Qué raro.
Ayer no fue así.
La luz más tenue,
las primeras hojas caídas,
el aire más frío,
la playa sin gente...
Y al volver la esquina,
el castañero.
No hay que ser muy listo
para darse cuenta
de que ha llegado el otoño.
También a mi cuerpo
que a partir de hoy
vivirá en un otoño
perpetuo.
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