Había un cruce de miradas
cada vez que nos veíamos.
En las calles de Coruña,
en el tren que nos llevaba a Santiago
-nuestro común lugar de estudios-
en la cola de los cines Tom y Jerry,
de madrugada en “El gallo de oro”.
Un día me decidí a abordarte.
Hablamos largamente
una noche, en un bar
medio vacío.
Después todo terminó.
Ya no volvimos a cruzar nuestras miradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario