domingo, 27 de febrero de 2022

Una jornada de guerra

 

Es de día pero el cielo está oscuro como pez,

a la noche, en cambio, solo hay resplandores,

una furia amarilla que no cesa. Los sonidos

se interrumpen como si el viento del dolor

ahogara el canto de las armas. Abrázame,

mamá, que tengo miedo. ¿Por qué, Dios, no

nos protege?¿ Por qué los ángeles no llegan?

 

Kiev

 

Todas las guerras son civiles, porque todos
los hombres son hermanos”
Francois Fenelon

Te has llevado lo que has podido: unas mantas,
dos botellas de agua, las cosas de higiene. Aquí
abajo no hay sol, ni parques, ni árboles tampoco.
Nadie habla, nos abrazamos como nunca antes
lo hicimos, qué será de la vida sin la paz, qué será
de nosotros si la muerte es un proyectil, una bomba,
una esquirla de metralla que nos despedaza. Cuál
es la culpa, quién nos condena por haber nacido
libres en un país libre, mañana con las luces primeras
partiremos a otro lugar, a un mundo que nos desconoce,
para nacer de nuevo, extraños al horror, aspirantes a la vida.

viernes, 25 de febrero de 2022

Las palabras

 

Yo te escucho y eres un cofre blanco,

la palabra es un don de terciopelo

que se ancla a los labios

como el muérdago a la corteza.

 

Hay un adiós en el trino de los acentos,

un significado que muere en la voz oculta,

un narciso imberbe que interroga a la oscuridad

de la palabra no dicha.

 

Yo te hablo con la luz en los párpados,

quiero un resplandor que anuncie mis clarines,

quiero decirte en silencio lo que tú esperas oír.

 

Lo mismo tú con el estribillo de las pestañas cálidas,

el verbo que se inclina hacia mi alud,

los adjetivos bárbaros del deseo,

la construcción gramatical de tus pechos

cuando susurran y yo noto su ardor.

 

Las palabras nos nombran sin querer,

en cada sílaba late una canción dormida,

en los perímetros de un fonema

viven los iconos del azar.

 

Porque se habla desde el ayer y aún no lo sabemos,

no lo sabemos.

jueves, 24 de febrero de 2022

Trashumancia

 

Cuando regreso no estoy, pues ya no soy

el que regresa.  Nunca me veré en el futuro,

no lo adivino. Jamás recobraré el pasado,

es otro quien lo vivió. Me queda el presente

que es este espejo del que ya me he ido.

 

 

 

miércoles, 23 de febrero de 2022

Ninfa de río



Así, un desnudo entre el coral, hembra amadora

sin tu isla de jacintos, así, con la miel del agua

rozándote como nácar recién brotado, así,

argonauta del arrecife, sed de faros en tus ojos

de Venus, cola sin escamas, de rubís los senos

de la medusa triste, el tritón sin el carro de los pulpos,

así, Ícaro caído en el mar donde las alas son archipiélagos

sin memoria, Afrodita negra sobre una concha oscura,

así, Calipso dormida bajo el cúmulo, el azul del océano

en los iris como un espectro o una canción de náufrago,

la madera de haya en el navío de Jasón, el engaño

de Odiseo, la tela de Penélope, la Atlántida irreal;

y tú que eres ninfa de río, pero te sientes sirena.


martes, 22 de febrero de 2022

Las formas del aire

 

Un equinoccio de claridad en su latido,
ejerce su músculo impúber batiendo los alares,
las cornisas, la aguerrida copa de un árbol,
el trazado univoco de las estériles margaritas.

Es su aullido una tiniebla,
el cofre exacto que se abre al dolor,
la ciénaga sutil donde viven los pájaros que huyen del sol.

Su bramido clama en los campos,
empuja los trenes perdidos,
confunde a las gaviotas que arrojan su frenesí
sobre las cangrejas de los galeones,
cuando su llegada es un jardín de espumas
y ya solo se escucha la voz etérea del trueno.

Ven, con tu estertor de apocalipsis,
cúbreme con la hostia caustica de tu gemido,
suenan tus trompetas de Jericó en los goznes del cristal,
un temblor de cuadernas, de sillares,
de paja y mármol, de granito y boj,
de cúpulas como bulbos, de olas que se alzan inclementes
y caen abismadas por tu noche
hacia la simiente del mar,
tu vorágine de alacrán agónico,
el útero donde se ahoga el viento de tanto aullar.

Eres un silbido de fuente,
una voz triste que roza al ciprés del cementerio rojo,
el hacha que, lentamente, acaricia la piedra
hasta el hueso de su columna,
hasta el alfil que resiste como un carámbano confuso.

Pero también eres brisa, dulce amor en la piel,
tibia luz, cálida como el aliento de un niño,
virgen hasta que la lluvia llega
y te cabalga como un semental de agua,
agotándote o respondiendo encabritada,
lúcida, perversa,
ágil como un junco que se cimbrea en la raíz del aire.

domingo, 20 de febrero de 2022

Palabra de Gandhi

 “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”

Mahatma Gandhi

Soy la línea firme de un sari,
el candil que ilumina a los espíritus callados,
la fe que la conciencia esparce entre los lirios.

Fui destino de ley, mansedumbre, al fin,
catálogo de espigas rotas en mi nombre.

¿Qué huella deja un ser que vive de rodillas en el tumulto árido?

El sur, la pulsión del colibrí en mis hombros,
el alfanje del suburbio, esta piel aceitunada
que se hinca como una flor sin alma.

Alcémonos con las alas del sueño,
seamos los príncipes del silencio,
pero hostiles igual que un pétalo de piedra
que nadie podrá mover.

Es la unión el eje de la verdad,
nuestra sed reclama un orgullo de milenios,
lunas encendidas, pasión mística
que se encumbra como una rueca de oro,
gira su óbolo, imparable el aliento de la vida.

Venid, hermanos que clamáis,
cascabeles que no cesan de bullir,
venid con la sal del odio que ya es azúcar en los labios,
mudez de ojos grandes, inamovible cintura de un pueblo.

Este país aún es virgen, pero crecerán sus mármoles
con un lenguaje antiguo, no el impostado,
acacias e higueras manarán del luto,
no como la blanda raíz que amarillea en la piel albina,
nunca más como un látigo real sobre la certidumbre del destino.

Nada quiero que no pueda irse sin mí,
paz y un brote de nenúfar en el lago de la eternidad.

Y ahora que hablen los niños con su voz de futuro.

viernes, 18 de febrero de 2022

Del amor

 

Alas de pájaro en el cromosoma azul.
Qué sueña el espejo al verte. No digas
amor, di ceniza o fénix. Una vez volaste
como un pájaro, fuiste espejo, y del amor, qué.

Razones que explican tu vida


Porque viven los muertos al dejar su sombra en los bares,
porque no inventas eclipses azules ni muere la ola en un pretérito,
porque vendrá un cuervo con su voz fúnebre a picotear en tu alma,
porque el sol es un narciso dorado en la plenitud del tiempo,
porque tus labios son iguales a los de Eva y los míos a los de Adán,
porque la lluvia volverá sin que exista memoria de su presencia,
porque eres como la tibia luz que, lánguidamente, decae.

jueves, 17 de febrero de 2022

La mañana


Cualquier ruido sobrevive en una huella.

Llega, Milagros, con paso de ángel, tú aún duermes.

Pinta la claridad mariposas en los zócalos,
el alba irrumpe como un jazmín etéreo.

En las fotografías un soliloquio del ayer, persiste.

Pisarás las grecas con tus pies sin nombre,
en los alféizares las palomas gorjean, sacerdotisas de la luz.

Huele a café recién hecho, a pan cálido.

Levantémonos.

Mujer árbol

 

Desde la mas arcana molécula, en el origen del átomo,
desde la flora primera y el hostil enfrentamiento
de la especie, cruzados los huesos y la sangre,
los genes y la aurora. Cuando ya es bípedo el ser
e inteligible su adaptación a la dura planicie,
entregando los cuerpos al designio, mezcla
de latidos y ardor, lianas de músculos rozándose
en la infinitud de la noche, vas llegando con tu piel
blanca o negra, los ojos en arco iris, las facciones
múltiples, la estatura, la cicatriz de la etnia en tu voz,
el hoy que te contempla desde la última rama que eres tú,
el lugar donde brota el retoño que anuncia otra vida.

martes, 15 de febrero de 2022

Toda tu piel


En mi lomo de alga, en mi testuz de araña,
en los párpados del lince, estás. Calavera
en el zócalo de la madreselva, un ardor
de margaritas sobre la nieve, un árbol
de cal que ignora el cierzo. Esa filigrana
de oro carmesí que recorre limpiamente
el velamen de tu seno, ese cinturón de amatista
bajo tu ombligo, la cariátide que eleva tu pezón,
castaña negra del desafío. Y la gloria de un pedernal
bajo tus axilas, el himen escarlata en su templo de rizos
dorados, la nalga en su caparazón como un cúmulo
de yeguas pétreas. En tus ojos el jengibre, su rojez
de luna púrpura, calla. Toda tu piel es un perfume
de rododendros escondidos, y si te vas, vuelves,
y si te quedas dibujas un jardín en mi hoguera.

sábado, 12 de febrero de 2022

Noche de amigos en Santiago de Compostela

Una vez más, llueve.

Ya no miro el reloj, no me hace falta.

A las diez en el Galo,
¿Quién vendrá hoy?
Elena, no, ya lo dijo ayer.

El puto, Óscar, es insoportable, con su pedantería.

Juan escribe versos, no he leído ninguno.

Quien nos trae maría es Alberto,
que no se olvide hoy.

La dulce Raquel, casi no habla.

Escuchar a Stan Getz en la penumbra con una copa de licor en la mano, es la gloria.

Me leí “El extranjero” de un tirón,
estudio leyes pero he decidido que jamás seré juez.

¿Y si me insinúo a Marta?, la verdad es que no sé de qué va.

Ojalá el cabrón de Luis no se adelante,
también le gusta a él.

Hablamos de la vida y de la muerte,
de las películas-todas-,
del bostezo en las clases,
de Dallas, la serie.

A la doce cierran el Galo,
bajo la lluvia, seguimos.


*Galo: pub
*maría: hachís

viernes, 11 de febrero de 2022

No me doy cuenta


Yo no sé por qué al verte me crecieron pájaros en los hombros,
nunca supe el origen de esta hiel convertida en ámbar,
ni oí el soliloquio del ciprés
cuando pasabas, núbil.

Yo solo quería una prímula sin voz en mis costillas,
un carámbano en mi desierto, el diluvio breve de un cirro de oro.

Perseguir tu sombra de abril junto a los cristales de un vitral,
morir en los charcos como un espejismo,
ser rama de un árbol de hielo
en la tórrida herrumbre de la luz.

El azar es un jinete blanco,
una nebulosa de hojarasca
que se confunde con el eco de la lombriz;
el azar también es un lince sin cordura,
un dragón abstracto,
una bujía que parpadea en el atardecer del tiempo.

Te busco en los horarios de las golondrinas
que cruzan la lejanía, en el rayo perdido de la noche,
en el comodín de una baraja sin rey,
en el espejo que al trasluz se agrieta.

Te busco y no me doy cuenta de que siempre has estado aquí.

jueves, 10 de febrero de 2022

Un hombre contempla

 

Enero se vierte en mi espera.

Recorro los lugares de la brisa,
la ciudad suave y atlántica
donde nunca crece el invierno.

Todo es magia y presagio,
son las horas de la huida,
el lento ventilador del mañana.

Aquí el tren con sus goznes sin oráculos,
allí la despedida como ejes
o alas de pájaro
en el silencio de la noche.

Ya no hay retorno desde la ceniza de las vías,
el insomnio asoma en racimos de ausencia.

Aún no descubrí que los laberintos aproximan las huellas,
que otro designio- departamento veintiuno-
sueña con historias que se columpian en los libros,
auroras del hastío.

Mi mano dibuja en el cristal un sol,
una palmera, el caparazón de una isla.

Entre el estertor del volcán y la palidez de las playas
un hombre contempla los días de su vida.

Y no mira atrás porque el tiempo de las mariposas
acaba cuando no hay otro espacio que un átomo
sin memoria, un brote imberbe
que nace, de pronto, a la luz.

12 años

 

En clase le riñeron por no saber un cálculo,
pero es que estaba pensando en Lucía.

Pan con chocolate de merienda,
jo! a su madre no se le ocurre otra cosa.

En fútbol le echa coraje,
creo que ya entiende que el mundo será despiadado.

Disfruta con la historia porque le hace sentirse un héroe.

Su hermana mayor se ríe de él,
aún no aprendió a atarse los cordones de los zapatos.

Donde estén un balón y sus colegas, está la vida.

Todo lo recuerda hoy, cuando ya no es aquel niño.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Un hombre insignificante


Tal vez soy invisible y nadie observa mi espacio,
mi presencia, mi densidad.

Respiro, casi me transformo en color,
los insectos rondan la base de las estatuas,
las flores se excitan con el desnudo de abril,
hay una elipse de calidez que anuncia la raíz del perfume.

Mis pasos son impares,
habito en la quietud de los árboles,
en el rumor de las fuentes,
en el brillo del cristal al sol
cuando el cielo se abre sobre mí,
en esas palomas que, tontamente, llenan las plazas
cabeceando como títeres absurdos.

Feliz día de lluvia,
sin paraguas, con mi viejo impermeable,
y las botas de suela de caucho,
recorro las rúas, infantil como un desliz,
neutro como una solución cáustica.

Me cruzo con humanos de piel y huesos,
los pulgares en los bolsillos,
la mirada sin guía
se distrae con los reflejos del atardecer,
palabras sin sentido se escuchan
entre las gotas frágiles.

Conozco, rutinariamente, los tímpanos de las iglesias,
las losas agrietadas, los soportales húmedos,
las tiendas de abalorios, de souvenirs plastificados,
el azabache y la plata como un arpegio de azar.

Qué bienaventuranza ser olvido,
número entre la multitud,
aire de invisibilidad,
un rostro sin recuerdo,
un pájaro que transita el mundo sin la memoria de una huella.

Estoy bajo la lluvia, borrándome.