Así debe ser la huella infantil del alma.
Una canción que se sabe himno,
un rocío tras las luciérnagas
sobre campos volátiles,
en el horizonte de una edad por descubrir.
en el misterio del cuerpo, apenas escondido
en la plenitud del ser, y después en el ejercicio del tiempo
que desnuda paisajes, multitud,
historia y remembranzas.
Junto a ti la luz sucumbe
y son mar las horas muertas.
Miles de años no pueden esconder la armonia
de un silencio fértil, alli en la cuna de una raiz de plata
surge la victoria con hilos enhiestos,
hacia la felicidad
o hacia el jardin que soñó siemprevivas.
Un faro es tu sombra, un oasis multicolor
que puebla mis cálculos de niño.
Cuando mires desde tu atalaya el oscuro río de los sueños
piensa que has navegado como una deriva en tu flor de medianoche
y que gracias a ti yo soy esperanza, fragilidad,
un espejo que sufre.
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