lunes, 30 de septiembre de 2024

Una sirena bajo la lluvia

Siempre serás mar aún entre la lluvia

que pone en las fachadas

el agua dulce de los cúmulos ahítos.


Al regresar de la noche el violeta de tu piel

busca las orillas de un archipiélago

cubierto de sol y pájaros de plumaje vivo,

esencia multicolor de la alegría

que puebla el misterio de la luz

con el dibujo tenaz de una red frágilmente volátil,

desliz de meteoros bajo el azul de la mañana.


No eres voz de exilio en la atmósfera gris de la ciudad interior,

escondes la artesanía de tu cola, los reflejos irisados

que se engarzan como fruto de espiga en el mural

que cubre tu vestido, tras el baile sin fin de tus pasos

que llegan a las plazas, que se yerguen

sobre las losas centenarias con andares de espuma

y reflejos de crisol en los espejos que son de nácar

como las perlas de un océano de azogue milenario.


Siempre serás mar aún entre la lluvia, aún sin la isla,

aunque nadie te llame en la escollera

ni sea tu reino de coral

ni te acompañen delfines acróbatas

por los caudalosos surcos de la infinitud.














sábado, 28 de septiembre de 2024

Soy trasluz

 

Dentro de mí la isla fósil refulge en la sombra
sin la pasión perdida de los años celestes,
resisten los ecos de la algarabía
como flores blancas en un mar de olvido,
sale el sol y asoma después la lluvia,
sigue verde el árbol que ya no da fruto,
las calles son caminos sin luz bajo ventanas cerradas,
tras el cristal no acecha la luna de tus ojos
ni la música enciende mi primavera
con la voz íntima del cantautor,
transcurren las olas como minutos de un reloj oxidado,
abril murió en tu nombre, ya solo recuerdo la estrategia
de buscarte en los trenes de la mañana
cuando el amanecer era nuestro hogar
y el viaje la razón última de encontrarnos,
ahora soy trasluz que oculta, receloso,
el débil haz de su memoria
mientras pasan por el cielo golondrinas
en busca de un sur que ya no es el mío.

viernes, 27 de septiembre de 2024

Publicación de un libro

 

Estimados lectores, a través de la editorial Círculo rojo he publicado un libro de poemas titulado "Los habitantes de la luna".



Os dejo la sinopsis del mismo:

Este poemario se compone de tres partes. En la primera parte los poemas tratan sobre personajes mitológicos pertenecientes a la mitología griega, en su osadía el poeta quiso darles voz, ponerse en su piel o dialogar con ellos sin otro ánimo que acompañarles en su destino trágico o heroico; la segunda parte está dedicada a personajes que han dejado huella en la historia general o más modestamente en el recorrido vital del autor, en estos poemas el poeta trata de recrear su vida, sus logros, sus avatares y sus circunstancias sin mayor pretensión que no dejarlos caer en el olvido; la última parte es un homenaje a algunos de los personajes de ficción que más le han marcado, personajes literarios que también son parte de la memoria colectiva de los más universales lectores. Todos los poemas están concebidos desde la libertad de creación y no desde el rigor, ruego a las personas que se animen a leer estos humildes poemas lo tengan en cuenta.

Es una alegría poder compartir con todas las personas que se acercan a este humilde espacio de poesía este, para mí, feliz y ansiado "alumbramiento", ya que era un proyecto que llevaba mucho tiempo madurando.

Pongo aquí el ENLACE por si alguien estuviera interesado en su compra. Quien lo decida así, reciba mi anticipado agradecimiento.

https://www.libreriaeditorialcirculorojo.com/producto/los-habitantes-de-la-luna/


Ahora(alegato contra la masacre que producen las guerras)

 

Ahora que ya no importan ni la sangre ni los miembros mutilados,

cuando se vive para que crezca la noche en los párpados,

y se miente y se mata y se subyuga, y la crueldad y la ignominia

son el reverso negro de la paz, ahora que las heridas cubren de rojo

la frágil piel de un niño y la madre vierte lágrimas sobre un cuerpo

que no respira, ahora que el horror estalla en los cristales

como un aire que anuncia la locura, ahora que somos

matriz de olvido, un número sin cara en una lista, un nombre

entre miles nombres, solo silencio mortal, y en las gargantas,

un clamor de justicia como un grito feroz de náusea y duelo.








En un puente del Danubio entre Pest y Buda

 

No es azul el color del agua que ensancha el mundo

entre dos orillas de arcaico esplendor,

un café que no es de new york

donde la efervescencia del artesonado

multiplica las figuras en los espejos,

mármol y arañas de un cristal fulgente,

veladores no sé si de caoba taraceada,

camareros como esfinges blanquinegras,

ceremoniosos igual que figuras danzantes

en una armonía de títeres bajo la gris luz de la mañana,

pero yo busco la eternidad del río,

el galope frenético del húsar,

la efigie simbólica que escribe eses en un nombre de mujer,

la huella de la media luna y del horror judío

en la piel de una ciudad que aún llora la pérdida de un imperio,

su bandera ya es de paz, sus altos estandartes,

las cúpulas y los palacios son solo fachadas

sin salones ni caballerizas, ni pasillos con estuco,

ni pinturas o muebles repujados,

sin danzas ni servidumbre con librea;

aquí en mitad de un puente yo observo como pasa el río

y con él la historia que fluye hacia el mar

igual que las ramas caídas que ahora surcan,

sin detenerse, la gran vena del agua.




miércoles, 25 de septiembre de 2024

En un Palacio de Viena

 

Aún vibra la luz en los cristales pulidos, aún el estuco y el oro,

los muebles pintados, el color de la seda, la orfebrería oriental

y las molduras barrocas, el silencio roto por el eco de un galope

imaginario, palpitan; persiste aquí su memoria entre el deslizarse de los tranvías

y la mirada viajera que admira el esplendor de los siglos del águila y la cruz,

la fastuosidad del poder, el lujo como una evocación de columnas enhiestas,

de esquinas pulidas, de arañas en los techos, de ventanas múltiples

que relucen bajo un sol que acompañó con su luz la relevante edad

de un imperio del que solo persiste la testimonial presencia de los palacios,

la herrumbre verde de las estatuas, el nombre de los santos

como guardianes de la fe y el rumor una música alegre en los salones,

de rigodón o de vals, la armonía del baile que se desdobla

en los espejos como un carnaval de colores y telas,

de máscaras y tul, de recamados trajes, medallas y honores,

la voz dulce de Madame o la voz masculina de un Princeps

entrecruzándose igual que hilos que tejieran un paño infantil

que se llevará el aire, como se lleva la vida, la magnificencia,

el poder efímero y circunstancial de los hombres.

martes, 24 de septiembre de 2024

Ciudad imperial

"La vida, aunque se nos presente de diferentes maneras, sigue siendo la misma"

La metamorfosis (Franz Kafka)

Este silencio atroz de la herrumbre y la piedra gris,
el azul de los lábaros en la torcida esbeltez del arquitrabe,
estertores de la piedra que anuncian el frío de la ruindad.

Todo lo que hay no huye de la voz del tiempo,
está anclado en la hueste de los galopes olvidados,
en el hierro de las campanas,
en la frágil virtud de las torres
que fingen no haberse entregado a la luz
mientras la desnudez de los puentes absorbe el fluir del río,
la crecida lengua que lame al árbol donde la espada
que arrojó el adalid desde la alta efigie
exhibe una pátina de infinitud.

Oh! poder del viento en la noche que cruza las rejas
y vence a las estatuas, cercado el pedestal
por demonios de plata y bronce,
estatuas cuatralbas en el confín de la gloria
y el pálpito de las iglesias todavía en cenizas bajo la aventura de la fe.

Un silencio de nieve árida en los portales,
la simbiosis del reloj y la luna,
el misterio que bordea las plazas y gruñe en la sombra alzada del torreón,
la música que tremola tras la celosía,
aleluyas y tendidos féretros
que responden al cáliz como herejes
sin que les tiemble el orgullo del labio agrietado,
sin la sincronía ni la coherencia de los vestigios
cuyo fulgor atenúa la herida,
sin la cruz sobre el casco de oro ni la fíbula de plata en los encajes,
sin el corazón altivo de un rey tras el escudo
ni el frenesí del caballo que golpea la piel de los adoquines.

Aquí donde truena el viento y asoman los cuervos amigos del novelista,
estéril su rostro cetrino, el soñar veleidoso de un submundo de matices,
la monstruosidad iluminada por la luz del atardecer,
la fina urdimbre de las palabras escritas desde la negación de la paz
mientras el creyente escucha a las voces ennegrecidas
columpiarse entre el horror y la pesadumbre,
el absurdo canto de un funcionario que sobrevive en la tiniebla,
sin la palabra cósmica, con el colibrí del sueño
y su trino de ave frágil bajo la vertical de una cruz
que desafía al futuro.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Luz de abril

 

Olisquea el gato las guedejas de la luz.


Es una luz tenue, como de mediodía

que no acaba de verter en la estancia

su racimo de claridad.


La planta no da flor, el jarrón estéril ya no es un rosal,

la pérgola mustia recibe la luz sin la canción de la alegría

en las hojas poseídas por el ángel de la mañana.


Lees tras los visillos para que nadie espíe

tu recogimiento de amapola núbil,

tu ansia de que las letras se conviertan en alas de un pájaro azul.


Se escucha morir el frío en los dinteles, en los alféizares,

en las molduras bendecidas por la luz.


Es otro día de abril.






sábado, 14 de septiembre de 2024

El caminante

 

Voy dejando ceniza en las pisadas yertas,
y me alejo de la luz con la fe del nómada
que emerge desde la cuna de los pies unigénitos.

Hacia lo ignoto, hacia el sol o la sombra,
hacia los espacios sin horizonte que se curvan como pliegues
de océanos ensimismados, hacia las rutas de escarcha
que quiebran el confín de los mundos con el presagio del frío.

Allí, en la vacuidad más solemne, con el blancor de la sal en los ojos
y la metamorfosis de los pájaros que bajan a los abrevaderos del agua
y beben del cáliz pedregoso y rozan con sus alas de invierno las flores del matorral.

Allá, en el lugar arracimado con lianas extendidas para que sean un camino insondable,
gemido de estrellas bajo la luz insólita que proclama la itinerancia
como un desafío de trenes huyendo a través del crisol de la noche oscura.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Tu ausencia

 

En el vano, en la hondura de la pompa,

en el hueco que deja el silencio al irse,

estás.


Y eres colmenar vacío, aljibe sin agua,

densidad apócrifa que me llena de aire y trasluz.


Eres las cóncavas alas de un pájaro sin nombre

que siempre quiso ser olvido.



jueves, 12 de septiembre de 2024

La bala del miedo

 

La bala del miedo se aproxima

como un misil de luz.


Se dirige a ti, elíptica

como la órbita de un planeta asesino.


Y es de níquel su piel, de hierro su alma,

de cobre la punta que hiende el aire convulso.


De pólvora el arsenal que esparce moléculas de horror

en la trayectoria que va hacia ti

igual que el suspiro de un lobo

en la noche más cruel.


Te poblarán sus dijes de niebla,

su coral tejido, hábilmente,

como la red de un pescador.


Y no saldrás de ti y no llegarán a ti

los fuegos artificiales de la plenitud,

ni el blanco tapiz que brota de lo oscuro

al derramar la nube el agua de su valentía.


Evita, como puedas esa bala

si quieres ser libre.  























miércoles, 11 de septiembre de 2024

Mujer bajo la lluvia del alba

 

Más que nube o cielo tumultuoso,
claridad en la figura que asoma en los charcos
como águila que despliega la armonía de sus alas
sin que en el azul transeúnte vibre la sonoridad del tiempo.

Sin los vestidos que cubren tu piel ya desnuda en mi corazón
que promete círculos de ámbar que coronen los mediodías
a los que regresas después del frío nocturno
y las paradojas del verbo.

Tras el corto latido de la madrugada que en ti se vuelve temblor de luna,
cariátide vivaz de un soportal en llamas,
pájaro de lluvia en la inclemencia de abril,
atisbo de mar en los ojos que aman el gris de la tormenta,
nadadora de la virtud entre racimos de un agua triste.

Un agua que viene a morir en las guedejas de tu pelo
como un lloro de paz bajo las nubes que trazan sobre ti
dibujos de Atlántidas, estandartes de colores invisibles,
islas de algodón en las que viven las sombras
mojadas por la luz del silencio.

martes, 10 de septiembre de 2024

La soledad inhóspita

 

Desvelado, con el voraz aliento que persigue el rumor de las costillas,

la respiración implícita del que vuelve a sí en un retorno de espiral,

laberinto insomne tu coraza de carne frágil, el sitio donde la luna ríe

y los cometas son de papel rojo, el ensimismamiento de quien buscó

la ternura en los pétalos de la quietud y el soliloquio que no ha visto

crecer la palabra entre bocas que silban la metamorfosis del alba;

en ti la savia circular que seduce al cielo de los niños porque

eres temblor de infancia y ademán de príncipe, eres la duda

que resbala por los corredores de la sangre hasta el pozo del silencio;

vas al óbice y al páramo del que cubre las horas de ceniza, y llegas

al fruto como llega el río a su delta de desamor; y en el camino

la ciudad que fue miel de cálices, el pretérito con sus vagones

negros, la fugaz ilusión columpiándose en un jardín de oro,

ese vicio de los pasos en soledad que muere en el cristal,

el carmesí del orgullo al aire, sin hallar una voz amiga donde

escuches batir las olas que acompañan al náufrago y su locura.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Éramos jóvenes

 

Aquel tren no llegó a la estación de tu nombre,

pájaros sin retorno en los cielos de la añoranza

vuelan hacia los mares del sur y son aventura sus alas

que llevan cicatrices de olvido en el revés del pasado.


Y son de metal gris tus ojos, el desvaído carmín de los labios,

la ceniza de las palabras que mancha el recuerdo

con el idioma inventado de los sueños.


El ayer ingenuo de las fotografías acude a mí

para decirme que éramos jóvenes como la luz que ilumina

por un instante lo que mañana dormirá entre sombras.



domingo, 8 de septiembre de 2024

Lo que queda de una fotografía

 

El polo azul eléctrico sobre la piel morena.


Hay algo de estatua en mí como de pasiva querencia de la luz

o de imagen que permanece en el alma de las fotografías.


No quiero vivir bajo la dura paz de los relojes

ni ser solo latido que fluye sin dejar huella de sí.


Es una ilusión, lo sé, pero aquí siguen

mi polo azul y mi piel oscurecida.


Y sigo yo con ese algo de mí

que a menudo me recuerda a una estatua.





















sábado, 7 de septiembre de 2024

El tapiz

 

He bordado este tapiz con hilos de color, débiles, combándose

ante la densidad del aire, rebeldes en su longilínea abstracción,

calados por el agua del lloro y las deidades de la crueldad, enfebrecidos,

exultantes en su armazón delgado de hebras entrecruzadas por el lino,

el pudoroso algodón, la aguja que desbroza la piel virgen del cendal

para columpiarse en el tamiz, el lienzo, la palpitante membrana

que da forma a los mapas de la vida, un dibujo que no tiene modelo,

puede ser una cruz, una ola, un pájaro, un horizonte, es, sin embargo,

el rostro quien va calando en el seno de la pieza con sus lágrimas de olvido

y sus risas de nieve, con la perfecta singladura de la piel, con los navíos en los ojos,

la mordaz mejilla, los pómulos de lago o de mar, una isla en la frente

y un pedestal en los labios donde las espadas del amor se cruzaron

para herir el tiempo de las flores blancas, y sí, a veces se rompe la paz de la urdimbre

porque el rostro es de carne y azulea o enrojece, o está lívido como un alba

de niebla, y es la mirada un rosal muerto cuando la mujer se viste de canción

para hendir con la música de sus dedos la red inmaculada de una faz

que deambula por los pechos de una madre vestidos con el tapiz

que teme al atardecer cuando el páramo del sol se presume hostil

y las palomas acechan lo oscuro al esparcirse el recuerdo

de una cara por las avenidas insomnes de la luz.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Tus pisadas

 

Te regalo un tren vacío.

Y una catedral sin alma.

El viento sabe que en mi voz tu nombre es un pájaro libre.

La luna odia el color rojo de las amapolas.

Tus pisadas en la nieve son un dédalo oscuro.

Y yo camino por ellas sin encontrar la salida.



jueves, 5 de septiembre de 2024

Filantropía

 

Te doy el lado blanco de mi alma, la espiga madura de mi trigal,

el óbolo de un amor que no se mira en los espejos, la sonrisa

que, como un pájaro, parte de mis labios a los tuyos;

te doy el silencio para que en ti crezca el libre albedrío,

la bondad del pensamiento que es agua fértil en los recovecos

de los años; te doy el portal de mi casa para que entres a la luz

que, débilmente, ilumina el transcurrir de mis horas; te doy

la llave de un tesoro que no deslumbra con destellos de plata,

es tan solo un corazón que, igual que un ángel, se conmueve

con quien sufre por las penurias del tiempo y de la vida.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Las tres en punto

 

Son las tres de la mañana y afuera llueve.


Toca el reloj de pared su melodía de espanto,

asesina el silencio el ritmo sonoro,

puntual como la efímera rotación de los planetas.


El grifo semiabierto late también,

un ojo de agua se derrama,

después otro y luego otro

hasta que llegue la luz del día

y mi mano acalle su lento arpegio de clepsidra.


Son las tres de la mañana

y solo mi corazón no lo sabe.



martes, 3 de septiembre de 2024

La cicatriz

 

Es un río que recorre el mapa de mi piel,

un acento carmesí en la escritura de mi cuerpo,

la flor de la herida que late en lo más hondo

sin que pueda silenciar su raíz quemada

por el rayo de la fatalidad, la miro como se mira

a un párpado viejo que no puede abrir sus pestañas

a la luz, no sé dibujar su perfil en los espejos ni quitarme

su máscara pegada a mí lo mismo que una sombra triste.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Los ríos del olvido

 

Su constancia de madre,

su raíz de vida,

su derramada voz de agua

que colma la piel del mundo.



Quiero sentir la lluvia en el corazón,

quiero que moje mis ojos de niño

y me de la bendición de los planetas.


Quiero que se deslice por mi carne como una cascada de amor,

quiero su silencio de eternidad

y su transparencia líquida de flor húmeda

en el manto de mi jardín hospitalario.



Otra vez llueve sobre las rosas de la noche,

otra vez estoy sin ti,

sin tu rostro en los regueros del cristal

que fluyen como los ríos del olvido.







domingo, 1 de septiembre de 2024

La moneda

 

Podría lanzar esta moneda al aire.


Si sale cara veré mi rostro feliz,

si sale cruz veré un desierto hostil.


No sé si la vida se resume en un acto de azar,

si la predestinación es algo más que una forma de justificar el miedo,

si lo que de verdad ocurre es que nos negamos la capacidad de decidir.


Aprieto la moneda con el puño cerrado

así no veré ni la cara con mi rostro feliz

ni la cruz que augura un desierto.


Esta moneda solo me servirá para pagar un vaso de vino

en este café sin gente.