miércoles, 31 de octubre de 2018

Una mancha de ginebra en tu vestido negro

Estabas formada por pájaros negros,
pájaros de insomnio en la negrura de las playas,
pájaros que vuelven al agua de una gárgola azul,
territorio de la vida que sucede.

Hay símbolos entre tú y yo,
la voz del tren que llama a un río común de horas futuras,
el maniquí que nos ve al cruzar la calle que perdimos,
un perfume de águila que guardo en los bolsillos al atardecer de la lluvia.

Lo esperado no espera, un carril escribe en el viento hogueras invencibles,
tú ríes en un bar y nadie columpia tu risa de amapola.

Es viernes en un gozne que chirría pétalos indescifrables.
Aprendimos de los vasos encendidos por la ginebra
el magma dulce de la perdición.

Yo te digo: “ven a la sed”, como si la garganta
que ese neón escupe en tu aliento
comunicara a la lengua el latido de la felicidad.

Te he buscado y al buscarte regreso a mí
y en mi mapa descubro el boj de este laberinto
que no termina de abrirse.

Ahora es el futuro,
tu mano limpia dibuja un frenesí de palomas,
leños, ríos, cromatismos que mueren.

Ya somos la altura de la vejez,
en tu pelo negro, en tu sayal negro,
en tus perlas negras late la quimera de un perfil
que huye hacia el estío de las victorias perdidas,
hacia la cruz donde elegimos la dirección ágil y equívoca del misterio.

martes, 30 de octubre de 2018

Barra americana

Recorrí los espacios clandestinos de este bar de mala muerte,
para inventarte me hice lámpara,
desde la altura de un techo bajo
se ve la abrupta senda de la caricia,
no hay más que volar con las pupilas sedientas
y dejarse caer entre los pómulos
para llegar al tobogán vertiginoso
del deseo.
Y de allí salir indemne o volver amputado de otra noche
sin espacio o seguir la geometría y tomar la curva,
apretando los puñales, ¿cuántas veces asesiné allí el misterio?
el pelo lacio y los pechos como planetas vagabundos,
el universo de los metros cuadrados contiene soles de neón.
Así ella en su rotación a veces roza mi espalda y el viento
cósmico de sus manos me pide un precio de puta fina
en vaso de tubo largo con gin-tonic de pegamento.

lunes, 29 de octubre de 2018

La sombra amante

Aprenderás de mis pasos la raíz.
Carne traslúcida tu eje inmaculado.
Hilos, vértebras, goznes azules en tu interior.
Palabra que desdices sin que nadie te escuche
ajena al Olimpo del reloj, toda tú hemisferio volátil.
Hija del susurro y del imperio del sol,
nauta anquilosada en el efluvio de mi ser.
Flor del odio que vence al ancla fiel de la bruma.
Cuando llega la oscuridad tu aliento me cubre,
tu frente de gata se acaricia con mi mejilla frágil.
Somos materia y ceniza en un cuenco irreal.
Mi amiga, mi etérea imperfección que llora cuando no estoy
porque muere su luz.

sábado, 27 de octubre de 2018

El almuerzo

Podrían hablar los objetos en su guarida.

Una voz sobre otra voz en las horas de la comunión
donde no hay verdad ni palabras ciertas
ni otra simetría que el silencio.

Testigo el viejo mueble de caoba,
las fuentes en la pared de dibujos y filigranas
bajo arcaicos paisajes.

El televisor como un ombligo de paz habla a la luz,
inventa la historia simple del artificio.

Sobre la galanura de la mesa una araña de poliedros,
de lágrimas de cristal, de ribetes sin sentido
lanza su haz de lluvia hasta el oasis rectangular
del mantel orlado.

Estéril el duro invierno, el frío yace en la quietud de los cuadros,
madre es un sol de poniente que ilumina la transición dulce
de los labios carmesí.

El reloj blanco quiere ser pajarita en los cuellos del presente,
el ventanal azulea con la vespertina indolencia de los minutos .

Un aura de fantasmas dormidos puebla la similitud de un almuerzo,
la despedida se oye en el crepúsculo cuando los caballos de la noche
invitan a dispersarse como náufragos que han reconocido, al fin, su orilla.

viernes, 26 de octubre de 2018

La trayectoria omnímoda de tus ventanas

Nunca cayeron hojas en la buhardilla rota, el arlequín
de los cuerpos danza en metáforas de aluminio,
y es que el aire ya no se columpia,
cada esquina muere en su rencor y toma la carne, la acaricia
como lluvia de lágrimas, como la nada en la nada de un tiempo
inexacto.

Yo sólo escuché los estambres de un sueño, rumores
bajo un vaso de níquel, lo que sabía no lo dije, lo que tu sabías
fue nube en el sexo de las horas, los años me traen canciones de seda,
subterráneas partículas de algo que no tiene esgrima, pongo mi cuerpo
a dibujar en el signo, hoy que la membrana de un adjetivo ha calcinado el verso
te miro en la gruta como un episodio de miel, como un azar
de tres sílabas en círculo.

Te hablo, me adhiero a los vértices
de un combate de espejos, asiento como un nómada en los desiertos
de espuma, sugiero tambores que no pasarán página, ¡tantas veces
modelé el conjunto de tus miedos, tanto amé al roedor que pusiste
en mi ceniza!, no diré un nombre que dibuje en el cielo témpanos,
no simularé las tardes sin tobillos. Es una historia ciega
la que nosotros construimos,
conté portales, tracé en silencio
la trayectoria omnímoda de tus ventanas.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Mirarnos en los espejos

Sobre mí hay un tragaluz de recuerdos.
Me iluminan con su claridad de hojas caídas.
Tu voz, tu voz es un círculo que algunas veces
dice amor. Acostados en la penumbra solo
los espejos anuncian la telaraña que tejimos.
Nos visita la luna con su calidez de anémona.
Mirarse así bajo el resplandor del hoy y del ayer
como dos ríos que no cesan de fluir y entienden
que un verso es la noche que puebla el tiempo
con un designio y una verdad que no podrá
detener el caudal omnímodo de los relojes.


lunes, 22 de octubre de 2018

De niño a hombre

Es lo que vivo o lo que viví, aún piel y sombra,
recién nacido a un jeroglífico de sangre y astucia.
El primer recuerdo: una mano junto a la mano del niño,
crepúsculo y sinrazón de la brevedad. En el transcurrir
imberbe solo hay luces -la memoria escribe sobre
renglones de felicidad- juegos en los parques, la vida
simple de la especie y sus palabras etéreas. En el confín
de la edad las preguntas regresan, todo fluye en un ejercicio
de insectos sin alas que recorren la vespertina nieve de la noche.
Mil pasos suicidan el tiempo- horas sin opúsculos,
lunas tardías en el vientre inesperado-con cangilones
diluidos como el silencio que calla. De pronto el cenit
de la verdad invertida, pámpanos que se deshojan
en la ingravidez hasta el fin de las estaciones cuando
muere la virtud y alguien descubre en un desliz
lo que no fuiste y ansiabas ser.

sábado, 20 de octubre de 2018

Lo que por ti callo

Apenas son susurros de madrugada,
la indolencia de la luz cuando atraviesa el polvo de la noche,
pasos que hieren el mosaico del silencio.
Unas letras dibujadas en papeles azules,
espejos que iluminan la virtud de los cuerpos efímeros,
epístolas sin nombre que nunca enviaré
porque duele la razón infinita de la ausencia.
Todos los secretos viven en las paredes que no miro,
todas las voces hallan una cicatriz en la memoria
de los estantes, de las cómodas o de los relojes rotos.
Quizá debiera prorrumpir en grito como si poblara un río extasiado,
en su orilla las palabras mueren de altivez o de orgullo lábil.
Siempre callaré si el sueño es la verdad de una herida,
vigilo la llama que explota en tu corazón de corolas verdes,
nadie, entonces, buscará el aliento del puñal,
la oscura sombra del candado que enmudece el resplandor de la vida clara.

jueves, 18 de octubre de 2018

Los viajes infinitos

Si antes éramos islas la piel hizo de puente.

Unión de sombras que se alzan
hacia los espacios desconocidos de la aurora.

Hay un meteoro en tu sien de pétalos rojos,
hay orillas de pupilas y candidez,
hay la pulsión del tránsito que no cesa.

Ciudades de bruma, acantilados de vértebras oscuras,
aquel río de hielo imberbe, el calor de las plazas
y un silbido que nadie escuchó salvo nosotros
al huir del miedo.

Mi voz se cubrió de ceniza bajo el eco de los tranvías,
tu voz sonaba a ausencia
después de reclamar el aullido de las estatuas.

Cada estación encendió en tu rostro mil vidas paralelas
que aún guardo en los espejos.

Trenes azules, automóviles sin heridas,
un avión que huye de su estela
como un pájaro que no reconoce la luz.

Si tú quieres te contaré el mapa infinito de los viajes que fuimos
para volver al tiempo exacto
en que todo tuvo el sentido de la edad en flor,
del corazón en éxtasis,
tal vez
de
la
locura.


lunes, 15 de octubre de 2018

Mi pluma



Es la forma dulce del pensamiento, el alfil que escribe
la noche, el día y el sueño. Se posa en el papel vacío
con la caricia de las letras amantes, suda un misterio azul
en su discurrir alegre, exhibe el rubor de la máscara y le da luz
al imposible. Admiro su lisura cuando se alza entre mis dedos,
es frío el instante del tacto para después rozar la piel
con la sonrisa de un punto y seguido que no cesa.
Es la reina del color, de la ebonita y del aliento dorado
de la espiga. Cuando la dejo reposar en mi bolsillo calla
como una niña triste pero yo la arrullo y le digo que me espere.

sábado, 13 de octubre de 2018

Pasear contigo

En mis pasos la senectud de las horas grises. No así
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.


miércoles, 10 de octubre de 2018

Tu semilla

Todos los perfiles te nombran. Hay un amanecer
y un jardín de flores con tu rostro. En los cristales
repica la lluvia como un verso que aúlla. Al fin verte
atravesar las acequias con los pájaros a tu lado,
sonriendo. Siempre tu cuerpo está junto a mí,
siempre un rizo tuyo se acuesta en mi labio como una línea
húmeda que sacia mi sed. A veces te crecen alas y tu vuelo
es un círculo donde la llama del deseo se columpia. A veces
te abrazo e imagino la nieve deshacerse en mis párpados
porque nace de ti la semilla de una razón hecha de carne
y de fuego. Y si te miro sé que es en mí donde siembras.

domingo, 7 de octubre de 2018

Las cavilaciones de un hombre enfermo



Debemos valorar a las personas por lo que tienen en su interior

Jack el Destripador

Otra vez, otra vez la canción del agua
en mis manos.

Hay risas y cabriolés
que escupen su sonido
de cascos sangrientos
hacia la duna de la conciencia.

Qué música de organillo en Whitechapel,
qué fiebre de vómitos,
qué resurgir de campanas en la medianoche
alzan el ejército de mi hoguera
hacia la pasión que dibuja un tajo febril
en el relámpago de la lujuria.

Descubro los senos encendidos,
las guirnaldas y los confetis,
el hueco ácido de la voces,
el tintineo de las monedas bajo el corazón hastiado
de la virtud.

Quema el rocío de la niebla en mis dedos
como cuchillos que trepanan la carne
y desmembran la singladura de un solsticio en las venas.

Ah! de la infamia, solo el benefactor presiente
el latido de las alcantarillas.

¿Y si llega hasta aquí
y después levita el sordo augurio de la piedad,
en qué gruta el sorprendido anhelo del perdón,
mi revés de alquimia y penitencia?

Yo busco el alma sin alma
en el vientre del lupanar,
yo el arlequín que imagina
una voraz altura en la pureza de su rito
solo quiero un manjar de muñecas con semen en la boca,
que no hablen,
que no digan cuándo,
en qué instante, aconteció su infierno.

jueves, 4 de octubre de 2018

El otoño en mí

Como la esbeltez de un tronco ante la mirada del sol.

Así la piel contra la piel,
el rubio ardor del silencio,
la metamorfosis del tiempo.

Más tarde la palabra y el refugio del vástago
mientras sudan los días espejos de alas blancas
o aventuras yacentes.

Hay hilos de costumbre en los desayunos,
un adiós sin preguntas que impacta en el cristal
como una masa gris e inhóspita.

El almohadón de la alcoba sueña
con pájaros copulando en la nube,
ausentes del misterio,
desnudos ante la noche.

¿Y, después, qué lágrima de éxtasis,
en dónde la caricia de la ola perdida?

Hablamos y tejemos la telaraña de la ayuda.

Así se revuelca el amor en su jardín de hojarasca.

Siempre es otoño en las pupilas que añoran
la cumbre de los besos encendidos,
siempre es otoño
tras la humedad infinita de la entrega.

lunes, 1 de octubre de 2018

Seis de enero

Día de reyes como cometas al aire. El tacto
y la mirada virgen ante el descubrimiento.
Presentir la nube indómita de la magia,
acurrucar al niño entre su pijama y el cosmos.
Mi fuerte de vaqueros e indios, el balón
y el coche eléctrico, un mecano de piezas
descompuestas, el pequeño proyector
de dibujos animados. En el salón
vagan la ternura y los ojos grandes
del que aún es un niño y no olvida.