domingo, 31 de julio de 2022

Poesía

 

Y si descubres en la veta de la palabra el oro de los significados,

y si en una estrofa las imágenes acaban de nacer y la realidad

no entiende su cosmos deconstruido, y si navegas en un mar

de adjetivos y siguiendo el canto de las sirenas ves una isla

de armonía, un hondo latir de emociones donde nadas feliz,

y si escribes con la pluma desnuda, sin que te ate lo que esperan

que digas, y si hay en tus palabras una canción escondida que alguien

descubre por azar, a contracorriente de su pensamiento y tararea

contigo los versos que escribiste para ti y que ahora forman un coro

de voces invisibles, y si la esperanza que has puesto en el sol de tu poema

se nubla porque cruzaste el umbral del entendimiento y solo hay cáscara

y no nutriente, solo un sinsentido de fuegos artificiales en el vacío,

y si escribes con la sencillez del niño y provocas la emoción de la madre,

y si rimas la rima y un anillo perfecto se forma en tu boca mientras

lees, con extrañeza, unos versos. A todo eso, amigo, le llaman poesía.


sábado, 30 de julio de 2022

Los mundos vírgenes

 

El mismo pájaro sobrevuela el mar y luego se alza

hasta la cumbre, planea, se solaza, busca su alimento

mientras el aire encanece, vertebrado, marino, montañés;

un suspiro eterno del que brota la bruma, una galerna

que en el horizonte reverbera en rosa, en gris, en azul,

el mar de plata se encoge, llegará el pulso de la vida,

la atmósfera invencible que en el verano espacia los relámpagos,

extiende el agua sobre el agua, mixtura el rayo con la ola,

ilumina en la lejanía círculos irisados donde el navío

es un fulgor de hierros que penetra el haz con el designio

mortal de un cazador en la entraña del monstruo. Pero

nosotros queremos la vena, las paredes graníticas,

altas como pulgares inmensos, el verdor del haya,

del roble, del pino y el laurel, queremos la paciencia

del río y el misterio del águila, queremos al altar del granito,

la cima arrebolada, las nubes posándose como sábanas de nieve,

el gorjeo infinito de las aves, la culebra bajo la peña, el corzo

que trepa hacia la altura, siempre más alto y más lejos,

siempre en el vértigo de la huida. Casas de uno o dos pisos,

enjalbegadas amorosamente, la madera como un engarce finísimo,

el hogar cautivo de la montaña. La tez del invierno no se adivina

tras el calor este día de julio, el pedregal asoma su dentadura,

sin fiereza, como un bostezo en el azul. Hay algo aquí

de eternidad, una pulsión de siglos recorre los hayedos

como un céfiro sin memoria, el amanecer repite, cada día,

en la cordillera del mundo su abrazo de luz, nace el claror,

muere la noche. En el interior de la ermita el alba es un dios.


viernes, 29 de julio de 2022

La trayectoria omnímoda de tus ventanas

 

Nunca cayeron hojas en la buhardilla rota, el arlequín
de los cuerpos danza en metáforas de aluminio,
y es que el aire ya no se columpia,
cada esquina muere en su rencor y toma la carne, la acaricia
como lluvia de lágrimas, como la nada en la nada de un tiempo
inexacto.

Yo sólo escuché los estambres de un sueño, rumores
bajo un vaso de níquel, lo que sabía no lo dije, lo que tu sabías
fue nube en el sexo de las horas, los años me traen canciones de seda,
subterráneas partículas de algo que no tiene esgrima, pongo mi cuerpo
a dibujar en el signo, hoy que la membrana de un adjetivo ha calcinado el verso
te miro en la gruta como un episodio de miel, como un azar
de tres sílabas en círculo.

Te hablo, me adhiero a los vértices
de un combate de espejos, asiento como un nómada en los desiertos
de espuma, sugiero tambores que no pasarán página, ¡tantas veces
modelé el conjunto de tus miedos, tanto amé al roedor que pusiste
en mi ceniza!, no diré un nombre que dibuje en el cielo témpanos,
no simularé las tardes sin tobillos. Es una historia ciega
la que nosotros construimos,
conté portales, tracé en silencio
la trayectoria omnímoda de tus ventanas.

lunes, 25 de julio de 2022

El recuerdo

 

Está ahí, suspendido en el aire rutinario de los días,
vuelve y se aleja con la victoria de lo concluido,
con las palabras repetidas que no acaban de morir.
En ocasiones, invade tus sueños, y es el azar quien decide
si el gozo o la penumbra, la sonrisa o el rictus del dolor.
Y si llamas al olvido, él se ríe pues conoce la profundidad
de su huella en tu corazón, y si buscas sepultarlo con sus semejantes,
escarba en tu memoria y sale a la luz de tu consciencia lo mismo
que a la noche regresa siempre la luna. Es un animal de compañía
con el que deberás vivir, aprende a domar su imperio
con la esperanza del mañana. Como a un viejo caballo,
enséñale el poder del presente que, lentamente, ocupa
su espacio en tu vigilia, así sabrá que no tiene la llave de tu vida.

La otra ciudad

 

Aquí la luz se abre como un ojo divino,
atrás el cielo gris sobre un verde de agua.

Hay un ruido de enjambre que solo notan los extraños,
los rostros vigilan como si los cuerpos ocuparan un hueco
que la codicia ansía, los cláxones suenan rítmicos,
no existe música igual inventada por ejércitos de acero y bielas,
en los parques los niños nadan sobre un mar imaginado
en playas de arena ocre con columpios de óxido azul,
parpadean las madres por el humo de las fábricas
que se posa como un manto sobre los cabellos multicolores.

Tengo un destino y un hogar, tengo la suerte de los bulevares en flor,
las avenidas del norte son anchas como túneles abiertos al sol,
la ciudad abandona la periferia de los escombros,
va hacia los vestidos caros, los maletines de ejecutivo,
los coches de alta gama.

Pero, amigo, si quieres conocer la ciudad, acércate al barro,
a las casas que duermen su penuria de esqueletos raídos,
al olor de las alcantarillas en la media tarde de agosto,
al sucio carmín de las mujeres y las manos ajadas de los hombres,
descubre la ruindad del sobreviviente en una sonrisa falsa,
viaja por las cloacas de las sombras para comprender mejor la luz.

Paséate por los jardines de estanques que relumbran,
donde las risas son blancas y los arboles no mueren
entre el polvo con una pátina hambrienta,
pero, también, por el frío de los tabucos,
detente en las esquinas reservadas a las putas
envejecidas por el fluido del semen y el asco,
un hombre duerme bajo los cartones que le regalaron en el súper,
es triste la desesperanza.

Y bien, no me hagas caso, si visitas la ciudad
no te olvides de los famosos museos,
reserva entrada en los teatros del centro,
disfruta de los restaurantes que aconsejan en Tripadvisor,
recorre las calles donde los próceres del lugar vivieron,
prueba los productos típicos y visita los lugares nocturnos de moda.

Eso sí, la ciudad que habrás visitado
solo habita en los mundos virtuales de los portales de internet
y en las guías turísticas que se venden en los paraísos artificiales de las vacaciones,
no en la piel de sus proscritos.

domingo, 24 de julio de 2022

Las playas y el mar

 


El grosor de su arena, las rocas alzándose
ocres como gibas de narval, esas olas
mansas creciendo en su ataúd, la espuma
débil del agotado rizo, el viento que se aleja
hacia la bocana gris, hacia el corazón del faro,
hacia la sangre que el matadero vierte en el agua
inocente del mar. Todas las playas son un latido,
en todas, las crestas salvajes ronronean, en todas
muere el sol en el crepúsculo con su anular incandescente.
Yo veo el horizonte, las barcas de colores vivos,
ese ejército de gaviotas que chillan, rozándose,
los recortados salientes, las bahías como dentaduras
sin cuerpo, la cala verdecida, el turquesa que se arroja
bajo los palmerales, la enorme lengua amarilla
que la tierra luce como una corona ancestral.
Y yo, tan pequeño, desde mi toalla a cuadros, 
miro su prístino azul y evoco a las islas de Grecia.

viernes, 22 de julio de 2022

Lágrima

 

Ese brillo anuncia el velo y la caída. Qué fue el origen,

quizá una herida abierta de pronto, inesperadamente,

como un rayo en la noche. Tal vez un recuerdo que no muere,

una frase maldita, el aguijón que hinca su miedo en la penumbra.

Ha crecido como una esfera que contiene la sinrazón de la especie,

se vuelca sobre mil pestañas negras, rompe en las mejillas

con el ardor de la llama, cae o resbala por los orificios ciegos

de tu piel. Algo, una cifra oscura, un dolor inmisericorde

te ha robado el feliz acuerdo de los días, agachas el rostro

y lo cubres con manos que quisieras invictas. Déjate arrastrar

por el sudario del agua, hipa si quieres o acostúmbrate al silencio

de ver como crece un río de pétalos de hiedra, un río de escamas

líquidas. Ahora mírate en el espejo y enjuágate las lágrimas, ya

la luna ríe en tus sueños igual que un niño alegre después del castigo.

 


El tren

 

Me subí al tren nocturno. Su destino, también, es el mío,
su entrecortado avance por las venas de la tierra
simula un pájaro herido, la luz es ámbar, la luz
como pupilas encendidas, puntos ignotos suspendidos
en la noche, guía su existir, el tren camina por dentro de mí,
suelta esporas del pasado que cruzan por mi consciencia
como latidos imposibles en una urdimbre raída.
En el vagón las sombras hablan, pero no se escuchan
sus voces, los raíles son los días que huyeron, la ventana
un cielo perdido en las simas de mi ser, este olor áspero
a juntura, a óxido, el ritmo musical de los topes, las plataformas
como una atracción de feria, con su vaivén oscilante y lúbrico.
El tren va parando en andenes solitarios donde nunca se apea nadie,
nunca nadie sube a su circuito de vida y me acompaña, el tren
vacía su soliloquio en el vientre de la noche, el tren es mi visión
en el espejo, el tren traquetea por mis arterias perdido en su letanía,
el tren es mi sangre de gasóleo irisado, ni yo sé cuándo
cesará esta singladura de horizonte y niebla que me habita.

miércoles, 20 de julio de 2022

El viaje

 

Nos acompañan las golondrinas del tiempo.

Solo sabemos ir al sur, la espesura muere,
los cielos se abren en pedazos de azul,
árboles solitarios asoman en la lejanía
mientras el auto como un blanco pájaro sin alas
avanza trémulo hendiendo el horizonte.

¿A dónde va el camino?, alcornoques en las laderas,
casas de cal arracimadas, ventas de carretera
bajo toldos multicolores, un calor envejecido
posa en tu piel lágrimas de agua, me sonríes
ajena al tiempo y al lugar como un ave que se solazara
con la luz y el aire detenido entre las nubes.

Ayer casi no hablamos, mis dedos se aferran al volante
igual que niños obedientes, nunca me dejes- dices-
y yo siento que el mundo es un óvalo por donde cruzan carreteras infinitas.

Este viaje es, también, el viaje de la vida,
a los lejos la raya del mar está borrosa,
aún nos queda tiempo, amor,
no temamos al futuro.

martes, 19 de julio de 2022

El extraño peso del mundo

 

Di tres veces paz, otras tres veces amor,
di una sola vez odio, otra sola vez guerra.
¿Qué pesará más seis o dos?

La muerte de la casa

 

Yo escribí versos blancos en sus paredes,

versos invisibles que recité a solas.

 

Cuando el viento golpea en los cristales se desempolvan los recuerdos,

es como si un gong sonara, y las voces, los minutos perdidos,

las esperas, las noches sin dormir o las costumbres ya idas,

volvieran igual que una juventud que se negara a envejecer.

 

Allí estáis mis familiares,

no solo en las fotografías,

habéis vuelto con la sonrisa y la pena,

con el amor y la duda,

con los secretos que nunca conocí,

con la edad que ya no tenéis.

 

Y es un jardín de libros abiertos mi memoria,

las aventuras en los mares del sur,

el oeste indómito, la intriga y el asesinato ficticio,

las novelas de iniciación a una vida

que nunca viviré así.

 

La mirada vuelve a buscarla, su caminar indolente,

el rubio cabello, los jeans ajustados a unas piernas esquivas

y su nombre, que musito cuando la música impide que nadie me oiga;

son cosas de adolescente, la inocencia resulta entrañable

y se regocija con los sueños.

 

Y el mapa de los muebles,

las rotundas formas en el corazón de la caoba,

cómodas altas como navíos, alacenas de misterio,

armarios donde el alcanfor reina,

camas que aún guardan la huella de los cuerpos,

mi librería, pequeña como un tesoro

que reproduzco cada día en mi sentir.

 

Y los olores, los aromas que llegan de la cocina,

el perfume de madre, la lavanda y la sutileza del jabón

en el cuello de mi hermana, también el olor a vida,

a pulsión y a deseo, a trabajo y a carne,

algún día a muerte, a mi muerte

que será la muerte de esta casa

y de los recuerdos que ahora evoco.

 

 


lunes, 18 de julio de 2022

La isla

 

La isla se reflejaba en el neón de los rótulos,
un perfil diferente en cada esquina
porque la isla estaba en mí
y yo me sentía muchos a la vez.

Enero de mil novecientos ochenta y seis,
en la ciudad atlántica la nieve era un espejismo
de briznas cayendo en la noche
como cristales de luz,
el blancor del alba,
un sol tardío.

El humo de las fábricas ponía un velo
como de nubes grises en el horizonte,
la estación, edificio cuadrangular,
parecía un animal de grandes escamas,
dormido al contraluz del amanecer.

Hay destinos que no imaginas,
desconoces las vivencias,
las formas, el trato,
los colores, los acentos,
los hábitos que te esperan.

El tren recorre los espacios verdes,
aún en penumbra,
los bosques menguan,
el cielo se agranda,
el ocre de los campos aparece con su sed inmemorial.

Ya no soy lluvia, soy un pastor que recorre la meseta,
la interminable meseta en un día claro.

Pero mi final no está aquí,
un avión triste me dejará en la isla,
la isla entonces no se reflejará en los rótulos,
sino que vivirá en mis pupilas.

¿Hasta cuándo este sueño de mar infinito?

domingo, 17 de julio de 2022

El tiempo ido

 

Dime si tu cuerpo es un mapa sumergido,
dentro de ti hay esquinas sin doblar,
soles de alabastro,
lluvia en los márgenes de un cantil,
rumores de vientos ártabros en los riscos perdidos,
una canción hermosa que inventamos en los días del agua
bajo puentes de sal.

Intérnate otra vez en los sueños de la aurora,
el aire limpio se dibuja en tus ojos,
hay dos manos que se aferran a un cansancio de rosas,
vuelan los silencios sobre cabellos adormecidos
como espumas que se elevaran para caer en rocío,
igual que elefantes sordos que no escucharan el barritar de sus hembras,
la mordedura de la cobra en la piel del niño,
la ausencia de los coros si gritamos noche,
el círculo que ampara la soledad donde no penetra la luz.

En la voz que hila los recuerdos se mecen las horas grises del atardecer,
las palabras ígneas que se volvieron azúcar manso,
las camas que levitaban como ángeles del ardor,
el tumulto de un beso ciego,
las sinrazones que colmaron la carne de vocales sin idioma
-tu somnolencia desde el balcón sin paraíso,
la muerte de la pérgola en aquel jardín del sur-
el trueno dormido en tus pupilas
antes de que el jazmín brotara en la sed de tu boca.

Ciudades de papel nos hirieron,
el olor salino en la sangre,
un tajo en la suerte común,
la madeja que desconoce a su dueño,
un tapiz que arroja al olvido la tentación de provocar terremotos
en la pequeña escala del desnudo,
algo se resquebraja como aquel hielo de cristal que tú y yo soñamos.

Después del tiempo ido llega otro tiempo nuevo,
el tiempo de los bosques que maduran al sol,
las acequias ya no son vírgenes ni hay ilusiones que palpiten,
solo el imán del crepúsculo que nos atrae hasta que las miradas se encuentran,
y surgen las voces y los sentimientos se anudan
en viejos aullidos de desmemoria.