jueves, 30 de junio de 2022

El orgullo del girasol

 

Te vi sobre un junco al atardecer,
la brisa sorprendía a las veletas,
el frío nombraba los eclipses,
la huida era un verbo sin adjetivos,
el cielo rompía en olas de mercurio,
quizá inventé tu edad.

Pero te vi y recordé de pronto las áreas gramaticales,
la geometría, una ecuación que nacía en la cruz de tus rizos,
el enjambre de los logaritmos que te vestían
con la exactitud blanca de lo intangible.

Y fui el lugar donde se acuesta el libro de tu noche,
fui la atmósfera que aún no ha brotado en el corazón de los días,
en la ternura hecha flor de invierno.

Acércate, conversa con mi silencio,
que tu mirada viaje del tornasol a la aurora,
que mis ciervos descansen en el claro vientre de tu espejo,
que un dios recoja el verde que  se derrama desde tus ojos a la niebla,
desde el atril del ensueño a la garza, con su nostalgia impoluta,
ave de los océanos, canción secreta de la virtud.

Has dicho: agua en mi labio, has dicho: candil entre los cuerpos
o rojez de pieles que no reconocen la espesura.

Yo te doy relojes sin horas, trenes del olvido,
nubes que regresan a la química del oxígeno y la diáspora,
canciones antiguas en vinilos rotos,
la mansedumbre del espía que mana de lo secreto,
la loca idiosincrasia del perdedor.

Elevarse hasta los soliloquios, mi jardín de palabras será tu bosque,
en los ruegos del arcángel verás la infinitud,
en mis manos un laberinto de ríos que no fluyen.

Ahora que somos el eco de una voz,
préstame la calma, la voluntad de erguirte,
el astro que no anuncias, la fe que un día hallaste
en los microscopios, como una célula de amor
que nunca se arrodilla, que se alza altiva
lo mismo un girasol ante el crepúsculo que llega.

miércoles, 29 de junio de 2022

Este es mi cuerpo

 

Bajo mis cejas un mundo de lobos recorre la luz extinta.
Hay un lunar en mi pecho que se parece a una isla pirata.
De mi ombligo nacen esporas, surtidores de agua fértil,
colibrís sin alas, nenúfares que sueñan con pájaros verdes.
Las rodillas son homónimas, se aman como besos perdidos,
odian como gatos sin sol, ni ratones al alba, ni claridad en los ojos.
En mi piel se dibuja el frío del silencio, la lluvia del fulgor, el estigma
de la cicatriz, la estalactita que expele humo azul, tu voz que se ha ido.
Este es mi cuerpo y sus emblemas, así me veo yo cuando te nombro.

martes, 28 de junio de 2022

Poemas oníricos

 

Desfilan los sueños, cabalgan palabras. 


La realidad también es un sueño

que vivirás como un sueño en tu memoria.

 

Escribe mil poemas para que el sueño

se convierta en esa luz que cada noche

te posee.


lunes, 27 de junio de 2022

Si eres así

 

Si nadie escucha tu voz, ni tu aliento
ni el silogismo que inventas, ni al hada
que puebla tu sed.

Si habitas la sombra y te confundes con los trinos,
los manantiales, si te pierdes entre el humo
de las fábricas como un fantasma se pierde en su castillo.

Si odias el neón de los altares, las palabras que encumbran
tu pasividad, si un agujero es un túnel de infinitos mundos
donde gritas tu misterio.

Si en abril no brotas-manjar del tiempo, flor de exactitud-
y prefieres la rosa de invierno o la escarcha en la canícula.

Si respondes cuando nadie habla y en tu memoria
vives en una lágrima de amor.

Si huyes porque no buscas y te alimentas con susurros
y algo en ti se desvanece como un recuerdo
que viaja en la nube del olvido.

Si eres así, préstame tu nombre.

sábado, 25 de junio de 2022

El árbol

 

Grano de trigo que fecunda la tierra,

espora que en el aire danza, minúscula

porción de vida que con el agua florece,

esencia que cae y penetra el ovario de un surco,

la matriz donde un árbol se alza como un himno

vertical, verdor de ramas, hogar de pájaros.


miércoles, 22 de junio de 2022

Cáscaras

 

Son como paraguas de amor,
se cierran sobre la pulpa, el fruto,
el germen, nos ocultan la fragilidad de un nacimiento.

Me recuerdan a los párpados que,
amorosamente, cuidan el sueño de la vida.

Las despreciamos como vulgares obstáculos del placer,
su costumbre es la caída en las bolsas oscuras del desprecio.

Preferimos el cuerpo frágil de la yema,
una semilla virginal, la textura blanda del molusco,
el corazón que formó el árbol en la breva dulce
que un día muere bajo el sol del verano.

No quiero desdeñar su fortaleza de madre,
todos los tejados, las paredes, la ley y su coraza,
el embrión por nacer, la curtida edad,
la senectud del reptil, las nombran.

Y yo ahora te pronuncio a ti, caparazón mío que aún sueñas.

martes, 21 de junio de 2022

Un halo de ti

 

Me cubre tu párpado que un día cayó del sueño,
en qué atmósfera de linces solitarios se agita ese bosque
que con sus ramas roza las caries de tu ser.

Una levedad sin ángel te acompaña, un cigarrillo gris
que nunca brilla en el cepo infantil de los labios,
tu corazón sufrió bajo la marea de un alcohol verde,
océano voraz donde naufragan las colinas que izaste.

Había en tu rubor, rebeldía, son así las hogueras del crepúsculo,
desafían a la luz para suspirar por el rojizo astro que claudica.

Un teléfono de címbalos y clarines resuena,
tu voz es un flujo de pétalos, tu voz crepita, tu voz aúlla,
tu voz ya no finge una madurez sin alma.

Me recuerdas a los pájaros del invierno,
no hallan cobijo bajo el ramaje que fue su hogar,
son olvido, pues su memoria se ha roto con el último eclipse de la vida.

¿Por qué la náusea si son incógnitas tus minutos de espera?
¿Por qué abrazar el silencio, sentirte ausente, así, de pronto?

Cómo tremola el candil ante la ráfaga áurea de un viento sur.

Revive, búscate en el espejo que te miró desde niña,
la ilusión sobrevive al azogue como un pájaro a la niebla
o un ejército de nubes a la aurora, hállate, no en el río,
sino en la raíz, no en el fuego sino en el mármol perenne.

Un misterio, un clamor de jauría en la madrugada,
solo quiero recoger la siembra si tu vuelves a la semilla.

Ahora que ya no estás un halo de ti reaparece
para ser esa luz que se rinde sin condiciones
a la nostalgia irreal de mis días.

sábado, 18 de junio de 2022

Viento

 

Un temblor de espiga en la nuca.

El nordés danza por las colinas de tu pelo,
se acuesta en el alga de tus rizos,
compone urdimbres de caoba,
enrosca su río de oxígeno azul hasta la raíz oculta
de tu templo.

Deja que el tocado ondule,
no retengas el látigo que fustiga la quietud,
que restalle su furor hasta que la madrugada recoja
la tempestad de un aire bravío
que te desconoce.


*nordés: viento de Galicia

jueves, 16 de junio de 2022

El tiempo de las cigüeñas amantes

 

Regálame la rosa esférica que conoció el amor,
el alfabeto del lince donde mirar los ángulos del tiempo,
sé la misericordia y el golfo seco que muere en la luna,
la canción triste de un idioma inventado, la voz en la ola que aúlla antes de verterse,
el candil que navega en la noche como un pájaro de fieltro entre esferas rojas,
dime del púrpura en los ojos del mártir, háblame de tus pechos
que son flores de ámbar, muéstrame tu faz devota,
la que se alza al abrir tus manos, quiéreme como un anuncio imposible
en mis horarios de ceniza, sueña o ríe, vive o extínguete en el temblor
de los relojes cuando la fiebre mecánica expulsa de sí el meandro impar de las edades,
atisba entre la niebla el resplandor de un junco que el latido del sol abandona,
piensa en el corazón raído del bosque, en la cinta verde que una niña perdió,
en el balón oxidado que aún guardas en el baúl de tus insomnios,
desvía el tránsito de los neutrones con los conjuros que nunca probaste,
hoy es el tiempo de las cigüeñas amantes que flotan bajo la luz de los paraísos rotos.

Añoranza del origen

 

Solo conozco las extremidades de mi cuerpo: las manos,
los pies, las uñas, las falanges. El corazón huye de mí
como una sombra esquiva. En los espejos soy la rama,
no la raíz, en los eclipses el satélite que oculta el sol,
en tu cama la huella que deja mi cuerpo al irse. No 
sé por qué del río solo escucho el sonido lúgubre
del mar, nunca el canto que brota del manantial.

martes, 14 de junio de 2022

En la catedral

 

Túmulo que eleva sus pinceles para herir la lluvia,

un norte de hornacinas y estatuas,

un martes de sucesos y niebla vaga

por los recovecos de las esquinas.

 

Ama del pórtico su crisol de apóstoles en paz, 

piedra lisa como el tiempo, penumbra callada

y el oro de la pátina, el olor áspero del incienso,

en la atmósfera el sudor peregrino,

rezos de pábilos, un misterio secular

bajo la fe de las vírgenes,

la salmodia del canto llega breve como un suspiro de dios

en los corazones heridos por la duda.

 

Bajo el ábside un murmullo ácido de colmena,

los dorados tras el altar fulgen como mariposas

ahítas de resplandor vestidas por el sol de la tarde.

 

La música de un réquiem humea noctámbula,  

tus pasos son como un ritmo de incógnitas,

mis latidos no arrastran el cansancio de los espejos.

ni mis manos sienten ya la carne que devora la luz.


lunes, 13 de junio de 2022

El tren nocturno


La lluvia entonaba el himno de la noche.

Veré orquídeas de piedra o los versos del mago
que se columpian al anochecer de las estaciones.

Mensajes sin raíz, etéreos porque saben que mi memoria
es un lingote estrecho y falso, no desconocen el misterio
de la máscara que yo exhibo como barniz, la dulce caída
de los abalorios que asoman en la mueca que finjo.

A menudo el viaje es como un disparo azul hacia el corazón de la nube.

No si mi esqueleto canta la verdad herida, si soy el tuétano
de un fémur que siente la nostalgia de la estrella.

Cuando la madrugada agoniza el sol enciende las lágrimas
de esta locomotora inmortal, el destino es abril o mayo, quizá noviembre.

Cómo giran los planetas sobre sus goznes de plata,
cómo me persigue la luna si te ausentas.

jueves, 9 de junio de 2022

Oda al sosiego

 

Es como la lenta caída de una gota desde los grifos del alma,
algo sabe de eso el caracol que dibuja sobre la tierra su infatigable
añoranza. También es la tranquilidad después del combate, la reflexión
en soledad del viajero, la quietud de un risco contra el viento, la ola
suave del mar en verano, la armonía de la luz y el cosmos en la habitación
clara. A veces se esconde, porque su timidez no le permite la furia,
ni el dolor, prefiere ser sombra de un árbol encendido, un pulso
que navega, sin misterio, bajo los truenos de la tempestad. Me habla
con palabras de monja, me acaricia el corazón con su seda dulce,
yo soñé que su abrazo infantil no mitiga el ardor, se retrae, se ofusca
ante la mirada fría del desdén. Quiero su latido limpio que transcurre
por mis arterias compungidas, quiero su océano calmo de jardines en flor,
quiero la pausa, el gorjeo de un pájaro feliz bajo mis sábanas,
la mansedumbre del felino saciado, el silencio que acompaña
a la vejez cuando, al fin descubro, que la noche es el revés del día,
que, imperturbable, es un adjetivo que me nombra, que la serenidad siempre
estuvo ahí, a la espera, como un mochuelo que atisbara el cansino fluir de los relojes.

martes, 7 de junio de 2022

Tu rostro

 

Hoy me espera la nube del ruiseñor
que es canto y azul,
que es lirio enroscado en la sed del día.

La casa de abril florece, hay un jardín dentro
escondido en los cajones de la alcoba
-madre siempre temió el frenesí de los esquejes,
la flor en los ojos de la estatua-.

Vibra el pálido sol en las persianas,
huele a confidencia
y a hierbabuena
y a tu perfume
de pachulí.

Milagros cocina el pastel de cumpleaños,
el humo decora las paredes
con el azúcar que sangra desde la quietud del molde.

Vienen los pájaros como ascuas caídas en la terraza húmeda,
suda mi rubor porque el incógnito esconde su mapa en la cerradura triste.

Y es la araña y sus cristales un bocado de luz,
y es la lágrima de los cuadros la canción del sueño,
el almanaque inmóvil donde los duendes bailan
una danza de espejos.

En el pasillo la luna habita el temblor de un teléfono,
dibuja cielos de plata en voces desconocidas,
mengua o crece en los segundos de una conversación,
las bocas no saben que hablan un idioma invencible.

Ahora mis pasos regresan a la geometría de los metros cuadrados,
y soy la cruz en el altillo, la inocencia que se enquista en el sexo,
porque hay un ángel en tus omoplatos, porque hay en mi ingle
un rostro que se parece al tuyo cuando me das la espalda y te alejas.


sábado, 4 de junio de 2022

Esa palabra que hoy te escribo


Nunca es tarde para la palabra. El tiempo nos dio los minutos,
los días, los años del encuentro; sin embargo, la palabra calló,
esa palabra íntima que no dije, que solo fue voz interior, una
flor muda. Pero hoy te escribo para no olvidarla, porque sé
que aún sigue viva, sujeta a mi memoria con un tallo firme,
presente en la sombra que me acompaña, en la sangre que
circula tibia por mis cansadas arterias. En un papel dibujo
las cuatro letras que hilan su significado, cien, mil veces,
con caligrafía de niño, con aliento que aún persiste. No hay
frases para ti, tampoco relámpagos que la anuncien, ni miradas
que la presientan, ni caricias en tu piel, ni emoción en los labios.
Únicamente la palabra desnuda que te entrego con tinta indeleble,
repetida, un punto y seguido que continúe, en un manar sin término,
porque el amor solo existe si a cada instante lo nombras.

Las tortugas del alba

 

Hay un cadáver en tu sol

que llora.


Y un niño triste en mi garganta.

 

Las tortugas del alba partirán,

lentas como la gota que cae,

solitaria, desde mi ojo.

 

Aún escucho palpitar a los galgos de la noche.

El atardecer

 

Se arrodilla la luz como una virgen torpe, anochece.

Me vuelvo sombra antes de lo oscuro. Llega el silencio

con sus cadáveres de rubí. El aire amante fluye,

es tu respirar, en lejanía, quien conversa conmigo.

Los alfiles del tedio son azules, como de iris sin voz.

Ven aquí, ahora, siente este presagio que te ancla a la vida,

no olvides que la noche espera y que tú eres su luna.


jueves, 2 de junio de 2022

Tu virtud

 

Como el algodón que invoca a la tersura,
como la agónica sensación de huir del equilibrio,
igual que un ciempiés que no deja huella en el azul del cielo,
lo mismo que una perla sin océano o un mandril sin árbol,
como la primavera en los ojos de la nieve o los ejércitos del humo
en una atmósfera sin nubes.

Después del aliento de los ángeles,
en el territorio de la mandrágora y el lienzo verde,
cactus invisibles en la raíz de un párpado mojado;
y tú en el laberinto, como una novia triste en la córnea infeliz del Minotauro,
su sed de boca roja sentí a veces abriendo las puertas de tu casa
que no es dédalo sino línea contra línea en los metros cuadrados de la noche.

Como el agua sin orillas que cae en el vértigo,
igual que un cetro sin corona, sin pedestal,
sin trono ni avispas blancas en las sienes;
lo mismo que una nave en el istmo, como república del dolor,
como estatua de vértebras al sol, como la fe de los enanos,
pequeña, sin revelar, guardada en el corazón del destierro.

Así la geoda de tu vientre, el misterio de tu alba,
la caricia torpe del reptil, el rubí arcaico que no reluce,
la rosa sin pudor en tu ingle. Y las lunas que son átomos
y los átomos, tu virtud, que me entregas, desolada.