miércoles, 30 de mayo de 2018

Cuando alguien te piensa

Es como un aire que no se materializa,
un fantasma que habita la isla de otros,
una imagen que se escapa del círculo
de la carne. Y, sin embargo, qué dulzura
si la alegría viste el fluido del sueño
o la memoria invoca el pasado con
aspas de juventud, de niñez o de paisajes
compartidos. Qué suerte si vuelven a la vida
los reflejos de un sol inmortal, si aún en los labios
de la sonrisa se escucha el rumor de mi paso
como un hilo que entreteje las huellas
de una felicidad que yo también añoro.



lunes, 28 de mayo de 2018

Lámparas



Pudo haber sido el edén,
la luz donde nadan las letras del infante,
el asombro interior después de la claridad
de los días infinitos.

Arriba como faros múltiples,
rozando la muesca
invisible de mi cara,
el pedestal donde mi padre
lee las noticias efímeras.

Y la lluvia más amorfa de los tubos de neón
en la cocina que no quería la luz blanca
sino el roce de la amarilla intimidad.

A mi sombra,
en el duermevela,
la lámpara es un tiovivo de figuras que sueño,
el roce de la ternura en la mejilla,
un vigía que me indica la soledad de un párrafo
antes de ser yo la lumbre que cabalga.

Me olvido de las formas
-tulipa, hierro, papel, polímeros, cristal-
porque la noche oculta
las líneas febriles de un texto
y solo me salva su cabellera de luz
al romperse entre las sílabas
de una historia inmortal
que, sin pudor, revivo.

sábado, 26 de mayo de 2018

La memoria de tu corazón

Así la brizna o el polen en el efluvio del aire,
así la espuma y su caricia, así el vuelo del pájaro,
así la llama del sol sobre la espiga y el prístino
rumor del río, así la mies del verano y los ojos
de juventud en una hembra virgen, así el haz
de un faro en la noche, una ráfaga en la quietud,
el soplo infantil de las horas. ¿Qué verdad es la llave
eterna?, ¿qué roca-de granito o carbunclo-sobrevive
a la luz?, ¿en qué rincón el sedimento sueña
con pilares rojos de inmortalidad o núcleo
de ventanas cerradas en la vivienda triste
del suceso? Relucen los campos y mueren
las esquinas de las ciudades, y pasa el céfiro
como un arco iris de mar, y llega el Olimpo
de las palomas y sufren los niños la herencia
del ocaso al volver del día. Escucho la lluvia
como una música que fluye, no hay raíz sino
episodios. Entiéndelo bien al abrir tu párpado
hacia la claridad del espejo, solo en los límites
de un hálito se halla la memoria de tu corazón
al que interrogas sin fruto, al que mientes
sin por qué.

jueves, 24 de mayo de 2018

Pájaros nocturnos

Antes de ti no concebía la imagen exacta de un cuerpo.
De pronto el carmín de un labio, los pantys deshilachados,
el perfil de un águila que busca. Y la música en rompiente,
las palabras acostumbradas al silencio, una copa
que se aferra a la noche, el latido circunstancial del azar.
Me llevas al barranco tras la deriva de tus altos botines
y cada espejo, cada cristal se insolenta con el murciélago
que asoma en la cruz de las calles. Somos pájaros
después del plenilunio, cometas sin bienvenida,
astros que morirán en la cópula, o al contrario,
en el ansia de yacer.

Faro de Finisterre

Se abrió como una lágrima el mar deshojado.

Después de los perfiles,
del almidón de las nubes como maciza nieve
llegó el espejo veteado de un océano antiguo.

Su lengua esférica duerme la sinrazón del verano
y nosotros, aprendices de invierno,
sostenemos pestañas pegadas a mirtos.

Todo para llegar al símbolo,
luz herida de sombra,
voces que recuperan el vuelo inmóvil de los insectos,
rocas tiznadas, veleros de cuadrícula imperfecta,
el eterno silencio de los labios de arena.

Una extraña armonía de preguntas azules
escribe aquí historias de nácar.

Algunos sitios

Algunos sitios: nuestra calle,
el cine pequeño, el bar oscuro,
han tomado la forma de tu cuerpo.

Lo compruebo cuando te transito
y no llego lejos, cuando bebo
la última copa
en los pechos de la penumbra,
cuando el final de todas las películas
se escribe sobre tu piel interminable
y allí no encuentro lugar para el deseo.

Algunos sitios son tu cuerpo desnudo.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Reminiscencia

Tal vez aún te oiga, aunque yo ya no sea yo.
La habitación desdibuja signos de luz
y en la memoria de la cama otra huella
resplandece. Tus palabras me recuerdan
un ayer desconocido, tu piel en cambio
está junto a mí, siempre joven, siempre
desnuda.

El sueño de los elefantes

Me pregunto cuando fue la última
vez que desdoblé el aire y le dije
aquí tienes un sitio, una hoz inmensa,
una altiplanicie de pérgolas.
Me pregunto por tus cabellos
a los que di un nombre,
largos abecedarios y abalorios
de rojo incandescente, que numeré,
que puse sobre la arena,
que invité a ser racimos.
Un solo color,
un misterio de epístolas,
¿recuerdas?,
la inmensidad en ríos de tinta.
Y a mí que me gustaba engañarte,
ser historia que inventaba historias
porque veía en tus sienes
la felicidad de un segundo.
Hoy la distancia huele a besos que han expirado
y ni un solo cabello se puede atornillar al olvido.
Te tengo aquí como a la sombra vieja,
polvo que ha comido del sueño de los elefantes.

Separación

Aquella vez no fue un mero desacuerdo,
una palabra que suena distinta en cada tono,
un gesto equivoco ante el espejo del baño.
No, aquella vez fue el pensamiento, la raíz
del discurso que a diario sosiega, el bálsamo
de los cajones poblados y las estanterías a medias
lo que se quebró de cuajo y en su centro.
Ya no hablaste más, pues ninguna verdad quedaba en pie.
Todo pisado, todo sucio como un camino de barro.
Amor que te has ido desnudando como un árbol en otoño
o una retama blanca de invierno, amor de nubes oscuras
y viento iracundo, ya no digas más lo siento.
Cuando el crepúsculo llegue fiel a su cita,
un resplandor de olvido se hundirá como el eco
y ese orgullo latente y mudo, dejará por fin de ser nuestro.

martes, 22 de mayo de 2018

Vida social

Tres pasos adelante y dos hacia atrás.
¿Eres el mismo ser? ¿Has dejado huella de ti?
Aprenderás del roce su chispa de asombro,
el candil que razona y elige la deriva
o el ensueño. Te hablarán en multitud,
suavemente, igual que madres perversas
o coros de ángeles caídos, y al fin
venderás tu sombra para ganarte
un sitio en la tribu, un espacio difuso
donde ya no se escuche tu voz.

domingo, 20 de mayo de 2018

La alianza

Un símbolo no es nada más que un símbolo.

Antes la unión de los vientres,
el verbo similar como un arco iris en la vísceras,
el caudal de un río sin orillas,
los espejos y la luz
bajo cualquier rincón oscuro.

En tu falange el oro del aire,
en la mía tu verdad oronda de muescas invisibles.

Escrito está en la piel el círculo de los amantes
-años, nombres, virtud y silencio-
sobre el anular la llaga del oro,
incontables enigmas en un cilindro de cartílagos viejos.

En los días de la canícula
desnudo el mástil de las extremidades,
entonces miro la huella blanca
que ha dejado el aro fulgente donde las palomas ya no anidan.

Y pienso en la hondonada y su periferia,
en el cosmos de un compromiso voraz
que aún resiste al vendaval y a la extrañeza
de ese embate sin piedad,
de esa sinrazón inútil
que es la vida.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Ingenua Marilyn



“La felicidad está dentro de uno, no al lado de nadie”
Marilyn Monroe

Dentro de ti sonríen los caballitos de mar.
Un cuerpo sin memoria es la vida, un corazón noble
-si lo hallas- reluce como la infancia de los cometas.
A un cisne no le bastan las aguas del silencio,
quiere el mimo del arlequín navegando entre sus muslos
o un río en que la desnudez no resplandezca ni se yerga
inmortal la lujuria de los sexos encendidos. Tanta ternura,
tanto el alfil de los vestidos rojos y su jardín de cópulas,
tanta la avidez de aún ser tú la que entiende la virginidad
como un sol y el labio como un arrullo. ¿Y la frágil
mentira de los párpados cuando la pregunta hiere
y tu cadáver se anticipa a la gloria efímera que
sucumbirá en los espejos? Me conmueve la gracia
de las curvas volcadas al aire, la carne a la deriva
y el temblor de la niña que aún eres al volverte
hacia una cámara que sueña en paz los sueños más
fugaces. Hay una pregunta en tu boca que nadie conoce,
hay un pájaro que se duele por ti o por nosotros.
Un mito es un enigma de múltiples caras, al ver
tu noche infinita me reconcilio con los días azules
donde ya no existe el glamur, solo este fluido de agua
y residuos de llanto en la invencible caricatura del olvido.

lunes, 14 de mayo de 2018

Descubriendo tu belleza

Te sorprende y tardas en saber por qué. Una ráfaga
que incendia tu pupila, la armonía iconoclasta de un brote,
ese rayo con que persigues la fugacidad del éxtasis
para rendirte. ¿Será la maravilla del color o el estallido
de una perfección en llamas? Me duele como a un niño
feliz la huella efímera. Ven y cubre de espejos el muslo
que invita, traza con la inmadurez de tu nombre las escalas
que pisaré una sola vez y si el regreso es la luz no descubras
la señal que envejece ni el instante en que dejarás de ser abril
para convertirte en diciembre.

sábado, 12 de mayo de 2018

Mi sombra

Como ala quebrada, como nido de un pájaro ciego,
como la luz que, invertida, se yergue en el borrador
de los hechos inconclusos; así el retorno a mi sombra
triste, su memoria es la mía aunque ella anclada en la piel,
en el perfil sin densidad de este cuerpo encorvado, ya
no sea la amante de mi joven estatura, ni ría conmigo
al volver de las noches turbias, ni se acueste en mi cama
-algunas veces oscura- para susurrarme incendios,
libaciones, tacto húmedo de infinitud. Estoy solo,
con esta soledad de humo que huye hacia los huesos
del pasado(su ternura es mi edén o maldición o salmodia
de desamor) sin su compañía los pasos escriben sobre
el suelo aullidos de pérdida, un voz de falsa confidencia
se adelanta al futuro, mi destino amanece con un tenue
grisú en el espejo que no consigue reflejar a ese otro
cuerpo volátil, silueta que indecisa se agosta lejos
de mis frases de añoranza, de mi abrazo de aire
donde vivirá para siempre esta caricia sin envés
que soy yo mismo.

jueves, 10 de mayo de 2018

La huésped

En este instante, un pájaro vuela sobre ti, para

que al fin lo arrulles. El café duerme, tu sonrisa

es un mar difuso que acampa en el cristal.

Hay un color sin color que desconoces y un ritmo

suave de pianos adormecidos, sílabas

en el mantel, rojos estambres de amapola.

La noche vive entre los duendes del silencio

y una mirada cruje al bies del velador, vencida de luz.

Al tacto la piel sigue siendo la piel, aunque los carámbanos

de la edad hablen hoy sin pasado. El camarero

no sabe del mañana ni de la ausencia, solo escucha

las lágrimas de un reloj que escribe cada día su epitafio.

lunes, 7 de mayo de 2018

Versos sin alas

Y es que aún no sé decir melancolía, porque
encuentro el rastro de la piel, del murmullo
y el clamor a través de una habitación en sombra;
a la lumbre de un candil, arrojados por la virtud
del espejo al oasis de los cuerpos -brillo, nieve,
llama y crisol- hasta la mañana encendida y el mar
encumbrado sobre caballos de espuma, lánguido
en ósmosis el silencio, el aire y la duda entre vapores,
canesú, cenefas y un azul de mediodía. Claridad
en los signos del vestidor, el aura de un galope
hasta el fieltro hollado, como si los segundos
fueran pálpito de hojas alegres o un sur de magnolias
a los pies del éxtasis; una orilla donde escribir
los versos sin alas que en el instante del amor supuran.

domingo, 6 de mayo de 2018

Carta de nadie a Jean Baptiste Clamence


“Cuanto más me acuso, mayor derecho tengo a juzgarle.
Más aún: le provoco a que se juzgue usted mismo
(Jean Baptiste Clamence)
.”
La caída. Albert Camus.

Oh! señor, por qué no cesa de una vez la bruma,
sus palabras resbalan sobre mí como aceites negros.
¿Es, entonces usía, el héroe que amó la prístina virtud,
el excelso ejemplar que no sufre, la vocal en el discurso
que inflama los corazones necios? Si me dice que fue tan fácil
la singladura, que jamás los sentimientos encontraron
otro abrigo que el dulzor de su rostro, que la gloria
se encendía con la bondad acrisolada que tan eterna
brotaba de su ser, que los caballos salvajes bajo
su caricia leve al fin entendieron la parsimonia que nutre
de paz los silencios. ¿Cuál, entonces, el desamparo,
la huida y la noche? Usted me dice que es suficiente
la orilla de un mar de cristal, aquí en la llanura más llana,
entre los diques mudos, bajo la lluvia que moja los canales
de esta ciudad sin agosto. Deje que hable mi destino:
usted conoció la luz del triunfo, la vanagloria ambidextra
de todos los aplausos, el labio en su labio como flor de agradecimiento
y fatalidad. Bastó la risa para que un áspid royera la inmaculada
efigie de la virtud. Sí, somos iguales en la culpa sin disfraz;
cuesta aprender que la inocencia no existe entre los pámpanos
del día. Quien juzga no miente, solo vira el sentido del espejo
y se retrata. ¿No está hermoso el canal? En el bar espera
un desafío, alzaré mi copa con la suya, toda la fraternidad
se resume en dos caminos universales que, sin futuro,
repiten los ecos de una canción hostil.

viernes, 4 de mayo de 2018

Añoranzas de nuestra vida paralela

Antes de que mis ojos fueran pájaro
yo habité en tu nido frágil.

Tu pisada de ayer es mi pisada de hoy:
la magia de un film,
la ternura intempestiva de un mar sin nombre,
el haz de un faro
que te ilumina, igual que a mí.

Y los sueños en el mismo escaparate virgen,
el poso del café que desentrañamos juntos,
la ilusión fantasmal de un latido alegre
que no traicionó su sístole.

El fluir unívoco en la memoria de un río impredecible,
la mirada que deja de ser mirada
para ser un espejo común de alas que sucumben
a la vorágine de la juventud.

¿Juega, entonces, la luz con la luz
en los trenes que nos visten
con horas de penumbra
e insólitos encuentros de sinsabor?

Hay un tejido de niebla
que borra tu imagen del cristal
-aún no sabes que el carmín escribe razones de púrpura
en la ansiedad del deseo imberbe-.

Es pecado de inocencia el abrazo en las esquinas
que una vez viajó hacia la noche sutil.

Detrás de los velos te peinas,
tú y mi sombra en el ataúd de un reloj
que grita pasado como quien grita nube,
humo, aire o infinito.

miércoles, 2 de mayo de 2018

No me llaméis Cassius


“Cassius Clay is the name of a slave.
I didn't choose it. I didn't want to.”

Muhammad Alí.

El vuelo es un don que aprendí sin querer. De niño,
los élitros sobre los campos de algodón, la música
del metal, simple y nerviosa tras el óbito. Bailar
cernido por el aire y la sombra, en una urdimbre
de músculos y venas -porque abrazar el tiempo
es abrazar la luz-. Entonces supe del rayo y la espada,
del color indómito de la sangre en el escarnio del pómulo,
en la herida insomne de la esclavitud. Todo comulga
con el ardor como si hogueras invisibles iluminaran
la raíz rebelde de un latido negro, como si el ascua
alzara hacia un corazón letal nubes de euforia, altivez y pálpito
en un cuadrángulo de cuerdas y lonas rojas. Soy el tizón
de un ángel que descubre y maldice los cuerpos que callan,
la inocencia servil de un pájaro que sin su fe se desvirga.
Mi orgullo escribe frases de horror en los nudillos; ruge
al fin la venganza secular y yo dialogo y lacero para no morir
de la muerte de los otros, para ser aurora de eternidad,
un símbolo que hoy golpea con su mazo de dioses
el suburbio ancestral de la injusticia.