La gracia de las voces tenues,
las piernas como ramas de armonía,
las miradas conspicuas de la pubertad.
No es fácil convivir con los sueños
si el latido vaga
en rompeolas de efervescencia.
Yo sé que unos versos mutilan el horizonte
cuando los digo y no existe tu fiebre.
Yo sé que la penumbra viaja hacia el iris
cuando la luz llora mi dulzor.
Apuro el germen de la traición
porque mi candidez baila
como una muñeca rota.
Solo se trata de caminar,
si,
caminar
desde ti
hasta ti.
Igual que un robot de carne
o un fantoche de latón
cuyas vísceras tiemblan.
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