domingo, 15 de septiembre de 2024

Luz de abril

 

Olisquea el gato las guedejas de la luz.


Es una luz tenue, como de mediodía

que no acaba de verter en la estancia

su racimo de claridad.


La planta no da flor, el jarrón estéril ya no es un rosal,

la pérgola mustia recibe la luz sin la canción de la alegría

en las hojas poseídas por el ángel de la mañana.


Lees tras los visillos para que nadie espíe

tu recogimiento de amapola núbil,

tu ansia de que las letras se conviertan en alas de un pájaro azul.


Se escucha morir el frío en los dinteles, en los alféizares,

en las molduras bendecidas por la luz.


Es otro día de abril.






sábado, 14 de septiembre de 2024

El caminante

 

Voy dejando ceniza en las pisadas yertas,
y me alejo de la luz con la fe del nómada
que emerge desde la cuna de los pies unigénitos.

Hacia lo ignoto, hacia el sol o la sombra,
hacia los espacios sin horizonte que se curvan como pliegues
de océanos ensimismados, hacia las rutas de escarcha
que quiebran el confín de los mundos con el presagio del frío.

Allí, en la vacuidad más solemne, con el blancor de la sal en los ojos
y la metamorfosis de los pájaros que bajan a los abrevaderos del agua
y beben del cáliz pedregoso y rozan con sus alas de invierno las flores del matorral.

Allá, en el lugar arracimado con lianas extendidas para que sean un camino insondable,
gemido de estrellas bajo la luz insólita que proclama la itinerancia
como un desafío de trenes huyendo a través del crisol de la noche oscura.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Tu ausencia

 

En el vano, en la hondura de la pompa,

en el hueco que deja el silencio al irse,

estás.


Y eres colmenar vacío, aljibe sin agua,

densidad apócrifa que me llena de aire y trasluz.


Eres las cóncavas alas de un pájaro sin nombre

que siempre quiso ser olvido.



jueves, 12 de septiembre de 2024

La bala del miedo

 

La bala del miedo se aproxima

como un misil de luz.


Se dirige a ti, elíptica

como la órbita de un planeta asesino.


Y es de níquel su piel, de hierro su alma,

de cobre la punta que hiende el aire convulso.


De pólvora el arsenal que esparce moléculas de horror

en la trayectoria que va hacia ti

igual que el suspiro de un lobo

en la noche más cruel.


Te poblarán sus dijes de niebla,

su coral tejido, hábilmente,

como la red de un pescador.


Y no saldrás de ti y no llegarán a ti

los fuegos artificiales de la plenitud,

ni el blanco tapiz que brota de lo oscuro

al derramar la nube el agua de su valentía.


Evita, como puedas esa bala

si quieres ser libre.  























miércoles, 11 de septiembre de 2024

Mujer bajo la lluvia del alba

 

Más que nube o cielo tumultuoso,
claridad en la figura que asoma en los charcos
como águila que despliega la armonía de sus alas
sin que en el azul transeúnte vibre la sonoridad del tiempo,
sin los vestidos que cubren tu piel ya desnuda en mi corazón
que promete círculos de ámbar que coronen los mediodías
a los que regresas después del frío nocturno
y las paradojas del verbo.

Tras el corto latido de la madrugada que en ti se vuelve temblor de luna,
cariátide vivaz de un soportal en llamas,
pájaro de lluvia en la inclemencia de abril,
atisbo de mar en los ojos que aman el gris de la tormenta,
nadadora de la virtud entre racimos de un agua triste.

Un agua que viene a morir en las guedejas de tu pelo
como un lloro de paz bajo las nubes que trazan sobre ti
dibujos de Atlántidas, estandartes de colores invisibles,
islas de algodón en las que viven las sombras
mojadas por la luz del silencio.

martes, 10 de septiembre de 2024

La soledad inhóspita

 

Desvelado, con el voraz aliento que persigue el rumor de las costillas,

la respiración implícita del que vuelve a sí en un retorno de espiral,

laberinto insomne tu coraza de carne frágil, el sitio donde la luna ríe

y los cometas son de papel rojo, el ensimismamiento de quien buscó

la ternura en los pétalos de la quietud y el soliloquio que no ha visto

crecer la palabra entre bocas que silban la metamorfosis del alba;

en ti la savia circular que seduce al cielo de los niños porque

eres temblor de infancia y ademán de príncipe, eres la duda

que resbala por los corredores de la sangre hasta el pozo del silencio;

vas al óbice y al páramo del que cubre las horas de ceniza, y llegas

al fruto como llega el río a su delta de desamor; y en el camino

la ciudad que fue miel de cálices, el pretérito con sus vagones

negros, la fugaz ilusión columpiándose en un jardín de oro,

ese vicio de los pasos en soledad que muere en el cristal,

el carmesí del orgullo al aire, sin hallar una voz amiga donde

escuches batir las olas que acompañan al náufrago y su locura.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Éramos jóvenes

 

Aquel tren no llegó a la estación de tu nombre,

pájaros sin retorno en los cielos de la añoranza

vuelan hacia los mares del sur y son aventura sus alas

que llevan cicatrices de olvido en el revés del pasado.


Y son de metal gris tus ojos, el desvaído carmín de los labios,

la ceniza de las palabras que mancha el recuerdo

con el idioma inventado de los sueños.


El ayer ingenuo de las fotografías acude a mí

para decirme que éramos jóvenes como la luz que ilumina

por un instante lo que mañana dormirá entre sombras.



domingo, 8 de septiembre de 2024

Lo que queda de una fotografía

 

El polo azul eléctrico sobre la piel morena.


Hay algo de estatua en mí como de pasiva querencia de la luz

o de imagen que permanece en el alma de las fotografías.


No quiero vivir bajo la dura paz de los relojes

ni ser solo latido que fluye sin dejar huella de sí.


Es una ilusión, lo sé, pero aquí siguen

mi polo azul y mi piel oscurecida.


Y sigo yo con ese algo de mí

que a menudo me recuerda a una estatua.





















sábado, 7 de septiembre de 2024

El tapiz

 

He bordado este tapiz con hilos de color, débiles, combándose

ante la densidad del aire, rebeldes en su longilínea abstracción,

calados por el agua del lloro y las deidades de la crueldad, enfebrecidos,

exultantes en su armazón delgado de hebras entrecruzadas por el lino,

el pudoroso algodón, la aguja que desbroza la piel virgen del cendal

para columpiarse en el tamiz, el lienzo, la palpitante membrana

que da forma a los mapas de la vida, un dibujo que no tiene modelo,

puede ser una cruz, una ola, un pájaro, un horizonte, es, sin embargo,

el rostro quien va calando en el seno de la pieza con sus lágrimas de olvido

y sus risas de nieve, con la perfecta singladura de la piel, con los navíos en los ojos,

la mordaz mejilla, los pómulos de lago o de mar, una isla en la frente

y un pedestal en los labios donde las espadas del amor se cruzaron

para herir el tiempo de las flores blancas, y sí, a veces se rompe la paz de la urdimbre

porque el rostro es de carne y azulea o enrojece, o está lívido como un alba

de niebla, y es la mirada un rosal muerto cuando la mujer se viste de canción

para hendir con la música de sus dedos la red inmaculada de una faz

que deambula por los pechos de una madre vestidos con el tapiz

que teme al atardecer cuando el páramo del sol se presume hostil

y las palomas acechan lo oscuro al esparcirse el recuerdo

de una cara por las avenidas insomnes de la luz.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Tus pisadas

 

Te regalo un tren vacío.

Y una catedral sin alma.

El viento sabe que en mi voz tu nombre es un pájaro libre.

La luna odia el color rojo de las amapolas.

Tus pisadas en la nieve son un dédalo oscuro.

Y yo camino por ellas sin encontrar la salida.



jueves, 5 de septiembre de 2024

Filantropía

 

Te doy el lado blanco de mi alma, la espiga madura de mi trigal,

el óbolo de un amor que no se mira en los espejos, la sonrisa

que, como un pájaro, parte de mis labios a los tuyos;

te doy el silencio para que en ti crezca el libre albedrío,

la bondad del pensamiento que es agua fértil en los recovecos

de los años; te doy el portal de mi casa para que entres a la luz

que, débilmente, ilumina el transcurrir de mis horas; te doy

la llave de un tesoro que no deslumbra con destellos de plata,

es tan solo un corazón que, igual que un ángel, se conmueve

con quien sufre por las penurias del tiempo y de la vida.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Las tres en punto

 

Son las tres de la mañana y afuera llueve.


Toca el reloj de pared su melodía de espanto,

asesina el silencio el ritmo sonoro,

puntual como la efímera rotación de los planetas.


El grifo semiabierto late también,

un ojo de agua se derrama,

después otro y luego otro

hasta que llegue la luz del día

y mi mano acalle su lento arpegio de clepsidra.


Son las tres de la mañana

y solo mi corazón no lo sabe.



martes, 3 de septiembre de 2024

La cicatriz

 

Es un río que recorre el mapa de mi piel,

un acento carmesí en la escritura de mi cuerpo,

la flor de la herida que late en lo más hondo

sin que pueda silenciar su raíz quemada

por el rayo de la fatalidad, la miro como se mira

a un párpado viejo que no puede abrir sus pestañas

a la luz, no sé dibujar su perfil en los espejos ni quitarme

su máscara pegada a mí lo mismo que una sombra triste.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Los ríos del olvido

 

Su constancia de madre,

su raíz de vida,

su derramada voz de agua

que colma la piel del mundo.



Quiero sentir la lluvia en el corazón,

quiero que moje mis ojos de niño

y me de la bendición de los planetas.


Quiero que se deslice por mi carne como una cascada de amor,

quiero su silencio de eternidad

y su transparencia líquida de flor húmeda

en el manto de mi jardín hospitalario.



Otra vez llueve sobre las rosas de la noche,

otra vez estoy sin ti,

sin tu rostro en los regueros del cristal

que fluyen como los ríos del olvido.







domingo, 1 de septiembre de 2024

La moneda

 

Podría lanzar esta moneda al aire.


Si sale cara veré mi rostro feliz,

si sale cruz veré un desierto hostil.


No sé si la vida se resume en un acto de azar,

si la predestinación es algo más que una forma de justificar el miedo,

si lo que de verdad ocurre es que nos negamos la capacidad de decidir.


Aprieto la moneda con el puño cerrado

así no veré ni la cara con mi rostro feliz

ni la cruz que augura un desierto.


Esta moneda solo me servirá para pagar un vaso de vino

en este café sin gente.

sábado, 31 de agosto de 2024

El silencio

 

Las palabras se oscurecen y el aire sigue frío

aún después de que el invierno como pájaro que vuela

hacia el confín del norte ya no esté aquí bordando las paredes

de escarcha, los huesos y la carne ateridos igual que un árbol

en el corazón de la intemperie, lo mismo que la helada sombra

que aún cubre de inclemencia el papel de las habitaciones;

y este silencio que cuelga como un carámbano de mis labios

a los que no basta para abrirse el sol que enciende la mañana.



viernes, 30 de agosto de 2024

La pobreza

 

Eran trece las curvas antes de llegar al arrabal.

Un escombro, un farol sin luz, la ventana rota
donde dejaste el clavel que me llamaba.

En la habitación yacías entre sombras,
y eras tú la noche más triste y era yo la luz
que no cesa de iluminar tu frío.

jueves, 29 de agosto de 2024

Mis cosas

Y tú, encendida amura del barco donde vivo, linterna que ilumina

el bosque del hogar, largo pasillo en el que crece el abismo de la infancia,

espejos que adornan la imagen olvidada, el rostro que palpita en el azogue,

la magia de los perfiles sin buril, lisura del metal, fiebre de la plata

en la plácida quietud que niega las horas, suelos ajedrezados con laberintos

color ceniza, la pared donde la lágrima rodó, culmen del llanto por la ausencia

de niñez, alas batiendo en los alfeizares, alas de paloma anclada como navío

en la memoria de las ventanas, crucifijos que cuelgan del miedo, un balón

silencioso en la repisa entre juguetes que juegan con los horarios

a ser diamantes que sostienen unas manos ya encallecidas, molduras

y arabescos, zócalos ennegrecidos junto a zapatos de cuero marrón,

puertas con nombres en el dintel, con polvo en las manillas, sin horma

para la llave de oro que abría el celestial nido donde mi voz era príncipe,

donde las agujas de un reloj clavaban sus saetas en la mirada del espejo,

susurros de candidez, sábanas con dibujos de superhéroes, póster de ídolos

marchitándose en los cajones de un cómoda sin labrar, y los pasos y el eco,

las risas y el timbre de un teléfono a media tarde, la música y el ventanal,

abajo tiembla el mundo, las jóvenes besan el alma de la juventud, y más lejos

el mar, la ola, la orilla y el faro, y mis ansias que fluyen como ese haz que circula

por las avenidas de un tiempo que se resiste a ser, únicamente, olvido.

miércoles, 28 de agosto de 2024

El tren interior

¿Cuándo cesará de surcar el raíl de mi anatomía el tren de la noche?

En el vidrio de un vagón descubro rostros que permanecen

intactos como huellas que habitan el confín de la memoria,

viaja su metálica cola por mis concavidades como un látigo

atroz que golpea la sinrazón de los recuerdos, en su fluir

no hay término, ni hay parada en mí, solo el lánguido circular

de sus torpes ejes por la senda envejecida de mis arterias,

irrumpe su testuz en el color de la sangre, en el oxígeno vital, 

en la estación del pensamiento como una serpiente 

hostil que no halla guarida ni encuentra su último destino.

martes, 27 de agosto de 2024

Claroscuro

Tiene la luz un aire de derrota al atardecer como de niña

triste que sabe que por el patio del día volarán las sombras

con su fluir de marea en las habitaciones donde la claridad

aún palpita, como nube el crepúsculo que, lentamente, arroja

su vaho oscuro sobre la juventud del sol, de pronto envejecido,

viajero que esparce su siembra de luz y después prosigue la aventura

de otorgar vida allá donde las sombras con fugaz armonía ceden

su espacio, ventanas del tiempo que se rozan como antiguos amantes

para que el claroscuro sea un hijo efímero del alba y la noche.




lunes, 26 de agosto de 2024

Amor de agua

 

Salgo a la lluvia para recibir el don de la vida;

y es mi desnudez un pensamiento libre de alas blancas

y son mis ojos fuente y manantial, receptáculo de luz,

mis labios dádiva que se abre al fluido celeste

porque mi sed es de árcangel y a mis palabras

las moja el silencio que deja la luna en los portales;

mi corazón aljibe de tu lluvia, río de tu nube,

lágrima de tu dolor, refugio de tu nieve

en el cáliz de mi bóveda es un espejo

en el que se mira la húmeda cicatriz

de tu rostro dibujado sobre la piel del agua.



domingo, 25 de agosto de 2024

Luna de invierno


Arpegio de luna en el sonido de unos zapatos negros,
lánguida sed del caminante entre vías rumorosas de árboles secos,
paz y razón en el pensamiento que viaja hacia el azul de un mar sin orillas,
falsedad en la no existencia de tu sombra a mi lado, ni en la voz traslúcida
que en tus labios sorprendía al aire con sílabas de infantil calidez
y arrobo de vocales viejas, el frío y la lluvia de los nombres,
lo que fue corteza ciudadana, piel amiga de mis atardeceres,
cruz de la intemperie en largos paseos de desventura,
madrigal cautivo de mi ansia cuando la hora del desamor
es un alba púrpura entre calles sin el arrullo ni la compañía
de tu cáliz donde el vino es tu sangre coagulada por la intemperie,
hielo en el silencio de las farolas que de pronto pierden el ámbar de su luz,
y la memoria que finge ser teatro moribundo con el rocío en los portales,
con las ventanas abiertas al vendaval, con la ceniza en los bolsillos
de mi pantalón raído, con los ósculos del azar esperándome como
un témpano que lentamente se deshace bajo mi piel cuarteada por la luna.

sábado, 24 de agosto de 2024

Amiga tristeza

 

Sin pedirlo, sin buscar abrigo, pones sobre mí
tu manto de espinas. En el aire como nitrógeno
te extiendes, en el sol, en la luz, en la penumbra,
en el eco de la noche escucho tus latidos de reloj perenne.
Al hablar no ignoro tu suave pátina que viste de acentos
cansados mi voz hospitalaria. En la memoria eres un vivo
manantial que no haya fin como no haya fin la herida muda
de las ausencias. Tu forma es múltiple, tu color es gris, tu paz
muerde en el corazón con incisivos de añoranza. Cubres
con un velo mis ojos y posas hilos de agua en mis pestañas
como fina lluvia sobre el jardín sombrío de tu eterna mueca.

viernes, 23 de agosto de 2024

La llamada nocturna

Como un despertador que no anuncia la vida real
sino esa otra vida que transita fugaz por el seno de un móvil
escucho el timbre de un aviso, asoma un emoticón en la pantalla
y junto a él tu qué tal como un rayo que cruza la noche.

Tal vez no responda a quien creo que responderé(es decir, a ti),
tal vez en las letras mutiladas por la costumbre implícita
de la suposición o por los nuevos códigos no reconozca la huella
de un diálogo donde los ojos se miran y la palabra ejerce una soberanía
frondosa como de árbol que va creciendo bajo el murmullo de una conversación.

Tal vez no te daré respuesta hasta que ya de madrugada llegues a mi lado.

jueves, 22 de agosto de 2024

La insaciable nostalgia

No quiero sentir más este dolor sin vida.


Echaron raíz en los minutos del presente los ecos marchitos

como alguaciles de un ayer que encarcela las horas que pasan

al reproducir en el revés de los párpados la primavera de la juventud

con flores nunca mustias, con la misma faz, el mismo arrobo,

la misma alegría de las cosas fugaces que ignoran la esencia

de un rayo de luz que es el volcarse sin regreso

sobre los días que dicen adiós a su nombre.


Y aún asi dejo que mis párpados se plieguen

para revivir una y otra vez lo ido, como lluvia que no cesa de caer

sobre un lienzo que al cerrar mis ojos arroja su luz

por las calles mojadas de una ciudad

que ya solo existe en mi memoria.

miércoles, 21 de agosto de 2024

Las leves formas de tu presencia

Habitar los escondidos ejes de las sombras,
allí donde el susurro es de metal como una brillante filigrana
que ilumina los ecos tenues de una historia oscura.

Ser incógnita en el núcleo de la verdad más común, otro hemisferio
en un satélite improbable, la luz que retrasa el brotar de la noche
con su lento paso de lince, el revés de los minutos que dejan
un filtro fantasmal cuando nadie siente su discurrir de mariposa
entre el pálido silencio que fluye como agua de un río mudo
por las arterias de mi carne.

Así tú que eras el oro dulce de los pensamientos
cuando sin ser materia, ni voz, ni altura en el dintel de mi casa,
solo una presencia de hilos azules en mis ojos, vertías el candor
de tu vestido en las aceras por donde los ágiles pasos de tus botas
formaban huellas de polvo gris a las que el viento ponía una firma inútil.

Sin vocales que hiriesen la sed de unos labios donde se dibujó
solamente el color de la ceniza, sin tu perfil, ni tu aroma,
ni tu geometría de joven cérvido que huye del portal
donde acecha mi anhelo.

Fugaz como el pájaro que persigue un amanecer
entre los posos de la noche que a menudo habitan tu casa en penumbra,
tu habitación sin luz, el cristal sin sol que no deja ver si eres solo ausencia,
o acaso una tímida quietud que se adivina entre las sombras.

martes, 20 de agosto de 2024

Cosas de niños

Aquel perro cojo apedreado hasta morir,

un círculo de fuego alrededor del alacrán,

el gato negro y su cicatriz en la concavidad de un ojo vacío,

el pájaro agonizante víctima de una piedra ensangrentada.



Son niños que en una tarde aburrida

se divierten viendo sufrir a un animal.



Cuando sean adultos recordarán al perro cojo que un día apalearon,

al alacrán que no pudo escapar del círculo de fuego,

el ojo azul del gato tirado en la cuneta como un desperdicio,

la inocencia del pájaro que dejó de volar para siempre.



Y aún hoy, con tristeza, se preguntaràn por qué lo hicieron.

lunes, 19 de agosto de 2024

Tu belleza

Hay en la naturalidad de las rosas un susurro leve de amor a la vida.


Dejas en el espacio del que te apartas el viento de una espuma

con miríadas de flores que bailan en la paz del aire.


Jamás el artificio será tu bandera ni la cromática canción de los jueves

cuando la juventud busca el bautismo de los sexos

encontrará en ti el flujo de tu voz entre el coro de las voces fugitivas.


Y es que en la lejanía te nimba un ángel de alas cortas,

bajo su luz la primavera florece allí

en el lugar hospitalario

que bendice tu casa.


A menudo hay en tus manos jardines prohibidos

que dejan caer pétalos blancos por los rincones de la noche,.


Pétalos que brillan como luciérnagas de abril

en los cristales rotos de mi calle.


Igual que un río pasas junto a mí y te alejas mansamente

como un haz de luna que se borra, con lentitud, cuando llega el día.





domingo, 18 de agosto de 2024

La planta


Crece en el silencio y su flor es roja,

acompaña al aire, a la luz y al tiempo,

raíz que absorbe el agua y genera vida,

oxígeno puro en mi habitación vacía,

sus hojas verdes son lágrimas de paz,

el tallo una espada que busca el tesoro

de la luz, sobre el tiesto de barro, desde

el poso oscuro de la tierra se alza feliz

hacia el sol de la tarde que la alumbra.





sábado, 17 de agosto de 2024

Chica de ayer

A través del humo que vela la estancia tu perfil se borra,

sé que en tu voz mi nombre no encuentra lecho,

sé que las palabras que dices no hallarán replica

en mi voz muda, sé que solo nos unen la marca

de un cigarro, un gin-tonic medio vacío y la lluvia

que nos mojará al salir a la luz de una calle llamada olvido.



viernes, 16 de agosto de 2024

Tu voz de lluvia

En tu voz la lluvia es blanca como un resplandor de nieve,

mi tez de niño triste, la piedra que cubre el silencio de paz

y es la metamorfosis de un anhelo, el río que pobló de pulidos

ángeles la memoria de los hombres, tus tres diademas de santidad,

la rubia ceniza que vas dejando en los árboles, el corazón alegre

de los nidos que alfombran las ramas, la cinematografía y el papel

que guarda la santidad de los poemas, sus imágenes hospitalarias

en la cruz de mis ojos, como en los tuyos que son de coral

pues se parecen al mar de los días, sin temor, sin el ácido

de la senilidad en la lisura de la piel, sin los ecos que reverberan

bajo mis párpados que ya no se abrirán a la bendición 

de la inmemorial lluvia que cae sobre mí desde tu mojada voz.



jueves, 15 de agosto de 2024

El pozo

 

Ese ojo oscuro donde la tiniebla es agua mansa;

no te asomes al brocal ni sigas al pájaro

que bebe de las entrañas negras,

el cubo de zinc vacío,

el óxido de la armadura de hierro,

el cordel deshilachado,

la luz derrotada

y el hondo suspiro que llega

con el eco de la moneda caída

sobre la pátina que forma círculos concéntricos

en un mar dulce, silencioso y tímido

como un jardín robado a la infancia.





miércoles, 14 de agosto de 2024

Lo que soy

Soy viento si el viento recorre las aceras de mi calle,

naranjo entre naranjos para que nadie elija

únicamente mi flor blanca, trigo en el trigal,

nube dentro de las nubes de un cielo gris,

parte de la multitud que espera el último

tren de la noche debajo de una marquesina rota,

soy la voz que no destaca entre un coro de voces iguales,

el cuerpo que se confunde con miles de cuerpos

en las filas de un estadio a reventar, soy el camaleón

que podría vestirse con todos los colores del mundo.

martes, 13 de agosto de 2024

El tren de la melancolía

El tren de la melancolía es un tren sin presente.

Palomas de juventud en plazas maquilladas por la luz de los años,
las ciudades sin el misterio de un tesoro que refulge en los ojos de la niñez,
el deseo en las ventanas como párpados insomnes que observan los arco iris de la vida,
la ilusión de ser libre como el agua de un río que abandona su destino
y se derrama a la busca de un nuevo mar en el confín del crepúsculo.

El tren de la melancolía lleva siempre a los mismos pasajeros.

Allí estáis tú y los rostros tenaces que son cicatrices en la piel de la memoria,
palabras repetidas como un salmo entre oraciones caducas que calman la sed
de unos labios heridos por las flechas del tiempo, el festival de las noches
sin pudor entre vasos de alcohol y música de jazz, los pájaros de mi aurora
aún sueñan con mañanas azules de resplandeciente luz.

El tren de la melancolía circula por las estaciones de mi cuerpo una y otra vez.

Sin remedio.

lunes, 12 de agosto de 2024

Día de verano con los viejos amigos

Llegaron con todo el tiempo del mundo en las manos,
las ropas claras, la piel al aire como bandera de paz,
territorio que el sol conquista.

Las palabras traen recuerdos igual que palomas jóvenes
sin conciencia de surcar los mares de la edad.

Hay flores pálidas en los parterres: el hibisco junto al rosal,
la orquídea y la prímula, el clavel y la hortensia de pétalos azules.

Y pesan los años con sus guedejas albas,
en la voz la canción de los pájaros,
casi muda, como el susurro de un ángel,
casi adormecida, como el caudal de una sangre vieja.

Y la espada de la luz sobre nuestros ojos que añoran la infancia.