Aparcó el modelo más caro de Mercedes
a la puerta del Restaurante
de cinco tenedores.
Un traje a medida,
las gafas de sol Rayban,
el pelo peinado hacia atrás con gomina.
Todo se vino abajo cuando abrió la boca
para decirle al camarero
-a la vez que señalaba con el índice-:
“Ponme, carallo, un de eses”
Creo que se refería a un bogavante.
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