viernes, 28 de junio de 2019

Cuando tú pasas por la calle sin nombre

Hacia el alambre de los sueños las historias por contar.

Espigas de trigo virgen, cactus grises,
la onda del viento llorando en las cornisas
y el escozor del reloj en las ingles,
en la ternura, en mi ser de isla y nieve.

Otra calle sin pájaros,
el artificio de los comercios y la astuta sonoridad de la colmena.

Y en los entresijos, el cuerpo-cisne de tus alas
y el aire que te cimbrea,
la luz en el refugio de tus ojos,
secreto niño que imagina un ardid.

Restalla el pararrayos con su inhóspita soledad,
los tejados de mimbre recuperan el fulgor de las nubes,
el jardín de rosas que nadie cuida
florece en los ovarios del silencio.

Tras el cristal masca el alguacil su desidia.

Te ve: pantys rojos, rizos nuevos,
la camiseta mínima, el enfilar de tus rodillas
como naos al sol.

Si tú supieras que la calle es mía, que poblé de insignias,
de cines, de rótulos fúlgidos el paraíso que buscas;
dejarías en tu halo una vértebra de oro,
un corazón de algas que finja ser mar
para que el resplandor nade entre tus miedos.







La Comunidad

Debajo del linóleo hay una historia de mármol.
Rebotan las puertas al cerrarse,
el olor de las paredes es un húmedo vapor de almas,
los ascensores transitan con cabeceos de bestia,
los ancianos apenas se arrastran,
atados a sus guiadores como a un mito infausto.
He contado siete perros-uno o dos orinan regularmente
en los descansillos o en el suelo del ascensor-
ninguno de los cuales pertenece al transexual del tercero.
El bulldog de mi vecino tose, bufa, respira roncamente
con eterna regularidad. Me siento extraño aquí,
en este añoso edificio, donde las obras se suceden
como un ritual y el ruido es una especie de disparatada música,
chillido de sierras, crepitar de taladros, golpes de martillo,
tarareos de reguetón. Sé que la calle está debajo,
sé que el fluido de la gente es un cardumen sin paz,
así lo intuyo desde mi ventana,
esta ventana que nunca abro ni cierro.

jueves, 27 de junio de 2019

Islas

En esa vida paralela que son los recuerdos
hay islas donde descanso.

En la primera, está mi casa como un vientre o un redil,
como una galería de habitaciones difusas,
como el portal que acogió la telaraña de una familia,
el frenesí de los pájaros antes del vuelo.

En la segunda, la adolescencia que brotó sin los paraguas de la razón,
al límite la osadía del grito y su voz de margaritas deshojadas.

¿Qué diré del archipiélago de la juventud?
lluvia en el rostro del jaguar,
deseo de vivir en ti con un tambor de histeria
entre las manos.

Cada isla es un refugio, cada edad un muro
donde el tiempo dibuja una ventana.

¿Y la madurez de los párpados caídos,
con la nostalgia del infante y el crepúsculo ya un imán
de flores sin agua?

Escribir un poema para volver a ser yo,
el que hoy respira, el que se asombra
cuando las imágenes regresan
como cuerpo, latido y presente.





miércoles, 26 de junio de 2019

Cosas de vecinos

Mis seis patas de araña recorren la ciudad,
las otras dos se anclan a la luz. Hay un monje,
un extraño monje que no reza-en cuál piso-.
María no cobra los lunes y yo no sé porqué.
La tortuga de David sabe el camino
que muere en los espejos .



lunes, 24 de junio de 2019

Aunque te resistas a creerlo

No ignoras el destino que vendrá.

Se oculta el sol de ti,
fluye el río bajo tu isla,
el cúmulo y el nimbo
dejan en el iris espejos oscuros
como cristales sin patria.

Tú persistes en no descubrir los límites del horizonte,
quisieras cohetes en un cielo infinito
o eternidad en la piel, o un amor que durara
lo que duran los presagios y la luz.

Aún confías en las risas, en el abrazo,
en la comunión de una familia feliz.

Se han roto las telarañas alegres,
el aire o el viento soplan la verdad de la finitud,
la singladura de este viaje hacia un cosmos voraz,
la ceniza que manchará los labios de quien fue tu razón,
el olvido que desde el devenir imaginas
como una bandera alzada a los pies de la memoria.

domingo, 23 de junio de 2019

Razones

Porque sé que mi sangre persiste y mi corazón
se esfuerza por latir. Porque vivo en la ola,
en su espuma brillante. Porque me conmueve
el llanto de un niño y me excita tu cuerpo desnudo.
Porque la belleza está aquí, en cada fibra, imagen,
luz que se posa. Porque todos los días, en algún momento,
la alegría es un rocío de hadas en mis párpados.
Porque la ternura habita en tus ojos y me llamas
cuando nadie lo hace. Porque un glaciar, un árbol,
una colina o un río son ángeles que ríen. Porque
en las noches más frías la luna enciende un pábilo
de esperanza en el hogar del triste. Porque hay bondades
que no callan y atienden al que sufre en su dolor cautivo.
Porque estoy aquí, y tengo todo lo que fluye, porque
en este segundo en que la vida estalla, le robo al tiempo,
la muerte.

sábado, 22 de junio de 2019

El resplandor

Es la primera vez que nuestros cuerpos se reconocen.

Tu mediodía roza el perfil de la llegada,
te reflejas en un cristal de nieve,
en las pirámides del color los comercios anuncian su deriva,
su azul ceniza de ojos danzantes
como un latido de felinos en la selva cotidiana.

Desde el cenit del trasluz
los transeúntes exhiben horarios eternos,
susurros sin piedad,
flores que brotan de un tranvía herido.

He buscado en mis bolsillos los címbalos del hambre,
hay rizos que pusiste en el balcón como señuelo de virtud
o falso tótem de astucia.

Es de noche en la semilla, el deseo sobrevive,
anticipa el sudor de la diadema,
el calambre del anillo,
la marca del inútil bronceado.

Detrás de la luna que carcome los visillos,
al vencer la aurora la idolatría del reloj,
tú y yo hablamos como dos siameses ante un espejo oscuro.

Ya sabíamos, entonces, que los jeroglíficos no resuelven la vida.

Recorrer los pantanos de tu piel y descubrir la memoria del oasis
en los iris que ocultas.

Ha sido noviembre un candil irreal,
llueve sobre las losas que una vez pisaste,
por un segundo miles de islas pueblan tu mirada,
dibujar los silencios tras la fiel arquitectura del humo,
descubrir bajo la pátina del frío
un resplandor que no nacerá
pero que, tampoco, ha muerto.

miércoles, 19 de junio de 2019

La dulce separación

Si tú has comprendido que no hay vuelta,
yo entiendo el albor. Se abren las ventanas
y un aire nuevo roza tu piel. Hablas como
nunca antes hablaste, ríes como recordando
un gesto que te vestía, miras al norte con la candidez
pura del mañana. Rejuvenece el diario que una vez cerraste,
es claro el silencio y un esqueje ruboriza tus manos
ocultas hasta ahora. Alguien piensa en ti y tú lo sabes,
alguien que no dice su nombre llora cuando no estás.
Siente su proximidad como si no tuvieras de tiempo
de recordar el pasado, como si el deseo con su álgida
llama una vez más te poblara.

martes, 18 de junio de 2019

Quizá la amistad sea algo así

Duele y exige menos que el amor.
Le basta la armonía de los corazones,
el eje de una cinética invisible, los hilos
que sudan tiempo, las verdades en un coro
de alegría. Las palabras son confidencias
maltratadas por la huida, llora el episodio
amargo de la tristeza, gime el susurro que solo
tú escuchas bendecido por el halo de la cercanía
y el mensaje de la duda. Abrazas al ser
que se desviste y muestra los huesos
y quieres su luz, su latido, su incendio en ti.

lunes, 17 de junio de 2019

Primer amor

Rubor de adolescencia, tu blusa a cuadros
encelando los pechos, los jeans altivos
como piel azul, el rostro alegre y la mirada turbia,
las risas al atardecer como campanas de cristal.
En la distancia del bar absorbes la luz, dices súper y esa puta,
te oigo porque la claridad me envía un rayo de sílabas.
Perdí pronto tu huella, hasta el futuro. Dos niñas
te acompañan en la algarabía del parque.
Concepción era tu nombre y hoy sé que, también,
tu destino.

Mi cuerpo

Me acuesto y me levanto contigo,
piel, tronco y vísceras que alientan mi fe.

Has sido tallo enjuto que brota infantil en el designio.

Conozco el perfil, la suavidad o el encrespado jardín
de tus miedos. Sé del peso exacto en que sobrevives,
la metamorfosis que día a día te maltrata.

Hay islas que crecen dentro y fuera de ti
como náufragos de la decrepitud.

En los oscuros engranajes donde habitas
el alma escucha un rumor de sangre coagulada en las concavidades,
un espacio en el que manda tu noche cuando la edad procrea.

Los hilos del pensamiento son tu contrario
porque no entiendes los mensajes infinitos de la eternidad.

Ahora mírate en los pliegues,
en la dureza que puebla tus dedos,
en la cornea borrosa que te impide ver
el futuro que vendrá
como un alud de palabras sin memoria.

sábado, 15 de junio de 2019

Escribir

Detrás del papel, el sueño de la tinta.
Cae la pluma hacia el blancor como espada
que desconoce el abismo. Sangre que fluye
hasta el tacto endurecido del cromo,
tensa la sien, ágil el espasmo de una vocal
sobre la textura blanda de la hoja.
El verbo asume su condición de nómada,
traza el plumín arabescos como nubes viajeras,
cobra sentido el poema y escalonas tu historia,
la fiebre del amor o el duelo antiguo de la especie,
la oda simple que ensalza la infinidad de la creación,
el azar de una experiencia en los ojos, el nombre
o los nombres que son recuerdo y espina.
Alza el poeta su mano y ciega el mundo.

La noche en éxtasis

La primera ciudad, la del encuentro y la luz.

Sus plazas
ornamento de una historia
cuyo inicio no muere. En el hambre
de los pisos el deseo es fragua y nunca ceniza.

Buscar los lugares solitarios,
la canción inhóspita de las olas,
la lentitud de las calles en un sorbo de anhelo.

Ya vuelve el sigilo del faro,
es la urgencia del misterio,
la primera vez que los labios rozan el sudor de tu pecho,
la segunda vez que al aire proclama la densidad
de una piel que se refugia en mi iris.

Esta noche los pájaros no saben cantar,
en el cielo las sombras son fugaces
igual que norias desprendidas de su eje;
las palabras llegan como murmullo
y el tacto es un dios que recorre las axilas de la virtud,
la humedad ágil que surge de la música.

Acostumbrada a mis dedos que juegan,
al sabor amargo del cigarrillo,
a la copa caliente de una ginebra agotada,
a responder a la lluvia con lágrimas secas,
ya no existe la excusa
ni la mentira en tu voz.

Ven junto a mí y atisba el galope infinito de las gárgolas,
pronto el agua que no es agua poblará tu vientre.

Soñemos que, en nosotros, vive eterna
la luz.

miércoles, 12 de junio de 2019

Entre contrarios

Entre dos ríos una flor llamada luz.
Un ave negra y otra blanca, como la vida.
Las alas muertas después del vigor de las alas,
el decaer y su contrario, la entrega sin fin del amante.
O,tal vez, el remanso y la corriente, el claro del bosque
y la espesura. La renuncia y el grito salvaje de la fiera.
Yo fui el corazón festivo en la penumbra,
hoy las hojas caídas bajo el musgo del presente,
húmedas de invierno, débiles ya para el esplendor.

martes, 11 de junio de 2019

Invocando al olvido

Es el amanecer un agua clara en mi vientre.
El cielo sin párpados y la virtud tan negra como la noche.

Al principio solo hay signos dóciles como relámpagos que lloran.
Te cubren, te animan hacia la vida, un color amable
que se adensa igual
que humo.

Me pueden y me rozan las palabras infantiles
en las que hallé un sol diminuto, una deidad perdida.

En ti llovía, y al mirarte, enormes pájaros de incendio
poblaban las noches con su sed
-es el delirio me dije, la fiebre dulce
del ansia-.

¿Por qué, sin querer, la herida de los trenes?
Una ruta es un deseo o un barco en el que viajan
los pasajeros que mienten,
se mienten ya que son viaje, desnudez, anhelo de futuro.

Mis ojos transitan un paraíso alucinado,
nada encuentra una razón, en el crepúsculo las horas azules
cubren mi cuerpo estéril.

Tengo sesenta años de fuga,
el cansancio aterriza en mi espalda como un fardo de plomo.

Cae la luz en la tarde de junio,
yo quisiera que unas alas de sangre enterraran mi ayer
y que mi memoria fuera un aullido breve en la infinitud del tiempo.

domingo, 9 de junio de 2019

No es silencio

Y es que hablo para mí, entonces me digo
que no es silencio. Converso con los que fui,
cadáveres que escuchan mi soliloquio indudable,
en los espejos tiembla el don de la locura
cuando soy gesto y soy vampiros y muecas,
un mudo que habla sin decir. Entre la gente
no respondo, me miran y me visten de timidez,
de desprecio, de jamás. A solas mis palabras
se confunden y no consigo ser diálogo
en la voz amiga ni los vecinos intuyen
el murmullo que voy dejando. Ya lo ves,
no es necesario el grito, ni el sarcasmo
ni la confesión, en mi interior se oyen
los ventrílocuos que creé para nunca estar solo,
para siempre estar conmigo.

jueves, 6 de junio de 2019

Mujer sin nombre



Imaginé su origen de mito. Próxima al cisne blanco,
al jardín de las manzanas de oro, al río de las ninfas,
al hogar infausto de Andrómeda. Hay mujeres
que vencen al tiempo, que habitan como diosas
el más perdido lupanar, que al gemir convocan a la luz
como si la luz fuera deseo. Ella no tiene nombre
o en ella todos los nombres son uno- Hipólita, Fedra, Perséfone-,
carne que asoma - la curva de sus nalgas entre las nubes de la vida-
palpitante y firme. Me habla sin hablar, en la mirada el don del arpegio,
en los hombros el carnaval que invita a la lujuria.
Hay una dudosa perfección en su cuerpo, una estatura
sin espacio que huele a jazmín y hierbabuena.
Su perfil es de ola o de flauta virgen. Su hoy
la verdad de unos pechos que buscan el arrullo
de un manantial, la candidez que solo la inocencia
entrega como un labio dulce entrega su sed a la noche.

domingo, 2 de junio de 2019

Cosas de mi niñez

Tienen voz las cosas, una voz clara de susurro y confidencia.
Cada espejo guarda de mí una huella: la cornucopia
enmarca la esbeltez del niño, el pequeño azogue del baño
mi pasividad, un pedazo roto la pregunta de soñar quien soy,
la luna del armario mi paso fugitivo en la habitación de los padres.
Yo también les hablo, porque en la memoria su imagen
acompaña al instante- mañanas de luz en los perfiles,
horas de siesta junto al dormitar fósil de los muebles,
noches en vela, noches tristes y su rumor callado-
como un ángel acompaña al miedo. Sois, objetos míos,
mi ropa y mi lumbre, en el silencio habláis, en la algarabía
vuestro rictus es una mirada que pertenece a la quietud,
un halo o una nube donde vive la claridad. Hoy os recuerdo
sin querer, cosas de mi niñez, en este gris día de sábado;
en otra casa, en otro lugar, entre otras cosas para siempre extrañas.