domingo, 2 de junio de 2024

La soledad

 

Nuestro refugio, frágil como una oblea donde el aire

es mudo y los relojes no sobreviven a la fría quietud

de los cuadros; el inútil ejercicio de obviar la palabra,

solo así el corazón vuelve a las luces y a la música feliz

que emiten los sonidos del recuerdo, solo así recorre

el alma los dédalos que desempolva el silencio de la tarde;

oculta por los visillos del presente la raíz olvida la compañía

de los minutos que acariciaron diálogos de efímera edad, vagan

las sombras amigas en un carrusel que saluda a los noctámbulos

con el circunloquio de los lugares a donde nos lleva la sintonía

común de los espejos cóncavos, multiplicándonos desde la semilla

que extiende sus hilos sobre un tapiz familiar hasta las nubes

que aún no han brotado en la claridad como en la pared

diáfana brota el musgo de la duda con perfiles de ausencia,

con iconografía de vejez en los huecos que el silencio deja

en las esquinas de una casa en la que ya no se escucha mi voz

respondiendo con un canto alegre al trino indolente de los pájaros.


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