Si me abrazaras,
si me abrazaras
como un invierno azulado.
Si un solo gesto de ti,
si un refugio de palomas inhabitables,
si el incendio de los dias no supiera
de un paraiso en la noche.
Si los labios no fueran labios
sino humedad abierta en la lentitud
de un vaso de alcohol,
si tus pupilas, nieve a veces,
no sorprendieran el meteoro del mar
cuando irrumpe como una argucia
en el siniestro devenir de la fantasia.
Si una sola huella,
con sus marcados ejes de adiós
no prorrumpiera en ecos o lágrimas
de la memoria desnuda,
si al fin un aullido,
sangre y silencio,
hojas muertas,
brotara en el misericordioso jardin de una altivez,
en el diapasón de estas locuras caducas,
yo sabría de tu ser blanco y débil.
En el historial de la vida los reflejos mueren,
hay rodillas sin carne que recuerdan
la orgullosa máscara del niño.
Ese sabor o sinsabor que nos llama a la luz
como un áspid.
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