Es un ejercicio que te reconcilia con la vida
tomarse algo en la terraza de un bar
disfrutando de un maravilloso día de primavera.
Cruza por el cielo una bandada de pájaros.
Junto a mí
gente que me ignora
-yo también a ellos-.
Sobre el velador un café y un vaso de agua.
El aire tibio del mediodía acaricia mi rostro.
Ninguna obligación,
nada que hacer,
nadie a quien esperar.
Antes de irme
-me digo-
tengo que dejarle una buena propina
al camarero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario