El ocre infinito,
las colinas como arañas
en mi sed de invierno.
La inmortalidad
y su color de albatros.
Tú.
miércoles, 28 de mayo de 2014
domingo, 25 de mayo de 2014
La caída
El misterio que une la voz secreta de los códigos.
A veces la imaginación escribe pantanos, dibuja
redes de anomalía, marchita la verdad de la piel
con colores de alud. Recuerdo sus ansias de vivir,
la rotundidad de su fe cuando nos aturdía con el calor
de unas palabras sin doblez ni pretérito. Quizá la luz
sea el refugio de la pasión, tal vez desconocidos
enjambres de lástima no lleguen nunca a brotar
entre las llamas de lo unívoco. Su vida dejó de ser
vida porque es fácil acostumbrarse a la noche de
los sueños, a la inutilidad de las hojas del presente,
caídas como meteoros en los vasos de la ilusión.
La desesperanza es una flor negra que jamás sufre.
Que otro río la salve, que otro paraíso la albergue,
que otros monstruos la lloren, pero no estos.
A veces la imaginación escribe pantanos, dibuja
redes de anomalía, marchita la verdad de la piel
con colores de alud. Recuerdo sus ansias de vivir,
la rotundidad de su fe cuando nos aturdía con el calor
de unas palabras sin doblez ni pretérito. Quizá la luz
sea el refugio de la pasión, tal vez desconocidos
enjambres de lástima no lleguen nunca a brotar
entre las llamas de lo unívoco. Su vida dejó de ser
vida porque es fácil acostumbrarse a la noche de
los sueños, a la inutilidad de las hojas del presente,
caídas como meteoros en los vasos de la ilusión.
La desesperanza es una flor negra que jamás sufre.
Que otro río la salve, que otro paraíso la albergue,
que otros monstruos la lloren, pero no estos.
miércoles, 21 de mayo de 2014
Ciudad de abril
La estatura del color,
su labio inútil.
La ciudad esgrime pedazos de silencio,
el deterioro de sus arterias humedece
la plenitud del día.
Los ríos quisieran abrazar su seno,
darle sentido a la historia,
conmover los muslos de un extraño duende,
esconder la patria de los lienzos
en casas sin luz.
Nada hay más frágil que la desnudez del misterio
cuando asombra el vestido de la hoz,
la cinta esmeralda que engalana
la viudedad de las agujas,
el dormido espolón del frío.
Y es que tras el dulzor del instante,
aparece la estampa que cuelga de postales inhóspitas,
su singular ausencia
de niña estéril.
Cruzan la plaza hábitos sin idioma,
la palidez de la catedral enseñorea su vientre
de escalinatas y olvido.
Acechan galaxias de entretiempo,
los sudarios violeta cobijan un verdor de mansedumbre,
en el circulo inmenso de los ventanales
pájaros sin nombre arrullan la quietud
como lánguidos herejes
ya muertos.
En la soledad de abril las campanas flotan.
sábado, 17 de mayo de 2014
El sueño de existir
Uno piensa que se come el mundo,
pero no es así.
Uno deposita su cuerpo en lugares concurridos,
habla,
sonríe.
Como estéril atleta de la estirpe
se emociona sin querer,
confía en que su don
apenas real
le salve.
No sé en que mes las huellas de los taxis
se rebelaron para ser lejanía;
mi voz y mi iris,
mi latitud de náufrago,
mi soliloquio que hiere,
mis edades sin nacer.
Todo lo que el día va esculpiendo como luz ágrafa
me seduce
con sus besos de calor
y su aire inmortal.
Aquí no hay confín ni espesura,
el horizonte vive en los semáforos,
en sus guiños como faros de isla,
en su neón que azulea los pliegues de la nocturnidad
y desnuda el candor
con la rutina y el desdén.
Que aún me ame tu silencio
como eje o candil.
Que seamos
juntos
la locura
o el sueño
de existir.
miércoles, 14 de mayo de 2014
El amor
Desde aquí llueven sombras. El día guarda
serpentinas azules, trae voces de escarnio,
pisadas de un ayer simétrico, rompeolas
sin candidez en los muslos abiertos. La luz
se enseñorea del color. Yo miro los columpios
y su herrumbre, el juego infantil de las criaturas,
los magnolios enhiestos como indices
traidores.¿Qué edad habita ya en mi, pone
sus garras de vejez en la oscuridad pasajera,
lame los relojes fugitivos, incuba la sed
del desorden y me calma con el fulgor
de un verano alegre? Solo fue un gesto
de paloma el que transportó en el aire
la interrogación de un impulso. Nadie
sabe por qué una piel enciende otra piel,
ni la razón ilógica de los sueños compartidos
ni tampoco la exactitud de esa materia
azarosa que es idea, señal, apocalipsis
o compañía. Hablo, sí, del amor invencible,
del rastro que pulula en los rincones
de la palabra como mudez incompleta,
soliloquio que justifica el capricho
de existir en la noche de los círculos.
¿Qué sería de mi sin este amor
que me regala la vida?
serpentinas azules, trae voces de escarnio,
pisadas de un ayer simétrico, rompeolas
sin candidez en los muslos abiertos. La luz
se enseñorea del color. Yo miro los columpios
y su herrumbre, el juego infantil de las criaturas,
los magnolios enhiestos como indices
traidores.¿Qué edad habita ya en mi, pone
sus garras de vejez en la oscuridad pasajera,
lame los relojes fugitivos, incuba la sed
del desorden y me calma con el fulgor
de un verano alegre? Solo fue un gesto
de paloma el que transportó en el aire
la interrogación de un impulso. Nadie
sabe por qué una piel enciende otra piel,
ni la razón ilógica de los sueños compartidos
ni tampoco la exactitud de esa materia
azarosa que es idea, señal, apocalipsis
o compañía. Hablo, sí, del amor invencible,
del rastro que pulula en los rincones
de la palabra como mudez incompleta,
soliloquio que justifica el capricho
de existir en la noche de los círculos.
¿Qué sería de mi sin este amor
que me regala la vida?
martes, 13 de mayo de 2014
Para vivir
¿En qué mordaz silencio se prescribió
el olvido? No quiero el atlas de la muerte
en mis horas de niebla. Quiero el asalto
de la noche vertebrada, el trasluz del insomnio
la virginidad de un sol. Tu memoria.
el olvido? No quiero el atlas de la muerte
en mis horas de niebla. Quiero el asalto
de la noche vertebrada, el trasluz del insomnio
la virginidad de un sol. Tu memoria.
domingo, 11 de mayo de 2014
Domingo
A menudo son las sombras quienes
me hablan. La lentitud del albor,
la luz y su magia, los pasos suaves
del silencio. Yo sé que la fugacidad
crece, se engalana como una amante,
fluye como un viejo río que desdeña
el abrazo. Estos días son para mi la memoria
que revive el tránsito infantil del amor,
la caricia insobornable de los labios húmedos,
el transcurrir ojeroso de las noches invictas,
la suerte de un éxtasis que parte las cadenas
del frío. Las mañanas esconden humo de café
en las preguntas, el dulzor que forma nubes
de vida en los osarios deja un pálido confín
en tu mirada. Domingo de arrabal, canto
de pájaros rojos en las esquinas del ático,
rumor de olas sin mar, instante que finge ser
la insólita verdad del paraíso.
me hablan. La lentitud del albor,
la luz y su magia, los pasos suaves
del silencio. Yo sé que la fugacidad
crece, se engalana como una amante,
fluye como un viejo río que desdeña
el abrazo. Estos días son para mi la memoria
que revive el tránsito infantil del amor,
la caricia insobornable de los labios húmedos,
el transcurrir ojeroso de las noches invictas,
la suerte de un éxtasis que parte las cadenas
del frío. Las mañanas esconden humo de café
en las preguntas, el dulzor que forma nubes
de vida en los osarios deja un pálido confín
en tu mirada. Domingo de arrabal, canto
de pájaros rojos en las esquinas del ático,
rumor de olas sin mar, instante que finge ser
la insólita verdad del paraíso.
sábado, 10 de mayo de 2014
Gracias
Aún con la piel renegrida y el sabor salino
de un mar oscuro. El regreso siempre es ausencia,
incomodidad, negación del ayer. Porque el que
ha vuelto no puede fingir su nombre ni recuerda
el detalle mínimo de una palabra ni la imagen
de un signo, ni la verdad de lo que solo una vez
ocurre. En la ciudad no existen ojos para mí,
su luz cabalga las avenidas, se desnuda en los
reflejos de un cristal envejecido, puebla el aire
de sombras sin refugio. Me toca andar los pasos
inseguros, me toca sobrevivir al cansancio
de las nucas distraídas que ya no sienten
gratitud. Allí está tu cuerpo, cimbreando
la noche como un vacío que se irisa,
como un candor grácil entre espinos,
como un latido de improbables orillas
o un secreto estéril que desvirga la sed.
Gracias por poblar mi memoria de sueños
sin raíz. Gracias por ser la voz inesperada
de un rayo que alumbra.
de un mar oscuro. El regreso siempre es ausencia,
incomodidad, negación del ayer. Porque el que
ha vuelto no puede fingir su nombre ni recuerda
el detalle mínimo de una palabra ni la imagen
de un signo, ni la verdad de lo que solo una vez
ocurre. En la ciudad no existen ojos para mí,
su luz cabalga las avenidas, se desnuda en los
reflejos de un cristal envejecido, puebla el aire
de sombras sin refugio. Me toca andar los pasos
inseguros, me toca sobrevivir al cansancio
de las nucas distraídas que ya no sienten
gratitud. Allí está tu cuerpo, cimbreando
la noche como un vacío que se irisa,
como un candor grácil entre espinos,
como un latido de improbables orillas
o un secreto estéril que desvirga la sed.
Gracias por poblar mi memoria de sueños
sin raíz. Gracias por ser la voz inesperada
de un rayo que alumbra.
jueves, 8 de mayo de 2014
La sentimentalidad
La fibra que engalana un sol. El parpadeo
de la magia en el corazón múltiple. La sonrisa
como un artilugio sin paz. La mano dúctil
que puebla el aullido de una herida.
Mil voces que son coro de un lamento.
El verdor de una lágrima, su eje hospitalario,
su abrazo de mar o de océano. La entrega
que fluye como un dolorido crisol inhabitable.
La sensatez descafeinada de un sueño.
de la magia en el corazón múltiple. La sonrisa
como un artilugio sin paz. La mano dúctil
que puebla el aullido de una herida.
Mil voces que son coro de un lamento.
El verdor de una lágrima, su eje hospitalario,
su abrazo de mar o de océano. La entrega
que fluye como un dolorido crisol inhabitable.
La sensatez descafeinada de un sueño.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Aquel niño que se salvó
Allí, en el equilibrio, la fe desconoce
el miedo. Caer del lado de la vida
como cae la hoja sin memoria o la
pavesa que culebrea en el aire oscuro,
inconsciente de la duda. Por fin
la infancia se despliega con todo
su metal de esperanzas, el vigor
de los juegos, el alegre frenesí
que es como música que esparce
un don o manto que nutre el caudal
de la sangre hospitalaria. Se siente
la fuerza de un corazón prohibido,
nadie espera otra verdad que el iluso
tránsito de los días porque hay un devenir
de horizontes blancos, una quietud
desmembrada que ignora su rostro,
un círculo sin límites que atosiga
la piel pero le da llama, resplandor,
lujuria. Mi voz no puede concebir
lo inaudito, su verbo es ágil cuando
mira las huellas frías y no ve la luz.
Atrás quedó lo invisible, la locura
del azar, los desahucios que trinan
en la noche de los muertos. Solo soy
un pensamiento que late.
el miedo. Caer del lado de la vida
como cae la hoja sin memoria o la
pavesa que culebrea en el aire oscuro,
inconsciente de la duda. Por fin
la infancia se despliega con todo
su metal de esperanzas, el vigor
de los juegos, el alegre frenesí
que es como música que esparce
un don o manto que nutre el caudal
de la sangre hospitalaria. Se siente
la fuerza de un corazón prohibido,
nadie espera otra verdad que el iluso
tránsito de los días porque hay un devenir
de horizontes blancos, una quietud
desmembrada que ignora su rostro,
un círculo sin límites que atosiga
la piel pero le da llama, resplandor,
lujuria. Mi voz no puede concebir
lo inaudito, su verbo es ágil cuando
mira las huellas frías y no ve la luz.
Atrás quedó lo invisible, la locura
del azar, los desahucios que trinan
en la noche de los muertos. Solo soy
un pensamiento que late.
sábado, 3 de mayo de 2014
No te equivocaste
Esa era la decisión, no otra. Es cierto
que ante los caminos múltiples es fácil
sentir la duda. A menudo el azar pone
trampas que la mirada confunde con
un sueño de realidad; y es que hay en mi
un poso de infancia que jamás se desvanece..
Por eso te pensé palabra agradecida, piel
que roza mi espejo, navío que navega
el mismo mar. Como en un teatro roto
los decorados envejecieron, la ciudad
se perdió entre la bruma de los círculos
sin luz, los ideales durmieron, al fin,
su quimérica sinrazón. Ya ves que no
estabas equivocada. Otros paisajes
te dibujaron, otros cuerpos dieron
forma a tu cuerpo, bajo una red de años
compartidos. No sé si los días te han
hablado, si hoy aún recuerdas el instante
frágil en que un corazón se enciende. La
edad te mira desde su ayer de olvido y sabe
que en ese ramal de aguas sin voz ya
nadie te nombra. Seguiremos solos hasta
que se apague la memoria, la fe, la vida.
que ante los caminos múltiples es fácil
sentir la duda. A menudo el azar pone
trampas que la mirada confunde con
un sueño de realidad; y es que hay en mi
un poso de infancia que jamás se desvanece..
Por eso te pensé palabra agradecida, piel
que roza mi espejo, navío que navega
el mismo mar. Como en un teatro roto
los decorados envejecieron, la ciudad
se perdió entre la bruma de los círculos
sin luz, los ideales durmieron, al fin,
su quimérica sinrazón. Ya ves que no
estabas equivocada. Otros paisajes
te dibujaron, otros cuerpos dieron
forma a tu cuerpo, bajo una red de años
compartidos. No sé si los días te han
hablado, si hoy aún recuerdas el instante
frágil en que un corazón se enciende. La
edad te mira desde su ayer de olvido y sabe
que en ese ramal de aguas sin voz ya
nadie te nombra. Seguiremos solos hasta
que se apague la memoria, la fe, la vida.
viernes, 2 de mayo de 2014
Testimonio
A veces la luz guarda sonidos
que no muestra. Un hoy lento,
pausado, inmemorial, revive más
allá de las ventanas, en el mar liso,
en los árboles cuya derrota se adivina,
en el paso levemente armonioso de los
perros. Nadie mira a nadie, el hogar
es un cubil, las horas un espacio sin
recorrer. Es el sueño de los ángeles
mi oración o mi cruz. Vivo.
que no muestra. Un hoy lento,
pausado, inmemorial, revive más
allá de las ventanas, en el mar liso,
en los árboles cuya derrota se adivina,
en el paso levemente armonioso de los
perros. Nadie mira a nadie, el hogar
es un cubil, las horas un espacio sin
recorrer. Es el sueño de los ángeles
mi oración o mi cruz. Vivo.
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