lunes, 31 de agosto de 2020

Sin palabras

Me adentro en tu boca en busca del silencio.
Agujero húmedo por donde resbala el miedo,
busco la latitud de las frases que no sean isla,
náufrago de tus ideas me escondo en el soportal
de tus concavidades, intuyendo el eco, el latido,
todo lo que habla en ti por dentro. Tú, la larga
memoria en hilos bajo la tráquea como un almacén
sin fondo, el simulacro de una oración que se escapa
con tu aliento hacia el oído blanco, inocente, que soy yo.
En tu corazón está la verdad, pero tu verdad no vocaliza,
tu verdad es pétrea como el poro del granito, no emerge
ni habla, no vibra ni entona, no susurra ni grita, y yo
que me lanzo al abismo, en la negra grieta donde
el lenguaje aún no existe, solo el cuerpo, la pasión,
lo físico como un estallido mudo, sin palabras,
igual que los astros cuando iluminan la noche.




sábado, 29 de agosto de 2020

En la ciudad vieja



Un puño de piedra, arracimados los sillares,
cuando subo contigo las losas y canta el yelmo
o la tonsura, cuando picos de pájaro imberbe
golpean la espadaña y el atrio es un silencio de hojas caídas.
Y llora el novicio, y se perfuma la bodeguera, y el azabache
y la platería son cómplices, cuando en las hornacinas llueve
y el ángel blasfema, y tú eres libre, libre de volar
o de arrastrarte, libre en tu risa y en la palabra,
joven en tu magnitud de miserere, mientras
gritamos, ebrios de alcohol, aquella canción
de Tom Waits “All the world is green”.

viernes, 28 de agosto de 2020

Ahora que me abro a ti

Ahora que me abro a ti,
que las palabras son puertas blandiendo espadas de aliento,
y la voz no se oculta,
quiere en sí la claridad,
el corazón longitudinalmente acanalado,
sin máscara el verbo que proclama nubes de púrpura,
acequia fluyente aún,
espejo que poblamos con nuestra faz altiva,
coro al entonar los últimos himnos sin gloria,
bandera en los ojos, bandera irreal de colores azules
y estrellas y barcos hacia el infinito.

Recuerda cómo caminábamos sin pisar las hojas del parque,
el destino era un delta de oro,
la vida un film sin final,
perseguidos por la sed del deseo
una lluvia cómplice hervía bajo la crueldad del farol,
a lo lejos remoloneaba el oleaje como tu lengua al rozar mi pezón,
-espuma que barniza la areola-, recuerda las quimeras
de los viajes desconocidos, el auto insomne hacia el sur,
un hilo la roja autopista, puestos de sandías y alcornocales,
casas encaladas y el viento cálido en tu cintura.

Tal vez aún exista en ti la memoria de las noches
cuando vibró el candil y la hojarasca era un lecho de orugas inmensas,
el bosque y el follaje tan lleno de pájaros dormidos,
el árbol sin corteza que nunca odió a la nieve.

Y un secreto, y el silencio y su carcoma,
el hastío adolescente como rubí de una garra voraz.

Ahora que me abro a ti, te pido una luna compartida,
flores de futuro en el ojal que yo entrego a la luz,
piensa en el rumor del agua en los cantiles, fluye débil,
pero aun así humedece la sequedad de nuestras sombras.

jueves, 27 de agosto de 2020

Amor eterno

Se vestía con un pijama a rayas.

Como cáscara de huevo negro sus rizos.

Hay idiomas infantiles,
onomatopeyas en labios azules,
versos sin puentes en los hiatos,
nombres que llevan anclas de hierro en las amuras.

Y sigue el sol en el mismo mar,
óvalo incandescente.

Y sigue con hambre
de tuétano
mi voz.

El ángel se exhibe con abalorios de nácar,
es mujer anfibia,
es hembra de plata bajo el parasol,
luna de sulfuro en mi boca.

miércoles, 26 de agosto de 2020

En la otra vida te contaré de mi vida

El blanco es el color de la indiferencia.

Su cuerpo, como en una lección de anatomía,
trasluce la osamenta bajo los pliegues de la piel.

Algo murmura, sus vocales son tristes,
si se agita el dolor clava alfileres de enfermedad
en los miembros enflaquecidos.

Nunca me habló como un padre,
yo noto su culpa, la urgencia que se muestra en los ojos,
en las manos temblorosas.

“Pareces un bicho atrapado por los cables de una máquina vengativa”, pienso yo.

“No es tan mayor, solo que fumaba mucho”, dijo la visita.

La habitación, los pasillos, huelen a desinfectante,
el calor se pega a la ropa como un labio húmedo.

Le dejan doce minutos para caminar hasta el vestíbulo,
torpemente se levanta, arrastrando las vías de plástico.

“Ven, por favor”, dice, en un susurro.

Como si de verdad le importara me pregunta por mis estudios,
cómo estoy, qué planes tengo.

Al final solo repite dos palabras: “tu madre…”
Digo que "sí", que "lo sé", con la seguridad fingida de un mal actor.

El futuro es un amanecer ignoto, en qué lugar, de qué manera, con quién…

Creo que él ya no podrá conocerlo.

¿Y yo?

martes, 25 de agosto de 2020

Si me amas

De pronto un cuerpo aúna sus hilos
y flota como un globo en la mirada,
así la serpentina de tu osario creciente
en la atmósfera de los pararrayos,
en la línea de los pináculos
a los que atas tu esqueleto.

Fuera del devenir solo hay diarios escondidos,
telarañas o tapices en el hogar remoto.

Los años son un juego de piezas por unir,
el mundo ya existía,
dibujado,
contado,
vivido,
recuerdos y suvenires de hojalata,
tan anacrónicos como la luz
que absorbe un parasol antiguo.

Si me amas enséñame un dios entre las nubes,
si me amas asalta la noche del silencio,
si me amas derriba al cómitre,
si me amas baila conmigo bajo la luna roja.

domingo, 23 de agosto de 2020

Al cruzarnos

Ahora es piel de agua, rocío y una pátina de luz
sobre los tejados como un sombrero amarillo.

La plaza nace a la mañana
con el silencio de las palomas en los alféizares
y un eco nocturno de voces y algarabía.

Pequeña plaza con su pedestal y su fuente,
una leyenda bajo la figura del prócer,
el gorrión anida entre las hojas del árbol,
un perro bebe del caño,
su lengua húmeda es un chasquido fértil.

Y yo que soy el vigilante de tu extravío,
porque sé que transitas la plaza
como el céfiro la superficie del tiempo, indiferente.

Y yo que soy cornisa, gárgola, soportal de la espera,
desvío la mirada al cruzarnos
con la dignidad sin futuro
de un pájaro ciego.


sábado, 22 de agosto de 2020

Ojos míos

Membranas de transparencia,
en qué lugar vuestra cóncava magia,
bolas de cristal, anfibios ejes,
los hoyuelos del color chispeantes,
retina donde los sentidos forman un símbolo,
pupila misteriosa, sin fondo, que absorbes la cándida luz
y los paisajes del ensueño, ojos míos
que os divertís en otra vida, tan imposible,
con las huellas invioladas desdoblando la fantasía,
el pudor, los laberintos ágiles.

Imagen que buscas un catafalco,
aquí el globo azul de la memoria,
aquí un crisol de fotografías
o films que rebobinan la distancia,
el espejo en el que veré la transida réplica del color,
la nieve y el disparo de la luz.

Ojos de ámbar que rozáis mis párpados,
no dejéis de ser una puerta invencible sobre el muro del tiempo,
habladme del infinito, amarrad la vida a vuestra frágil red,
escoged un punto para darme la pulsión que pueble mi sangre,
haced de mí un ruiseñor que trine en cada invierno,
enseñadme la cumbre del arco iris, el movimiento de los planetas,
la eternidad de las auroras, el amor como brillo de espuma,
la pausa bajo el árbol, tu cuerpo desnudo.

Todo se agrieta
y es un débil crepitar
este murmullo de sombra
que, lentamente, apaga mis ojos.









viernes, 21 de agosto de 2020

La casa

Puedo recobrar su luz, su carne y su latir.
No es una casa muda, respira con branquias de amor,
sonríe en los espejos con la alegría invisible del abrazo.
Me arropa y se enfada como una madre, esconde
un rumor alegre de manantial, susurra en los oídos
del niño palabras viejas que invocan al dios del sueño,
en la oscuridad laten su corazón y el mío a la vez,
armonía fértil de una vida sin daño. Siempre está
en los días tristes, siempre el recuerdo la nombra, entonces
retorna la niñez y la casa me habla con su voz antigua.
Hoy sé que esa casa es mi infancia.

jueves, 20 de agosto de 2020

Fluyen por mis venas los años caídos

Aquí, en mis venas, hay un mundo legendario.

Vuelan hojas de otoño,
espectros sin casa,
diálogos oscuros como tinta imberbe.

La kermés exhibe lirios blancos,
lentejuelas de alambre,
voces sin nombre,
etéreas lunas,
el eco de los tranvías en raíles de agua.

Y la verdad con sus vestidos rojos,
dolorosa como la hoz que quiebra la espiga,
un crespón de alas y un rumor de fuentes
en mis oídos de cristal.

Digo, dirás, que en las venas una procesión de coros no existe,
digo, dirás, que la morada dibujó rosas en el delirio
como si el porvenir fuera el último abril
que aún no ha brotado.

Celebremos la tintura que engalana los eclipses de la luz
porque no quiero recordar a la hembra de ojos blancos
ni a la cariátide sin el friso a mi espalda.

Pero fluye el tiempo con la languidez abstracta de la inexistencia,
estandartes y lábaros, mulas sin horóscopo, tigres de mar,
ángeles que lloran en los suburbios de la noche.

¿Cuál es el destino de esta fila púrpura?
ya no tengo corazón ni mi rostro luce una piel de plástico,
ya la mueca es algo más que alegría
y en los tobillos mueren los deseos
como ratas desnutridas.

Aclamemos al reloj, príncipe de las horas,
dejemos que se masturbe el oráculo de los días,
que sea el resplandor del mañana la doctrina que heredas.

Que llegue al confín esta cohorte que es mi vida,
mi vida que boquea entre las nubes,
mi vida roja espora de un liquen tan inútil como mi voz,
cuando me vuelvo hacia atrás, y no sé qué decirle al vacío.





















miércoles, 19 de agosto de 2020

Me doy a ti

Siete calles en la parte vieja de la ciudad,
los comercios albos, la iglesia invicta.
Nos muerde el perro de la lujuria y tú le entregas los labios,
la cintura, los pechos y un noviembre cálido
a mi boca. Estás y no estás aquí, la luz amarilla solo es un nido vacío,
los carteles de los cines hablan despacio, el humo no oculta el sueño.
Me gusta sentir el arrojo de tu mano tras la carne erecta.
Ya no es verde tu quietud, una miríada de amor te corona.
Yo me doy a ti como la luz se da a la vida.



martes, 18 de agosto de 2020

Te vas

Me gustaría llamarte con el rocío en la boca.
Muy pronto, al alba, te vas, pesa el tiempo, pesa la noche.
Abril se desnuda como una niña alegre,
canta al trasluz, el color en tus cejas de arco iris,
tu sombra que acaricia una lluvia adolescente.
Mi habitación es un espejo de melancolía,
te vas entre olas ciegas, confundida con el mar,
tu anorak mojado, los botines rojos
y ese adiós, tan dulce, que despierta
a los pájaros del sueño.

lunes, 17 de agosto de 2020

Aracne espera



¿Quién me enseñó a enhebrar el aire? En la oscuridad,
con la lentitud arcana de la especie tejí una geometría
octogonal de hilos transparentes bajo la moldura rota.
Territorio mortal, pero también finas hebras que la paciencia
dibuja en el misterio de la luz. Desde aquí espío al insecto
de alas irisadas, vuela hacia el redil atraído por la claridad
de un cristal empañado. Hay fábulas y horror, hay hermosos
telares entre las hojas del árbol que el rocío engalana.
Hay esquinas de polvo azul donde duermen los laberintos
de Aracne bajo una luna indiferente. Respetad la armonía
que creció en la noche, dejad que la luz no me descubra
mientras aguardo el desliz de un díptero que justifique mi ser.


domingo, 16 de agosto de 2020

Mi casa y el cielo

El ventanal y su cálida luz,
los pomos de las puertas por venir,
los lunares en los pasillos que parpadean
al verme.

Tú estás en la isla de la tarde,
la música dibuja el caleidoscopio de los tigres,
los espejos son el mar líquido de una plata vencida.

En los cuadros, rostros del sur
o paisajes como dentelladas lúgubres
sin la sangre de los cometas
ni el aceite del ensueño.

Virgen tú en el horóscopo que adivina un crisol,
tan sutil, telaraña en los oídos de un hemisferio incólume.

Y viene el lobo de la noche,
agita el viento la comisura del cristal,
los árboles claman como reos la gloria de su raíz,
el universo del verdor entre los pliegues de la luna.

No calles si el humo es una densa capa de misterio,
el misterio tizna los ojos, tus ojos sin maldad
que pinté en la pared que ha volado
como nimbo de abril.

Ah! de mi voz en los miércoles de la niñez,
ah! del festín y el óxido,
ah! de la antesala que me anuncia los soliloquios
y la vejez de los pájaros lisiados.

Se confunde el tiempo con el aullar en los relojes,
te confundes tú si añoras la ceniza que deja un rayo
tras el estrépito de la luz,
su perfección sin regreso,
su espiga breve
en el azul de la memoria.






sábado, 15 de agosto de 2020

El poema vacío



Solo puedo imaginar el más allá.
Sobre mi cabeza se agitan las gaviotas
en el atardecer del verano.
Regresan los pesqueros con sus redes al sol,
nube de pájaros como cola blanca.
El aire crea rizos de espuma sobre el agua,
guedejas de oro en el perfil de los acantilados.
Tiro al mar la botella que guardé desde la infancia,
en su interior un poema, en el poema, nada.

viernes, 14 de agosto de 2020

Así te va

Piensa en el relámpago y en su rizo de luz.
Tu brevedad es un arco iris sin lluvia, una noche
sin alba. Te gustaría ser resplandor, festival
de cohetes que estallan en un cielo negro,
algarabía o frenesí bajo el puente de los días.
Todo es más simple: una casa, un trabajo, una familia
y un dios al que no rezas. El relámpago se ha vuelto
una cicatriz en tu corazón, no hay rizos de luz,
ni arco iris con lluvia, ni llegará a ti la claridad
tras la noche. Solo ríes en los espejos que aún
recuerdan tu infancia, en las fotografías del descuido,
en los cristales rotos. Así te va.


jueves, 13 de agosto de 2020

Afrodita y el mar



El titán obsceno arroja su deidad sobre la espuma.
Nace el nácar y la carne,
la seducción pálida entre las olas.
Ya mujer, hembra de arrobo,
imagen núbil bajo la circuncisión de la vida
ejerces de tutora, el niño y su carcaj,
la misión es de la espada
que obtura con su resplandor la figura del espejo.
Lanza, dices, tu saeta de sangre
y que la fealdad sea un desnudo triste en su boca.

Al querubín le fascinan los senos blancos,
el pacto es la oscuridad y el misterio,
Psique quiere un nombre y un cuerpo.
Afrodita, tu lupanar todavía no existe,
la beldad es un monstruo múltiple,
aún no has entendido que el sol entrega sus rayos sin pudor,
hacia la lluvia, hacia el hálito de la novicia.

Tres pruebas blancas. El grano esparcido,
el rebaño y su oro, la furia de Perséfone
en la intimidad de los infiernos. Psique,
pensamiento, alma y bondad,
ahí en tu amor la fruta madura cae y el carozo eres tú,
apenas canto.

Compiten contigo las anémonas,
también la última posesión del árbol.
La mirra fue mujer de óvulos rosas,
impulso de naturaleza atroz,
árbol del castigo del que nació la paloma alba.
Adonis es un niño alegre, compite con un escudo de hojas
en la cicatriz del bosque. La muerte es azul,
tú lo sabes, ni Perséfone, vieja amiga
te salvará de los demonios del desamor y la locura.

Qué regalo la forja en la intimidad del fuego,
hombre sin perfil, hombre de curvas rectilíneas
al que te entregaron, sulfuro y quejido de parcas en su lloro.
Pero surge el casco alado y la victoria,
los músculos y la omnisciencia de un dios furtivo
-la guerra se esconde-
con el metal altivo y curvo de los cuellos segados.

Te puede la vanidad, hembra airada,
pájaro invisible, espíritu de la luz,
memoria del deseo en los ojos perdidos.
Hay un reto de primavera,
la manzana sufre igual que una luna partida,
el reto explota y en su estallido renaces como la magia
que vence a la impresión, la incendiaria elipse del amor.
Te elige el proscrito porque le has entregado el arpegio de la gratitud,
ecos de guerra en tus axilas, Troya sucumbe
bajo el semen de Paris.



miércoles, 12 de agosto de 2020

Claroscuro

Está el deseo y está la vida.
Comprender es unificar lo invisible.
El pensamiento busca un fin,
la esperanza un hogar.
A menudo
la luz esconde
hilos de penumbra
bajo los pliegues de la claridad.


martes, 11 de agosto de 2020

Nocturnal



Me he detenido en el mapa negro de la noche.

Los charcos son un ojo de alcanfor,
la virtud de los faros ciega los cristales sombríos.

Me gusta el andar esponjoso de los gatos,
su imagen de tótem en los alféizares.

El lirio en las ventanas crece como un músculo vegetal,
los visillos velan la múltiple secuencia,
repetida canción de la oruga.

Oigo mis pisadas que son las huellas del caracol,
la música rompe en círculos
como ondas invisibles de un mar nocturno.

Hasta ti las golondrinas no llegan,
jamás fuiste pájaro de luna,
en los aullidos de un portal las confidencias son azules,
hay un rumor de telarañas de invierno,
tus tacones, el abrigo verde, las medias encendidas bajo el farol
y la voz que persigue tu voz embaucada
por la infantil calavera de deseo.

La fuente y sus caballos de belfos líquidos,
los arcos que lima el horror del aire,
el musgo en las agujas, escaleras somnolientas de rubís,
un pórtico sin umbral, ni símbolos, ni arcángeles dorados.

Es pérfido el regreso porque la lluvia tiene hambre,
me asombra el frenesí de las gárgolas,
labro tu nombre en el capitel de una columna sin fuste.

Crepitan cometas en el pesebre de los nimbos,
no veré su lejanía de joya celestial,
solo existe el murmullo del agua,
la indiferencia gris de los paraguas
y un resplandor de nácar
en mi almohada perpleja.

domingo, 9 de agosto de 2020

A ti te rezo

Nadie te alza sobre parihuelas de pino,
ni vives en hornacinas de oro. El rostro
cerúleo no es el tuyo, la expresión doliente,
la recamada tela y las joyas que relumbran:
perlas, rubís, ópalos, ágatas… Nadie te reza
en las madrugadas del dolor, no encienden
cirios por ti, ni velas perfumadas, ni la plata
esconde el lino ni la púrpura. Virgen de carne,
tu templo es el frío de los inviernos, virgen
de soledad tu vestido son andrajos, tu sayal
la arpillera que un día encontraste. Nadie te regala
los mantos ni el oropel, nadie te ha encumbrado
como una madre eterna. Tu capilla es la oscuridad
del callejón, tu sillar el viento, tu esperanza el olvido.
Pero tú eres mi virgen de podredumbre, la virgen
de los pobres, la señora de la luz, pordiosera mía.

Hay mujeres así

Ella va a los sitios que frecuento.

No tiene alas de ángel,
es perversa como la luna.

Mira al bies desde un espejo sucio,
no ve otra cosa que su sombra ida.

A mí me seduce su cuerpo libre,
el andar de niña sin alma,
el sol de sus caderas.

La veo aunque no esté,
al aire el surco de los senos,
con los jeans ajustados,
riendo en el último pub de la noche.

Hay mujeres así,
lo mismo que hay duendes sin bosque
o brujas sin escoba.

sábado, 8 de agosto de 2020

Mi rostro

Ya no miro en el espejo mi identidad.
Los pómulos lívidos, las comisuras de la boca agrietadas,
la sien y su delta, en la frente dos bahías sin mar.
Piel que ha vivido horas de luz, piel cómplice en los años yacidos,
piel que sedujo a la vida y le dio aliento al amor,
fachada a la amistad, hogar a los días más agrios,
pálpito a los instantes felices. Mi rostro adelgaza,
pierde el color, se acostumbra a vivir hacia adentro
en una ósmosis programada. Cuando al fin me mire en el espejo,
al trasluz de la noche, reirá sin gracia la fatal calavera.

viernes, 7 de agosto de 2020

El narrador

Yo puedo imaginar un significado, más allá de la convención social.
El género pone atributos en el mensaje, adornos o adustez,
la lírica de la raíz o la belleza de la flor. Hace falta un verbo
que indique la luz en la oscuridad de los nombres. Describo colores,
gustos, cualidades y las palabras ya son voz. Cómo vestir una frase
sin que afirme mi yo, cómo saber si el pájaro, el hombre, la cosa,
lo intangible designan realidad. Delimito el lugar, sitúo en el reloj las identidades
del tiempo, sé que hay un espacio donde vive el sentido de lo que mi boca
expande en la fría marquetería del aire. Los adverbios son míos,
la arquitectura de un texto es mi isla del tesoro. Déjame vivir
con tu sombra junto a mí como un hiato que besa.

jueves, 6 de agosto de 2020

¿Adónde vas, Caperucita?



En el bosque hace frío, ya es invierno.
Tú eres un color entre la nada. Pequeña
y saltarina, cantas, y tu alegría es aliento
de pájaros recién nacidos. Las trenzas
escapan de la caperuza roja, dos espigas
de pan candeal, hilos de oro taraceados
por la luz. La nieve remolonea en la congostra,
los robles, los castaños, los abedules, el tojo
y los hongos, las ardillas y el ruiseñor, los gusanos
lumínicos, el tejón y la víbora, te miran. ¿Adónde
va la niña en esta madrugada de lobos? Humea
en la cesta la leche caliente, la tarta de arándanos,
la esponjosa masa del centeno. Y qué felicidad
en la inocencia de plata, qué abrigo de matorral,
qué hojarasca infantil en el claro alegre. Se oye
un fragor de ojos felinos, dos chispas brillan
bajo el álamo, el lobo o la vida acechan.
¿No sientes, ángel mío, la dentellada aguda
en tu cuello virgen, la carne en surco, la sangre
roja? El lobo es solo la vida que espera tu paso.


miércoles, 5 de agosto de 2020

El silencio de los barcos



Se han ido los barcos. Los velámenes al sol,
las cuadernas salpicadas de mar. Aventura
de vivir en un océano desconocido, sin patria,
en la lejanía las perlas de oriente, los hielos del norte,
las playas vírgenes de las islas. Y el olor a aceite
y a brea, a pescado en salazón, a sardinas
que aún palpitan en las cajas, a vino ácido
en los bares del puerto. ¿Qué nos contarán
los barcos al volver? Solo ellos enamoran a las sirenas,
solo ellos saben de piratas y falsos esquifes
en las costas de Malaca, de robinsones
y naumaquias en los anales de la historia.
¿Por qué callan los barcos? Volverán dormidos,
con sueños en las amuras. Y no dirán nada
a quien espera oír su voz, su voz de ola marina.

martes, 4 de agosto de 2020

Mujer

Soy fuerte, lo sé. Tengo pechos altivos
y humedad generosa entre los muslos.
He crecido como un tallo que se abre
camino en la espesura. Mi vida es un desafío,
a los hombres les niego la ley y la justicia.
Soy mujer, en la adversidad crezco como
una planta que busca sitio entre las piedras.
Soy jardín de espinos, alimento de orgullo.
No me valoran, no entienden que la sexualidad
es un ropaje y que detrás hay razón y cordura.
Escribo estas líneas desde la madurez cumplida.
Soy la negación del sexo que envilece,
soy la inteligencia que reclama un mundo donde
solo en el amor, o en la pasión, seamos distintos.

lunes, 3 de agosto de 2020

Primavera feliz

Has conseguido forrar de títulos la pared.
Son como ventanas a un túnel sin salida.
Tres años buscando y solo te salen trabajos de ETT.
Empleos de cinco, diez o quince días. Cajero,
repartidor de Telepizza, guardia jurado.
A tus padres les das pena, porque ellos
al terminar sus estudios enseguida encontraron trabajo.
Pero tú, no, los masters, los cursos, la academia de inglés…
Crees que la vida no te merece, que tendrás
que emigrar como los abuelos, que te da miedo
alejarte de lo que tanto amas. El político exhibe
estadísticas de empleo igual que un dios absurdo
e irreal. Aunque solo tienes veintiocho años
te preocupa no cotizar, cómo será tu jubilación,
cuándo podrás irte de casa. Afuera el día está claro,
parece que la primavera es feliz.

domingo, 2 de agosto de 2020

Horario laboral

No son ocho, son doce o quince.

Es como si en el reloj se hubieran parado las horas.

Produces no sabes bien para qué: un tubo de metal,
una pieza, una parte de un todo que desconoces.

Al llegar a tu casa la noche ha caído,
tu hijo duerme,
de nuevo tendrá que estar en la guardería a las seis.

Abrazas a tu mujer, cansada, rota
por el trabajo doble de limpiar afuera
y adentro.

“Este mes no podremos salir a ningún lado,
en la tienda van a tener que fiarnos”,
te dice con una lágrima en los ojos.

Y tú piensas que la vida es injusta
porque Rosario no puede comprarse el vestido que hace años necesita,
porque en la nevera apenas queda nada,
porque el recibo de la luz te crucifica,
porque querrías jugar con Daniel,
hablarle bajito, acostarlo cada noche.

Trabajas para que otros tengan un gran auto,
un chalé con piscina, un barco en el pantalán de los sueños.

A ti te toca nadar contracorriente,
sintiendo cómo el agua ya te invade los pulmones.




sábado, 1 de agosto de 2020

El hada de la claridad

Cómo planeas a mi alrededor, sin alas,
el lino del canesú grácil, los pechos voraces
que el aire azuza en la invisibilidad, los oráculos
que tiznan el iris, tu iris que no mira, espejo de cavernas,
aro en la pupila que es un hechizo, color, qué color,
pues se desnuda en transparencia, líquido el azul,
satén de damasco en verde dulce, honda hojarasca
de un ocre otoñal. Y sigues, atónita, sobre mis hombros,
los rizos del pelo en penumbra, también color, color ave
del paraíso, color mar en el brillante tornasol del espejo,
frialdad de los labios que besan un rayo, un pájaro mudo,
tu lejanía sin coloquio, encumbrada sobre un ardid
o una imagen celestial, prímula de ojos aleves,
ciego colibrí que aletea incansable en la lentitud de mi sombra.
Hada de la claridad, centella de la luz que existes
en un nimbo algodonoso, estatura o altar, mármol
que levita y no es tiempo, susurro que ayer fue música,
ángeles que arrojan tu cíngulo a mi hoguera,
damasquino en el albor de este sueño aún soñado.