martes, 31 de octubre de 2023

El pájaro de mi voz

Como el junco te das al aire, cimbreas tu cuerpo

igual que una flor de mediodía, la edad no importa si

el río que somos busca una fértil morada. En tus medias

de red no hallé islas, era tu falda una urdimbre de besos,

curvilínea la boca con su carmín breve de labios finitos.

A veces llegan colibrís azules hasta tu quietud insomne,

y yo los recibo con mis ojos desnudos, con mi pálpito

añejo, con mi palabra perdida, como si de mi voz

naciera un pájaro que añorase el sol de tu nido.

 

 

viernes, 27 de octubre de 2023

La vida no te dio lo que esperabas

 

Rompe la luz sus cenizas y la noche es un colmillo de plata.

Eres puta los jueves y todos tus días libres,
los viernes acudes al gym y los miércoles
haces el amor a solas porque te quieres más que a nadie.

En tu cuenta de ahorro imaginaste mansiones de alabastro,
playas privadas, automóviles como rayos
que circulan a doscientos cincuenta por hora.

Veinte años de puta de lujo te avalan,
pero la noche sigue siendo colmillo de plata
y en tus ojos de tigre aún existe la sed del cazador.

Rompe la luz sus cenizas, y tú, ascua que renace sin fin,
te harás vieja y nunca vivirás en mansiones de alabastro,
ni tomarás el sol en playas privadas y en esos automóviles
que circulan a doscientos cincuenta por hora
nadie verá tu cuerpo.

Fuiste puta de lujo para nada.

jueves, 26 de octubre de 2023

Eres de lluvia

 

Con la lluvia creciste como un árbol de agua,

en tus alas un infinito de lágrimas cayendo

sobre la memoria de las cosas

me decía que eras vida, rocío, polen húmedo

que desnuda la flor de mi nombre,

traslúcida canción de los ritmos invisibles,

cortina que engalana la sed de mi boca.

 

El crucigrama del alcantarillado recibe tu abrazo de aguanieve,

revolotea a tu alrededor el pájaro del desierto

porque busca el manantial solemne de tu risa líquida,

busca el abril perdido bajo el sol estéril

que puso un delta seco en su rostro.

 

Una vez la lluvia fue silencio y azar de tu alba,

enamorada de las fuentes, hija de los ríos,

amante de la nube negra, todo en ti era símbolo.

 

Solo te pido que mojes con tu llanto el cáliz de mis ojos,

que beban la grisura de tu ser,

que allí donde te derramas yo sienta la luz

y no la sombra ágil del tiempo.

 

Destruye al fin los diques que contienen a la flor de la felicidad

y naveguemos juntos hacia un mar que nunca conoció el crepúsculo.

 

martes, 24 de octubre de 2023

Memorias de un feto

 

Es un océano sin sonido tu vientre, nado como un sol

que ilumina las ventanas de tu casa, me das un latido

y otro y otro más. Yo bebo de tu amor igual que una flor

bebe del agua de la tierra, he visto todos los colores resplandecer,

un mediodía eterno me sonríe cuando tu mano se posa en la cóncava

piel, acaricias tu semilla con la fe impronunciable de la especie,

con el don semítico de la procreación, con los albores de una mañana

que tendrá la forma de tu nombre, la elegida razón de la herencia

derramándose en un cuerpo sin hacer, en una escultura que cobrará

vida, carne, miembros, extremidades, vísceras y alma. Déjame en ti

hasta la catarata final, ahora soy un rey entre glóbulos, células

y un destino donde la luz escribirá mi historia fugaz en una nube,

rápido será el tiempo que anuncia un destello invisible entre

las estrellas infinitas que sobrevivirán al último de los hombres.

Soy feliz y no sé aún que soy feliz, antes de que muera, lo comprenderé.

 


El arco iris de la edad, de niño a viejo

 

Devuélveme el recuerdo de la luna en el cristal de la habitación.

La mano áspera de un padre, el amor que se derrama sobre mí
y una luz de atardecer perenne son recuerdos de un niño
que aún no aprendió a ser niño.

Lápices de colores en la escuela, el fútbol como un tótem
con porterías de diamante y la lluvia mojando las risas
en un recreo de noviembre.

La bicicleta con la que quise escalar hasta una nube,
los pelos juveniles brotando en el silencio de las axilas,
en la torre de un sexo todavía diminuto, el bozo como una lágrima negra.

Y la rosa de una cicatriz en los labios abriéndose con murmullos de agua,
el corazón que palpita hasta el rubor de una piel húmeda,
la voz de madre riñendo con palabras de abril
y un eco de ninfas en jardines sin río.

Los viajes con la luz enfebrecida de los veranos,
agosto igual que un espejismo de playas desnudas sin pájaros,
hubo castillos y puentes, el mar o las crestas nevadas,
estuarios como raíces que silabearon idiomas dulces antes del crepúsculo,
bulevares con magnolios del sur, un dios con forma de volcán
donde bruñían flores de satén.

Y la sombra de un cauce seco, la ruta ensimismada del hombre maduro,
los hijos y las deudas, el trabajo que ya no es la atmósfera de un sueño,
los recuerdos empiezan a volverse hologramas que en las paredes repiten
el film que un día rodaste y que una y otra vez revives como un caleidoscopio sin fin.

Yo sé que los recuerdos son también el presente,
por eso ahora escribo, para que una balsa de letras
acompañe mi voz cuando en el silencio de la edad solo se escuche
un golpe de remos sobre un río que del manantial de mi memoria brota
para que yo no naufrague en lo que me resta de vida.

sábado, 21 de octubre de 2023

La inocencia y yo

 

A veces izo los brazos como si quisiera que de mí brotaran cometas.

 

Esta flor de la ilusión es mi tesoro, mi nave que surca el mar de los días

con el tallo enhiesto, con los pétalos firmes, con el sol dorando su piel de seda,

su racimo de color.

 

También le hablo a los espejos como si el futuro pudiera verse

en la lisa textura del azogue, allí soy adalid sin espada,

corazón de lobo en la nieve, cisne azul en un manglar abierto

a los ciclos de la felicidad.

 

Si me nombras la bandera de la esperanza

yo sostengo su mástil ante la furia de la intemperie,

si los años exhiben su inevitable decadencia

en mí no hallarán el rastro triste de la pena,

ni el cansancio de una vejez asumida.

 

Yo soy la llama que se agota en el candil,

pero resiste a su olvido,

soy la cremallera que todavía se eleva

aunque sus dientes sean de espuma

y su enredada cicatriz no me salve del azar.

 

Hay en la inocencia un sol inaudito,

un ambiguo resplandor que no llama a las puertas de la noche,

un eco celestial que en mis oídos se hace de oro;

hay en la inocencia un cristal que el tiempo no pule

ni puede dañar la luz tan viva de su feliz solsticio.

 


miércoles, 18 de octubre de 2023

Julia y el otoño en mí

 

Se ha vuelto ocre la sangre de mis venas

y caen hojas como latidos cansados

en el pulso que envejece.

 

Hace frío entre los hongos de un bosque de capilares,

lo sé porque hay una sombra de clorofila en la cabellera de mi brazo.

 

Llueve en mí, quizá porque el agua en otoño es variada y vivaz,

lo mismo que el caudal que me provoca tu piel de verano,

tan cerca de mis diques que se abren como espitas

si te aproximas con el sol en los ojos y una callada sed de beberme.

 

Adentro los días se acortan y en su brevedad abrazan la luz

con el instinto de un animal que ve en la noche su adiós

de primaveras perdidas, los juegos del color callan

bajo los arcos iris del tiempo.

 

Soy lentitud en la bruma que brota,

soy la niebla que halló hospedaje en este corazón de octubre,

soy el silencio de los pájaros que vuelan dentro de mí,

hacia el calor de tu nombre en la eternidad de julio.

 

Y es que Julio eres tú, Julia.

 

 


martes, 17 de octubre de 2023

El hogar que nunca encontraste

 

Te agarrabas al color de las habitaciones como un ángel triste.

 

De galerías y parqué roído el amanecer de tu casa,

luego una luz amarilla y el sofá de flores,

un rumor de sábados sin final,

las colillas que posaste en el ataúd de los pitillos con carmín rojo

y mil brasas como heridas que no cesan.

 

Era tu otro hogar un suburbio de paredes húmedas,

un espacio donde la luz moría en el cristal

sin darle a la esperanza una razón.

 

Y en el confín de tu nueva casa sonaban clarines y voces militares,

un olor a naftalina, a muebles de otra época,

pero tú enhiesta como un pino austral

lograbas que el frío no tuviera memoria,

que en los leños imaginados

un calor de septiembre nos acompañara

como si fuéramos aves migratorias en la elipse

de un aire tranquilo, con corrientes de azar,

una dulzura tibia que hiciera latir nuestros corazones en vuelo.

 

Todas tus casas te olvidaron porque tú querías infinitud,

no el transcurso breve de lo mudable,

también me perdiste a mí que nunca fui roca ni raíz,

más bien una nube que se cansó de ser noche en tránsito

sobre tu cielo volátil de hogares perdidos en la niebla.

 


domingo, 15 de octubre de 2023

La casa viva

 

Está viva la casa porque gime el corazón de sus muros.

Lo intuí desde la infancia cuando el pasillo fue vena de sangre oscura
y yo un nadador de su silencio.

Está viva la casa con la melancolía de los espejos
que me devuelven, engañándome, un rostro juvenil,
como si la memoria con su ansia de azogue
fructificara tras un óvalo que se amolda a las veleidades
de quien en su faz de hoy ve una quimera.

La casa está viva, pues los libros se abren
por las páginas marcadas con aquel lápiz que escribió notas de ilusión
bajo las letras inamovibles de un discurso eterno.

Está viva la casa si miro los cuadros
y sonríen sus bocas de óleo yacente,
si en el reloj de madera no encuentro la mortaja del cuco,
si el teléfono timbra cada día en mi corazón
como si Raquel aún quisiera dejar en el contestador
el mensaje íntimo que nunca se atrevió a decirme.

Está viva la casa porque los recuerdos inundan las paredes,
las voces familiares siguen flotando en la luz, con su alegría de sol,
con el susurro infantil detrás de las puertas, con su invisibilidad de fluido mágico.

Está viva la casa, simplemente, porque así lo siento.

sábado, 14 de octubre de 2023

La ciudad en que el atardecer y el amanecer son lo mismo

 

La ciudad se preguntaba por la huella de sus jardines,
la sombra que crece como un hada de amor
y deja sin voz a la canícula.

La ciudad era un verano de cabellos grises
bajo el alma sin nombre de los soportales
que son línea de defensa, sombría negación del asfalto,
comercios que le dicen al fantasma que se enseñorea
como sol de oriente que hay una elipse que cumplen los horarios,
un círculo feliz donde el tiempo sonríe,
ávido de su naturaleza que va y viene como un abanico sin límites,
igual que una noria entristecida por el eco que en la luz arroja
su desnuda senda de fulgor y entretenida niebla
-al romper la caricia del alba-
o su caudal marchito de sombras caídas,
flores sin la magia de la luz, opaco el músculo de la noche
que se apropia de la cansada fe que riela sobre el mar,
y lanza su lengua en una última llamarada
hasta el breve instante en que la penumbra es roja
y el sol un diminuto ojo que se extingue
bajo el párpado de la ceniza negra que le hace un guiño a la quietud.

Amantes los dos de los segundos del frenesí,
cruce de vientos altivos que, sin embargo, se solazan
en el silencio de la ósmosis, en la rueca sin fin
con que la vida nos teje al alud de las horas,
al tenebroso amanecer que es de ámbar y uva dorada.

¿Te reconoces acaso en el insecto paralizado en su cruz de resina y amor,
de vicisitud y lánguidas historias donde ya no eres virgen
porque tu vieja herencia la reclama el cauce de un río legendario
que hace tiempo te arrastró a la sed inmortal de los acantilados,
al faro sin luz, en su base tú ves otra luz-fingida-
a la catarata de este día que se vierte al crepúsculo.

Pero la ciudad esconde un rostro de caliza,
los pájaros aletean en las copas sin que los árboles bailen,
en la plaza más grande escucho los ecos que ya nadie escucha,
la muchedumbre es de añil como un cielo invencible,
y hasta aquí llegan los murciélagos del sur,
hasta mí que no soy ciudad, ni cornisa, ni balcón,
ni desván, ni sótano, ni alféizar al que se asoma
el desvarío de mis sueños.

martes, 10 de octubre de 2023

Pensamientos

 

La nieve es un ángel blanco que llora.

 

De la flor quiero la raíz, no las hojas que al fin son olvido.

 

La luz no tiene memoria, solo llega y barre la noche.

 

El tiempo se alía con los sueños para no ser tiempo.

 

La bondad ha caído de un séptimo piso,

nadie la recoge, nadie le ayuda a sobrevivir.

 

Mis ojos son tus ojos

cuando el que mira ignora que el que mira es otro.

 

Te doy mi silencio porque sé que de él manará

un jardín de palabras que florecerá en tus labios.

 

Mi abrazo es de nácar, veo su arco iris, su lisa quietud, cubriéndote.

 

La nieve, la flor, el tiempo, la bondad, tus ojos, el silencio, un abrazo,

solo serán la materia de un poema en el vacío de un papel anónimo, 

es decir, nada.

 

 


Las palabras rotas

 

No me salen las palabras rotas. Quise un crepúsculo de alba,

un amanecer negro como carbón antiguo. Una playa dulce

y un río de sal, una canción sin letra y un animal sin cuerpo

al que decirle las palabras rotas. Busqué un azul convertido

en verde, junto al mar que me acuna donde fuera inaudible

mi voz si recitase las palabras rotas. A los espejos les mostré

mi espalda, prefería ver mi rostro en el bisel que diluye mi

perfil al proclamar las palabras rotas. Mudo como una flor de estío

dejé morir las frases donde las palabras rotas revivirían. Y así,

en el silencio breve de mi inexactitud, guardé para mí las palabras

rotas y comprendí que entre ellas estaba tu nombre, también roto.