martes, 10 de diciembre de 2024

Eres como una luz que me despierta

 

Acoso de tu luz en la córnea dormida.


Pátina de sol en la red de una pestaña

que abrocha el duermevela con hilos de negrura.


En el iris tu resplandor de neón eléctrico,

en la pupila un espejo de miel

que guarda el rostro de la noche.


Mis párpados sin ti son claveles de alquitrán,

carne de tizón, portal de ébano y sombra.


Luz que desenvaina su espada de astro vencedor,

de helios vital, de oro que fulge en el cielo azul.


Contigo la cabellera del día surca la herida del sueño.


Hasta llegar a mí para hacerse rosa de luz.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Tu voz

Tu voz en la noche es dulce como el canto de un ángel,

blanca como el brillo de la luna en la cordillera de tu boca,

lábil y ardiente como un temblor en la piel del susurro.


Celebración del ocaso

En la inmensidad del silencio tañen las campanas

un ritual de sombras, duele el ayer como duele la respiración

cuando son de hielo las moléculas del orden

que atraviesan las conductos filiales

como espinas que se clavan en la memoria.

Sentencia del crepúsculo en las pestañas

que han llorado por los tibios eclipses del dolor,

mortecino el alfil que aún recorre los mapas

de una singladura sin álamos a la vera de ríos sin caudal,

y este atril de luz que en mi rostro de carne envejecida se vence,

esta ceniza de orgullo que tizna mis manos,

aquel reflejo de éxtasis, de luminaria en flor,

aquella imagen de pájaros bajo el azul,

la celosía a través de la cual se adivinaba

un rubor blanco de jazmín en tu piel adolescente.

Todo es piedad, carcoma en el rubí que ya no luce púrpura,

y equinoccios como una red de fantasía

que al recordar su dibujo se transforman en misterio pétreo,

en algas de un mar estéril, lago casi, estanque, pila,

vidrio que contiene una lágrima, un átomo invencible

que aguanta la plañidera canción de los relojes,

el frío del solitario en su urna de cristal, tu voz tras el lienzo,

tus pasos deslizándose como canoas de senectud

por los canales en sombra de la casa,

los espejos velados junto a los búcaros vacíos,

los libros, los candiles, el marfil y el oro,

la luz insomne, este arroyo que estrecha sus orillas

hasta que ya no fluya por su cauce más que un latido,

un pequeño latido que solo yo escucho, lentamente, morir.







sábado, 7 de diciembre de 2024

Bruma

Se posa en la piel del jardín como una membrana de agua y frío.


Veo el parteluz de la niebla que ancla ante mí su fuste algodonoso,

su atrevido látigo de lluvia, su nave de miríada fértil.


El silencio es de cristal empañado, una luz de ámbar,

un haz que baila en la espalda trepadora del cúmulo,

un farol como un ojo herido por la bruma

son los arietes de la claridad.


viernes, 6 de diciembre de 2024

La tormenta

La luz en el enjambre de la noche con su mortaja multicolor

ilumina el rincón en sombra, la sed de los espejos

donde hallo el perfil de tu rostro inmóvil

me llama desde la antigua edad de los músicos,

la balada del cantautor, el ritmo de unos pasos ocultos

por la niebla más dulce, la lluvia en el ventanal como haz de cabellos

diluyéndose por la piel del cuarzo en melodía insomne de colibrí.


El ojo abierto al susurro tras el visillo verde,

el perdido aliento de una nostalgia que acaba de nacer

como pétalo de rosa al azul de este cielo

que clarea en silencio de ceniza,

en brote de árbol que se abre a la luz,

en fruto de tu boca muda,

persianas que caen sobre los párpados

como una brisa de mar,

el foco en tu habitación vela la historia que sueño,

enciende la realidad con su atrofia blanca

más allá del cuadro que tras el oscuro dintel imagino.


Anémonas de verdor lacustre en orillas quietas,

vitrales de catedral ardiendo en la palidez de tu rostro,

los puentes ornados con vírgenes del medievo,

los tranvías que perdimos sin que importaran

ni su color ni su número ni a través de que línea,

de qué ciudad, en qué suburbio o esquina

o ante qué encrucijada de rótulos, arboledas, páramos

su esqueleto de metal zarpó con las astas eléctricas

clavándose en la red longilínea que cruza ríos y túneles,

cumbres y valles, plazas viejas y plazas nuevas,

estaciones y jardines de altos álamos, pinos y tejos

que sobreviven al humo y al rumor de los vehículos

que braman como pájaros mutantes de acero y plástico.


Como bestias que no se detienen ante los semáforos sin luz

ahora que los rayos de la tormenta serpentean por avenidas

de un cielo oscuro y voraz hasta caer en la luna de mis ojos

enceguecidos por el visceral delirio de la noche.

























miércoles, 4 de diciembre de 2024

El lienzo de la lluvia

Traspasa la lluvia el sol de la melancolía con su cinta de agua

rompiéndose en gotas de paz, voy de ti a mí con la flor

y el témpano en el invierno de mi juventud, voy al atrio

y al pedestal, del mundo imberbe de la infancia al confín

de la desnudez como un río perezoso que prorrumpe

en catarata bajo el cielo gris de una ciudad en sombra;

y es de lágrima y rocío el dédalo por donde el hilo del azar

me lleva a tu cubil, a tu jardín de redes azules, al lienzo

de la lluvia que cae sin el dibujo de tu perfil en la urdimbre

multicolor de un arco iris apócrifo, derramas estrellas

en el atardecer de mis ojos que no iluminan el cristal

donde tus rizos de agua son de mercurio y plata.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Lo efímero

Sin historia el paso del ángel por el dintel abierto de mis ojos,

murmullo del aire y de la luz caída, palabras que mojan

los silencios como lluvia fértil en el vientre de la nube

mas árida, un vapor, una rosa en el cáliz de los labios,

un círculo que anuncia el abrazo de la ceniza, la voz

sin el eco de un nombre, el vago ejército de los días

que dejan en los rostros cicatrices de nieve, agua

que fluye por el manantial inhóspito de las horas

como lágrima de niña núbil, como viento de azar.

domingo, 1 de diciembre de 2024

El último baile

En coro de pífanos la gloria del baile,

allí tú en vergel de recamado traje alientas el dulzor,

la fina esmeralda en el cuello, joya de luz bajo la firme cenefa del rayo,

arqueas tu frágil navío de perlas blancas, el lunar en la faz es faro fiel,

te visten el perfume y la rosa del cutis, buscas la máscara arrebolada

que ilumine la noche de tus mejillas con seda y organdí,

ceñido el tul ante la juventud del pecho,

hombros de desnudez arcaica, promontorios de nieve bruñida

por el resplandor de las hachas, el velón y el espejo

donde el refajo contrae la sed del vientre y el carmesí de las costuras,

un amarillo procaz enciende el azufre del ribete,

tus pies en palio de esbelto cardumen, de cristal y luminaria,

danzas en minué, en rigodón, en vals azul por los salones en círculo,

con la risa del ángel y los párpados de la diosa,

sin el abanico floreado ni la cofia como cresta de ruiseñor,

amante el concertista de tu perfil rojo en los espejos, las lágrimas de la araña

lloran de éxtasis al sentir el arpegio anhelante de tu cuerpo,

en tu fluir de golondrina el azar, en tu peluca tiznada por el alhelí blanco el fulgor,

sillas de falso satén, el boudoir y la cómoda de haya, los zócalos de mayólica,

el mármol gris del piso y los cortinajes amparándote

al salir como un trasluz donde nada el eco que deja tu ausencia

en la ola impar del último baile.



jueves, 28 de noviembre de 2024

Pájaro de transparencia

 

No pisas las hojas de la noche

si el eje vertical de tu cuerpo

nada en las comisuras del aire.


Llega el solsticio de la juventud

con el rumor de las golondrinas en canto

a verter el oro de su orla en la ceremonia de los días.


Es azul la mañana

como el despertar del cielo

en la piel del agua.


Cantas, pájaro de transparencia, 

en mis ojos heridos

por el sol de abril.


miércoles, 27 de noviembre de 2024

Celebración de la luz

Cántico de luz en la rosa del aire que cubre de fulgor

la mañana, clarean las voces que se izan jóvenes

como tallos de luminaria por la raíz sin parasol de la casa,

nos despierta un trino que brota del jardín con el eco

de la alegría perdiéndose bajo el dosel antiguo de tu nombre.

Es el día que extiende su canción de arpegio feliz

por los surcos aún en barbecho de los zócalos;

nieva la luz como un racimo que derramase flores

de claridad, polen ardiente que dibuja en tu piel

el rostro infantil de la aurora, sábana que cae igual

que un párpado sobre la faz sombría de tu cuerpo.

martes, 26 de noviembre de 2024

El ángel

 Si estoy aquí es porque el azar-o mi ángel- me salvó.


A los tres años una médico de pueblo acertó con un diagnóstico difícil.

Salí de una depresión gracias a la luz de una ciudad desconocida
-acababa de cumplir los dieciocho-.

Pude ser yo quien murió durante el servicio militar
en un terrible accidente, pero eso le ocurrió a un amigo.

Una mancha que crecía en mi piel resultó ser benigna.

Circulé en un auto por carreteras secundarias,
bajo los efectos del alcohol, a ciento veinte por hora
-amar el peligro cuando eres joven es una gran estupidez-.

No me pasó nada
ni le pasó nada a nadie
-afortunadamente-.

Algún día no me salvará ni mi ángel.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Luis

 

Fue en octubre de hace muchos años,

un viernes como otro cualquiera.


El niño regresaba contento a casa,

habían ganado el partido- la ilusión de un niño

consigue que el mundo crezca como crece la alegría

en la boca de los amantes-.


Parados, con el semáforo aún en rojo

aquel hombre le pregunta

por la dirección de un cine de barrio.


Tiene que subir por esta cuesta señor,

como a cuatrocientos metros está el Roxy,

lo sé bien porque yo vivo más arriba”.


Vaya, son las siete-dice el hombre mirando el reloj-,

aún falta una hora para que empiece la película

¿te puedo invitar a una coca cola?,

tú y yo vamos en la misma dirección”


Mientras suben la cuesta

el niño- llamémosle Luis- y el hombre hablan,

¿de dónde vienes? ¿a qué juegas?

¿Habéis ganado?, ¡sí!, ¡eso hay que celebrarlo!,

ven que paramos un momento en mi casa,

está muy cerca si nos desviamos por aquí,

allí tengo coca colas, nos tomamos una rápido

y aun me dará tiempo de ir al cine”


Luis confía, Luis tiene diez años,

Luis es inocente como una flor recién nacida.


El hombre cierra la puerta

después de que haya entrado el niño,

entonces se dirige a él de otra forma,

con el deseo en la mirada ,

con el susurro del depredador en los labios,

con el tacto viscoso de la hiena.


Le pide que le enseñe su pequeño miembro.


Voy a buscar tu coca cola, te la has ganado”.


Luis escapa, Luis corre, Luis grita,

Luis ha descubierto

que hay mal en el mundo.


Luis mataría a ese hombre

si él ya fuera hombre.























domingo, 24 de noviembre de 2024

El nombre de las cosas

Como en un filtro de voces nuevas tamiza el tiempo

la lluvia del ocaso, le da el vigor atemporal del aire

en la vaga sombra del recuerdo, vienen caballos

sin grupa a morir en las islas de la noche, estás tú

en el insondable pozo que amamanta las luces

que titilan con su débil haz de faro agónico;

en redonda efigie la memoria del hogar

y su contorno donde habitó el eje ambiguo

que aún me guía por las oscuras sendas de la evocación

y el sonámbulo corredor mis años feraces; crece el orín

de las palabras cuando bajo la frágil claridad repito

ante el espejo lo que oí sin la conciencia de enaltecer

el nombre de las cosas, sin la lucidez que ahora,

senil adagio de un cosmos en fuga, brilla en mi voz.

sábado, 23 de noviembre de 2024

El deslumbramiento

 

El canto en las arterias que agita la sangre

con melodías que bullen

como ángeles festivos

por el andén de mi cuerpo.


Un ardor de llama en la luna de los ojos,

chispas que brotan tras el confín profundo

porque la pasión es un animal salvaje

que muerde la paz con colmillos de lince.


Engaña la calidez con que calienta el corazón del frío,

la febril corona de su grito en la penumbra.


Es oro en la pupila del soñador,

confidente del blanco éxtasis

que late en la red de las pestañas

cual crisol de eternidad.


viernes, 22 de noviembre de 2024

Recordando aquella cita en un bar del centro

 

No servían mis alas para tu cuerpo de pájaro.


Allí estuvo mi voz y mi ser, tritón de la luz,

áspid tú en la negrura del símbolo.


Revolví mi café con las orquídeas de tu nombre.


Qué latitud abarcaban tus manos,

qué ruiseñor voló en el silencio de este bar vacío.


Llueve sin querer, en el cristal se dibujan los latidos de tu ausencia.


¿Volverás al círculo, al jardín que cierra a medianoche,

a los eclipses sin rostro de la quietud?


Aquel día fui la inocencia del junco entre tus dardos,

el pez que nada sobre una ola fósil.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Lluvia y llanto

 

Detrás de la lámina oscura de mi piel hay mundos de luz
donde fulge el sol de la vida, aquí en este hueco de sombras,
bajo el armazón de la carne, la lluvia cae como un rocío
que humedece la letanía inmortal de los ciclos que vagan
por las arterias, salpica el orden que vive en la cordura,
traza ríos y crea cosmos de pálido hielo, derrota a la luz
con su opaco clarín de despedida, y es un despertar
de párpados caídos su aluvión voraz, lluvia de la noche
que ensombrece las concavidades, atenúa la esgrima
del corazón excitado por los impulsos febriles del deseo,
riega los poros y vaga por los intersticios de este mar
que surca las latitudes de mi continente con sed de lluvia 
nueva, abate mis ojos de niño para ser borrasca de amor 
que llora un arco iris de paz, donde habitas tú, sin saberlo.

Vida

Así fue la fantasía de la niñez, el óbolo del amor

perdido en la profundidad del tiempo, el azar

en el delta de las decisiones, los viajes sin huella

atravesando las esquinas del mundo, el perdón

y la alegría, las dudas que corroen la esperanza,

los nombres no elegidos que se cruzaron

con mi nombre, la suerte de vivir todavía,

todo se irá como pompa de jabón que estalla,

como humo que se confunde entre la niebla.


martes, 19 de noviembre de 2024

Tu dolor

Tiene tu llama un eco silencioso por donde la savia del tiempo

circula con la avidez de un fluido que le grita a la aurora,

y en la lágrima el agua negra tiñe el pómulo inocente,

y en el horror del azar un rayo de púrpura se clava

sobre la inocencia del pálpito, atraviesa el cáliz del corazón

con su filo de luz, calcina la carne rosada, pura, en ritual

de especie, muerde la flor de la llaga, fluye el rojo

como un diletante carmín de desazón y perdida,

y en el rosal del alma un frío de nieve en agonía,

un canto de pájaros desnudos de paz,

una cicatriz abierta al crepuscular quejido,

se instala en la noche como un ay! siniestro

que es ya, en tu voz, la salmodia inerme de un ángel.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Las inquietudes de un hombre simple que otea el final de su vida

 No sé qué decir. Hay preguntas insondables que lanzamos a un pozo del que solo se ve la negrura. ¿existe dios? ¿soy libre? ¿por qué morimos? ¿es el alma solo pensamiento? Ahora que la vejez está tan próxima me preocupa la existencia de Dios, simplemente porque la muerte empieza a abrir su puerta ante mí; la muerte es un hecho, una certeza, Dios es otra cosa, Dios es fe o razón científica, muchos teólogos, muchos hombres de ciencia han intentado armonizar esas dos vertientes aparentemente opuestas de la vida( Teilhard de Chardin, sin ir más lejos)¿lo han conseguido o solo se trata de una construcción tan intelectual como moral?. Moriré sin saber nada más allá de lo inmediato, seré pasado, mi cuerpo hablará por mi, putrefacto y al fin convertido en polvo(polvo seremos y ya no enamorado)o en ceniza, vago recuerdo seré que el tiempo y el olvido fulminarán ineluctablemente; eruditos, filósofos, escritores en general, personas extremadamente inteligentes han negado radicalmente la existencia de Dios, Dostoievski con su “si Dios no existe, todo está permitido”, Nietzsche que no solo lo negó sino que lo mató(Dios ha muerto), Marx, Freud y bastantes otros que ahora no me vienen a la mente o que ignoro; o bien han puesto en cuestión la fe a través del sentimiento trágico de la vida(Kierkegaard, Unamuno...), no soy un teórico, estoy lejos de la intelectualidad, no sé qué decir ante la muerte y ante la existencia o no de Dios, soy una persona simple que no tiene miedo a morir(si al dolor, claro), pero es muy cierto que una pregunta, casi infantil, me inquieta a día de hoy profundamente(cómo será entonces mañana si aún continuo en este mundo),¿soy buena persona?¿he merecido la salvación si es que esta existe?¿me quemaré en las llamas del infierno cristiano por toda la eternidad(el infierno de los otros, como cualquier humano, ya lo he vivido). La lógica, la evidencia, la razón y hasta el instinto(no el de supervivencia, sino el de la no trascendencia) me dicen que todo acaba con la muerte, sin embargo una especie de atavismo va creciendo en mi interior, un temor ancestral e inexplicable(racionalmente) hace que cuestione lo que he hecho, lo que he sido en la vida. Ese miedo me aproxima a la filantropía, a la ayuda al prójimo, material o espiritual, pero por eso mismo me enerva su falsa raíz de última hora, el egoísmo que encierra: daré dinero a la beneficencia, colaboraré con alguna ONG para ganarme el cielo..., solo por si este existe vaya usted a saber... Creo firmemente, y sobre todas las cosas, en la justicia social, en el reparto equitativo de la riqueza, en la ayuda y la solidaridad entre los semejantes como principios que han regido mi proceder, por eso he tratado de actuar en la medida de mis posibilidades en consecuencia(siendo la honestidad, la probidad, mi bandera), aunque he de reconocer que he tenido también mis pequeñas miserias, ¿quién, no? ¿es suficiente para morir en paz? Ruego a Dios que así sea, ya veis que aun creyéndome agnóstico la educación que cada uno recibe tiene su peso en el alma.

domingo, 17 de noviembre de 2024

La mirada

 

En lo más hondo el lago donde vive la imagen

que guardas de mí, detenida en un gesto de mármol

como estatua que no parpadea ante la luz,

con la serenidad ancestral de la mujer que se sabe

dueña de los ciclos del amor viertes en la distancia

el conjuro que derrota a mi corazón solitario;

de pronto el iris enciende su esmeralda,

la pupila su candil negro, la córnea su mar

de cristal y ya eres la luz que atrae a mi sombra

con el tenue resplandor de unos ojos

que fijan en mí su mirada.


sábado, 16 de noviembre de 2024

Pájaro de olvido


Ni el rastro, ni la huella revelarán la huida
de tu nombre por los ríos del olvido, candidez
al repetir la ilusión del sendero, vas como aire,
sutil cabriola de ángel por las calles vespertinas
con el paso breve de la infancia repetido en pisadas
que juegan a desdecir la hilatura que teje en la sombra
un canal donde la sed de mi alma se extravía,
donde seguirte es ardid de un cauce insólito,
donde, ni el sol ni la luna, iluminan los oasis del ensueño;
allí en los pantanos que la memoria cubre con silencios de cristal
está la errática visión de tus alas, ave en el trasluz de mi ansia ciega.

Ya no entiendes casi nada

 

La enfermedad estira tu piel, la convierte en mueca.

Dentro, los huesos, las glándulas, los fluidos recuperan
su memoria de multitud que avanza como hormigas
azules.

¿Qué edad, qué perfil del tiempo atrapó tus guiños de adolescencia
o selló la maldición de diez palabras que a partir de ahí
cautivaron tu mente?.

Cuando el hombre brota, se anuncia, se exhibe, crea sus raíces,
su imagen y su ser.

Cuando la persona enfrenta los hechos de la vida con titubeo propio
de criatura, entonces es la verdad(la única verdad que pasa como el aire
o la brisa imperceptible)una flor de espinas y de colores
que mudan como si el azar tuviera cien máscaras de líquido
o fuera la luz la que ante ti formara espectros o alguien
nos negara el sueño de la sangre o de la sensualidad satisfecha.

La aurora te salva cuando buceas en su esqueleto y encuentras
la complicidad de los cuerpos, las frases a veces limpias, otras volcadas
al dolor(igual que este vagón que chirría y avanza indomable, rutinario).

Ya no entiendes casi nada, porque la vejez confunde en ti los gritos del mar,
la pasividad de los puentes, las plazas pequeñas o grandes, coloreadas
o grises, silenciosas o pobladas como enormes círculos de jauría.

Si, todo es confusión cuando caminas sobre ese magma de ciudades
que te han habitado y piensas que en algún lugar del cosmos ya no habrá
memoria, ni duelo ni presencia, porque aunque no lo quieras reconocer
eres pasado vencido, contemplación de piedra, mudez del alma,
soliloquio de los elefantes que traicionan su duda y admiten su fin.

Llueve otra vez la misma lluvia, moja los recuerdos, parece
como si esperaran la caída de un nombre, quizá el tuyo.

viernes, 15 de noviembre de 2024

El engaño del espejo

Hasta el fondo llega la mirada que busca la raíz del tiempo

en una imagen sin presente, y es la memoria quien entorna

los párpados y fija en la lisura del azogue los contornos de la piel,

les da color, brillo, pátina de esqueje de lo que será árbol de ramas viejas,

pero que hoy revive en la faz amiga de un cristal pulido, el mismo espejo,

la misma habitación, idéntico el amanecer, el claro fulgor de la luz,

el aire que inspiro y espiro, yo aquí sin ser yo el que se ve, sin la voz

que ahora imita la voz del joven que fui aunque ya no se parezca a la mía.


La herida interior

Es tan suave, tan persistente su fluir como un eco

en la densidad del latido, llaga que no cerró la marea

indolora de los días, perfume que inhalo como una flor

de nostalgia, voz de humo que penetra en el pulmón

del pensamiento para ennegrecer los rescoldos de una paz

que ha perdido la luz en los candiles de mi memoria.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Dios mío, ten piedad de mí


Es blanco el mar o lo fue en el sintagma que describe

la insólita armonía de los planetas, dije yo seré, qué,

nieve, azúcar, algodón, nube, pero era verde

como la esmeralda que nunca vi,

era azul como los ríos de lava en mundos desconocidos.


Quise comprender las palabras que mordían la noche,

el sol de los vocabularios cuando el álgebra inclemente

se volvió sombra en los códices bajo unos textos

que nadie consiguió descifrar.



Quise volver al origen multicolor de los barrios donde nací,

no lo logré: hoy son presencia de espectros, plazas invertidas,

chirrido inaudible de patinetes; antes basílica de juventud,

memoria urbana del crepúsculo, madrigal de los éxtasis en flor.



Fui la espera del vigía justo cuando la bruma ignoraba

los rostros que han puesto proa hacia las islas del olvido,

con sus bajeles que no han cesado de viajar

por los deltas de unos días sin océano

en que verter las esperanzas crecidas tras los ojos del ensueño.



¿Y tú qué ves ahora, tal vez rosas rotas en catafalcos de herrumbre,

jardines que regó la lluvia que manaba de tus dedos

como un rocío infantil apenas esparcido por la brisa

que los relojes dejaban como una huella en los círculos del tiempo?



¿y el amor, el deseo, su cáliz herido, la rubia candidez

que me pobló como una ola, tan próxima a mí,

a la que puse alas para descubrir que no era pájaro?



Pisan mis pies espinas que ya no duelen y no soy héroe

ni hay en mi frente ningún orgullo que corone el desliz

que acompaña al río que invita a mi ser a derramarse,

igual que un búcaro cuya pared se agrieta y filtra la epopeya

del recuerdo con esta voz que llama a quien ya no está,

muy bajito para que nadie escuche el diálogo eterno

que sacia mi sed, tan viva como la luz que nace de mis ojos

aún ardientes como teas en la cueva donde, la piedad, aguarda al futuro.

lunes, 11 de noviembre de 2024

La copa de licor


Ofrezco a la luz su oblonga anatomía
como un cáliz traslúcido donde el color tiñe el cristal
con la fina capa que adorna el continente
dándole el tono oscuro de la uva que resbala por la pared ancha,
firme el sostén de unos dedos que izan la frágil nave del licor;
en loa de arcángeles, tal vez, la comunión que llevará al labio
la dulce ceremonia del convite, a la lengua el regusto
que en el paladar deja el roce ardoroso del líquido,
el río extendido de aroma breve que incendiará
la sangre con el efluvio de la palabra, del canto,
de la celebración que, poco después, 
se convertirá en el eco de un sueño.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Mis piernas solo quieren caminar junto a ella

Lisas como piel de manzana en los días de infancia,

de pasos ágiles porque la ilusión es rauda

entre dos puntos equidistantes.


Sois vértigo y serenidad,

armonía de fémures en un baile gemelo

que me dirige a los sitios que previamente elegí,

a vagabundear por las esquinas de la noche,

a medir con zancadas de ángel

la distancia que separa el ahora del después.


Solo queréis caminar junto a ella-lo confesáis-

como dos pájaros que se dirigen al mismo sur.





viernes, 8 de noviembre de 2024

La lluvia en el cristal

 

Morirá en el espejo de los charcos su aventura

de manantial celeste, salvaje el latido del agua

que cae en alud, rompe la cáscara gris de mil nubes

arracimadas y se entrega a la sed de los huertos,

al verdor infinito del árbol, a la semilla de la triste

raíz oculta bajo el polvo de los surcos con sus alas

transparentes que se derraman en flores líquidas

igual que un canto rumoroso por las acequias del día,

son en el cristal abalorios que tejen la urdimbre

irisando la luz que hasta mí llega, acogedora.



jueves, 7 de noviembre de 2024

La alianza

 

En tu vientre la fecha y el nombre

son los ecos de un compromiso.


Llegaste a mi anular con tu boca dorada

como un redondo lazo de amor y futuro.


Dormida en mi piel percibo el sudor antiguo de tu lealtad

deslizándose como una lengua

por los vellos que cubren mi falange.


Delgada tu arboleda de oro que da sombra al porvenir

con el revés labrado por el buril del orfebre.


Treinta y uno el día, otoño la estación

de una anualidad ya marchita.


Con los dedos índice y pulgar de mi mano izquierda

te libero para que ruedes, gires, saltes, y al fin

con el abdomen desnudo, nos indiques en qué momento

se inició la singladura del navío que aún somos.













miércoles, 6 de noviembre de 2024

El instante

 

Ya se ha ido sin que sepa su nombre.


Me poseyó antes de abandonar 

la isla que es mi cuerpo.


Al unirse a otros surge un río donde el pasado,

el presente y el futuro forman un solo cauce.


Queda de ellos una sensación de ausencia

y, en algún caso, la herida no cerrada

o el brillo de un resplandor

que da luz a la memoria.

Nuestra pared

 

Deja que se vista solo de luz.

Sin ningún matiz del color,

sin ningún objeto clavado en su piel.

Desnuda, como tú, al sol de la mañana.

Al marcharte me dice adiós

la silueta de tu sombra en la pared.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Tu voz dormida

 

Cómo llega el río del aire a rozar la espesura de mi carne,

con que aliento de sal y trigo maduro se asoma el corazón del día,

amalgama de color en los ojos que distinguen el paso del viajero

por las sendas de la luz, y tu voz dormida en el vientre de los labios,

tu voz que ayer decía luna, matriz, resol, jardín o mandrágora,

como una niña que aprendiese sin pasión el canto de las flores,

su secreto arpegio maternal en el arrullo metafórico del existir,

la sonoridad del agua bajo el tapiz del lenguaje

que fluye en armonía como un don precioso

que ahora ocultas entre los párpados del sueño,

en tu refugio de quietud que es una espiga abierta a la claridad,

cálida flor de paz tu boca sellada por la luz en sazón del silencio.



domingo, 3 de noviembre de 2024

Mi alma y yo

 

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche

o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,

flujo sin barreras por los istmos de un continente

que me limita con su solo latir, su sola sangre;

mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,

la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad

como si en la fosa que inunda los silencios de la razón

hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,

pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros

de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas

para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,

mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz

en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Poema a la adolescencia

 

Primavera del río que fluye henchido por el agua adolescente
de un manantial puro, espejos de luz donde el asombro
es una guirnalda con el color brillante del misterio fundido
en los ojos que miran el renacer de las cosas bajo la estatura
de un árbol alzado desde su raíz pequeña; raíz de junco en flor,
raíz de tronco vivo, colibrí de la mañana donde trina el ardid
del pálpito, con tus extremidades duras que pían en la noche
como pájaro de metal, como armazón de luna, como coraza
de hilos nacientes, efigie de talismán en la cruz de los hombros,
en tu mejilla de amapola, en el linaje de tu voz, en las piernas
de músculo altivo, en la llama de tu pecho donde das luz al futuro.

jueves, 31 de octubre de 2024

La salida del laberinto

 

En la memoria del túnel hay laberintos que me llevan

a la intacta edad donde la raíz es débil y los números

no tienen idioma en que verterse, tiempo del coral

en los ojos, de la ternura en la sien como un abolorio

que brilla en la honda noche del adulto, a la pureza

del sueño con sus candiles de oro bajo las pestañas

que no entorna la luz, al séquito del blancor desnudándose

en púrpura, rojez lívida en la mansedumbre del infante

que eleva sus alas hacia la corona de la ilusión,

bajeles y navíos en el cauce rumoroso de la pared,

perfil de islas que dibuja el índice extendido,

delgado como un alfil; la mirada ansia el vuelo del pájaro,

la fragilidad de la pompa, ser cairel de arañas

que se irisan en la penumbra de la habitación;

al fin sé que en la memoria todos los laberintos

conducen a un único lugar llamado infancia.



miércoles, 30 de octubre de 2024

La pequeña luz que me guía

 

Mi calle no existe, solo es niebla y oscuridad.

Un farol o un fanal en este mar espeso, una luz

de cerilla o de cirio entre el índice y el pulgar,

un minúsculo fulgor en medio de la noche húmeda,

una silueta en el espejo brumoso de las nubes

que vaga ceñida por el agua gris del cúmulo,

sin un horizonte claro, sin el vestigio del sol

amanecido en lontananza, primitiva luz

entre mis dedos, fugaz como el resplandor

de un ángel en el vértice de las sombras.

lunes, 28 de octubre de 2024

El aroma que el viento trae

 

Es cruel el destello donde el cristal enciende tu nombre.


Flotan en el aire nubes de abril como espuma

que late en el océano de tu piel.


No verás el mar que de mi corazón se eleva

hasta los pliegues de tu falda.


No buscaré en la esquina de tus ojos

el sonido de un acordeón

que oculte el misterio

de una historia fugaz.


Aquel paréntesis de ardor en el aroma que el viento trae

desde las tardes donde el carámbano

se volvía tea encendida

en el crisol de nuestros labios.

sábado, 26 de octubre de 2024

La bruma llega

 

Cuento los eclipses de la luna que a través de los días

convierten mi sed en asombro, desnudo como un árbol

sin el verdor de las hojas recibo el aire ancestral

que acude a mi piel con su lengua que brama

en mis axilas cantos de plenitud, ordalías que brotan

de los ejes oscuros de mis pupilas, fiebre que en mi sangre

culmina el festín sin sombra de la luz en éxtasis,

pájaro de un abril florecido recorro con mis alas

el misterio arcano de las islas, la bruma llega

con la túnica gris del silencio a vestir mis noches,

a salpicar con su agua el perfil del presente

donde la cóncava espalda de los arco iris me nombra.

viernes, 25 de octubre de 2024

El sueño de un ángel

 

¿Qué idioma sin palabras escribes en el amanecer de los relojes?

Lees bajo el candil con el libro de los sueños entre las cejas

como un lunar de fantasía que comunica el norte y el sur

de lo impensable, ávida de rosas oscuras en la intemperie

de los crucigramas sin abecedario, prístina en tu destello

de metal herido por el sol de un ocaso rojo, romántica

la mirada de flor ardiente en busca del tizón que dé nombre

al deseo hay en ti cárdenas mariposas de azar, un misterio

de témpanos en la mitad de un mar celeste, delfines en los ojos

que cruzan los arco iris de tus lágrimas que apenas surgen

de tus pestañas sin maquillaje como manantial que brota

de un corazón donde ya no brilla el sueño de un ángel.

miércoles, 23 de octubre de 2024

El fatalista

 

Detrás del blanco lo gris del sentimiento

eterniza el cansancio de las hojas en el ramal,

el fruto madura antes del verdín primerizo,

la herida sangra en el ensueño como fuente

de dolor inventado, la mutilación del ángel

no vio nacer sus alas de plumaje infantil;

raíz sin árbol la metáfora de vivir con el hilo

frágil de la duda entre las manos, con el delta

de la posibilidad reseco de fe, con la virtud

sin mañana como un débil cristal al que solo

acuden las sombras; adalid del desamparo

dale color a la espera, convierte tu noche en luz.



martes, 22 de octubre de 2024

El secreto

 

Los juguetes en el círculo de una luz eterna,

el llanto por la palabra a la que no acudió tu nombre,

la música triste de un acordeón en las cenizas de la juventud,

el azul del mar bajo la espuma del olvido,

los instantes en que la flor de la felicidad ardía,

el volar de los pájaros como un sueño de infancia;

todo eso es lo guardo aquí, en mi corazón, 

no se lo menciones a nadie.





lunes, 21 de octubre de 2024

El agua en mí

 

Pátina de plano ágil, mariposa que licua el ardor.

Sé clepsidra nocturna, velo de piel en la madrugada

de mis poros, máscara de sal en los ovarios de la luna,

rocío de estrella sobre pétalos verdes, índice de manantial

que derrama su flujo níveo por la cornisa de mis hombros,

por la montaña de mi pecho, por los brazos como lanzas;

pasillo sin cauce que moja el perfil de mis extremidades,

Sé el tacto del ángel que despierta al párpado de la noche oscura,

báñame con tu espada líquida que se vierte en mí como labio amante.



domingo, 20 de octubre de 2024

Tu sonrisa

 

Simulan los labios un horizonte en flor,

esa curva leve, esa extensión del músculo,

ese dibujo de alas, mordiéndose.


El vaso que sella el pórtico del marfil,

la lengua de mudez rosada cautiva en su laberinto,

la gracia que asoma como un manantial,

sin verbo

ni voz.


La iconografía de la ilusión en los ojos que miran

el artificio de su elipse, el candor de la mueca

que se diluye en jardín de ángeles.


También el mar que forman las comisuras

sobre el que navegan los deseos

como saliva ardiente.


Y es por un segundo himen de luz,

un destello fugaz donde refulge

la sombra de mi melancolía.











sábado, 19 de octubre de 2024

Historial de vida

 

Como el alfil del esplendor la naturaleza blanca de su nombre.


La delgada línea del misterio era para mí el hilo que reproducía

en los espejos el mástil florecido de las tardes

cuando el sol anunciaba la voz turgente de su almanaque.


Plácido el camino de los días por las rosas de abril

y los vagos apuntes de la desmemoria

porque en su imaginación el verde, la lluvia, el mar de invierno,

la ermita como una promesa alucinada, el volcán de las noches,

la atmósfera de candil y la música abrevando en el aljibe del sueño

eran puntos de luz entre las sombras proscritas del pasado.


Todo un mundo de olvidos pintaba su luz con ángeles de amor

en el portal de la ilusión, en la quimera dócil de las bocas

que dicen adiós como quien sucumbe a la corriente de los paraísos del agua.


Isla en el parteluz del río, catedral de humo en la noche de los piratas,

su barco en la lejanía fue solo estandarte de galeón,

tibias y calavera sobre tapiz negro que surca la clepsidra

de un mar hostil como aquel que ignora la atracción de la luna

por las largas avenidas de la intemperie.


Himnos de lógica y costumbres viejas en su atardecer,

huida de sí como fantasmagórica imagen,

polvo vacilante en la habitación abandonada,

ministerios donde descubrir expedientes adúlteros,

consejos que escribió al pie de las hojas con caligrafía de mártir.


Igual que la riada que retorna a su cauce la historia crece en sus bolsillos,

árbol de ciudad su cintura, frágil la red que tensa

el músculo de un solo títere, riesgo que avanza

con pasos de noche hacia la yugular vencida

por el filo inmortal de los recuerdos.









jueves, 17 de octubre de 2024

Mi piel

Tú eres la geografía de mi país secreto,

el alma viva que recorre mi desnudez con su color de luna triste,

el prado, con huellas de nómada, en el trigal que el aire roza

con la sed de una herida que se extiende por el territorio

en cruz de mis brazos angulares, el planisferio en que mis venas

simulan el azul de los ríos que surcan el sagrado edén de los bosques fértiles,

la montaña que, en gesto amante, extiende la alfombra

de su cándida nieve para darle a mis poros la humedad de la flor,

el tapiz por el que mis cabellos se alzan como un armazón

de hilos entrelazados que esconden la lisura de tu faz,

el velo que se agrieta en las horas crepusculares de la vida.

miércoles, 16 de octubre de 2024

La teja rota

 

Hay una teja rota sobre la cornisa de tu casa.


Desde mi balcón observo

cómo un pájaro ha anidado en el espacio oscuro,

rectangular, que forma el hueco que levantó el aire aleve.


En lo hondo se refugian las crías de la humedad y el frío.


El pájaro trae en su pico pequeñas ramas de abedul,

desde aquí puedo oír el piar estridente

como un grito de auxilio

bajo el bosque de tejas.


Este recuerdo de infancia me lo evocó hoy la lluvia.

martes, 15 de octubre de 2024

Viena

Entre palacios rectangulares duermen las estatuas el sueño de la gloria marchita, atardece junto a la casa a la que le nació un bosque en el rostro, ventanas sin cristales igual que ojos de legañas verdes, fluye el río por su pequeña vena de muros grises, suvenires en los comercios del extrarradio, superchería infantil de los rasgos que dan prestigio a la historia de una ciudad sin arañas de luz prendidas en los salones, sin ornamento en las miradas ni galopar de caballos alejándose por las puertas de columnas dóricas hacia el clamor que repica en la plaza como el susurro de un vals crepuscular, parques indolentes, pérgolas sin flores, patios con ecos de bruma, banderas barrocas sobre los dinteles, decrepitud de fachadas que han perdido el color, el blanco y el rojo en los mástiles, el águila y los estandartes a media asta, mientras la música como un aire errático se vierte desnuda de prodigios, cercana al sur o al norte, al este o al oeste, viento de sinfonías en las calles, cal muda que se impregna a la piel y trina como un pájaro, sin la voz de la gran dama, ni el grito del tenor ante la mecánica sonrisa del archiduque, y los polvos de arroz que blanquean la faz indolente de la desdichada mujer que devino en leyenda de mártir con collares en el pecho y una peluca donde relucen mil dijes de cristal como lágrimas de un sol caduco.

lunes, 14 de octubre de 2024

Bailarina de noche

 

Atravesada por la música,

peonza de carne que gira,

salta, vuela con escorzo de pájaro feliz.


El tu-tu y las medias,

el maquillaje como una máscara,

los labios rojos y la expresión inocente del cisne.


Grácil se eleva su cuerpo 

suspendido en el aire

por los arduas manos 

de un bailarín impúber.


Silencio desde la negrura,

la redondez del foco enmarca su busto

que se inclina como una rosa en celo

sobre el atril de la noche.