encontrar la luz perdida.
Hablamos como caracoles que regresan al punto en que se cruzan
los orangutanes y el miedo, la sinrazón y el hechizo.
Tu risa divide el tiempo como un corazón sin algas ni marfil.
Después de la isla el combate de un guiño, los pasos de un ejército
que se agota en tu vientre. Como la imposible edad de las mandrágoras,
el mezcal de tu sexo.
es un cadáver en la atmósfera azul.
La noche duerme virgen sin un oasis en su luz roja.
Ha vuelto la mañana con agujas de plomo y hay voces
de dinosaurio que no exhiben un sol.
Soy carne que se desploma o la quilla de un buque
que amanece en un baúl de insomnios.
Es suficiente el filo de una palabra para encontrar la luz perdida.
Hablamos como caracoles que regresan al punto en que se cruzan
los orangutanes y el miedo, la sinrazón y el hechizo.
Tu risa divide el tiempo como un corazón sin algas ni marfil.
Después de la isla el combate de un guiño, los pasos de un ejército
que se agota en tu vientre. Como la imposible edad de las mandrágoras,
el mezcal de tu sexo.
sábado, 20 de agosto de 2011
Un poema de Miguel Labordeta(1.921-1.969)
MOMENTO NOVEMBRINO
Largos versos escribo con mi pluma de ave.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
No estoy triste ni alegre. Más bien un poco turbio,
un poco espada, un mucho vagabundo magnífico
profano de caricias.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Todo se ha vuelto claro. Nada tiene importancia.
Mi apellido no existe, pues todo fue quimera,
y mi nombre marchitó los espejos dentro de cinco siglos.
Cada espectro de Luna
me voy muriendo un beso.
Cada gota de sol
surjo un instante de oro
de mi pus y mi sueño.
Rasgo todas mis máscaras con un signo de paz.
No quiero ya más templos donde roben mi vuelo,
sino intemperie pura que incendie mi caída.
No más engaños ya. Toda verdad es vana,
casi mentira sólo.
Tienen todos los labios un cárdeno regusto
a planeta perdido sin importarle cómo.
Miradme. Estoy sin amo. Como un perro sarnoso.
Mi astrónomo amigo ha huido.
No acudió a la cita de la cena.
Se enamoró del Polo de los Cielos.
Tuvo suerte en su lid.
Berlingtonia-Madre-Galaxia-Novia
le reclamo habitante del mar de las esferas
sin carta de llamada ni pasaporte fijo.
En la mágica caverna del cinema
cojo a mi amor la tierna mano fría:
Eres mi dulce odio, emboscada de instinto
hecho con látigo de hechizo tililante.
Mis lascivos propósitos riñe mi niña buena:
¿Por qué no acudes a misa de una y media,
sosito mío...?
¿Por qué no trabajas
como cualquier hombre decente
y ganas un sueldo honorable
con seguro de vida y una vejez tranquila?
¿Por qué escribes suciedades
que además nadie compra
si la vida es bonita
y hay meriendas tan ricas
donde se baila el vals?
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Fabrico espantapájaros. Al estío le sucede el otoño.
Doy clases de Historia a cretinos simpáticos.
Cada curso tengo un bolsillo menos y una calva más amplia.
A veces oigo música anónima y lloro como un tonto.
Ciertas tardes de fiesta me encierro con mi pena allá dentro.
Pero también acudo los domingos
a los campos de fútbol o a las plazas de toros,
y vislumbro en lo alto de las torres de anuncios
a la pálida doncella inexorable
sonriendo con su puñal de nube
a la ululante muchedumbre
de energúmenos en flor,
¡espléndida cosecha de calaveras para el año 2000!
Ha llegado un telegrama de cementerio-Aries:
«Sin hora liquidada. Astrónomo amigo
paso sin novedad toda orilla celeste. (Stop).
No volverá jamás. (Stop.) Hasta la vista. (Stop.)»
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Con mi pluma de ave escribo largos versos.
Largos versos escribo con mi pluma de ave.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
No estoy triste ni alegre. Más bien un poco turbio,
un poco espada, un mucho vagabundo magnífico
profano de caricias.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Todo se ha vuelto claro. Nada tiene importancia.
Mi apellido no existe, pues todo fue quimera,
y mi nombre marchitó los espejos dentro de cinco siglos.
Cada espectro de Luna
me voy muriendo un beso.
Cada gota de sol
surjo un instante de oro
de mi pus y mi sueño.
Rasgo todas mis máscaras con un signo de paz.
No quiero ya más templos donde roben mi vuelo,
sino intemperie pura que incendie mi caída.
No más engaños ya. Toda verdad es vana,
casi mentira sólo.
Tienen todos los labios un cárdeno regusto
a planeta perdido sin importarle cómo.
Miradme. Estoy sin amo. Como un perro sarnoso.
Mi astrónomo amigo ha huido.
No acudió a la cita de la cena.
Se enamoró del Polo de los Cielos.
Tuvo suerte en su lid.
Berlingtonia-Madre-Galaxia-Novia
le reclamo habitante del mar de las esferas
sin carta de llamada ni pasaporte fijo.
En la mágica caverna del cinema
cojo a mi amor la tierna mano fría:
Eres mi dulce odio, emboscada de instinto
hecho con látigo de hechizo tililante.
Mis lascivos propósitos riñe mi niña buena:
¿Por qué no acudes a misa de una y media,
sosito mío...?
¿Por qué no trabajas
como cualquier hombre decente
y ganas un sueldo honorable
con seguro de vida y una vejez tranquila?
¿Por qué escribes suciedades
que además nadie compra
si la vida es bonita
y hay meriendas tan ricas
donde se baila el vals?
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Fabrico espantapájaros. Al estío le sucede el otoño.
Doy clases de Historia a cretinos simpáticos.
Cada curso tengo un bolsillo menos y una calva más amplia.
A veces oigo música anónima y lloro como un tonto.
Ciertas tardes de fiesta me encierro con mi pena allá dentro.
Pero también acudo los domingos
a los campos de fútbol o a las plazas de toros,
y vislumbro en lo alto de las torres de anuncios
a la pálida doncella inexorable
sonriendo con su puñal de nube
a la ululante muchedumbre
de energúmenos en flor,
¡espléndida cosecha de calaveras para el año 2000!
Ha llegado un telegrama de cementerio-Aries:
«Sin hora liquidada. Astrónomo amigo
paso sin novedad toda orilla celeste. (Stop).
No volverá jamás. (Stop.) Hasta la vista. (Stop.)»
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Con mi pluma de ave escribo largos versos.
domingo, 14 de agosto de 2011
La añoranza
Añoranza. Qué palabra más bonita y qué palabra más triste, también. Rebuscando en el baúl de los poemas me encontré con éste que en su momento decidí no publicar. No me gustaba y sigue sin gustarme. Pero trata precisamente de ese tema: la añoranza. Así que no tengo más remedio que sacarlo a la luz. Doy las gracias de antemano a quien se anime a leerlo.
ES LA AÑORANZA
Quien vuelve a la ciudad antigua
ya no encuentra su nombre.
No hay eco en los pasos mudos
ni la oscura raíz dibuja un sueño
o su atardecer.
Nada se esconde bajo la luz de aquel cristal.
Mi memoria finge su nocturnidad,
mi memoria es un alfil que viaja al olvido.
Así los ojos crueles del huracán llegan lentos
y te rozan como una caricia o un abrigo
sin vértebras.
Es la añoranza.
ES LA AÑORANZA
Quien vuelve a la ciudad antigua
ya no encuentra su nombre.
No hay eco en los pasos mudos
ni la oscura raíz dibuja un sueño
o su atardecer.
Nada se esconde bajo la luz de aquel cristal.
Mi memoria finge su nocturnidad,
mi memoria es un alfil que viaja al olvido.
Así los ojos crueles del huracán llegan lentos
y te rozan como una caricia o un abrigo
sin vértebras.
Es la añoranza.
lunes, 8 de agosto de 2011
Cada día es un milagro
Un hogar que se rompe en sábanas.
El llanto en la discoteca o el fulgor
de los trenes. Una voz en el plenilunio,
otra en la curtida raíz de un mapa.
La felicidad es cosa siniestra,
sin armazón, sin orgullo ni latido.
Vi plazas cuyo nombre desconozco
escritas en la piel del nómada.
Y palabras como golondrinas
que aletean un signo en el microscopio
del azul. Jamás lloré a pesar del olvido
que deshoja mi muerte. Porque cada día
es un milagro y cada noche un oscuro
murciélago nos regala su luz. Aquí continúo,
aquí persigo lo que ya no soy. La sombra
de mi sombra. El ayer de mi ayer.
El llanto en la discoteca o el fulgor
de los trenes. Una voz en el plenilunio,
otra en la curtida raíz de un mapa.
La felicidad es cosa siniestra,
sin armazón, sin orgullo ni latido.
Vi plazas cuyo nombre desconozco
escritas en la piel del nómada.
Y palabras como golondrinas
que aletean un signo en el microscopio
del azul. Jamás lloré a pesar del olvido
que deshoja mi muerte. Porque cada día
es un milagro y cada noche un oscuro
murciélago nos regala su luz. Aquí continúo,
aquí persigo lo que ya no soy. La sombra
de mi sombra. El ayer de mi ayer.
viernes, 5 de agosto de 2011
Definir la pasión
Como ríos de magma en la sien.
Y a veces un cuchillo o un motor
que late sin horarios. Una imagen
que destruye la razón y la columpia.
Un sol sin ventrículos ni mar.
El espejo de los espejos, la sed
de la sed.
Y a veces un cuchillo o un motor
que late sin horarios. Una imagen
que destruye la razón y la columpia.
Un sol sin ventrículos ni mar.
El espejo de los espejos, la sed
de la sed.
miércoles, 3 de agosto de 2011
lunes, 1 de agosto de 2011
Confesiones desde un bar
Guardé palomas en mi pecho de nylon. Sólo
porque el frío no hallará luz en mi memoria.
Pero vuelve la fugitiva canción del tren, y los adioses
y el vacío que se dobla como un acordeón sin hojas.
Tu futuro son mis playas, tu maquillaje la piel
temprana de las esferas.
Nada se parece a ese viento que naufraga en los cristales
cuando la noche refulge como un desconocido azar.
El sonido ya no hereda la virtud del pensamiento
y es un cuerpo que se aleja mi doblez y mi renuncia.
El color y su patria gris, aquel mensaje que los caminos
confunden con la crisálida del sur, y por fin las páginas
de un libro que se vierten como un sol adulto.
Salimos al olvidado edén-que yo conozco con sus viles
trampas, sus azulejos de desvarío, sus mutilados enjambres
sin signo ni edad-.
Te llevo al bar de la penumbra, allí donde la música
espejea y los rostros que no olvidan las paredes acechan
en la media tarde de un frío enero.
Ahora la palabra cabecea como un cisne y tú me cuentas
lo que ya no vendrá con sus raíces mustias y su dolor de alfileres
y tiniebla.
Aquí, es cierto yace el sol, y huele a mar como si nadie
robara su aliento a la vida gris de las mareas.
Soy un invitado al tenue descanso de las sombras.
Soy la doctrina de los sauces bajo un cálido estertor
de niños hambrientos.
Los días fecundan días y nos visten de mapas y nos confunden
con banderas de un solo ojo o estandartes de un pasado infantil.
Quedará el sabor agrio de la cerveza, las luces que acampan
en la sed de los teléfonos y ese yugo que sabe a sal, a ironía
y a ecos que van o vienen sin apenas dulzor.
Veo el corazón de la isla(sus raíces de dragón, sus amuletos azules,
el acento hermafrodita de las águilas).
Una vez fui los ojos tristes del pájaro que te busca en la semilla
de un adiós infinito.
Cuando tú ya no eras.
martes, 19 de julio de 2011
En un pueblo andaluz
Es como si corrieran venas de vida y de historia
bajo el empedrado, y el olor a hierbabuena nos
saciara de luz y la alegría de las voces anónimas
se instalara en el interior de un recuerdo ya por fin
olvidado. Esta mañana de pájaros azules nos distrae
con sus cabellos de sol y sus palabras de novia.
Nada hay más hermoso aquí que este silencio
de paisajes y de abriles que nunca han muerto,
que nunca morirán. En el rumor del agua yo
escribo tu nombre, ese infinito nombre de
arena y espejos que por ti existe.
bajo el empedrado, y el olor a hierbabuena nos
saciara de luz y la alegría de las voces anónimas
se instalara en el interior de un recuerdo ya por fin
olvidado. Esta mañana de pájaros azules nos distrae
con sus cabellos de sol y sus palabras de novia.
Nada hay más hermoso aquí que este silencio
de paisajes y de abriles que nunca han muerto,
que nunca morirán. En el rumor del agua yo
escribo tu nombre, ese infinito nombre de
arena y espejos que por ti existe.
miércoles, 13 de julio de 2011
Un poema de Blanca Andreu
Tengo la suerte de ser paisano y coetáneo de esta poetisa a la que admiro. Este es uno de sus poemas más conocidos incluído en un poemario que dejó huella: " De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall" (1.980)
AMOR MÍO, AMOR MÍO, MIRA MI BOCA DE VITRIOLO
Amor mío, amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.
Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habitan la palabra
Alejandría
ni escribir cartas para Rilke el poeta.
AMOR MÍO, AMOR MÍO, MIRA MI BOCA DE VITRIOLO
Amor mío, amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.
Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habitan la palabra
Alejandría
ni escribir cartas para Rilke el poeta.
miércoles, 6 de julio de 2011
Narciso
A veces soy la conciencia de otro, el que jamás
besa su sombra.¿Por qué en el bosque no hay cristal
de oro ni brillos de nenúfar? Llevo la piel cálida
del designio en mi corona. Un cuerpo como un céfiro
de vocales sin mar, una raíz en mi sol. Ella se recoge
en su extrañeza y habla con la esgrima de la elipse
y el rencor. ¿Qué profecía rasga el tímido manto de un sueño?
Oh dios dame un reflejo de sal, una perla sin noviembres
ni hastío. Algo que renazca en mi sed
como una flor de agua.
besa su sombra.¿Por qué en el bosque no hay cristal
de oro ni brillos de nenúfar? Llevo la piel cálida
del designio en mi corona. Un cuerpo como un céfiro
de vocales sin mar, una raíz en mi sol. Ella se recoge
en su extrañeza y habla con la esgrima de la elipse
y el rencor. ¿Qué profecía rasga el tímido manto de un sueño?
Oh dios dame un reflejo de sal, una perla sin noviembres
ni hastío. Algo que renazca en mi sed
como una flor de agua.
martes, 5 de julio de 2011
A veces sueño con palacios árabes
Nadie pronuncia la sed del gusano. Hay un reloj
de esferas celestes y una estatua de negror y espectro.
El autobús serpentea entre calles dormidas. No
ha sido noche la fe, ni en el crepúsculo las hojas
sobreviven heridas de cansancio y alud.
Arriba el planeta rojo, esa huella que los jardines
no matan, el huerto y el olivo, la garganta de
los naranjos con su aljibe y su sol.
Me duele el llanto triste del animal, sus ojos
son de vidrio, sus enigmas me rozan y no
alcanzo a entender el oficio del profeta
que temió la máscara o su luz.
Es hermoso el perfil del óxido, la duda que penetra
mi edad, la magia que imagina tu música entre
timbales y frescor.
Y el agua como manantial de cantos y las dalias
o los altos pinos y ese deletrear de campanas en el
oasis de las hojas que vigilan tu alba.
Aquí el jardín y en el vómito la razón de la espada.
Me gusta el espejo impar de las fuentes, tu cal que
maquilla la piel del tiempo o acaso el murmullo
de las cuevas sin alma que excitan la virtud
de los dioses.
Mi cuerpo se sonroja y ya no entiendo el pavor
que fluye del mármol o el hemisferio que espía
en el círculo azul de los tejados.
Tú y tú tras la memoria insigne, las rótulas blancas
en los mocábares, el rey con su brazo de nieve
como un cometa que deshojó la noche.
Si alguien menciona el paraíso yo diré
la alfombra roja del sueño.
de esferas celestes y una estatua de negror y espectro.
El autobús serpentea entre calles dormidas. No
ha sido noche la fe, ni en el crepúsculo las hojas
sobreviven heridas de cansancio y alud.
Arriba el planeta rojo, esa huella que los jardines
no matan, el huerto y el olivo, la garganta de
los naranjos con su aljibe y su sol.
Me duele el llanto triste del animal, sus ojos
son de vidrio, sus enigmas me rozan y no
alcanzo a entender el oficio del profeta
que temió la máscara o su luz.
Es hermoso el perfil del óxido, la duda que penetra
mi edad, la magia que imagina tu música entre
timbales y frescor.
Y el agua como manantial de cantos y las dalias
o los altos pinos y ese deletrear de campanas en el
oasis de las hojas que vigilan tu alba.
Aquí el jardín y en el vómito la razón de la espada.
Me gusta el espejo impar de las fuentes, tu cal que
maquilla la piel del tiempo o acaso el murmullo
de las cuevas sin alma que excitan la virtud
de los dioses.
Mi cuerpo se sonroja y ya no entiendo el pavor
que fluye del mármol o el hemisferio que espía
en el círculo azul de los tejados.
Tú y tú tras la memoria insigne, las rótulas blancas
en los mocábares, el rey con su brazo de nieve
como un cometa que deshojó la noche.
Si alguien menciona el paraíso yo diré
la alfombra roja del sueño.
lunes, 4 de julio de 2011
Ahí ven o Maio
Hoy me dedico a mí mismo esta canción de Luis Emilio Batallán sobre un poema de Curros Enríquez. Y lo hago porque me da la gana, porque nací en Mayo y porque-no podía ser de otra forma-ese es mi mes favorito.
sábado, 2 de julio de 2011
Dieciséis años
Volver a la luz desde el fondo del abismo.
Y jugar con niños azules a la bondad y a la lujuria.
Mi cuerpo al que le han crecido alas para
ser el pájaro de la ilusión, su figura alegre.
Y el amor con sus serpientes blancas viajando
en trenes nocturnos hacia los ojos de un cristal mudo.
Y jugar con niños azules a la bondad y a la lujuria.
Mi cuerpo al que le han crecido alas para
ser el pájaro de la ilusión, su figura alegre.
Y el amor con sus serpientes blancas viajando
en trenes nocturnos hacia los ojos de un cristal mudo.
sábado, 25 de junio de 2011
La proposición
En un bolsillo los mapas del mundo.
Te ofrezco mi hora de azúcar o quizá
la palabra en los posos del café. Un bar
donde crecer juntos, la mística de la luz,
el orgullo del fuego. Se quema la brasa
con cada párpado y tú me sonríes, sin
saber de doctrinas, libre como un sol
rojo.
viernes, 17 de junio de 2011
Residente accidental
Otra ciudad y un sol sin estirpe. Mi cuerpo
como un dromedario herido de luz y antorchas.
Yo espío tus álbumes(o tus pasos que levitan
como alfileres de azar). Hay ritmo y gárgolas,
palabras que esconden futuro. ¿Qué años aquí ,
en el oasis, cuando las domadoras viajan
y enseñan músculo y estéril tiempo?
El camino, el camino como un túnel,
en su visor la atmósfera del espectro,
a menudo el equinoccio de las mariposas
y una estatua y un árbol sin sed.
Llueve y no pregunto porqué
(hay razones de alambre
como hay flechas rojas).
Mi hotel es blanco como un pájaro de nieve,
mi hotel ama los segundos que escriben su negra fe.
Tengo los aromas de un círculo, la brújula
que inventó islas, un labio entre dos horas de sal.
Tengo veinte años de ámbar y sueños que se han doblado
como mapas de azufre.
Sé quien soy, el leopardo sin ojos, la metamorfosis de los camellos,
la especie que rota en un mundo ciego.¿Y los trenes?
¿adónde su aullido? Habita la piedra su estigma
como un diapasón frío.
En mi memoria el paso azul, el color, la música
y un extraño elixir de noches sin espejos ni alba.
Lloverán quimeras sobre un vientre de luz.
como un dromedario herido de luz y antorchas.
Yo espío tus álbumes(o tus pasos que levitan
como alfileres de azar). Hay ritmo y gárgolas,
palabras que esconden futuro. ¿Qué años aquí ,
en el oasis, cuando las domadoras viajan
y enseñan músculo y estéril tiempo?
El camino, el camino como un túnel,
en su visor la atmósfera del espectro,
a menudo el equinoccio de las mariposas
y una estatua y un árbol sin sed.
Llueve y no pregunto porqué
(hay razones de alambre
como hay flechas rojas).
Mi hotel es blanco como un pájaro de nieve,
mi hotel ama los segundos que escriben su negra fe.
Tengo los aromas de un círculo, la brújula
que inventó islas, un labio entre dos horas de sal.
Tengo veinte años de ámbar y sueños que se han doblado
como mapas de azufre.
Sé quien soy, el leopardo sin ojos, la metamorfosis de los camellos,
la especie que rota en un mundo ciego.¿Y los trenes?
¿adónde su aullido? Habita la piedra su estigma
como un diapasón frío.
En mi memoria el paso azul, el color, la música
y un extraño elixir de noches sin espejos ni alba.
Lloverán quimeras sobre un vientre de luz.
Cita extraída del poema de Jorge Riechmann "El guardián de lo pequeño"
Franz Kafka aseguraba que hay esperanza, mucha, una infinita esperanza:sólo que no para nosotros. Walter Benjamin afirmaba que sólo no es dada la esperanza por los privados de cualquier esperanza. ¿Y usted qué opina?
jueves, 9 de junio de 2011
Un día
La planta crece con los cabellos agotados.
Y el televisor sueña su vida inacabable.
La luz nos mira con el rostro encendido.
En alguna parte el verano sucumbe a su hastío blanco.
¿Qué día es hoy que nada pasa?
Y el televisor sueña su vida inacabable.
La luz nos mira con el rostro encendido.
En alguna parte el verano sucumbe a su hastío blanco.
¿Qué día es hoy que nada pasa?
domingo, 5 de junio de 2011
Recuerdo del amor efímero
Se abre un sol sin persianas ni ayer. Y eres tú quien
pregunta por la claridad y los ojos azules del zafiro.
Fuiste una lágrima sin cielo quizá el equinoccio que
aún duerme en los pétalos de la niñez. Hubo piedra
y metamorfosis, hubo sonrisas en el orgulloso
calendario de los días. Ni el candor, ni la música
ni el ritmo, ni la elipse que viaja ciega de un horizonte
a otro nos recuerdan. ¿Y el rezo, y las caderas que no
encontraron andamios ni fulgor?. Cada día una boca intimida
a la palabra- se oye la raíz del viento en su ordinaria elegía-.
Y yo sin pronunciar la efigie viajo entre lámparas y sueño
con botas perfectas que antes fueron nido, enjambre,
razón.
pregunta por la claridad y los ojos azules del zafiro.
Fuiste una lágrima sin cielo quizá el equinoccio que
aún duerme en los pétalos de la niñez. Hubo piedra
y metamorfosis, hubo sonrisas en el orgulloso
calendario de los días. Ni el candor, ni la música
ni el ritmo, ni la elipse que viaja ciega de un horizonte
a otro nos recuerdan. ¿Y el rezo, y las caderas que no
encontraron andamios ni fulgor?. Cada día una boca intimida
a la palabra- se oye la raíz del viento en su ordinaria elegía-.
Y yo sin pronunciar la efigie viajo entre lámparas y sueño
con botas perfectas que antes fueron nido, enjambre,
razón.
jueves, 19 de mayo de 2011
Conocí a una mujer cuyo nombre era deseo
¿Quién ama la guarida donde no amanece el sol?
Hay preguntas como llaves rotas. De un tren
a otro tu mercurio o tu invierno. He visto
un cuerpo como un laberinto, la mitad de la luna
en su lagrimal. Qué día o qué noche o qué pulgar
de pétalos o qué sed ciega . Tu cáliz como un navío
rojo. Perdona por mis secretos que son azules
y navegan y algunas veces mienten-otras no-.
Un café con el deseo imposible del almíbar
(rompe el cristal la furia de una anécdota
y en la roca y en el murmullo yo aprisiono tu hoguera).
Eres un extraño maquillaje –espío sin querer la marcha
insomne de tus botines- ¿hacia dónde el eco?,
¿al más allá, aquí, a la nube? Ya te alejas.
Sí, ya te alejas.
Hay preguntas como llaves rotas. De un tren
a otro tu mercurio o tu invierno. He visto
un cuerpo como un laberinto, la mitad de la luna
en su lagrimal. Qué día o qué noche o qué pulgar
de pétalos o qué sed ciega . Tu cáliz como un navío
rojo. Perdona por mis secretos que son azules
y navegan y algunas veces mienten-otras no-.
Un café con el deseo imposible del almíbar
(rompe el cristal la furia de una anécdota
y en la roca y en el murmullo yo aprisiono tu hoguera).
Eres un extraño maquillaje –espío sin querer la marcha
insomne de tus botines- ¿hacia dónde el eco?,
¿al más allá, aquí, a la nube? Ya te alejas.
Sí, ya te alejas.
domingo, 15 de mayo de 2011
La Meseta
Ahora resucitan los campos con su virtud cuadrada.
Casas de adobe con las branquias abiertas,
el vuelo de la cigüeña como un poderoso bombardero de sueños.
La luz tiene el color de la espiga,
en el aire los telégrafos levantan sus cruces de pino
blanco.
Tú sabes que la ciudad es sólo un nombre,
que jamás su amanecer de pantera
abrigará nuestro paso.
Tú sabes que no existe memoria más allá del horizonte.
Más acá del deseo.
Casas de adobe con las branquias abiertas,
el vuelo de la cigüeña como un poderoso bombardero de sueños.
La luz tiene el color de la espiga,
en el aire los telégrafos levantan sus cruces de pino
blanco.
Tú sabes que la ciudad es sólo un nombre,
que jamás su amanecer de pantera
abrigará nuestro paso.
Tú sabes que no existe memoria más allá del horizonte.
Más acá del deseo.
sábado, 23 de abril de 2011
Héctor consuela a Paris mientras los aqueos esperan
¿Por qué el estigma y su raíz infinita?
Me duele el légamo, la tierra roja y el sepulcro
que llenó el vacío. Tú, hermano ya no eres
mi sombra, tú que no acostumbras a ser oración
ni pensamiento.
Y ahora un eclipse de nubes se acerca ,y gime el mar
y son rocas las conciencias del futuro.
Mi ciudad, mi espejo, mi adobe, mi sílice de hojas.
En el horizonte las naves como pájaros mientras
el odio elige su muro y su estío.
Dime que no volverán los cuervos, dime que las serpientes
no engendrarán la amarilla senda del miedo.
Hermano, tu lucha es roja como una rebelión proscrita,
pero el deseo teje arbustos de misericordia y silencio.
Nuestra patria ya no teme al corazón del olvido,
lucharemos como espadas de lujuria y en el espejo
del metal llorará lo que no se encendió y habitó sombra.
Una flecha y después luz. En el intersticio nos miramos
como torvas bestias, nadie elegirá aquí la razón, sólo
los columpios y el hambre y los dioses que exhiben
su sed.
¿Es quizá justicia, el lazo corrompido por almenas,
la fiereza de la sal o el óxido de las armas que lloran
o sufren?.
¡y la muerte, serpentina de piel!. Tú esperas que el destino mienta,
pero hay una cruz en mi cuello que ya no es herida sino lúgubre candor.
Veo las llamas que me purifican. Soy un soldado que amó
la penumbra, pero he sido fiel y he defendido lo que mi patria requiere.
Un hombre entre los hombres, un orgullo sin epitafio.
Nunca el sinsabor amargo de la renuncia.
Me duele el légamo, la tierra roja y el sepulcro
que llenó el vacío. Tú, hermano ya no eres
mi sombra, tú que no acostumbras a ser oración
ni pensamiento.
Y ahora un eclipse de nubes se acerca ,y gime el mar
y son rocas las conciencias del futuro.
Mi ciudad, mi espejo, mi adobe, mi sílice de hojas.
En el horizonte las naves como pájaros mientras
el odio elige su muro y su estío.
Dime que no volverán los cuervos, dime que las serpientes
no engendrarán la amarilla senda del miedo.
Hermano, tu lucha es roja como una rebelión proscrita,
pero el deseo teje arbustos de misericordia y silencio.
Nuestra patria ya no teme al corazón del olvido,
lucharemos como espadas de lujuria y en el espejo
del metal llorará lo que no se encendió y habitó sombra.
Una flecha y después luz. En el intersticio nos miramos
como torvas bestias, nadie elegirá aquí la razón, sólo
los columpios y el hambre y los dioses que exhiben
su sed.
¿Es quizá justicia, el lazo corrompido por almenas,
la fiereza de la sal o el óxido de las armas que lloran
o sufren?.
¡y la muerte, serpentina de piel!. Tú esperas que el destino mienta,
pero hay una cruz en mi cuello que ya no es herida sino lúgubre candor.
Veo las llamas que me purifican. Soy un soldado que amó
la penumbra, pero he sido fiel y he defendido lo que mi patria requiere.
Un hombre entre los hombres, un orgullo sin epitafio.
Nunca el sinsabor amargo de la renuncia.
sábado, 16 de abril de 2011
La casa se aleja
En sus juegos, en sus juegos una verdad.
La ida y vuelta de los pasillos y el hambre
que vaticina tu sol. Metros cuadrados
de imperfecta luz. Una pared, un espejo,
la lámpara sin ojos o el papel pintado
de geometría y azul. Y las voces que
hablan como dientes de mercurio, y el
resplandor en las aristas como un río
sin penumbra ni fe. Ella anuncia las
caderas con el vigor de los sueños, su
curva es un adiós y su garganta la música
de los hospitales, mi curación o mi sombra.
No persigas lo que el tiempo detiene, no finjas
el ardor de un témpano. Y la voz y aquel
entrecejo sorbido de luz. Aún siento el frenesí
de lo dioses: tímidos ecos, escudos sin mapa,
mujeres heterodoxas como un abril, dragones y fosas
en un paisaje de niebla carcomida bajo el vapor
de una sonrisa. La casa ya no finge. Se aleja
como un barco ciego, sin proa y sin locura,
a la deriva de un dios, o de si misma. Huellas
que no admiten refugio, plomo sobre el plomo,
la inmortal secuencia del frío. Mi sed roja.
La ida y vuelta de los pasillos y el hambre
que vaticina tu sol. Metros cuadrados
de imperfecta luz. Una pared, un espejo,
la lámpara sin ojos o el papel pintado
de geometría y azul. Y las voces que
hablan como dientes de mercurio, y el
resplandor en las aristas como un río
sin penumbra ni fe. Ella anuncia las
caderas con el vigor de los sueños, su
curva es un adiós y su garganta la música
de los hospitales, mi curación o mi sombra.
No persigas lo que el tiempo detiene, no finjas
el ardor de un témpano. Y la voz y aquel
entrecejo sorbido de luz. Aún siento el frenesí
de lo dioses: tímidos ecos, escudos sin mapa,
mujeres heterodoxas como un abril, dragones y fosas
en un paisaje de niebla carcomida bajo el vapor
de una sonrisa. La casa ya no finge. Se aleja
como un barco ciego, sin proa y sin locura,
a la deriva de un dios, o de si misma. Huellas
que no admiten refugio, plomo sobre el plomo,
la inmortal secuencia del frío. Mi sed roja.
miércoles, 6 de abril de 2011
Perdedores
Soy más de Héctor que de Aquiles. Y prefiero a Suzanne Pleshette en “Los Pájaros” antes que a Tippi Hedren. Creo que hay una dignidad en la derrota que el triunfo no concede, una amarga lucha por sobrevivir a la fatalidad del destino que sólo los perdedores conocen. Hoy les dejo aquí mi pequeño homenaje.
domingo, 3 de abril de 2011
Cuadros de una exposición
De su esqueleto cúbico yo entendí el silencio.
Pajes que abren sus branquias como un juego
o una noche.
Se excita el aluminio y las voces cantoras
de niños extraviados quedan fuera de su gueto de cristal.
Llego como el soliloquio a su esfera
¿Qué día es hoy, qué azules en los párpados,
a qué niebla mi óxido, dónde la caligrafía
de una falda obesa, o su miriñaque de terror?
Es fácil(una alquimia, una mente, un delirio),
pero su voz incendia hospitales
en las calles perfectas de mi negritud, pero
¡he ahí el color!, un trazo, una raíz bilingüe
oh! y un árbol de misterio, su hojarasca,
su porcelana de objetos comidos por las liendres
de la edad infinita(mis diez años).
Un hombre, sí, un hombre de orgullosas vértebras
dice: hay misterio en una curva silente,
en un ojo invadido de geometrías,
en la cicuta y el aullido,
en el fósforo que rumia el ciempiés.
Luego el hechizo de un mar negro,
tan perfecto en su máscara que no admite sol
ni alba de luz.
No hay tregua,
paso a paso,
la elasticidad de un cíclope deja su huella en el timbal.
Me acompañan las formas perpetuadas en color,
la túnica que fue espejo, ese hombre herido
que abraza a un perro, la marquesa azul desdoblada
como en aquella historia de …
¡Qué ansia de mareas,
qué lápiz o labio o círculo es tu perdón!
Tengo en el vientre las heridas de la luna
(el último cuadro rasga el viento
y se crucifica en el mástil de una tela).
No existe nombre, edad, titulo ni sueños,
sólo un ojo que observa la pulcritud de las flores alegres.
Nunca seré la flecha del invierno que en su amanecer tiembla
ni se abrirán para mí las trompetas del delirio,
su inhóspita sangre azul.
sábado, 26 de marzo de 2011
La equivocación
A veces el tiempo nos devuelve el alud como
una pregunta. Siempre creí en un solo tren
perdido en la noche. Nunca en los eclipses
del miedo. Y sin faltarme tú el paisaje dormía
(a mi lado la ciudad reinventada en bosque,
en silencio inmortal o en largas autopistas
sin destino). Era como volver a la piel de
una huella para decir lo que el vacío reclama
tras sus horas de insomnio. Me refugié en
el hábito de los días precoces cuando el sol
es una página por escribir y el deseo se
conmueve con los sueños perdidos de un libro
rojo. Existía ese incendio que nos quema y nos
seduce, existía también el hogar lúgubre de
los hombres sin futuro. Tracé un mapa
de invisibles telarañas, para que el verbo
fuera luz y mi memoria un pedazo de sed,
desnuda y simple. Todavía pienso que
equivoqué mis aceras, que solo envolví
lo que era transparente, líquido, etéreo.
Algo así como mi vida y su noche fugaz.
una pregunta. Siempre creí en un solo tren
perdido en la noche. Nunca en los eclipses
del miedo. Y sin faltarme tú el paisaje dormía
(a mi lado la ciudad reinventada en bosque,
en silencio inmortal o en largas autopistas
sin destino). Era como volver a la piel de
una huella para decir lo que el vacío reclama
tras sus horas de insomnio. Me refugié en
el hábito de los días precoces cuando el sol
es una página por escribir y el deseo se
conmueve con los sueños perdidos de un libro
rojo. Existía ese incendio que nos quema y nos
seduce, existía también el hogar lúgubre de
los hombres sin futuro. Tracé un mapa
de invisibles telarañas, para que el verbo
fuera luz y mi memoria un pedazo de sed,
desnuda y simple. Todavía pienso que
equivoqué mis aceras, que solo envolví
lo que era transparente, líquido, etéreo.
Algo así como mi vida y su noche fugaz.
jueves, 24 de marzo de 2011
Pedazo de vida
Como un tronco nunca mutilado o un laberinto
de callejas y niebla. Como las primaveras sin color
que añoran la palpitación de las ventanas. Así
la dulce canción de los días tras la mesa redonda
en el cuadrilátero del amor fraterno. Las niñas
sonríen con su blancura de nácar escondida
en el sueño, los hombres juegan en pasillos
inventados por las lágrimas de la lujuria.
Invaden los espejos el arrebol de las aceras
y en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula. Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.
de callejas y niebla. Como las primaveras sin color
que añoran la palpitación de las ventanas. Así
la dulce canción de los días tras la mesa redonda
en el cuadrilátero del amor fraterno. Las niñas
sonríen con su blancura de nácar escondida
en el sueño, los hombres juegan en pasillos
inventados por las lágrimas de la lujuria.
Invaden los espejos el arrebol de las aceras
y en la habitación dormida el niño que fui
espía su ayer de caléndula. Todo es igual
a la luz que se apaga, todo se transforma
en carne para perecer de nuevo y revivir
y anhelar la fruta amarilla de un dios insomne.
sábado, 19 de marzo de 2011
El fin de la era Gutenberg
Fragmento de "Dublinescas" de Enrique Vila-Matas
Dos dias después, dice Beckett adiós a Dublín de una vez por todas y se dirige a París, que no tardará en converirse en el destino de su vida. Allí vive un día una escena que él llamaría ya para siempre revelación y que una vez resumió así: "Molloy y los demás vinieron a mi el día que tomé conciencia de mis estupidez. Solo entonces empecé a escribir lo que sentía". Cuando su biografo Knowlson le pidió que fuera menos críptico sobre el asunto, Beckett no tuvo inconveniente en explicarlo mejor:
"Me di cuenta de que Joyce habia ido todo lo lejos posible en la dirección de conocer más, de controlar el material propio. Siempre estaba añadiendo;basta ver sus pruebas de imprenta. Yo compendí que mi camino estaba en la pobreza, en la falta de conocimiento y en la sustracción, en restar mas que añadir."
Con aquella revelación de Beckett, la historia de la era Gutenberg y de la literatura en general habia empezado a parecerse a un organismo vivo que, habiendo llegado a la cumbre de su vitalidad con Joyce, conocía ahora con el heredero directo y esencial, Beckett, la irrupción de un sentido mas extremado que nunca del juego, pero también el comienzo del duro descenso en la forma física, el envejecimiento, la bajada hacia el muelle opuesto al del esplendor de Joyce, la caida libre en direción al puerto de las aguas turbias de la miseria, allí donde en los últimos tiempos, y desde hace ya muchos años, pasea una vieja prostituta con una ajada gabardina irrisoria en la punta de un muelle barrido por la tempestad y el viento.
Dos dias después, dice Beckett adiós a Dublín de una vez por todas y se dirige a París, que no tardará en converirse en el destino de su vida. Allí vive un día una escena que él llamaría ya para siempre revelación y que una vez resumió así: "Molloy y los demás vinieron a mi el día que tomé conciencia de mis estupidez. Solo entonces empecé a escribir lo que sentía". Cuando su biografo Knowlson le pidió que fuera menos críptico sobre el asunto, Beckett no tuvo inconveniente en explicarlo mejor:
"Me di cuenta de que Joyce habia ido todo lo lejos posible en la dirección de conocer más, de controlar el material propio. Siempre estaba añadiendo;basta ver sus pruebas de imprenta. Yo compendí que mi camino estaba en la pobreza, en la falta de conocimiento y en la sustracción, en restar mas que añadir."
Con aquella revelación de Beckett, la historia de la era Gutenberg y de la literatura en general habia empezado a parecerse a un organismo vivo que, habiendo llegado a la cumbre de su vitalidad con Joyce, conocía ahora con el heredero directo y esencial, Beckett, la irrupción de un sentido mas extremado que nunca del juego, pero también el comienzo del duro descenso en la forma física, el envejecimiento, la bajada hacia el muelle opuesto al del esplendor de Joyce, la caida libre en direción al puerto de las aguas turbias de la miseria, allí donde en los últimos tiempos, y desde hace ya muchos años, pasea una vieja prostituta con una ajada gabardina irrisoria en la punta de un muelle barrido por la tempestad y el viento.
domingo, 13 de marzo de 2011
Hay muchas formas de decir adiós
Quizá el refugio de un nido florezca como sol
en las cálidas ausencias del misterio. Un hogar
no se parece a otro, existen llaves y palabras
como meteoros que destrozan labios y laberintos.
¿qué decir de los espejos, ausentes, nigromantes
como pisada de un oso viejo que no conociera su
devenir? Soy joven como una estrella sin hojas.
Soy la mirada tras el candil que espía un sueño.
Es curioso este preguntar de lámparas(fósiles de luz
en los pilares, en las magulladuras de un árbol
que ayer fue piedra y témpano).Y luego tú como
el auxilio o la densidad de una pantera, que ama
la lluvia, que dibuja los trenes con la sombra de
los eclipses. Dime, ¿en qué latitud los pantanos
son joyas amarillas?, ¿dónde la grieta del frenesí
esconde el cansancio de los films que apenas vivimos?
Nada, ni la primavera ni el polen que pervierte
los odios cubrirá tu oasis blanco de desdén y lujuria.
Me gustaban las noches sin rail, los acentos fríos
en un disco sin huella, la memoria de una silaba
junto a la voz ambigua del círculo. Fui pájaro
que anuncia el viento estéril y fui ronda de ojos
inicuos en los orificios de una sed hambrienta.
Aún aguarda mi verbo un portal de lluvia- el
eje que tumba la sin razón y el furor-. Hoy ya
no vigilo tus orillas, los carteles de húmedos
hierros, la voz altiva en unas cejas perfiladas
bajo cañones de sal. Tengo los billetes o la cruz,
tengo los carámbanos del olvido entre el pulgar
y la duda. La esperanza de la desesperanza, un
músculo que vomita días azules. Que son para ti.
en las cálidas ausencias del misterio. Un hogar
no se parece a otro, existen llaves y palabras
como meteoros que destrozan labios y laberintos.
¿qué decir de los espejos, ausentes, nigromantes
como pisada de un oso viejo que no conociera su
devenir? Soy joven como una estrella sin hojas.
Soy la mirada tras el candil que espía un sueño.
Es curioso este preguntar de lámparas(fósiles de luz
en los pilares, en las magulladuras de un árbol
que ayer fue piedra y témpano).Y luego tú como
el auxilio o la densidad de una pantera, que ama
la lluvia, que dibuja los trenes con la sombra de
los eclipses. Dime, ¿en qué latitud los pantanos
son joyas amarillas?, ¿dónde la grieta del frenesí
esconde el cansancio de los films que apenas vivimos?
Nada, ni la primavera ni el polen que pervierte
los odios cubrirá tu oasis blanco de desdén y lujuria.
Me gustaban las noches sin rail, los acentos fríos
en un disco sin huella, la memoria de una silaba
junto a la voz ambigua del círculo. Fui pájaro
que anuncia el viento estéril y fui ronda de ojos
inicuos en los orificios de una sed hambrienta.
Aún aguarda mi verbo un portal de lluvia- el
eje que tumba la sin razón y el furor-. Hoy ya
no vigilo tus orillas, los carteles de húmedos
hierros, la voz altiva en unas cejas perfiladas
bajo cañones de sal. Tengo los billetes o la cruz,
tengo los carámbanos del olvido entre el pulgar
y la duda. La esperanza de la desesperanza, un
músculo que vomita días azules. Que son para ti.
domingo, 6 de marzo de 2011
Las amistades rotas
Todos los almanaques son pequeños. Yo espío
mi herida, mi amistad roja de niño sin mapas.
Un enigma, una esfera que no elige la virtud
del tiempo. Y detrás un sueño de artilugios
que abren sus alas y no lloran. Sí, la amistad
crece como una flor de nácar y no hay
en su oasis golondrinas ni islas ni robots
de labios azules ni cánticos de azabache
o muerte. Juventud que fuiste plenilunio
( era el surco la atmósfera del viaje,
nuestros pulgares como un sol, la luz
y su terciopelo, mis zapatillas de oro blanco,
el hierro y su penumbra de río inmóvil).
Y después la ciudad como una gran colmena
donde cada piel enciende el abismo y recita
la flor inacabada de lo posible. Yo sé de nombres
pero ignoro sus adverbios, ellos rompen la música
y se acuestan con pájaros. Pero a mi me llaman
los hogares, la sed de las fuentes con su navidad
agria y la sombra inútil de los mediodías rojos.
¿están aquí los años de la evanescente criatura,
rocío de humo, en soportales que escondían
mis miedos? Así, de pronto el roce de un cuerpo
como un candil o una noria. Párpados que agitan
sus elipses, el alcohol como una idolatría
bajo los puentes de la penumbra.¿Qué edad,
qué senectud entre lluvia y hemisferios,
adónde alcanza su marfil? No he visto
corazones negros, en tu verbo las amapolas
se agrietan para decir hoy o cuándo.
Sobre pisadas negras mi dolor.
mi herida, mi amistad roja de niño sin mapas.
Un enigma, una esfera que no elige la virtud
del tiempo. Y detrás un sueño de artilugios
que abren sus alas y no lloran. Sí, la amistad
crece como una flor de nácar y no hay
en su oasis golondrinas ni islas ni robots
de labios azules ni cánticos de azabache
o muerte. Juventud que fuiste plenilunio
( era el surco la atmósfera del viaje,
nuestros pulgares como un sol, la luz
y su terciopelo, mis zapatillas de oro blanco,
el hierro y su penumbra de río inmóvil).
Y después la ciudad como una gran colmena
donde cada piel enciende el abismo y recita
la flor inacabada de lo posible. Yo sé de nombres
pero ignoro sus adverbios, ellos rompen la música
y se acuestan con pájaros. Pero a mi me llaman
los hogares, la sed de las fuentes con su navidad
agria y la sombra inútil de los mediodías rojos.
¿están aquí los años de la evanescente criatura,
rocío de humo, en soportales que escondían
mis miedos? Así, de pronto el roce de un cuerpo
como un candil o una noria. Párpados que agitan
sus elipses, el alcohol como una idolatría
bajo los puentes de la penumbra.¿Qué edad,
qué senectud entre lluvia y hemisferios,
adónde alcanza su marfil? No he visto
corazones negros, en tu verbo las amapolas
se agrietan para decir hoy o cuándo.
Sobre pisadas negras mi dolor.
jueves, 24 de febrero de 2011
El cementerio atlántico
¿En qué amanecer de flores el candil?
De la piedra a la piedra un soliloquio de mar.
Y una letra o un verbo entre el pétalo y el naufragio.
En el hogar de los cuerpos sin boca aún tiembla
el aluminio. No existe el ojal, ni asciende
el color más allá del azul. Yo no pido
ángeles ni ventanas que añoren la ola,
cualquier ropaje que desnude el abismo.
Yo leo las cicatrices del corazón y la duda
y el horror de un pequeño insecto que transita
como una gota o su frío. Nada excede a la raíz
inmóvil, bellos surcos, almanaques de lluvia,
el cenotafio de las flores igual que un canto
de rocío.¡cómo enhebra el gladiolo su costumbre,
cómo el orgulloso crisantemo no palpita! ¡y la
margarita alelada, o la rosa de carne nutrida,
el clavel de labios curvos, tan sólido, tan marfil,
tan olimpo! De un paso a otro el equinoccio
de las fechas, la costumbre dolida en círculo,
el retal y la tiniebla de un pensamiento rojo.
No mires la furia del mármol, su rubicunda sed
de lascivia y mar. Nadie hereda aquí su espejismo,
ni lo nombra, ni advierte en qué dédalo su noche.
De la piedra a la piedra un soliloquio de mar.
Y una letra o un verbo entre el pétalo y el naufragio.
En el hogar de los cuerpos sin boca aún tiembla
el aluminio. No existe el ojal, ni asciende
el color más allá del azul. Yo no pido
ángeles ni ventanas que añoren la ola,
cualquier ropaje que desnude el abismo.
Yo leo las cicatrices del corazón y la duda
y el horror de un pequeño insecto que transita
como una gota o su frío. Nada excede a la raíz
inmóvil, bellos surcos, almanaques de lluvia,
el cenotafio de las flores igual que un canto
de rocío.¡cómo enhebra el gladiolo su costumbre,
cómo el orgulloso crisantemo no palpita! ¡y la
margarita alelada, o la rosa de carne nutrida,
el clavel de labios curvos, tan sólido, tan marfil,
tan olimpo! De un paso a otro el equinoccio
de las fechas, la costumbre dolida en círculo,
el retal y la tiniebla de un pensamiento rojo.
No mires la furia del mármol, su rubicunda sed
de lascivia y mar. Nadie hereda aquí su espejismo,
ni lo nombra, ni advierte en qué dédalo su noche.
viernes, 18 de febrero de 2011
El cómico
¿por qué gesticula si no le adorna la luz?
Su irrealidad me conmueve y me alarma.
Yo le quiero como a un primo lejano.
En las horas de invierno es
un navío de esponjas. Una curva
en mi risa.
domingo, 13 de febrero de 2011
Mis cosas
He regresado a la habitación de los ecos.
Mi espalda se ha vuelto cuadro, jardín, profundidad.
Cada objeto exhibe la huella de un algo impreciso
que en la memoria se tiñe de luz. Medallas, libros,
extraños souvenirs que alguna vez tuvieron vida,
dibujos, hojas sueltas, versos y escritos
que languidecen junto al cajón blanco,
las fotografías que nunca enmarqué y que ahora
son la palpable seña de una destrucción programada.
Todo persiste en su obstinación de muerte. Mientras
busco entre las ropas lo que mi corazón olvidó
-su esperanza, su llama de juventud- suenan cerca
otras voces, otros silencios, otros pasos sin futuro
que no reconozco.
Mi espalda se ha vuelto cuadro, jardín, profundidad.
Cada objeto exhibe la huella de un algo impreciso
que en la memoria se tiñe de luz. Medallas, libros,
extraños souvenirs que alguna vez tuvieron vida,
dibujos, hojas sueltas, versos y escritos
que languidecen junto al cajón blanco,
las fotografías que nunca enmarqué y que ahora
son la palpable seña de una destrucción programada.
Todo persiste en su obstinación de muerte. Mientras
busco entre las ropas lo que mi corazón olvidó
-su esperanza, su llama de juventud- suenan cerca
otras voces, otros silencios, otros pasos sin futuro
que no reconozco.
miércoles, 9 de febrero de 2011
Parientes lejanos
Se parecen o no. Son como estatuas
sin revés o calendarios sin estrenar.
Una leve ausencia de rama se confunde
en sus ojos, y el acento, siempre juvenil,
les delata. Alrededor de la mesa se miran
y no se perciben, se preguntan si acaso
algo les une. En caducas fotografías
sonreirán, estirados y alegres,
como un árbol de navidad
que se hubiera perdido
en no sé qué verano.
sin revés o calendarios sin estrenar.
Una leve ausencia de rama se confunde
en sus ojos, y el acento, siempre juvenil,
les delata. Alrededor de la mesa se miran
y no se perciben, se preguntan si acaso
algo les une. En caducas fotografías
sonreirán, estirados y alegres,
como un árbol de navidad
que se hubiera perdido
en no sé qué verano.
sábado, 5 de febrero de 2011
Cuatro "pensamientos estrangulados" de E.M. Cioran
"Incurable:adjetivo honorífico del que no debería beneficiarse más que una sola enfermedad, la más terrible de todas: el Deseo."
"Esos momentos en que se desea estar absolutamente solo porque se está seguro de que, cara a cara con uno mismo, se será capaz de encontrar verdades raras, únicas, ináuditas; después la decepción y pronto la amargura, cuando se descubre que de esa soledad finalmente alcanzada nada sale, nada podía salir."
"Mirad la jeta de quien ha triunfado, de quien se ha esforzado, no importa en qué campo. No descubriréis en ella la menor huella de piedad. Tiene madera de enemigo."
"Todo lo que nos sucede, todo lo que cuenta para nosotros, no tiene ningún interés para otro: a partir de esta evidencia tendríamos que elaborar nuestras reglas de conducta. Un espíritu reflexivo debería borrar de su vocabulario íntimo la palabra acontecimiento."
viernes, 4 de febrero de 2011
Ribeira do Douro
Ninguén pisa a pel do animal perfecto.
Hai balcóns cunha pálpebra vermella,
e máis ao sur a memoria dos peixes.
Íspense as barcas baixo o sol
de agosto, gacelas dun soño
innombrable. Non existe país nos toldos
caídos. Alguén lé poemas
con mirada de príncipe. É
a tarde coa súa espesa quietud
un rostro baleiro, un debuxo
de cabelos e mar.
Oporto. Agosto, 2.010
Nadie pisa la piel del animal perfecto.
Hay balcones con un párpado rojo,
y más al sur la memoria de los peces.
Se desnudan las barcas bajo el sol
de agosto, gacelas de un sueño
innombrable. No existe país en los toldos
caídos. Alguien lee poemas
con mirada de príncipe. Es
la tarde con su espesa quietud
un rostro vacío, un dibujo
de cabellos y mar.
Hai balcóns cunha pálpebra vermella,
e máis ao sur a memoria dos peixes.
Íspense as barcas baixo o sol
de agosto, gacelas dun soño
innombrable. Non existe país nos toldos
caídos. Alguén lé poemas
con mirada de príncipe. É
a tarde coa súa espesa quietud
un rostro baleiro, un debuxo
de cabelos e mar.
Oporto. Agosto, 2.010
Nadie pisa la piel del animal perfecto.
Hay balcones con un párpado rojo,
y más al sur la memoria de los peces.
Se desnudan las barcas bajo el sol
de agosto, gacelas de un sueño
innombrable. No existe país en los toldos
caídos. Alguien lee poemas
con mirada de príncipe. Es
la tarde con su espesa quietud
un rostro vacío, un dibujo
de cabellos y mar.
domingo, 30 de enero de 2011
Te hablo mientras el tren siega la noche
Ven, acuesta tu brazo sobre el frío.
Es largo el tiempo de los rótulos cuando mi cadáver
arroja una estalactita siniestra.
Es largo, sí, el eclipse de una vida
con el cóndor y el mapa, con los trenes sin ocaso
o sus ventanas ciegas.
¿Adónde el limite o el espejo del marfil?
Tiempo y metástasis, luces, ¿de qué color?
y esa sombra que advierte la sincronía del reloj
o los sueños con su vértice de hojalata.
El viaje como un corazón sombrío, lunas que ríen
tras el pulgar amarillo, sonidos que han caído despacio
en el eco de un pensamiento.
Yo no sé de la llave, me acompañan los músculos
de la noche y el hogar sin dientes de lo posible.
¿Por qué no he pensado hojas? Brillan los cristales
y un ritmo inexacto nos conmueve.
Somos un acaso, un libro sin pretérito, la palabra
que se almidona como una verdad.
Nos basta un nombre para sentir el silencio
(y hay color y memoria, y signos
y el gusto amargo de una flor inmensa
y los ojales que cabalgan entre la mano maquillada
y los azulejos blancos).
¿Era invierno? yo vi la isla y soñé el pétalo y su eterna niñez.
Bajo el ágora los fusiles mienten, el sol es un aeroplano
que cabecea como un pájaro hermafrodita.
Un verso hubiera ensombrecido el dolor,
tan sólo un verso entre las rosas sin espejos.
Me duelen las palmeras o los teléfonos que hablan
de sí, de otro, de quizá.
Yo escribo con el rigor perfecto de una herida,
pongo adjetivos de metal, me desnudo sin entender la piel.
Y te busco.
Es largo el tiempo de los rótulos cuando mi cadáver
arroja una estalactita siniestra.
Es largo, sí, el eclipse de una vida
con el cóndor y el mapa, con los trenes sin ocaso
o sus ventanas ciegas.
¿Adónde el limite o el espejo del marfil?
Tiempo y metástasis, luces, ¿de qué color?
y esa sombra que advierte la sincronía del reloj
o los sueños con su vértice de hojalata.
El viaje como un corazón sombrío, lunas que ríen
tras el pulgar amarillo, sonidos que han caído despacio
en el eco de un pensamiento.
Yo no sé de la llave, me acompañan los músculos
de la noche y el hogar sin dientes de lo posible.
¿Por qué no he pensado hojas? Brillan los cristales
y un ritmo inexacto nos conmueve.
Somos un acaso, un libro sin pretérito, la palabra
que se almidona como una verdad.
Nos basta un nombre para sentir el silencio
(y hay color y memoria, y signos
y el gusto amargo de una flor inmensa
y los ojales que cabalgan entre la mano maquillada
y los azulejos blancos).
¿Era invierno? yo vi la isla y soñé el pétalo y su eterna niñez.
Bajo el ágora los fusiles mienten, el sol es un aeroplano
que cabecea como un pájaro hermafrodita.
Un verso hubiera ensombrecido el dolor,
tan sólo un verso entre las rosas sin espejos.
Me duelen las palmeras o los teléfonos que hablan
de sí, de otro, de quizá.
Yo escribo con el rigor perfecto de una herida,
pongo adjetivos de metal, me desnudo sin entender la piel.
Y te busco.
jueves, 20 de enero de 2011
El Minotauro enamorado
Tú eres tu silla inmóvil.
Esa hojarasca de penumbra tras el cristal dormido,
en su equis o en su niebla.
Tal vez los hombros sin lluvia o las perlas(alguien
que enmaraña el deseo y se aprieta las manos
con cinco vocales rubias).
¿Quién encontró la palabra
más allá del silencio carmesí, del duende
o del ombligo diminuto de las horas?
Somos la comunión de la fe y el dolor, un mar de espejos
que no añoran la luz.
La terrible sed del óxido.
Y también el ansia y el miedo a las estatuas,
aquél aire de lágrimas y sol
en las ventanas del éxtasis.
Yo elegí los episodios del laberinto(dibujaba tus caderas
de enigma sin un verbo ni un abril).
Perseguía un color entre la incógnita y el olvido.
¿pero qué color?
sábado, 15 de enero de 2011
Ahora que ya eres olvido
¿Quién recibió la humedad de tu sueño?
En un jardín y en la metamorfosis,
en la escalinata roja y verde, en los metales
de un solo ojo, en los guiños negros del columpio.
Te vi con una mano escondida y un reloj de viento,
y más allá, en la musculatura de los collares
que abandonaron tu calor y tu sexo. Hoy
con la herida de los años abierta, en tu carne vigila
el candil de los omoplatos vacíos. Te alejas
con la bandera pirata de párpados azules.
Y yo no entiendo a la noche ni porqué
te nombro, ahora que ya eres olvido.
En un jardín y en la metamorfosis,
en la escalinata roja y verde, en los metales
de un solo ojo, en los guiños negros del columpio.
Te vi con una mano escondida y un reloj de viento,
y más allá, en la musculatura de los collares
que abandonaron tu calor y tu sexo. Hoy
con la herida de los años abierta, en tu carne vigila
el candil de los omoplatos vacíos. Te alejas
con la bandera pirata de párpados azules.
Y yo no entiendo a la noche ni porqué
te nombro, ahora que ya eres olvido.
Hoy ha muerto mamá. O quizá fue ayer; no sé. He recibido un telegrama del asilo: "Madre muerta. Entierro mañana. Sentido pésame". Esto no quiere decir nada. Podía ser ayer.(Inicio de El extranjero de Albert Camus)
Yo tenía que haber sido juez, como mi padre. Pero después de leer esta novela(entonces era muy joven),me negué serlo. Ahora pienso que cometí un error. O tal vez no.
martes, 11 de enero de 2011
Creo que ocurrió en Paris
Fue un eco la prontitud del pájaro, túneles y músicas,
una radio que evita los idiomas y mil ríos de pretéritos
y azúcar. No hay rasguños en la fiebre, en el hotel
tu buscas mi memoria y es un racimo mi beso blanco
o mi alud. Treinta días como una firma vieja, crece
en las calles un sol de revista y en los labios de la
madame ningún oxido vigila el azar. Tenemos un
caleidoscopio en las manos y una ruta sin aceras.
Tú concibes el metro y yo divido las esquinas
con porcelana y hambre.¿Cuál es la cicatriz de
las hojas caídas? ¿El cementerio, la vida fósil
de las ocas, cualquier jardín que aún llora? Ven,
yo te enseñaré las huellas de abril, de un sur a otro
los pantanos blancos-no me creas, yo ausento el olvido
en cuadros y mapas, en alcohol de biseles y mar,
en los libros sin amapolas que han roído tus ónices-.
Nadie escucha la cansada alfombra del río. Son los tejados
un alba inútil, mariposean en los cristales verbos
áridos, seudónimos que se alejan como pájaros eléctricos.
Oh! la ciudad con sus golondrinas de azar y sus pensamientos
vacíos y rojos. No temas si el alba penetra en tu sed,
caen los olimpos con cúpulas doradas y en el rigor
de las estatuas yo encuentro una duda azul. Tú me
juraste que la arquitectura era un sello inmortal y yo fui
espectador y viajero con mi cornea oscura de niño.
Pero había castaños y matices, hembras locas
que escribían petunias en un cenotafio sin nombre.
Alguien recitó un vals o su signo, la sincronía dúctil
de las ojivas azules cuando tú y yo dejamos de ser
nosotros.
una radio que evita los idiomas y mil ríos de pretéritos
y azúcar. No hay rasguños en la fiebre, en el hotel
tu buscas mi memoria y es un racimo mi beso blanco
o mi alud. Treinta días como una firma vieja, crece
en las calles un sol de revista y en los labios de la
madame ningún oxido vigila el azar. Tenemos un
caleidoscopio en las manos y una ruta sin aceras.
Tú concibes el metro y yo divido las esquinas
con porcelana y hambre.¿Cuál es la cicatriz de
las hojas caídas? ¿El cementerio, la vida fósil
de las ocas, cualquier jardín que aún llora? Ven,
yo te enseñaré las huellas de abril, de un sur a otro
los pantanos blancos-no me creas, yo ausento el olvido
en cuadros y mapas, en alcohol de biseles y mar,
en los libros sin amapolas que han roído tus ónices-.
Nadie escucha la cansada alfombra del río. Son los tejados
un alba inútil, mariposean en los cristales verbos
áridos, seudónimos que se alejan como pájaros eléctricos.
Oh! la ciudad con sus golondrinas de azar y sus pensamientos
vacíos y rojos. No temas si el alba penetra en tu sed,
caen los olimpos con cúpulas doradas y en el rigor
de las estatuas yo encuentro una duda azul. Tú me
juraste que la arquitectura era un sello inmortal y yo fui
espectador y viajero con mi cornea oscura de niño.
Pero había castaños y matices, hembras locas
que escribían petunias en un cenotafio sin nombre.
Alguien recitó un vals o su signo, la sincronía dúctil
de las ojivas azules cuando tú y yo dejamos de ser
nosotros.
domingo, 9 de enero de 2011
Solo
Tal vez nos uniera algo. El mercurio de la voz,
los juegos, la casa con su roja serpiente,
el silencio de los mapas que no regresan.
Estoy solo y me alejo de mí, cual pájaro
dividido, muerto.
los juegos, la casa con su roja serpiente,
el silencio de los mapas que no regresan.
Estoy solo y me alejo de mí, cual pájaro
dividido, muerto.
sábado, 8 de enero de 2011
El eco de la juventud
Una línea sin pájaros o el mercurio en los lunares
blancos.
Tú, la que mueve el tiempo, tú la duda
o la siembra.
¿En qué hogar las ramas, adónde las estrellas,
en qué país la roja pulpa del jardín?
Yo te amé en viajes oscuros(aquellos soles albinos,
el puente, las laderas de un río, la catedral abierta),
con horarios que azuleaban y bolsillos sin patria.
¿Y nuestro paso que durmió mariposas en un raíl?
Tuvimos una casa con ojos de azúcar, tuvimos el nido
de una garza o acaso los collares del diamante
( brillo y sed).
Ese era el eco de la juventud, tambores de sal,
labios que se arrojan como un manifiesto.
Huellas en un mapa frío.
blancos.
Tú, la que mueve el tiempo, tú la duda
o la siembra.
¿En qué hogar las ramas, adónde las estrellas,
en qué país la roja pulpa del jardín?
Yo te amé en viajes oscuros(aquellos soles albinos,
el puente, las laderas de un río, la catedral abierta),
con horarios que azuleaban y bolsillos sin patria.
¿Y nuestro paso que durmió mariposas en un raíl?
Tuvimos una casa con ojos de azúcar, tuvimos el nido
de una garza o acaso los collares del diamante
( brillo y sed).
Ese era el eco de la juventud, tambores de sal,
labios que se arrojan como un manifiesto.
Huellas en un mapa frío.
jueves, 6 de enero de 2011
martes, 4 de enero de 2011
Mi oferta
En un bolsillo los mapas del mundo.
Te ofrezco mi hora de azúcar o quizá
la palabra en los posos del café. Un bar
donde crecer juntos, la mística de la luz,
el orgullo del fuego. Se quema la brasa
con cada párpado y tú me sonríes, sin
saber de doctrinas, libre como un sol
rojo.
Te ofrezco mi hora de azúcar o quizá
la palabra en los posos del café. Un bar
donde crecer juntos, la mística de la luz,
el orgullo del fuego. Se quema la brasa
con cada párpado y tú me sonríes, sin
saber de doctrinas, libre como un sol
rojo.
domingo, 2 de enero de 2011
Imagen
Es hermosa, sí ,como una flor amputada.
Pero le cuelgan las arrugas y un cigarrillo
rojo tiembla en su mano. Escupe el humo
y frunce los labios. En el surco
de sus pechos la vida elige la llave o el sol,
su cruz de dromedario.
Pero le cuelgan las arrugas y un cigarrillo
rojo tiembla en su mano. Escupe el humo
y frunce los labios. En el surco
de sus pechos la vida elige la llave o el sol,
su cruz de dromedario.
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