Antes de despedirnos anoté en un papel
tu número de teléfono.
Al día siguiente me decidí a llamarte.
Al otro lado del aparato,
una voz preguntó:
¿Quién la llama?
Un amigo, dije.
Tras una pausa la voz me respondió:
no está en este momento.
Resulta que somos vecinos.
Al asomarme a la ventana te vi salir de casa.
Todavía hoy me pregunto:
¿Por qué cojones
me diste
tu número
de teléfono?
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