domingo, 28 de abril de 2024

Ausencia

 

Hablo con los lugares que ocupaste:

tu sillón,

tu cama,

tu jardín en sombra.


Eramos abril en la plenitud de enero,

un racimo de lluvia bajo el sol de agosto,

la flor otoñal que floreció entre los esplendores de la primavera.


Hoy te busco en el espejo de la pared,

te señalo en las fotografías,

le escribo un poema a tus cosas 

guardadas en los armarios del olvido.


Y no llegas a mí aunque se alcen los párpados del recuerdo

llamándote en la noche con cascabeles de luna

y un aullido de lobo en las entrañas.

sábado, 27 de abril de 2024

El olvido

 

Es como una niebla que impide ver el hoy del pasado.


Siempre en fuga, nunca echó raíz en la memoria que sufre

por no revivir cada día el acto en que la esperanza se colmó de vida.


Es vacío y es ausencia de plenitud, carretera borrada del tiempo

en que los sentidos se abrían al mundo igual que flores tempranas.

Faro ensombrecido por las nubes de la edad cuando ni siquiera

asoma a tus ojos la fotografía que guardaste entre los pliegues

más íntimos del recuerdo.


A menudo querencia de que no suceda otra vez lo sucedido.

Pero también nostalgia imposible de rescatar

si la aventura llega a su fin y ya tenemos alas

que vuelan indómitas hacia el silencio que llegará

con tu nombre oculto en el cielo por una losa de mármol.


viernes, 26 de abril de 2024

Vida cotidiana

 

El confín de la pared granulada entre las sombras del pasillo,

suena un timbre y el silencio se hace viento de música,

anuncio de proximidad en la mudez de la estancia,

calor humano y palabras en la boca de la mujer o el amigo.

Llega la luz con el estigma de los días golpeando la sed omnívora

de las ventanas y este olor a leche y pan rubio, a dulce de miel

y té humeante que recorre la cocina con efluvios de canción

en el nuevo despertar a la eterna memoria del mundo.

Y tú me acompañas con una ordalía de luz bienhechora,

con la taza de café entre las manos como si cobijaras

un pájaro herido por la guerra infinita de los hombres;

cálida como el abrazo que dejaste en el arrabal de mis sueños

al volverte hacia mí, besándome como se besa a la luna

cuando el sol aparece con su roja luz de alba y ya nada

existe en la oscuridad que no sea fruto de olvido.

jueves, 25 de abril de 2024

El pájaro y la lluvia

 

Qué mansedumbre de alas flotando sobre el manantial de la vida.


Lluvia y silencio en las horas de la quietud

cuando el vergel vive entre las nubes del agua

como una resurrección de álgidas flores

y tallos que se encumbran lo mismo que índices

hacia el azul del cielo.


Y vienes tú con la tarde en las mejillas,

ajena a la constancia del manso fluir de la lluvia

que moja el abril de tus ojos ya para siempre húmedos

como si lavaras tus pupilas con el sol fértil de las moléculas

que en el candil de los iris brillan igual que astros bendecidos

por tus pestañas enhiestas.


Y te ves en los charcos de la melancolía con tu ayer de margaritas deshojadas,

con los labios rojos de la juventud blandiendo su bandera de amor,

con las historias que fueron fanal en la penumbra de un túnel sin salida,

con los arpegios de una música que aún resuena en tus oídos

como una fuente de paz en los jardines del recuerdo.


Ahora yo soy el pájaro sin alas y tú la jaula abierta

que recoge en su bebedero el agua de la vida.

En ti hay futuro, en mí ya no sonríe la esperanza.

martes, 23 de abril de 2024

Oda a los bombones

 

Morís en el paladar de mi boca como nieve cálida y oscura,

de la semilla nace el líquido denso y dulce que en el molde

artesano se volverá fruto de gloria fundiéndose en la ávida

lengua de un huésped feliz. Duros o cremosos, negros o blancos,

bendecidos en leche, preñados de almendra o trufa, de sabores

sin fin: frambuesa, avellana, coco, praliné, turrón, caramelo...

os deslizáis por mis papilas igual que un rocío de efluvios celestiales.

Algo hay en vosotros que oculta en su interior el alma de la alegría,

cada vez que mis dientes os hincan en vuestra dormida carne brota

un ángel que se derrama en mi ánimo como un dócil misterio de paz.

lunes, 22 de abril de 2024

El gladiador


En el Coliseo han dejado huella sus cáligas,
solo oye el clamor de la plebe al rematar a su enemigo,
suda la piel y sangra la espada, los dioses saben
que si asesina es por sobrevivir a la muerte, tiene familia,
tiene hijos y una casa en un país del norte a la que volver,
desprecia a los que contemplan el sufrimiento humano
sin conmoverse, algún día llevará la espada de madera
que le convertirá en elegido, no como el símbolo triunfal
de un hombre libre, sino como el recordatorio de todas
las atrocidades que costaron al mundo sangre y vidas.

*la espada de madera se le concedía a un gladiador como reconocimiento a sus triunfos y le daba la libertad.

domingo, 21 de abril de 2024

Las decisiones

 

Detrás de un pie va el otro

como una sombra en movimiento.


Pero ¿adónde la dirección que sigue

esta arquitectura de huesos y sangre?


Decir sí a la lluvia y no al sol, decir sí al sol y no a la lluvia,

en un caso la pérdida es la luz,

en el otro lo que se pierde

es el sonido vital del agua.


¿Cuál es el acierto si son necesarios los dos

como si no fuera posible un arco iris en el horizonte del mañana?


En este río que somos en el que hay que elegir afluente

la diferencia es prever cuál de ellos se secará más tarde,

por dónde se abrirá camino el elegido

si en algún lugar el cauce trazado con anterioridad

no sirve para acoger el manantial de toda una vida.


En el minuto previo a su muerte

un hombre evalúa las causas de su trayecto,

cierra los ojos

y asume lo vivido.


sábado, 20 de abril de 2024

Lo que viene y lo que queda

 

Vendrá el mar con su miel blanca a dormir otra vez

en la orilla, vendrá el frío del invierno como un animal

de escarcha a lamer las raíces de tu árbol cansado,

vendrá la luz a su hora porque el sol es un reloj

celeste de agujas amarillas, vendrá el pájaro del sur

a tu casa con el laurel en el pico y una herida en los ojos,

vendrá la nube con la forma de un nombre que repiten

tus labios, vendrá el viento agitando su monstruoso abanico

entre la furia y el perdón; quedará la mímica del recuerdo

como un ejercicio de amor y despedida, quedará el estío

y la réplica de las estaciones en un carrusel multicolor

que transita la senda de los años, quedará la luna

y el misterio de la noche como un alfanje pálido

que esgrime el dios de los sueños, quedará el can

del olvido ladrando a tu sombra abandonada 

entre sombras, quedaré yo si me ves en tus plegarias

como un ángel feliz que vuela con las alas de un niño.

viernes, 19 de abril de 2024

La llamada

Agreden las palabras cuando comunican un adiós.


Por eso escogiste un bar desconocido

y una hora en la que no nos veiamos,

la primera hora de la mañana.


Todo con la intención de no sentirte culpable.


Yo, en duermevela, escuché tu voz como un susurro lejano,

quizá tuviste miedo a decir la verdad,

a que oyera de ti cosas que no esperaba.


Tardaste diez segundos en hablar,

mi nombre surgió con un eco extraño,

lo que dijiste después ya se dijo muchas veces.


Son frases tópicas escritas en el manual de todas las rupturas.


El teléfono móvil sobre mi mesa parecía celebrarlo

con el emoticón de una risa parpadeando en la pantalla.

jueves, 18 de abril de 2024

El mar de la noche

 

Hay en tu rostro una herida donde las sílabas en calma

se adormecen como barcos sin un mar que los agite.

Riela la lluvia bajo el farol, allí se refugia el candil

y los narcisos que el agua posa en tus pestañas.

Una árida quietud se expande dócilmente igual

que un latido fuera de hora, eco de otro latido

que ya pasó dejando el humo de un resplandor

en la piel y los mil colores de tu nombre entre

los focos del neón. De púrpura el guiño de los satélites

que te guían por los senderos nocturnos con el ardid

de aquel rótulo que te llamaba, a veces, como las olas

llaman a la espuma cuando en el regreso pierden

la música de sus rizos en la arena y nada se oye,

únicamente una voz que ya no es más que silencio,

tu silencio de mujer escondida entre las rocas del tiempo.

miércoles, 17 de abril de 2024

Turno de noche

 

Suspendida la noche en lámparas de silencio.


El regreso es así, uno persigue su sombra de luna entre calles vacías

y solo encuentra el amanecer como una llama que da luz al olvido.


Y el mar y la canción de la ola, los autobuses primeros

y la rosa de los mercados abriéndose al día,

los colegios y los hospitales que no cierran,

el tráfico como una larga cinta multicolor;

y tú que me esperas aún desnuda

sobre el colchón que nos regaló tu madre.

martes, 16 de abril de 2024

La petición

Piensa en las banderas del tiempo

donde ya no está tu color verde esperanza.


Se borró el arco iris de la juventud

y ahora nubes negras surcan los días del adiós.


Eres el río que se aproxima al mar

con el agua turbia de los hechos

como una sombra de árboles

en el caudal de la inocencia.


No reniegas de nada porque renegar es convertir en eclipse

el sol de los años vividos, no admiras ni el amanecer

ni el crepúsculo, los dos se marchan igual que pájaros fugitivos.


Adoras a la luna para que te regale la luz de los ángeles.


Solo pides un final que llegue dulce

como un beso de amor inesperado.

domingo, 14 de abril de 2024

De camino a tu casa

Uno pregunta por el confín como si una isla esperara

la huella borrosa de mis pasos.


Del río la mansa corriente como la sangre de un niño

que no coagula los sueños sin vida de la vejez.


En el aire las alas del futuro, alejándose entre nubes y sol,

igual que un pájaro sin horizonte al que llegar.


Junto a ti la marea retráctil de los días,

el mecanismo de las horas que ya no viven

en el reloj roto de la juventud, la pasión dormida

entre las baldas del tiempo como un jersey ya nunca más usado.


Y los trenes perdiéndose en la memoria

sin que exista un andén vivo con raíles nuevos

que los lleven al estupor de un encuentro

sin parada, ni luz ni sombra, donde descubrir

las noches fugaces del estío.


Y aquí yo que no sé en qué lugar me espera tu casa encendida. 

sábado, 13 de abril de 2024

El puerto

En mis cuadernas envejecidas no hay nombres

ni vuelan gaviotas a mi alrededor como ángeles

blancos. Enfilo los mares del tiempo con la proa

al sol y la quilla en el surco de la edad, y es mi mástil

una espada erguida que lucha insolente contra el brío

del aire, la lluvia y el rayo que llega hasta mí con el aliento

de los dioses. En mi popa un fanal de luz como una cerilla

en la inmensidad del océano donde un día naufragaré,

a babor el silencio de la noche, la locura de un sueño entre

olas de invierno, el tacto de tu índice como un delfín que juega

con el río de la vida, a estribor las mañanas de abril y un mar

dormido donde riela el azul de tus ojos con los ardides voraces de la luz.

¿A cuál puerto arribaré sin que pesen en mi memoria los ecos del pasado?


viernes, 12 de abril de 2024

Echando la vista atrás

 

Allí sigue el mar con su cuerpo azul desdoblándose

como una flor de espuma y sal.


Mi calle luce otro vestido, lleva una máscara triste,

ya no es la mariposa que volaba junto a mí

en los días de infancia cuando las noches eran

como susurros de luna en un bosque de plantas silvestres.


Los amigos se fueron tras las nubes de la melancolía

o los pájaros del olvido, y son de ceniza los silencios

que dejaron al partir sin la memoria de la niñez

en sus ojos de adulto.


Tampoco estás tú en las rosas del amanecer

ni en los latidos del tiempo donde ya no se escuchan

tus pasos alejarse, silenciosamente, como pisadas

de golondrina en un jardín de nieve.

jueves, 11 de abril de 2024

El regreso

Yo soy el alfil de tu sombra,

cruzo los ríos del azar con mi barco sin nombre

para que en las orillas de tu casa

atraque mi sueño de verte.


Y estás y no estás en los confines de la luz,

como un pretérito en el mañana de una vida por cumplir,

como la espesura en el jardín de los instantes

que volaron con las alas rotas de un tal vez.


Y si pintas abecedarios mudos yo te hablo de sílabas alegres

que besan tus labios entreabiertos al sol de la melancolía.


Y si en el sur, donde vive la cruz del olvido,

no hay una techumbre para mí, yo volveré al norte,

al lugar de la piedra gris y la lluvia en los cristales,

al momento en que me convertí en el alfil de tu sombra.


miércoles, 10 de abril de 2024

Tenía tres años y vivía en Gaza

Ay! de este dolor hecho de metralla y luna,

ay! de mi niño, tan frágil vestido de polvo y sangre,

ay! que olvidé cómo era la risa en sus pequeños dientes de infancia,

ay! del abrazo que ya no podré darle al volver de la escuela,

ay! de la ilusión que se perdió en sus ojos para siempre cerrados,

ay! de su cuerpo que es una llaga abierta a la indiferencia del mundo,

ay! de mi niño, su carita de ángel no es más que un irreconocible despojo,

ay! de mí porque siento cómo crece el odio en el corazón de una madre.


martes, 9 de abril de 2024

Como ángeles de la luz

 


Ven al desliz del agua cuando la lluvia mansa

se posa en los pináculos de la vieja catedral

y en su interior el baile pendular del botafumeiro

agita su tronco con humo de incienso sobre

la armónica serenidad de los cánticos seniles;

de dorado y marfil el ropaje de las santas vírgenes

desde su columna de caoba y tinta, el breviario

y la comunión con la lengua húmeda y el alma

de la hostia cayendo en el pozo abisal del cuerpo,

para darle espíritu y perdón, para sanar la culpa

y crecer en el amor, para que vuelvas a la inocencia

del niño y entre tus palabras sobreviva el nombre

de dios; y toca el órgano fugas y ángelus de místico

edén mientras los acólitos y los frailes, las beatas

y los jóvenes que no han perdido su fe, rezan

ensimismados, responden como ecos a la loa

y la dulce letanía que se extiende por la mudez

de las naves, por el rosetón que matiza la luz,

por el óvalo del ábside, por los angélicos retablos

de madera policromada, por el refectorio y la sacristía

donde la casulla recibe un beso de oración y éxtasis,

por el vino sagrado y las palomas en la ventana

ojival, y por mí y por ti y por nosotros, que también

quisiéramos morir y renacer como ángeles de la luz


lunes, 8 de abril de 2024

El automóvil

 


Recorres sin mí las autopistas de la noche, de tus faros

nace la aurora y es tu canción el aliento de un motor

que no oculta su alegría de vivir. Avanzas entre niebla

y sombras igual que un felino por los laberintos del tiempo

y las edades, alejándote como un aire luminoso bajo

las nubes oscuras de la madrugada, sin prisa ni un lugar

que espere la huella rodante de tus caballos al trote,

sin el yugo de los semáforos con su máscara tricolor

que atrae a las luciernagas de la noche profunda,

sin mis manos guiando tu alegre brío de corcel libre,

sin la paz de los aparcamientos ni la duermevela

en los garajes, solamente tú y el infinito que te llama.


domingo, 7 de abril de 2024

El espejo roto

No son tus cicatrices rompiendo el eje del destino,

son pedazos de vida en rostros fugaces donde

aún circula el río de la edad. Cada uno guarda

en su interior un instante sin voz, una imagen

sin retorno, un capítulo sin inicio ni final. Ahora

son islas de un mar herido, resplandecen sus cuerpos

con la luz de noviembre como ascuas de plata sobre un tapiz

de abedules. Entre mis dedos, igual que pájaros caídos,

laten las sombras de un pasado furtivo. Ya no es posible

restaurar la integridad de su ser, en el mapa múltiple

de su continente estoy, lo mismo que una fotografía

oculta bajo la la piel partida del más roto de los silencios.


sábado, 6 de abril de 2024

El silencio que nos une

 

La transparencia de los vasos y el licor rojo de la penúltima copa.


Y tú, imagen del silencio que nos une,

razón del azar que cabalga los caballos de la noche,

desde el espejo del pub inicias la huida de ti, ágil,

tentadora como las sirenas y su canto, etérea igual

que un ángel vestido de humo y cárdenas flores de luz.


Y yo, en la desventura del alcohol,

con la música de jazz y un rumor de palabras sin dueño en el aire,

ansío que vengas a mí por si te decides a ser algo más

que la imagen de un silencio compartido.


viernes, 5 de abril de 2024

La eternidad de las cosas

 

Están ahí desafiando a los relojes con su persistencia inmune

a los ciclos del tiempo.


Algunas son queridas porque su huella invade la memoria

y es como si en un presente infinito reflejaran el tacto primigenio

de los orígenes, con su forma intacta, y su virginidad de niña

sin el abrigo de una piel que las cubra.


Pero las hay hostiles porque el recuerdo las convirtió

en llaga de desamor o porque sufren el luto del olvido

y se vuelven hacia si como hacen las flores tímidas del verano

al morir el sol cada día.


En mi cajón sobreviven las más pequeñas, los llaveros y las insignias,

las chapas y los colgantes, el amuleto que nunca me dio suerte,

el primer poema que escribí con caligrafía de niño, algunas fotos

de juventud y aquel trébol de cuatro hojas

que una noche de abril grabé en mi piel por ti.


En ellas se posa el polvo de la ausencia con su pátina de olvido

y son hogar de arañas y de humedad, víctimas de una luz

que pone nubes de tiempo en su alma invisible.

jueves, 4 de abril de 2024

La vela

 


Recogida en su capullo de luz tiembla

como si la lengua de un ángel bailara con el aire

una danza de fuego y color.


Y es el pábilo su armazón, su fina raíz de cuerda inmóvil

donde una plegaria anuncia el paradisíaco acontecer de un fin milagroso.


Lentamente va derramándose la cera

y en su costado una lágrima cae con la densidad de un sueño vivo.


Nace del humilde volcán el ansia de proseguir,

lejos del duro soporte que la contiene.


Y es su luz un faro de amor, una misión de fe

que del amarillo cáliz fluye como si fuera una ola

que brillara en el océano de la oscuridad más profunda.


miércoles, 3 de abril de 2024

El tiempo detenido

 

Rompieron en lluvia los pájaros

el día de la luz sin el azul de tus ojos.


Eras un barco de flores en la inmensidad de un río sin fin,

eras un capullo lunar con tu alfanje pálido y tu rosa blanca

dormida en la calidez de tu vientre.


Y venían las olas de antaño, así con su lento camino de espuma y sal,

a morir en los corales de aquella isla sin habitar

que una vez dibujé sobre el océano de tu piel en calma.


A través de los horarios rotos y la paz de los relojes nocturnos

el tiempo se vuelve cristal, tus labios son de mármol

y tu corazón no late al unísono de las horas que palpitan inútilmente

con su armonía pasajera de viento fugitivo.


Ya no hay un sur de balcones engalanados

ni licor febril en las arterias agotadas por el estío

y la seca raíz de los días sin tránsito.


Pero cuando miras yo aún veo en ti

las amapolas de todos los crepúsculos alzarse,

y eres de luna y eres de sol,

eterna como un rayo que no acaba de morir.

lunes, 1 de abril de 2024

Luz, cristal y plenilunio

 

Tú verás el nombre de la luz en su lisa piel.

El corazón del tiempo amanece en el cristal

porque el alba llega con ínfulas de estío y ya

todo es color y vida en la transparencia del cuarzo.

Las yeguas de la luz galopan por el mundo

con sus ijares amarillos y su belfos carmesí,

las guía el sol del verano. Y en mi rostro,

que añora la luna y la oscuridad de la noche,

la luz es una venda que me impide verte,

como te vi ayer, con tu pálida desnudez,

nimbada por el candil del plenilunio.