domingo, 22 de junio de 2014

Paisaje

Tras el cristal sueña el color su alegría.

Hay en el tiempo perenne un silencio de ámbar,
un otoño de pájaros lúgubres, una risa contenida
que yace.

La mirada se posa en los caminos vacíos,
en las espigas ocres, en la pulcritud del agua
que da vida a la vida.

En la cicatriz de los cuestos se dibujan pedregales sin alma,
un aire insomne apenas circula, herido en su sed.

Me gusta el frío de esta soledad sin patria,
su desmemoria, su muerte desoída.

Uno sabe que la tierra es un corazón yerto
como sabe que en la victoria del azul
sobrevive un sol sin lágrimas.

Que no habrá otro instante como éste
en que la luz se entrega al día.

Que aún hay esperanza,
aunque ya no para mi.


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