Es mejor así. Que no sea tu voz, ni tu palabra,
ni el círculo de tus gestos quien me niegue. Es
mejor que seas otra, una imagen que perfila
la pared de mi memoria, un fotograma que
revive mil veces un paso, una conversación,
un cielo o una noche sin pausa. Es mejor así,
porque la escritura de los años es el olvido
y yo no quiero leer en tus ojos la ignorancia
o el desdén, la perplejidad o el desencanto
de un día habernos conocido.
sábado, 31 de octubre de 2015
viernes, 30 de octubre de 2015
El beso de Aurora
¿Por qué se juega con el destino
si es más honrado fingir
una esperanza probable?
Tan fácil como tejer el vuelo de un pájaro,
tan hermoso como el tapiz
que luce en los abriles
con paisajes de amor y vitrinas de éxtasis.
Pero en el devenir
la rueca gira hacia la callada mentira,
hiere el marfil de las falanges,
chilla sin entender
que hay designios en el dibujo del azar.
Si me preguntaras por la felicidad
yo diría es la boca abierta hacia la luz,
los pensamientos alados,
la similitud con el bosque
cuando se adivina el fin
entre los ramajes caidos.
Viene aqui el labio
desde la negrura de otro país,
descubre un corazón,
se desnuda sobre la piedad
y esgrime su afán de conquista.
Si despertar es morir del sueño
que el sueño venga a ti como una venganza,
que no encuentre la paz quien jugó con la desnudez,
que vuelva a ti la estación de las naranjas,
el clamor de la aurora,
la sinfonía de los pájaros
cuando se despiden del sol
para ser vestigio
y locura.
lunes, 26 de octubre de 2015
Pinocho ante el espejo
Es tiempo de plegar estas ramas que me dieron vida.
Es ya tiempo de entender que la soledad guarda en
su seno un corazón febril. Mi amigo, mi padre,
mi guía curtió con dulzura la rugosidad del tronco,
perfiló los miembros, vistió mi arquitectura con sensatez
y verdad. Otra infancia en la luz, sin esperar que el aire
agitara las estrías de la piel inmóvil, un pudor que no
se mira en los espejos, la inexperiencia que condena
a la virtud con brillos de oro, con aplausos de sol.
Es tiempo de recordar el recuerdo, la partida y el
tintineo de las sucias monedas, la magia de los títeres,
mi pasión que habla, se mueve, danza bajo los claros
de la luna. Y el vilipendio y el cómo ocultar el miedo
con palabras sin dios, mientras la conciencia crece
igual que un espolón maldito. Te descubro como un
animal humillado aunque sea el dolor o la bondad lo que
ahora te mueve. Hay rastros en la playa que me llevan
a ti, a ese lugar donde habita tu amor. Solo espero, padre,
vestir para siempre la verdad, honrar tu enseñanza de
hombre con mis pasos seguros, bailar entre la espuma
como un ideal que brotó frágil de un sueño imposible..
viernes, 23 de octubre de 2015
Tu proximidad
La cercanía lo es todo. Porque vibra
la misma piel y la voz no calla. Porque
una mirada entiende la sombra de otra
mirada y no hay más edad que el abrigo.
Tú y yo como pájaros que se aventuran
en un cielo sin luz mientras el tráfico,
los días, la sinrazón de la costumbre,
los roces impertérritos nos niegan su
sol. No importa, aquí está tu palabra
en la mía, la mía en la tuya como un
imán que no reconoce las rutinas,
que se vanagloria de ser el caos,
la quimera, la ilusión, la ceniza
de un tiempo irresoluble. Ven
abrázame ahora que aún somos
la noche.
la misma piel y la voz no calla. Porque
una mirada entiende la sombra de otra
mirada y no hay más edad que el abrigo.
Tú y yo como pájaros que se aventuran
en un cielo sin luz mientras el tráfico,
los días, la sinrazón de la costumbre,
los roces impertérritos nos niegan su
sol. No importa, aquí está tu palabra
en la mía, la mía en la tuya como un
imán que no reconoce las rutinas,
que se vanagloria de ser el caos,
la quimera, la ilusión, la ceniza
de un tiempo irresoluble. Ven
abrázame ahora que aún somos
la noche.
jueves, 22 de octubre de 2015
Será que yo te inventé
Hablar de la magia
es como hablar de uno mismo.
El laberinto surge con rosas en la frente
y llama a la fragilidad
y le da un nombre de mujer.
Yo espié los pasos curiosamente alados,
un cuerpo que no hallara en mi respuesta,
el perfil que huye entre las calles
como una luz imposible.
Tu magia es no ser tú,
mi voz en tu voz
como una ligazón que sólo yo comprendo,
la multitud
que te hace noble
cuando la lluvia agrede tu silencio.
Nunca los trenes llegarán tarde
porque tú vives en tu rododendro
blanco
como una estatua
amarga.
El futuro se vistió de almanaques
con ecos de insolencia ,
al volver a la desnuda huella
aún reconozco la insoportable herida del cazador
que yace inmundo
sobre sus sueños.
Yo no sé si hay magia en recordarte,
sólo entiendo el baile de tus manos,
la mirada infinita,
el roce casual en mi sexo alegre,
el adiós que se instala en mi piel
como un tatuaje
que jamás morirá.
es como hablar de uno mismo.
El laberinto surge con rosas en la frente
y llama a la fragilidad
y le da un nombre de mujer.
Yo espié los pasos curiosamente alados,
un cuerpo que no hallara en mi respuesta,
el perfil que huye entre las calles
como una luz imposible.
Tu magia es no ser tú,
mi voz en tu voz
como una ligazón que sólo yo comprendo,
la multitud
que te hace noble
cuando la lluvia agrede tu silencio.
Nunca los trenes llegarán tarde
porque tú vives en tu rododendro
blanco
como una estatua
amarga.
El futuro se vistió de almanaques
con ecos de insolencia ,
al volver a la desnuda huella
aún reconozco la insoportable herida del cazador
que yace inmundo
sobre sus sueños.
Yo no sé si hay magia en recordarte,
sólo entiendo el baile de tus manos,
la mirada infinita,
el roce casual en mi sexo alegre,
el adiós que se instala en mi piel
como un tatuaje
que jamás morirá.
miércoles, 21 de octubre de 2015
Un poema de Antonio Colinas
POEMA DE LA BELLEZA CAUTIVA QUE PERDÍ
Pequeña de mis sueños, por tu piel las palomas,
la pálida presencia de la luna en el bosque
o la nieve recién caída de los astros.
Por esa piel sin mácula, por su tersura suave,
tronché columnas firmes, derrumbé la techumbre
de la más alta noche: la de mis sueños puros.
Pan del amanecer tu blanco cuello, frente,
osamenta querida, veta, venero noble…
Aquí tengo los brazos abiertos como un río,
las venas descansadas, todo el amor del mundo
dispuesto a consumir en un beso glorioso.
Pequeña mía, amada, no olvides que por ti,
una noche de julio, olvidé la aventura
de salir a buscar la belleza cautiva.
Pequeña de mis sueños, por tu piel las palomas,
la pálida presencia de la luna en el bosque
o la nieve recién caída de los astros.
Por esa piel sin mácula, por su tersura suave,
tronché columnas firmes, derrumbé la techumbre
de la más alta noche: la de mis sueños puros.
Pan del amanecer tu blanco cuello, frente,
osamenta querida, veta, venero noble…
Aquí tengo los brazos abiertos como un río,
las venas descansadas, todo el amor del mundo
dispuesto a consumir en un beso glorioso.
Pequeña mía, amada, no olvides que por ti,
una noche de julio, olvidé la aventura
de salir a buscar la belleza cautiva.
martes, 20 de octubre de 2015
Cenicienta o la esperanza de ser
El hogar fue un signo o un párpado que muere.
¿Tengo la edad? Como una liana que arrastra
el desamparo son las sombras que me cubren.
¿Quién sino yo, con mi timidez de cristal, quién
herida por el deshonor no entendería otro mundo
que el escenario triste de la ambivalencia?. Dicen
que el destino es la marca de dios, pero hay una
luz en el corazón de la libertad, la llamada de un eco
entre baldosas amargas que alguna vez vibran.
Con mi cuerpo y este ropaje de suciedad y telarañas,
de inviernos en que la lumbre estalla en mi delantal
y me cubre de hebras grises, con el cansancio que
quiebra mi espalda y enciende el canto de los ratones,
la lágrima oscura de un epitafio. Descubriré lo irreal
como una llama fiel que me convoca ¿Qué desconsuelo
habita entonces en la fatalidad, dónde el maquillaje
que no perdona la virtud?. Guardaré la magia que un
vestido devuelve a la luz, el misterio de la metamorfosis
de los pequeños pies en los susurros de la medianoche,
la cálida sensación de volar junto al color de una
calabaza alegre, el latido de descubrir que el cuento
imposible es para siempre, sí, para siempre pero
posible.
¿Tengo la edad? Como una liana que arrastra
el desamparo son las sombras que me cubren.
¿Quién sino yo, con mi timidez de cristal, quién
herida por el deshonor no entendería otro mundo
que el escenario triste de la ambivalencia?. Dicen
que el destino es la marca de dios, pero hay una
luz en el corazón de la libertad, la llamada de un eco
entre baldosas amargas que alguna vez vibran.
Con mi cuerpo y este ropaje de suciedad y telarañas,
de inviernos en que la lumbre estalla en mi delantal
y me cubre de hebras grises, con el cansancio que
quiebra mi espalda y enciende el canto de los ratones,
la lágrima oscura de un epitafio. Descubriré lo irreal
como una llama fiel que me convoca ¿Qué desconsuelo
habita entonces en la fatalidad, dónde el maquillaje
que no perdona la virtud?. Guardaré la magia que un
vestido devuelve a la luz, el misterio de la metamorfosis
de los pequeños pies en los susurros de la medianoche,
la cálida sensación de volar junto al color de una
calabaza alegre, el latido de descubrir que el cuento
imposible es para siempre, sí, para siempre pero
posible.
domingo, 18 de octubre de 2015
Caperucita atraviesa el bosque
Sí, porque un color entre los colores la llama
igual que el hongo risueño, y no sabe que la
calidez es el faro que desnuda las sombras.
Allá va el cuerpo de la adolescencia, las jambas
de sus piernas alegres, la risa de los pájaros,
el murmullo de los gusanos, las flores abiertas
como una coreografía de zorros, ardillas, peces
en ríos que brotan de los márgenes del paraíso.
Pero no, la pregunta se interpone ante los pasos
de la inocencia, cuando ya es la hora de ofrecer las
alas de la niña como un sacrificio de savias, cuando
la posibilidad del mal se mostró con el aspecto frágil
de la distracción ante los ojos blancos de la confianza.
Murió el ángel del odio tras la simulación de unas carnes
vetustas. Así, como una metáfora de la penitencia divina
la verdad resplandece y es bandera en el vientre mártir
y es un rayo que nació enemigo para ser capa de distinción
en la lánguida insuficiencia del otoño.
sábado, 17 de octubre de 2015
Yo no sé mirar un cuadro
Algunas veces los cuadros parecen un sueño:
su quietud, su inmanencia, su desprecio. Hay
un fingimiento amargo en la estatura o en la
plenitud de un ademán. Hay trampas de color
y mensajes en el perfil de no sé qué artificio.
Todo es un abalorio perfecto donde brilla la luz,
las sombras, el misterio y la locura. Yo soy
el silencio que atiende, abrazo la geometría
enmarcada, describo en versos inútiles el
sentido tridimensional de un ojo que adivino
privilegiado. Templa el pulso su nocturnidad
(el genio es libre de existir, mucho más libre
de dibujar la atmósfera del Olimpo en leves
trazos de condescendencia)como un árbol
perpetuamente encendido para el hoy o para
el mañana. Siempre que un cuadro me observa,
yo intento no estar allí porque su astucia me
desenmascara, me devuelve a la desnudez o
a la inquietud, me interroga como si yo fuera
el cisne blanco que reivindica la perfección
en la tiniebla, un eslabón o un dije que nadie
sabe roto.
jueves, 15 de octubre de 2015
La identidad desvaída
Es extraño que aún me pregunte quién soy.
Después de la convivencia con este cuerpo,
después de domar la razón con escrúpulos rojos
o fantasear con episodios improbables de salvación.
No,
mira en el espejo de tu mansedumbre,
perfil que los horarios han pulido,
la escarpia que te une al yugo de la rutina
y no te deja prolongar los brazos abiertos
hacia un sur de escamas.
Aún escribes frases de omnipotencia,
tus oasis dan miedo,
tus escaleras cansancio,
en el suburbio de ti vive un ángel derrotado
al que no veneras.
Pero los pilares exigen dosis de buenaventura,
a pesar de tus ejes, en el silencio de la inquietud
porque piensas en el hijo
y en los sueños
que no le amparan.
Nunca serás tú
aunque amargamente te refugies
en la simpatía del cristal,
aunque un vaho sin escribir
dibuje tu forma de nubes iluminadas
por auroras imposibles.
Hay un orden en el desorden,
hay verdades que se ocultan
(o mueren recién nacidas)
para perpetuar este ciclo insomne
que nos explica.
Asume pues la estratagema
y vive el espectáculo de un presente de esperanzas
en tus manos agrias,
en tu verdor de insolencia.
Después de la convivencia con este cuerpo,
después de domar la razón con escrúpulos rojos
o fantasear con episodios improbables de salvación.
No,
mira en el espejo de tu mansedumbre,
perfil que los horarios han pulido,
la escarpia que te une al yugo de la rutina
y no te deja prolongar los brazos abiertos
hacia un sur de escamas.
Aún escribes frases de omnipotencia,
tus oasis dan miedo,
tus escaleras cansancio,
en el suburbio de ti vive un ángel derrotado
al que no veneras.
Pero los pilares exigen dosis de buenaventura,
a pesar de tus ejes, en el silencio de la inquietud
porque piensas en el hijo
y en los sueños
que no le amparan.
Nunca serás tú
aunque amargamente te refugies
en la simpatía del cristal,
aunque un vaho sin escribir
dibuje tu forma de nubes iluminadas
por auroras imposibles.
Hay un orden en el desorden,
hay verdades que se ocultan
(o mueren recién nacidas)
para perpetuar este ciclo insomne
que nos explica.
Asume pues la estratagema
y vive el espectáculo de un presente de esperanzas
en tus manos agrias,
en tu verdor de insolencia.
miércoles, 14 de octubre de 2015
Inicio de "La carta robada" de Edgar Allan Poe
"Me hallaba en París en el otoño de 18... Una noche, después de una tarde ventosa, gozaba del doble placer de la meditación y de una pipa de espuma de mar, en compañía de mi amigo C. Auguste Dupin, en su pequeña biblioteca o gabinete de estudios del n.° 33, rue Dunot, au troisième, Faubourg Saint-Germain. Llevábamos más de una hora en profundo silencio, y cualquier observador casual nos hubiera creído exclusiva y profundamente dedicados a estudiar las onduladas capas de humo que llenaban la atmósfera de la sala. Por mi parte, me había entregado a la discusión mental de ciertos tópicos sobre los cuales habíamos departido al comienzo de la velada; me refiero al caso de la rue Morgue y al misterio del asesinato de Marie Rogêt. No dejé de pensar, pues, en una coincidencia, cuando vi abrirse la puerta para dejar paso a nuestro viejo conocido G..., el prefecto de la policía de París".
Poso los sentidos en la casa
¿Por qué es más fuerte
la presencia física de la casa,
hoy que es tan solo un recuerdo?
Siento el olor cálido de la hogaza,
el perfume leve de las flores
en el jarrón dibujado,
el aroma de las manos recién lavadas
sobre los cabellos de la niña.
Escucho el osario invisible del hogar
como un vientre dulce, el corazón de las paredes
con su ritmo armónico, los gemidos del papel
cuando mi padre escribe oscuras sentencias
que desconozco.
Pruebo los postres con la imaginación del perdedor,
la carne que se diluye entre los dientes
como entregada al festín,
el caldo con su gusto extraño
a tierra y savia.
Poso mis dedos en sus rugosidades,
en la lisura del ventanal,
en las molduras arqueadas,
en los muebles que ya no existen.
Miro dentro de mi para ver la casa,
para ver su enorme consistencia de animal vivo,
su omnipotencia sin máscaras
en los días que aún me quedan.
la presencia física de la casa,
hoy que es tan solo un recuerdo?
Siento el olor cálido de la hogaza,
el perfume leve de las flores
en el jarrón dibujado,
el aroma de las manos recién lavadas
sobre los cabellos de la niña.
Escucho el osario invisible del hogar
como un vientre dulce, el corazón de las paredes
con su ritmo armónico, los gemidos del papel
cuando mi padre escribe oscuras sentencias
que desconozco.
Pruebo los postres con la imaginación del perdedor,
la carne que se diluye entre los dientes
como entregada al festín,
el caldo con su gusto extraño
a tierra y savia.
Poso mis dedos en sus rugosidades,
en la lisura del ventanal,
en las molduras arqueadas,
en los muebles que ya no existen.
Miro dentro de mi para ver la casa,
para ver su enorme consistencia de animal vivo,
su omnipotencia sin máscaras
en los días que aún me quedan.
lunes, 12 de octubre de 2015
La calle
De lo que vivimos ya solo quedan
los nombres. La calle ha cambiado
su faz, vestida de modas que se irán.
En las esquinas todavía fluye el aire
del mar, húmedo y salino. El cine ya no
está, ni el viejo garaje, ni la hermosura
de verte caminar en la lejanía. En la
tienda de comestibles ya no adivino
tus pechos, un balón parado duerme
junto al estanque. Quizá vuelvan
pronto las golondrinas.
los nombres. La calle ha cambiado
su faz, vestida de modas que se irán.
En las esquinas todavía fluye el aire
del mar, húmedo y salino. El cine ya no
está, ni el viejo garaje, ni la hermosura
de verte caminar en la lejanía. En la
tienda de comestibles ya no adivino
tus pechos, un balón parado duerme
junto al estanque. Quizá vuelvan
pronto las golondrinas.
sábado, 10 de octubre de 2015
Paseo en el albor hasta tu cama vacía
Algunas veces fui yo, me digo.
Cuando la hora gris amanecía
y los cuerpos eran el cuerpo del tesoro,
el mapa infantil del azar.
Después, la sombra dentro de las sombras,
la cuidada hospitalidad de las calles,
el silencio de los letreros
y de los comercios que sueñan,
los portales como faros incomprensiblemente rotos
en el albor de las siete.
Y los placeres de la ruta, por una vez virgen
y la blancura de esas fachadas
que invitan a la flor a ser octubre,
simuladas como el gesto invisible
que en los bolsillos ahueca un nombre
y nos da los latidos,
el hambre que guarda en su frenesí
un rostro que se parece al deseo.
Mira la luz, a veces amarilla
-o azul-.
Mira los mensajes
entre el humo de las palabras volátiles,
siente el entresijo de la cacofonía
que se eleva hacia la inquietud del farol
sin hospitalidad
ni sueños.
Ya sé, tú solo crees en un principio sin caminos,
una flecha incómoda que el aire traslada
desde las hojas caídas
hasta el discurso de una primavera
que surge.
Bien, que tan solo empiece ahí la creencia de la vida,
que las manos conviden al estrépito
entre sábanas perdidas
o faces
que no se reconocen en los espejos.
Cuando la hora gris amanecía
y los cuerpos eran el cuerpo del tesoro,
el mapa infantil del azar.
Después, la sombra dentro de las sombras,
la cuidada hospitalidad de las calles,
el silencio de los letreros
y de los comercios que sueñan,
los portales como faros incomprensiblemente rotos
en el albor de las siete.
Y los placeres de la ruta, por una vez virgen
y la blancura de esas fachadas
que invitan a la flor a ser octubre,
simuladas como el gesto invisible
que en los bolsillos ahueca un nombre
y nos da los latidos,
el hambre que guarda en su frenesí
un rostro que se parece al deseo.
Mira la luz, a veces amarilla
-o azul-.
Mira los mensajes
entre el humo de las palabras volátiles,
siente el entresijo de la cacofonía
que se eleva hacia la inquietud del farol
sin hospitalidad
ni sueños.
Ya sé, tú solo crees en un principio sin caminos,
una flecha incómoda que el aire traslada
desde las hojas caídas
hasta el discurso de una primavera
que surge.
Bien, que tan solo empiece ahí la creencia de la vida,
que las manos conviden al estrépito
entre sábanas perdidas
o faces
que no se reconocen en los espejos.
jueves, 8 de octubre de 2015
La claridad
Es una metáfora el plato de cerámica
que perdió su igual.
Las sillas nunca ocupadas,
los cuadros vueltos del revés,
los cajones completamente vacíos,
el eco que martillea las paredes.
Una vez hubo vida aquí
y fue el cristal de las copas
reflejo de voces azules
en la eternidad efímera.
Aparta los visillos,
que la luz aprisione los espectros
de un tiempo de fantasmas,
que la mirada no recorra
las huellas del dolor,
que no tiemble el silencio
cuando los gatos aparezcan
como mensajeros de la noche
y la blanda apariencia de los relojes
nos diga que no hay horas por conquistar
bajo el tejido aún intacto de las telarañas.
que perdió su igual.
Las sillas nunca ocupadas,
los cuadros vueltos del revés,
los cajones completamente vacíos,
el eco que martillea las paredes.
Una vez hubo vida aquí
y fue el cristal de las copas
reflejo de voces azules
en la eternidad efímera.
Aparta los visillos,
que la luz aprisione los espectros
de un tiempo de fantasmas,
que la mirada no recorra
las huellas del dolor,
que no tiemble el silencio
cuando los gatos aparezcan
como mensajeros de la noche
y la blanda apariencia de los relojes
nos diga que no hay horas por conquistar
bajo el tejido aún intacto de las telarañas.
miércoles, 7 de octubre de 2015
Fragmento de "El inmoralista" de André Gide
" Había olvidado que estaba solo, no esperaba nada… Me parecía que hasta aquel día, a fuerza de pensar, había sentido tan poco, que ahora me asombré: mi sensación se hizo tan fuerte como un pensamiento… He dicho: me parecía… porque, desde el remoto pasado de mi primera infancia, despertaban al fin en mí mil resplandores, mil sensaciones perdidas. La conciencia que volvía a adquirir de mis sentidos me permitía el inquieto reconocimiento. Sí, mis sentidos, despiertos a partir de aquel momento, reencontraban toda una historia, recomponían todo un pasado. Jamás habían dejado de vivir, descubrían, incluso a través de mis años de estudio, una vida latente y astuta. "
De ayer a hoy
Lo que ha pasado no es más que historia.
La primera luz, la noche,
el sonido del mar,
el deseo bajo la fragua de tus ingles,
los rostros vírgenes de lugares aún no conocidos,
la estrategia de sentirnos uno.
Mira cómo en la pantalla de tus ojos
la nieve no crece, mira el continuo sol
que adora el recuerdo.
El primer automóvil, tu vestido de flores,
la camisa vaquera que anida en la virtud
de una fotografía guardada.
Tu cuerpo desdoblándose
en el cristal de una ducha,
los pasos que te llevan a mi cama
para siempre insomne.
Y la sensatez de los caminos
que unieron lo posible con lo imposible,
la sinuosidad de la vida
que ampara este verbo que llega a ti;
lo mismo que tu palabra
cuando en nosotros anticipó la singladura
de un hoy
que ya no será otra vez
presente.
La primera luz, la noche,
el sonido del mar,
el deseo bajo la fragua de tus ingles,
los rostros vírgenes de lugares aún no conocidos,
la estrategia de sentirnos uno.
Mira cómo en la pantalla de tus ojos
la nieve no crece, mira el continuo sol
que adora el recuerdo.
El primer automóvil, tu vestido de flores,
la camisa vaquera que anida en la virtud
de una fotografía guardada.
Tu cuerpo desdoblándose
en el cristal de una ducha,
los pasos que te llevan a mi cama
para siempre insomne.
Y la sensatez de los caminos
que unieron lo posible con lo imposible,
la sinuosidad de la vida
que ampara este verbo que llega a ti;
lo mismo que tu palabra
cuando en nosotros anticipó la singladura
de un hoy
que ya no será otra vez
presente.
La caída
Hasta aquí el singular ejercicio de mi yo. El
después y lo que antecede a la conciencia.
El vástago que no hereda la palabra, la casa
que olvidó su nombre, la verdad oculta tras
los ejes del miedo. La derrota en los picos
de la comodidad, el león abstracto que no
ruge, mis cimientos sin ángeles.
después y lo que antecede a la conciencia.
El vástago que no hereda la palabra, la casa
que olvidó su nombre, la verdad oculta tras
los ejes del miedo. La derrota en los picos
de la comodidad, el león abstracto que no
ruge, mis cimientos sin ángeles.
sábado, 3 de octubre de 2015
La lectura
Verte así, amada por la luz, vestida por el aire
de esta tarde sin huella, tu rostro en el ventanal,
tus manos sobre un libro entreabierto, tu pelo
caido como una paloma exhausta. Frente al mar
calmo, frente al día que no pasa, lejos del tiempo
de los aullidos, cerca de la paz y la ternura, pegada
a mi voz como una ausencia, mientras los pájaros
trazan los círculos de las horas sin venir, extraña
tú a la memoria y al futuro, silente igual que
la flor más libre de una primavera eterna.
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