martes, 10 de diciembre de 2024

Eres como una luz que me despierta

 

Acoso de tu luz en la córnea dormida.


Pátina de sol en la red de una pestaña

que abrocha el duermevela con hilos de negrura.


En el iris tu resplandor de neón eléctrico,

en la pupila un espejo de miel

que guarda el rostro de la noche.


Mis párpados sin ti son claveles de alquitrán,

carne de tizón, portal de ébano y sombra.


Luz que desenvaina su espada de astro vencedor,

de helios vital, de oro que fulge en el cielo azul.


Contigo la cabellera del día surca la herida del sueño.


Hasta llegar a mí para hacerse rosa de luz.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Tu voz

Tu voz en la noche es dulce como el canto de un ángel,

blanca como el brillo de la luna en la cordillera de tu boca,

lábil y ardiente como un temblor en la piel del susurro.


Celebración del ocaso

En la inmensidad del silencio tañen las campanas

un ritual de sombras, duele el ayer como duele la respiración

cuando son de hielo las moléculas del orden

que atraviesan las conductos filiales

como espinas que se clavan en la memoria.

Sentencia del crepúsculo en las pestañas

que han llorado por los tibios eclipses del dolor,

mortecino el alfil que aún recorre los mapas

de una singladura sin álamos a la vera de ríos sin caudal,

y este atril de luz que en mi rostro de carne envejecida se vence,

esta ceniza de orgullo que tizna mis manos,

aquel reflejo de éxtasis, de luminaria en flor,

aquella imagen de pájaros bajo el azul,

la celosía a través de la cual se adivinaba

un rubor blanco de jazmín en tu piel adolescente.

Todo es piedad, carcoma en el rubí que ya no luce púrpura,

y equinoccios como una red de fantasía

que al recordar su dibujo se transforman en misterio pétreo,

en algas de un mar estéril, lago casi, estanque, pila,

vidrio que contiene una lágrima, un átomo invencible

que aguanta la plañidera canción de los relojes,

el frío del solitario en su urna de cristal, tu voz tras el lienzo,

tus pasos deslizándose como canoas de senectud

por los canales en sombra de la casa,

los espejos velados junto a los búcaros vacíos,

los libros, los candiles, el marfil y el oro,

la luz insomne, este arroyo que estrecha sus orillas

hasta que ya no fluya por su cauce más que un latido,

un pequeño latido que solo yo escucho, lentamente, morir.







sábado, 7 de diciembre de 2024

Bruma

Se posa en la piel del jardín como una membrana de agua y frío.


Veo el parteluz de la niebla que ancla ante mí su fuste algodonoso,

su atrevido látigo de lluvia, su nave de miríada fértil.


El silencio es de cristal empañado, una luz de ámbar,

un haz que baila en la espalda trepadora del cúmulo,

un farol como un ojo herido por la bruma

son los arietes de la claridad.


viernes, 6 de diciembre de 2024

La tormenta

La luz en el enjambre de la noche con su mortaja multicolor

ilumina el rincón en sombra, la sed de los espejos

donde hallo el perfil de tu rostro inmóvil

me llama desde la antigua edad de los músicos,

la balada del cantautor, el ritmo de unos pasos ocultos

por la niebla más dulce, la lluvia en el ventanal como haz de cabellos

diluyéndose por la piel del cuarzo en melodía insomne de colibrí.


El ojo abierto al susurro tras el visillo verde,

el perdido aliento de una nostalgia que acaba de nacer

como pétalo de rosa al azul de este cielo

que clarea en silencio de ceniza,

en brote de árbol que se abre a la luz,

en fruto de tu boca muda,

persianas que caen sobre los párpados

como una brisa de mar,

el foco en tu habitación vela la historia que sueño,

enciende la realidad con su atrofia blanca

más allá del cuadro que tras el oscuro dintel imagino.


Anémonas de verdor lacustre en orillas quietas,

vitrales de catedral ardiendo en la palidez de tu rostro,

los puentes ornados con vírgenes del medievo,

los tranvías que perdimos sin que importaran

ni su color ni su número ni a través de que línea,

de qué ciudad, en qué suburbio o esquina

o ante qué encrucijada de rótulos, arboledas, páramos

su esqueleto de metal zarpó con las astas eléctricas

clavándose en la red longilínea que cruza ríos y túneles,

cumbres y valles, plazas viejas y plazas nuevas,

estaciones y jardines de altos álamos, pinos y tejos

que sobreviven al humo y al rumor de los vehículos

que braman como pájaros mutantes de acero y plástico.


Como bestias que no se detienen ante los semáforos sin luz

ahora que los rayos de la tormenta serpentean por avenidas

de un cielo oscuro y voraz hasta caer en la luna de mis ojos

enceguecidos por el visceral delirio de la noche.

























miércoles, 4 de diciembre de 2024

El lienzo de la lluvia

Traspasa la lluvia el sol de la melancolía con su cinta de agua

rompiéndose en gotas de paz, voy de ti a mí con la flor

y el témpano en el invierno de mi juventud, voy al atrio

y al pedestal, del mundo imberbe de la infancia al confín

de la desnudez como un río perezoso que prorrumpe

en catarata bajo el cielo gris de una ciudad en sombra;

y es de lágrima y rocío el dédalo por donde el hilo del azar

me lleva a tu cubil, a tu jardín de redes azules, al lienzo

de la lluvia que cae sin el dibujo de tu perfil en la urdimbre

multicolor de un arco iris apócrifo, derramas estrellas

en el atardecer de mis ojos que no iluminan el cristal

donde tus rizos de agua son de mercurio y plata.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Lo efímero

Sin historia el paso del ángel por el dintel abierto de mis ojos,

murmullo del aire y de la luz caída, palabras que mojan

los silencios como lluvia fértil en el vientre de la nube

mas árida, un vapor, una rosa en el cáliz de los labios,

un círculo que anuncia el abrazo de la ceniza, la voz

sin el eco de un nombre, el vago ejército de los días

que dejan en los rostros cicatrices de nieve, agua

que fluye por el manantial inhóspito de las horas

como lágrima de niña núbil, como viento de azar.