lunes, 31 de enero de 2022

El terrorista


 

He orado antes del amanecer tras la llamada del muecín.
A lo lejos los ángeles del infierno visten trajes de oro,
automóviles de cristal, aguardan. Mi Dios es simple,
pide amor, pide sacrificio, pide fuerza y destino.
Yo sé que hay una memoria común de palabras
que matan, la fe se adentra en los corazones
y ya no es posible un canto; la sangre, la pureza,
son el precio de la verdad, la rabia adolescente
hinca su aullido en el dolor. ¿Por qué el águila
vigila, escruta y después se lanza hacia la carne
de su presa, agota su existir hasta la muerte?
Crecimos con la oración del hambriento, en el libro
sagrado las almas son puras, un clamor de voces
se eleva desde el oriente, un aire de fuego sopla bajo
la piel de los rascacielos, en el silencio de los trenes
al alba, en las calles de fiesta, junto a la música
de los café-bar de moda. Prometo entregar mi vida a Dios,
me lavo con el agua bendecida por el ardor, un cinturón
de flores asesinas ciñe mi abdomen; moriré entre despojos,
gritos, pedazos de hombría cercenados, bebés que estallaron
en el vientre de sus madres, jóvenes sin niñez, niños sin juventud,
viejos ensordecidos, mudos, un coro de huríes me acompañará.
Por fin marcharé camino al paraíso.

domingo, 30 de enero de 2022

Libre como un pájaro


Sé tú sin querer, en la inercia está el don.

Nadie podrá juzgarte, porque vuelas, frágil,

como un avión de papel en la corriente.

Se apiadan de ti hasta las gotas de lluvia

que caen. No resistas al empuje, déjate

llevar por el viento, el horizonte, eres tú.

.

 

 

El actor

 

Ya no me acuerdo de los nombres,

vuelan como pájaros furtivos.

 

Pretendí urdir

mi voz con la historia,

ser camaleón

entre las ramas de la vida.

 

Sentirme cautivo de una primavera feliz,

las flores brotan, la luz sangra.

 

Como una fuente clandestina,

mis caños visten ropajes del azar,

aun siendo sinrazón crezco en otro esqueleto,

soy la sombra del elegido.

 

A menudo ensayo ante los espejos

con luces mortecinas,

mis ayeres no sobreviven

pues adorno la pasión con el énfasis de un soliloquio,

el alarde de un diálogo,

el gesto ambiguo bajo el que yace mi huella.

 

Es cierto que tengo más de un alma,

que las edades las recobro de un papel,

que cuando hablo a solas repito sentencias,

rúbricas sin corazón.

 

Quisiera volver a la niñez

para que mi identidad florezca en su raíz,

alguien, tras una llamada de teléfono,

me ofrece un personaje,

qué extraño destino es la impostura.

 

 

jueves, 27 de enero de 2022

Me llamo Blancanieves

Amanece y la luz me busca, los enanos, duermen.

Nadie sabe que mi madrastra es pobre, igual que yo.

 

Siempre he sido una sirvienta, mis manos lo atestiguan.

 

Escribo historias de espejos que hablan,

de manzanas rojas, de minas de diamante

al fondo de un bosque.

 

Me llamo Blancanieves,

soy fea, odio la bruma,

huyo de la sombra de los árboles,

al verme, los pájaros callan.

 

En realidad no sé porqué en los cuentos

soy otra.

 

 

Anochece en el paseo junto al mar

Las bicicletas despiden un eco
de salmos al atardecer.
El acantilado navega, sombrío,
con la frente ahuecada.
Nosotros, como agujas vestidas para el sueño
seguimos el eclipse que en lo alto se estrella.
Paz en el vientre que desprecia su tamaño,
gorrión que en la tribu da vueltas y calla.
Una alfombra de soles comienza a caer
cuando la noche sobre el mar tiende su espada.

miércoles, 26 de enero de 2022

Pensamientos

 I
No he parado de tejer mis sueños,

ahora son nubes que se alejan.

 

II

El río y su corriente,

¿Qué lleva y adónde?

La espuma del mar lo sabe.

 

III

El joven recuerda haber sido niño,

el viejo es un niño que olvida.

 

IV

La belleza nació del arco iris,

es inmortal como el silencio.

 

V

En el corazón del hombre

hay latidos que regresan,

eres tú quien los impulsa.

 

VI

El reloj es un verdugo,

sus saetas decapitan las horas,

sin piedad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 25 de enero de 2022

El ayer y el hoy de tu cuerpo

Yo fui un pétalo nocturno, abierto hacia la lluvia.

 

Soliloquios inaudibles en la espesura de la noche,

mi voz  gorjeaba bajo el metal de una farola.

 

Te escribo, atrozmente, con la tinta azul del olvido.

 

Como pisadas de gaviota mis letras,

como azulejos sin color

los días de invierno,

desvaídos.

 

Te desnudas y es la nieve

un traje en mis omoplatos,

perdición.

 

Ni la lluvia, ni mi voz, ni mis pies,

ni la nieve evocada,

están.

 

Solo tu cuerpo existe.

 

lunes, 24 de enero de 2022

Napoleón en Santa Elena

Levanto los ojos del pergamino,
el resol del mar refulge como un átomo de luz.

Yo crecí en otra isla, con un lenguaje de sílabas oscuras,
fronda de árboles, arena de oro, inmaculada.

Es el destino un ojal donde juguetea el hilo virgen del azar,
la Academia y el orden disciplinario,
la estrategia como un juego de alfiles
que estallan en la luminosidad de los campos,
mi ambición y mi orgullo calcinan la corona real
de quien desea retornar de la nada.

Pronto comprendí que hay águilas en el cielo
y palomas en la tierra, cualquier país es un nido vacío
donde el pájaro feraz deposita los huevos del triunfo.

La península larga, itálico marfil,
como una pierna desnuda
esperaba mi artificio, el resplandor
que dejan los caídos al sol de la llanura.

“Soldados, de vosotros nace un cáliz
que se derramará en sangre de conquista,
alzaos y caminad hacia la gloriosa noche”

El amor duerme en un cutis oscuro,
la cortesana incita, coquetea,
escribe versos con su pluma roja,
es dulce como un labio de azúcar,
su nombre no lo diré.

Qué grandiosidad encubre un desierto de altas pirámides,
sus templos lloran por un pasado de arena y miel,
su imponente faz ensombrece las márgenes de un río donde crece el loto.

Yo quería ser un lazo que ahogará la sed de un imperio insular,
quería batallas sobre un cielo rojizo,
quería la hombría de Albión
sepultada bajo el fuego de mis cañones.

Un cónsul dirige el mundo como un corsario su galeón de plata,
barcazas en la mar, perdidas como estelas de muerte.

¿Y si pongo un bozal a los perros de la guerra,
ladridos que brotan junto al océano de Lusitania,
cuál es el puente sino la Iberia amiga?

Qué orfandad la de este pueblo,
cuántos niños crecen bajo el sabor de la incultura.

Creía en el despertar a la luz del humilde.

Me equivoqué.

Ahora es Alejandro, zar de zares, el que no me escucha,
mi ejército gallardo recorre las estepas del Cáucaso,
huye el astuto rival, arrasa las mieses,
en Moscú el fuego chispea como lluvia roja,
el retorno es un clamor de nieve,
frío que castiga la sinrazón de mi delirio,
yacen los cadáveres filiares enterrados bajo un cúmulo blanco.

Hubo connivencia en los círculos del odio,
todos los países contra un solo país, no me permitieron urdir
un halo de civilización, pesó más el yugo de su poder.

Estoy unido al destino de las islas,
Elba prisión de jaras y abruzos,
de pájaros multicolores, de grillos incansables,
de ganado triste.

Sé que en el corazón de Francia aún susurran mi nombre,
huido como paloma torcaz
llegué con mis fieles a una costa sin vigías.

Bastó con una palabra, fue suficiente el ardor de grandeza,
el inmenso cáliz de una pasión
para conquistar de nuevo las colinas de París.

Era yo contra el mundo, lo supe,
pero avancé hacia los valles del oeste
con la fe del ungido que no traiciona su misión.

Aún vuelan los buitres sobre las cenizas de Waterloo,
veo perderse en la lejanía un galope de corceles
su victoria clama, mi derrota hiere.

Escribo estas letras desde un chamizo,
mi salud es precaria, mis sueños están rotos.

Volaré sobre las nubes como un cóndor feliz,
más allá del horizonte, en el seno del mar,
siento el latido de Córcega en mis sienes.

Nunca me arrepentiré de haber querido ser un dios.

sábado, 22 de enero de 2022

Añorándote

El color negro vive en mis párpados.

Los sonidos de la calle son sombras
que cabalgan las paredes.

Mi viejo tose en su cama, no consigue dormir.

Los geranios crecen
con luz de luna en los pétalos.

Nadie hace el amor en esta casa, los vecinos
quizá, acaso en mis sueños, contigo,
yo también.

viernes, 21 de enero de 2022

Ecce homo

Juan 19:17

Tomaron, pues, a Jesús, y Él salió cargando su cruz al {sitio} llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota”

Se reveló el silencio al albor de las nubes rojas.

 

Alguien susurra con las palabras del viento,

solo une vida y destino,

la hora hostil gotea en la médula de la esperanza.

 

Las cicatrices del miedo son crueles,

no llaman a la razón,

llaman al suicidio de la verdad.

 

Es un hombre enjuto, piel traslúcida,

huesos firmes de convicto,

voz de miel que seduce al perdedor,

a la hembra derrotada,

al ser humano que busca una luz en la noche,

el que predica.

 

¿Qué delito hay en un sueño

que iza la estatura de la inocencia hasta su dignidad huérfana,

hasta el río de la luz que atraviesa la sed del mundo

con su trino de ilusión,

con la hermandad de quien entiende la fría elipse de los cometas?

 

Yo le veo como un espíritu de carne,

de pulpa roja, de herida insomne, liturgia del dolor,

éxtasis del cactus que vierte su sangre carmesí

sobre la tierra calcinada.

 

Tiene un nombre y un designio,

le acusan, con la hiel en los labios 

de impiedad,

el Sanedrín ya ha firmado su sentencia,

desde su trono de plata el ortodoxo Caifás, sonríe.

El aguamanil de Pilatos, espera.

 

Sufren las madres, sufre el proscrito,

la plebe exige desde las columnatas del templo

la pronta ejecución,

hay un fervor sediento que rocía la carne del mártir,

los pájaros vuelan en círculos con cintas de amargura en sus frentes.

 

“Observad al rey de los judíos,

ahora es solo un sanguinolento títere”,

dice el guardián de boca desdentada.

 

En la cabeza un atributo de espinas,

sobre los hombros el travesaño de madera,

descalzo camina, son los insultos una forma del delirio,

escupen, flagelan, aúllan

los soldados mientras se arrodilla el Ecce homo,

se levanta, recorre diez pasos, suda sangre,

roen su piel las cicatrices abiertas,

suda amor bajo su desnudez de niño;

a la quinta caída, Simón, apiadándose

levanta con vehemencia la cruz,

una mujer enjuga su rostro,

gritos de odio, jauría de humanidad,

una ola de ignominia recorre las venas del aire.

 

¿Y cuál es el destino final, qué burla es la crucifixión

si la eternidad se intuye tras el sacrificio?

 

Lloran la madre y el discípulo amado,

pero hay truenos en la lejanía y esperanza en los ojos del mundo.

Será el estertor el fin de un hombre, será también el comienzo de una fe,

la infinita corriente por donde navegará el corazón de la historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 19 de enero de 2022

La maldición del espantapájaros

Estabas en los trenes que perdí,
en el corazón triste de la abeja,
eras un azul en un rojo,
la pregunta que no hizo el apocalipsis.

Me mojaste con tu manantial de luz,
yacía el agua en mis pezones,
con sus gotas transparentes,
mágica sed del tiempo.

Entendí a la quimera de ojos glaucos,
sin color,
ajada como la desdicha que cae
desde el púlpito de la melancolía.

Y gemían las cánulas,
los borceguís del sastre,
las almenas del castillo,
el foso donde los cocodrilos duermen.

A menudo soy la hoz sin el centeno,
la vara que no mide,
el títere que atrae a las gaviotas
desde su estatura de paja.

domingo, 16 de enero de 2022

La flor del día


Si abres la flor del día hallarás tu nombre.

Eres el sol y la luna, el viento y la ola,

al árbol y la nieve. Al despertar, vives.


Los misterios de tu faz

A todas las preguntas responde tu rostro.


No hay longevidad en el color de tus iris,
un mar diminuto crece en la mirada
y se asombran los cisnes de la noche
al contemplar el carámbano de tu luz
bajo la axila de la luna.

De perfil te descubres nómada,
ágil cometa sobre un cielo dorado.

En la lejanía atisbo el horizonte de tus cejas,
líneas ecuatoriales, meridianos, trópicos
que mi nave busca desde la singladura de tu boca.

Pestañas de kol henchidas,
la azotea de los párpados sigue la música de un reloj imaginario,
la frente es un oasis donde brinca el agua del amor
lo mismo que un delfín alegre.

En el mentón la bandera del orgullo,
cabellos ocres,  de púrpura lacia,
carnaval del pigmento que adorna
el clavel de mi hombro.

Duerme tu faz con dos colibrís en los pómulos,
cuando sueñas vuelves a ser virgen,
una niña atroz que se agita
entre las sábanas
como un alacrán colérico.

viernes, 14 de enero de 2022

La pluma de ganso

"El único conocimiento verdadero es saber que no sabes nada"
Sócrates

Cae el invierno sobre la crepuscular Atenas,
los olivos, a lo lejos, en fila
como motas verdes que dan color a las colinas.

Una lluvia mansa rocía los tenderetes,
las flores, la cerámica del mercado.

Son solo palabras los sonidos, palabras que se encadenan
bajo los capiteles, bajo las cornisas, al abrigo del viento norte
que sacude, con levedad, las túnicas de los filósofos.

Suenan campanas, los trirremes parten de las aguas del Pireo,
jóvenes en grupos se arraciman en las gradas,
imparten su lección los doctos.

Las mujeres acarrean odres y alimentos, los infantes,
de sus manos, como dúctiles palomas novicias.

Viene de rezar en el templo de Atenea el anciano Sócrates,
figura oronda, rostro dulce, voz que recorre los entresijos
de la razón como un índice de partera.

Habla o inquiere, se desdobla en argumentos por nacer,
suspira, clama, interroga, descubre un pájaro escondido
detrás del palpitante gesto del sofista, brota entonces
el germen del vocablo, tal vez, sea justicia, bien, vida o felicidad.

Él dice que los dioses se manifiestan como un único dios que instruye el alma,
sí, un dios cálido que se entrega al ser profundo del hombre
y le da entendimiento, mesura y sentido.

Hoy, después de muchos años, Platón lo recuerda,
su pluma de ganso escribe diálogos oídos al maestro
sobre un pergamino sin uso.

"Oh! Critón, le debemos un gallo a Asclepio, no te olvides de pagarlo", eso dijo.

Al final el veneno apagó su lucidez, su bondad y su latir,
y ya solo fue un sol en la memoria del mundo.