miércoles, 30 de junio de 2021

La vida es lucha

 A mi hijo


Yo también fui tú, en la misma edad de los jardines en flor.

Pero la vida pone piedras en los ojos,
lastre del que hay que tirar, sin miedo.

Ahora debes comprender, que sí se puede llegar al final,
que es duro el tramo que recorres, que, después,
tu objetivo dejará de ser una quimera
para ser
una verdad que te colma.

Continúa y no cejes,
pon la inteligencia y el valor necesarios,
no eres un héroe, solo un hombre
que tiene orgullo y que hace del orgullo
su bandera.

martes, 29 de junio de 2021

Nunca te prometí

Nunca te prometí el alba.

Porque en nuestras bocas el mañana era mudo,
una tangente que omitía el vocabulario preciso de la carne,
la materia
y los hechos.

Navegar por un río invisible,
flotar en el aire común
igual que pájaros que planean sobre espejismos de dudas,
sentir que el ahora llega sin querer,
que todo sigue cuando todo empieza a dejar de ser lo mismo;
que solo envejecen los cuerpos,
jamás el estupor del deseo,
la comunicación implícita,
la ternura de contemplar tu rostro en la claridad del albor,
el guiño de las miradas,
mi pensamiento que tú completas
sin que yo te hable.

No, nunca te prometí el alba,
tampoco el ocaso,
es verdad.

Seguir como si quedara un resto de luz que nos pertenece,
que nos ilumina, que nos enseña el camino
que aún andaremos juntos.

lunes, 28 de junio de 2021

El retorno

 Noventa y siete escalones que me hablan.

 

Al empujar la puerta de caoba (dorados pulcros)

el espejo me devuelve al pasado: al niño, al joven,

al hombre moreno que se oculta en la penumbra.

 

La luz amarilla es un sol triste

que se vierte en las paredes como una cálida mano de abuelo,

al fondo del pasillo mi imagen me llama con voz antigua;

cuelgan los cuadros:

paisajes de pueblo,

el rostro bruno de una muchacha alegre,

la bruja subida a un risco da vida al aquelarre.

 

Y no hay olor a legumbre,

ni se escucha el reloj de pie,

ni canta la criada,

ni hay risas en las habitaciones,

ni ropa en los armarios.

 

En el salón la cómoda eleva su testuz con peinado de plata

(un juego de café, una bandeja, un cristo grabado),

el papel de flores ya no es un jardín

solo muestra tallos desvaídos,

una pátina oscura de abandono,

la mesa redonda con su falda de algodón

no esconde el brasero,

el sofá y las sillas añoran ser perfil de cuerpos,

abrazo de mediodía,

eco de las palabras familiares.

 

En el espacio vacío mis botas suenan a juegos de infancia,

a timbre de teléfono, a conversaciones secretas.

 

La ventana se ilumina con un sol imberbe,

en su cristal viven todavía los sueños que imaginé

en las largas horas de lluvia,

cuando el atardecer era la noche

y las calles aún no conocían tus pasos.

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 27 de junio de 2021

Los pasos recobrados

Allí existía el espigón,
en el lugar donde las olas llegaban muertas.

El faro insiste en su trazo de ave melancólica,
la playa como una lengua árida
muestra su esqueleto de conchas,
cristal
y polvo
desmenuzado.

Ya no es posible repetir las palabras que la noche escuchó,
tu vestido de encaje languidece en un armario,
la juventud es un sueño triste que picotean las palomas.

Y nadar ya no es alejarse,
ni la fiebre del deseo
busca el nido de las bocas
como un gorrión sediento.

Los relojes fingen
cuando parece que en la eternidad de su círculo
las vidas nunca avanzan
hacia las sombras.

sábado, 26 de junio de 2021

Y si

 Y si vivimos en la cresta de la luz,
y si existe el lapislázuli que brilla
en tu nalga desnuda. Y si los duendes
de la noche son bujías de insomnio;
y si el ogro es tu madre con escrófulas
en la piel. Y si Dios, narciso de la claridad,
va y viene en un cometa de abalorios,
y si las piscinas fulgen sin el agua
del tiempo en su ordenada geometría;
y si las rosas de neón como bivalvos
febriles a veces iluminan, y otras, no.

viernes, 25 de junio de 2021

La anatomía del verso

Desdoblo la arboladura, traigo del mineral

su poliedro que encaja en la redondez del bíceps,

dibujo teselas sobre una hoja azul, la osamenta

se engarza en la madrépora del verbo, sinapsis

de húmeros sin vocales, bifaz en la rima que oculta

su sombra. Sucede, al fin, una anatomía dispar,

el ritmo sufre, el significado es un miembro roto,

la metáfora un huésped sin sol. Construir el poema,

el monstruo del que soy padre, aunque lo niegue.

jueves, 24 de junio de 2021

Florecer

Es un golpe de gong la primavera,
los galeones del asfalto enmudecen,
crían algas fósiles en las jarcias,
un anuncio de cadáveres en flor
brinca por el cielo
como rocíos de biznaga
sobre el manantial azul de la floresta.

Amanece o atardece,
tu vestido sin enaguas flota en la luz,
describe parábolas de ceniza,
sus volantes de arpillera ensombrecen el aire,
circulan, lanzan
filamentos de yute a la diáspora del día.

Tu virginidad no está en ti,
tu virginidad es un hombro triste
que se posa en el cantil junto a la ola que estalla,
mayo espejea en el arrozal,
en los peciolos la escarcha baila con delirio de abejas,
con la sed de las mariposas,
con el ósculo que liba un sueño,
con la raíz del color que huye
como un amante huye de su ayer
sin olvidar la piel del fracaso.

En el cenit la aurora no refleja tu rostro
que se vierte en pistilos de luz
y regala al mundo la ebriedad
de un arcoíris eterno.

miércoles, 23 de junio de 2021

El eterno retorno

 Explorar.

La armonía de la sangre como un cántico, un yo ausente que le prestó vocabularios de complicidad.

Esa sombra que no ve al dueño de la sombra, existe.

 

Ausentarse.

En los otros, en la raíz negra, en el animal cuyo estertor expele un nombre.

 

Regresar.

No es olvido, sembró pétalos en la sien, solo es memoria el oleaje que la pérdida invoca, luz sin luz.

 

Existir.

Me atrapa un círculo donde giran los planetas de la luna.

 

 

 

El ojo de la aguja

Lo más oblongo,
lo menos móvil,
el oropel y el fasto
pasan.

El elefante azul es un hilo,
el mal esconde luces de bienvenida,
el ojo de la aguja resplandece,
se angosta como un cepo protector
sobre la candidez
del filántropo.

Solo cruza la falsedad este umbral,
no es un abrazo, es la fina grieta que no te llama,
es un muro para ti, que recitas sin pausa: será
más fácil que un camello pase por el ojo de una
aguja que un rico entre en el reino de los cielos.

martes, 22 de junio de 2021

Adriano o el retorno de la luz

 “Sí, Atenas era siempre bella, y no lamentaba haber impuesto disciplinas griegas a mi vida. Todo lo que poseemos de ordenado y lúcido a ella se lo debemos” “Memorias de Adriano”. Marguerite Yourcenar.


Hay un olor dulce en mi piel de cobre,
los olivos,
la llanura,
la tierra seca
son mi patria.

Crecí con un deber entre los hombros,
episodios en el infinito, lugares estériles,
idiomas, cultos y culturas
desconocidas, un sol eterno de lábaros encendidos,
mi sueño, mi condición de hombre
tras el designio de la inmortalidad.

La sabia luz de Plotina,
su estrategia de araña,
su hilo breve que ata los mimbres de la historia
me dieron un trono, un fin y la sed de la aventura.

¿Qué es un emperador sin un orfebre
o un geómetra que trace líneas perfectas,
armonice el tiempo con el tiempo,
una lenguas, dé a la verdad
un crisol de ciudades bendecidas
y países amables
con este esplendor
que los orna
bajo la luz del progreso?

Hubo eclipses de sangre entre las tribus del norte,
pensé en el dedo inclemente de los dioses,
dibujé el muro que ampara la luz
y aleja el grito bárbaro que surge de la bruma,
que habita la isla verde y blanca
como un navío perdido en una pradera hostil.

¿Es Roma mi hogar?,
el hogar es un mapa oscuro,
mi voz fría,
mi índice
señala las fronteras con cintas rojas
y color de frutos en sazón,
edificios, fortines, fosas.
¿Qué hacer para que la niñez del mundo nos entienda?

Yo amo ese atardecer imperecedero del ágora,
allí un diálogo es un espejo de cien caras,
la filosofía un ardid, un sueño, una pregunta eterna;
allí las estatuas imitan mi pilosidad
como un árbol lleva sus ramas al ocaso y al albor,
con la esperanza y la fe en la vida entre sus hojas.

Mi gentil efebo, Antínoo, faz de pórfido,
luna blanca en tu piel de óvalo estremecido,
ven, acuéstate en mi vientre,
rompe el lecho virgen de las náyades,
canta bajo el sauce la oda triste de las amapolas vencidas,
ríe por última vez cuando el Nilo voraz refleje la comisura de tu aliento
antes del tragaluz del agua,
después del silencio de las algas tristes.

Hoy me duele la vida,
mi cuerpo es testimonio de la inutilidad del deber,
el jazmín de mi derrota, la supuración del olvido.

He designado a un hombre fiel para que herede mis sueños,
este ramaje crecerá para la historia, Antonino,
y después Marco Aurelio, sois vosotros la esperanza que atisba,
un halo de luz os contempla desde mi fatal penumbra.

lunes, 21 de junio de 2021

¿Es posible volver al hogar?

No es un palacio ni un cromo ni un vendaval de zafiros.

Crece la infancia con un balón de mercurio,
crece con pasillos de hembras rosadas,
se extiende como el cansancio del leopardo
y la rugosa piel de la herida,
acampa en habitaciones sin luz
y dorados de terciopelo en la sangre vespertina.

Tengo memoria, tengo la araña que baja a su nido,
a reconocer su lecho, su arbitrario crisol, su herrumbre.

La casa, el hogar,
su silencio se eleva como una llanura de sutiles auroras
y retorna a las grecas de un suelo sin edad,
a los paisajes de qué dentaduras,
en medio de qué música,
tan lejos del grito de los caballos verdes.

Duermen los ecos en su narciso de hojalata;
encuentro gestos, preguntas, pómulos de nieve.

Y todo eso, amigo, no es más que el regreso.

domingo, 20 de junio de 2021

Solo existo en el mañana

 Niego el remanso, su indolencia de agua quieta.

 

Dibujo sílabas de aire

porque fluyen como esporas de la luz.

 

Me aparto de las sombras

que son la sombra de un mineral.

 

Escucho al río,

su canción alegre de pez líquido,

soñador.

 

Solo existo en el mañana que vendrá,

no en el eco del ayer

ni en el hoy que se ancla al día

como un náufrago

a su isla.

 

Ya no eres presencia

 Así llegaste,

imagen que un reflejo deja en los charcos,

irisada entre las nubes,

esquiva como un pétalo de aire,

así llegaste.

 

Estabas

en mi duermevela, plenilunio de la piel oscura,

luz cenicienta que duerme en tus ojos,

el cuerpo sin sombra que inclinas al contraluz del ventanal,

en el silencio interior,

en los sonidos del canto:

un petirrojo,

la calandria,

el ulular del ave rapaz,

el coloquio que gorjea con cenizas de madrugada,

estabas.

 

Así me dejaste

en un vuelo, polvo que flota como chispas de luz,

una explosión de confeti lumínico, una estela cósmica,

un resplandor que huye bajo el palio de la noche,

así me dejaste.

 

Ya no eres presencia,

materia del tiempo desnudo,

ni tu voz puebla los silencios,

ni existes sin yo verte

como un perfume de algas que llega a mi mar tranquilo,

ya no eres presencia.