Las heridas son un signo sin pudor,
mi eclipse azulea el rojo en témpanos
de lejanía. Y el sol y su ignota penumbra
y la caridad de las máscaras y el devenir
que halla una raíz siniestra. Esto es la vida,
un ovario que ha florecido entre la mecánica
de las luces y su estertor. La senda apenas
recorrida de lo efímero. El corazón volátil
de la nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario