Si miro al cielo y no están las echo de menos.
Siempre de viaje a no sé dónde.
Son los párpados del sol,
la cortina que vela su luz.
Cúmulos, cirros, estratos...
mi boca repite esos nombres
como si los leyera en un cartel
que colgara a sus espaldas.
Invitan al ensueño y nos dan el agua
de muchas maneras, en caída leve,
a ráfagas, como chaparrón,
durante minutos, horas
y alguna vez
días.
Son hembras que paren lluvia
que es lo mismo que decir
vida.
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