sábado, 29 de noviembre de 2014

La calle



Esta calle es un mar perdido. Mi isla
se refugia en cristales blancos, en horas
sin oleaje. Como un pirata desorientado,
viajo de mi a mi en busca de un tesoro
inolvidable.¿Seré yo el cofre del misterio,
la luz, la sintonia de un lugar mágico? Piso
la geometria de mil baldosas indecentes,
un rumor y otro, la soledad tras los visillos,
el ocaso de las voces como murmullos del
ayer. Mi cuerpo ama este ardid de la memoria,
el garaje, el bar donde comprendi los ecos de
la vida. El final será un sordo eclipse cuando
los años me inviten al regreso y dibuje la hojas
frías de un suburbio, una imagen que nunca fue
abril en este azul que aún resiste. La calle muere
en mis ojos caidos, porque yo ya no soy yo,
sino un rictus que insólito regresa a su paraiso,
a su rota efigie de carne, piel y sueños.

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