Ejercer la química del lenguaje
para evitar la sombra.
El territorio se mira con otros ojos
porque hay llaves silenciosas que descubren
mundos de agua, pasos de luz nocturna
que desconocen la herida, abrazos intangibles
en los suburbios de la libertad.
Y la construcción del habla con sus naves amarillas,
y los juegos del éxtasis bajo cúmulos de carne,
y el témpano de la música que vuela en otro yo
sin raíz.
Tras los ambientes donde el humo es una piel rota
no quedan rastros de añoranza, tú elevas el cristal
vacío de la mudez, yo me doblo en mi canción infinita,
infinitamente lejana, sin oír mi latido.
No sé si somos edad,
si en los párpados caídos los buitres del deseo
mezclan su sangre hospitalaria, si hay un mañana
para quien desnuda el claror del presente.
Cuando las luces húmedas escriban en el aire tu nombre,
yo sabré que mi destino está aquí, que el tuyo será episodio
de espectros, gotas de tránsito bajo un haz sin memoria.
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