Recuerdo aquel domingo de fútbol
en que nos tocó la quiniela.
Doce aciertos de catorce.
En total tres mil pesetas cada uno
-para dos chavales de 16 años,
una fortuna-.
Con ese dinero me compré un radio-cassette estéreo Philips,
-por aquel entonces novedad en el mercado-
que aún funciona a la perfección.
Hoy por 18 euros-lo equivalente a tres mil pesetas-
apenas podría adquirir un transistor.
Es una evidencia que la alta tecnología
ya no está al alcance de todos los bolsillos,
hay que pagarla bien, como a una puta cara.
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