Hasta aquí la metamorfosis de la luz.
Tras la historia los lirios blancos se desnudan,
su voz, su verbo florece en un raíl de infinitud,
en una corriente despiadada.
Volver al episodio de las frases que lloran,
engendrar una metáfora en los hilos imberbes,
aventurar un sol en un noviembre
sin ganas.
Más allá del parpadeo, los enigmas sonríen,
sus cantos son bengalas de un sueño
o impulsos renegridos
como antorchas caducas.
Junto al misterio de una explicación las raíces tiemblan,
se abren persianas de silencio,
planetas inconmovibles
que no auguran un eco.
Transcurre el tiempo igual que un tímido ángel
enredado en la sencillez de tus palabras.
El adiós, el para siempre se citan
en la noche como lobos heridos.
Quiere la luna ensombrecer el trasluz,
la fugacidad de este instante
sin regreso,
sin memoria
ni clamor.
Hola Ramón, no hay como un fin de semana lluvioso para leer buena poesía. Me ha gustado este especialmente. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por aquí, Margarita y hacérmelo saber. Un abrazo, amiga.
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